Adiós Juventud… Juan Domingo Perón y el fin de la Tendencia Revolucionaria

Por Besoky, Juan Luis (IDHCS-UNLP/CONICET) juanelebe@gmail.com

La vuelta de Perón y el principio del fin

El regreso de Perón a la Argentina tras 18 años de exilio fue visto como resultado de la lucha de la resistencia peronista y de las organizaciones político-militares que habían logrado jaquear a la dictadura militar. La elección y triunfo de Cámpora (delegado de Perón) en marzo del ‘73 fruto sobre todo del apoyo de la juventud peronista pareció marcar el inicio del proceso de liberación en el marco del socialismo nacional. La izquierda peronista, englobada en lo que se conoció como Tendencia revolucionaria1, veía que con el retorno del peronismo al poder sería posible realizar el cambio estructural de la sociedad que pusiera a la Argentina en la senda de los procesos revolucionarios que se daban en la región y en el resto del mundo.

El mismo Perón había alentado desde su exilio el accionar de la guerrilla y había declarado que no existían diferencias sustanciales entre el socialismo y el peronismo.

Según recuerda Luis Sobrino Aranda2, asesor de Perón en cuestiones de defensa, la obsesión del General durante la campaña electoral de marzo era llegar al 50% del padrón y temía que si rompía con Montoneros no lo consiguiese. Esto explica por qué Perón sostuvo la candidatura de Oscar Bidegain (ligado a la Tendencia revolucionaria) a gobernador de la provincia de Bs As a pesar de la resistencia de los sectores sindicales.3

Sin embargo, este proceso de efervescencia y movilización popular duró muy poco. Lo que se dio en llamar la «primavera camporista» terminó con la renuncia forzada de Cámpora y su vice el 13 de julio, a cuarenta y ocho días de haber asumido. Estos sucesos se habían visto precedidos por los enfrentamientos en Ezeiza en el marco de la mayor movilización popular para recibir a Perón que registre la historia argentina. Allí los sectores ortodoxos del peronismo (encargados de la custodia del palco) abrieron fuego sobre una columna de militantes de la izquierda peronista que se acercaban al lugar. Como ya ha demostrado la investigación de (Verbitsky, 1986) la Juventud Sindical Peronista, el Comando de Organización, la Concentración Nacional Universitaria, la Alianza Libertadora Nacionalista y otros grupos independientes de la JP estuvieron bajo la dirección de Osinde armados y encargados de «defender a Perón». El saldo del enfrentamiento dejó a 13 muertos y más de doscientos heridos4.

El discurso que Perón dirigiera a todo el país al día siguiente mostró claramente el fin del idilio con los sectores más radicalizados del peronismo y el nuevo apoyo a la derecha peronista5. Por vez primera Perón habló de infiltrados que pretendían copar el movimiento. A partir de allí cambiaría el rumbo del proceso. Cámpora se vería obligado a renunciar quedando el poder en manos de Lastiri, yerno de López Rega y vinculado a la derecha peronista. La anuencia de Perón frente al autogolpe contra Cámpora sumó en el desconcierto a la Tendencia Revolucionaria que intentó explicar estos cambios abruptos como producto de «un cerco» instrumentado por López Rega que rodeaba al General y lo separaba de su pueblo.

Este distanciamiento mostraría, tal como señala (Lenci, 1999) una compresión errónea de los objetivos de Perón por parte de la Tendencia pero también una lectura un tanto ingenua de la Tendencia por parte del General. Él suponía que la juventud iba a aceptar con sumisión el recorte de poder que les intentaba imponer desde el mismo momento en que su función movilizadora había concluido. En este sentido el testimonio del empresario peronista Jorge Antonio resulta por demás elocuente:

«Perón estaba convencido de que los Montoneros le iban a responder siempre. Yo le aseguré que no, porque yo tenía mucho más contacto con los Montoneros que él. Él tenía contacto, les daba directivas, pero ante él no se explayaban. Ante mí se explayaban con más claridad. Yo le advertí a Perón: «Mire que esto es riesgoso. No le dé tantas alas en el país porque después usted va a tener un problema». Él me dijo: «No, Jorge, quédese tranquilo que cuando lleguemos al país y lleguemos al poder, si los muchachos se ponen ariscos –fueron textuales palabras yo voy a agarrar un vaso de agua, micrófono, hablaré y se irán tranquilos a su casa». Le dije: «Ahí se va a llevar la primera gran desilusión. Ahí se va a llevar usted el primer susto que le van a dar las juventudes actuales, y lo comprometo a que me lo recuerde». Me dice: «No. Quédese tranquilo que eso lo manejo muy bien». (Pigna, 2005:245)

El retorno de Perón mostrará el intento infructuoso del General por lograr la subordinación de la juventud a sus directivas: primero llamando al orden y luego a la subordinación de la juventud a las nuevas autoridades del Consejo Superior. A medida que el enfrentamiento con los sectores radicalizados se incremente Perón recurrirá cada vez más al aumento de la represión a través de la ley y del apoyo a los grupos de derecha de su movimiento. Según señala (Horowicz, 2007:271):

Programa en mano, Perón juzgaba: no necesito a los muchachos de la «jotapé»; un aliado sumamente molesto, con la pretensión de pasar la cuenta y debatir los destinos del movimiento. Se trataba entonces, desde su perspectiva, de pulverizarlos políticamente. Por cierto que cuando Perón reflexionaba así no pensaba en una masacre colectiva, sino en una combinación de medidas políticas: aislamiento, terror en grageas homeopáticas («Triple A») y funcionamiento de su programa económico.

Teniendo esto en cuenta a continuación me enfocaré en los intentos políticos de Perón por subordinar a la Tendencia Revolucionaria mediante la reinstitucionalización del movimiento. El aspecto represivo del Tercer Peronismo así como el desarrollo de los grupos parapoliciales será analizado en profundidad en una próxima ponencia.

Institucionalizar el movimiento

«Cuidado con sacar los pies del plato, porque entonces tenemos el derecho de darle con todo.» Perón, discurso a los gobernadores, 2 de agosto.

El plan político de Perón, según señala (Godio, 1986:121) buscaba aislar a la derecha antiperonista, rodear al gobierno de una amplia base social y neutralizar a lo que genéricamente se denominaba ultraizquierda. En este último punto la estrategia de Perón continuaba el espíritu del Gran Acuerdo Nacional que buscaba evitar que la crítica de los sectores más radicalizados coincidiera con el del resto de la sociedad y produjera una salida por fuera de los marcos del capitalismo6. Para lograrlo Perón pretendía por un lado la institucionalización del movimiento justicialista entendido como la centralización del partido bajo una única dirección consustanciada con la doctrina justicialista y por el otro la obtención de los más amplios acuerdos posibles con la UCR y con el resto de espectro político.

Luego de los hechos de Ezeiza y de la renuncia de Cámpora y Solano Lima que habían sumido en el desconcierto a la Juventud de la Tendencia Revolucionaria, ésta organizó para el sábado 21 de julio una movilización a la residencia de Perón en Gaspar Campos. La justificación de la dirigencia de Montoneros frente a los sucesos recientes sostenía a que Perón se encontraba senil y cercado por López Rega y los sectores de derecha de su movimiento. La intención de la convocatoria era entonces «romper el cerco» que aislaba a Perón de su pueblo. Con la movilización de 60 mil jóvenes que se dirigieron a mostrar su fuerza a Gaspar Cámpos y luego a Olivos. Allí fue donde finalmente Perón recibió (en compañía de López Rega) a una pequeña delegación de los dirigentes de la JP que le pidieron un canal directo de comunicación. El general les señaló a su jefe de custodia: Esquer, como intermediario, aunque luego de la reunión El Descamisado publicará en tapa «Rompimos el cerco», sin embargo López Rega anunciaría a la prensa, sin que Perón lo desmintiese, que él sería el intermediario. Al decir de (Horowicz, 2007, pág. 101) «La broma no habría sido más dolorosa, el propósito más transparente».

Dos días después, según relata (Anguita & Caparrós, 2007 [1998]), Envar el Kadri, histórico dirigente de la Resistencia peronista, sería convocado por López Rega al Ministerio de Bienestar Social para intentar convencerlo de conformar una JP independiente de Montoneros. Estaba allí presente también Julio Yessi, un antiguo militante de la resistencia peronista que carecía de inserción territorial, organizacional y de cuadros que lo siguieran y que había sido convocado por López Rega como su asesor a fines de mayo. Su formación política la había hecho en la escuela Superior de Conducción Peronista dirigida por Pedro Eladio Vázquez, médico personal de Isabel Perón y futuro Secretario de Deportes y Turismo, quien probablemente se lo recomendara a López Rega. Sin embargo la conversación entre El Kadri y López Rega no prosperó, probablemente por la cercanía de aquel a la izquierda peronista y su desconfianza a la figura del secretario de Perón. A partir de allí sería Julio Yessi el encargado de reunir y organizar a los sectores de la juventud contrarios a la Tendencia.

Luego de la infructuosa reunión, López Rega establecería los jueves como día encuentro con la juventud. Reuniones a las que por supuesto la Tendencia no asistirá pero si lo hará, el jueves de esa misma semana (según consiga el diario La Opinión del día 27 de julio) una delegación de 50 personas, de la cual cinco se entrevistaría con él. Estos eran: Enrique Mario Gerez, Carlos Amodio, Adrián Aquiles Fariña, Gustavo Daniel Avahthay y Hugo Alejandro Petrof Magdalena. Los dos primeros futuros militantes de la JPRA y redactores de la Revista El Caudillo. Al salir de la reunión, la denominada Juventud Peronista de la República Argentina difundió, según consigna La Opinión, el siguiente comunicado expresando su apoyo a la fórmula presidencia Perón-Perón.:

«el ferviente deseo de que el segundo término sea ocupado por la compañera Isabel Martinez de Perón, sintetizando así el auténtico sentir de nuestro pueblo en contra de los intereses oligárquicos y antinacionales empeñados en desvirtuar la esencia doctrinaria del movimiento».

Esta es la primera mención en los diarios a una «Juventud Peronista de la República Argentina». Los orígenes de su conformación aún no están del todo claros. Algunas versiones periodísticas7 señalan a Julio Yessi como fundador de la JPRA. En realidad el papel de Yessi fue el de aglutinar a todos aquellos sectores de la juventud peronista que no estuvieran cercanos a Montoneros, una de cuyas organizaciones además del CdeO, JSP, CNU, etc, era la
JPRA de reciente formación. En una entrevista realizada a uno de los dirigentes de la JPRA éste señaló:

«La J.P.R.A., como te dije era una organización autónoma producto de la fusión de diversos grupos independientes.Ni Yessi, ni Lopez Rega tuvieron incidencia en su formación. La confusión sobreviene a partir de que Julio Yessi había sido designado miembro del Consejo Superior Peronista por la rama juventud y en la campaña electoral de septiembre, los afiches partidarios eran firmados por el «Consejo Superior de la Juventud Peronista de la R.A.»8

Sin embargo, en un encentro anterior el entrevistado había dicho que el nombre de la JPRA había sido tomado precisamente de esos afiches. Incluso el mismo Yessi en una entrevista que le hiciéramos antes de ser detenido señaló que el nombre se le ocurrió en una conferencia de prensa cuando intentando diferenciarse de la Juventud Peronista de las Regionales él señaló representar a la Juventud Peronista «de la República Argentina». Sea como fuere, lo cierto es que luego de la movilización de la izquierda peronista a Gaspar Campos la derecha se irá reorganizando con miras a disputar el lugar de la izquierda en la juventud.

Tal como señala (Godio, 1986:122) la institucionalización del movimiento suponía en términos concretos: «la verticalidad a Perón y la centralización orgánica bajo la dirección del Consejo superior del partido». Para esto Perón dispuso, el 29 de julio, una semana después de la movilización a Gaspar Campos de la JP, reorganizar las cuatro ramas del Consejo Superior quedando como representantes por el sector político: Humberto Martiarena, Julián Licastro, Ferdinando Pedrini y José Camus; sector gremial: José Ruccl, Lorenzo Miguel, Casildo Herrera y Adolfo Medina; sector femenino: Silvana Roth, Hilda Castiñeira, Dolores Ayerba de Moreno y Patricia Romero Gómez; y sector juvenil: Julio Yessi, Ana María Sola, José Luis Miraglia y Humberto Romero. Los cuatro primeros de cada rama componían la Mesa ejecutiva del Consejo. Esta reorganización dejaba en claro, tal como lo advirtiera el periodista (Grondona, 1973) en La Opinión, la continuación del proceso de «descamporización» del movimiento y el desplazamiento de los representantes más afines a la Tendencia como Galimberti y Abal Medina.

El 2 de agosto Perón hablará frente a los gobernadores y allí defenderá la creación del Consejo Superior «que será el verdadero encargado de la dirección y de la conducción del movimiento peronista». También aprovechará para criticar a la juventud la cual está «cuestionada en algunos grandes sectores» desde los hechos de Ezeiza y llamará a permanecer dentro de la ley a cualquiera de los partidos políticos: «se llame Comunista, ERP, o se llame Mongo Aurelio» en una clara y poco disimulada referencia a Montoneros.

Tres días después del mensaje a los gobernadores y en base a la creación del Consejo Superior, López Rega se reunirá como todos los jueves con la juventud (ortodoxa) para anunciarles el cese de su función como intermediario quedando a cargo el nuevo representante de la juventud en el consejo: Julio Yessi. Esto significaba en la práctica nada más y nada menos que la Tendencia revolucionaria del peronismo a pesar del número importante de militantes que convocaba había sido privada de representación alguna. Inmediatamente luego de la reunión los representantes de la rama juvenil del Consejo anunciaron la reorganización de la juventud peronista y advirtiéronle a la Tendencia:

«ya habían comenzado los contactos con las bases y delegaciones Juveniles de la Capital Federal, el Gran Buenos Aires y todas las provincias de la República, a efectos de comenzar la tarea de reorganización y unificación de la Juventud Peronista y la convocatoria a todos los jóvenes argentinos al trabajo por la reconstrucción nacional.». (…) «Se aclara, por otra parte, que cualquier gestión o postura a nivel de Juventud Peronista de la República Argentina que no esté debidamente autorizada por el consejo superior provisorio, carece de valor representativo por no obedecer órdenes del teniente general Juan Domingo Perón».9

El día anterior ya se había reunido el Congreso Justicialista para consagrar la fórmula presidencial Juan Domingo Perón-María Estela Martínez de Perón impulsada sobre todo por los sectores ortodoxos del peronismo. La Tendencia que levantaba la figura de Cámpora como vicepresidente o en su defecto de Balbín se verá derrotada. Para el 31 de ese mes se produce un desfile frente a Perón en el balcón de la CGT. Todos los grupos de la derecha participan de la marcha así como también hace su primera aparición pública la JPRA. La Tendencia decide a último momento participar.

Para principios de setiembre el presidente interino Lastiri, realiza una visita a Catamarca. Según denuncia la revista El Descamisado10, expresión de la Tendencia, desde días antes del viaje presidencial, varios autos del Ministerio de Bienestar Social de la Nación, en los que se movilizaban 17 personas, recorrieron la ciudad, especialmente preocupados por «preparar» el recibimiento al titular de esa cartera. Entretanto, un camión se ocupaba de embadurnar las calles con carteles del Comando de Organización, que pegaban prolijamente sobre las «pintadas» en las que la Juventud Peronista de la provincia condenaba la masacre de Ezeiza y trataba a López Rega y Osinde de asesinos. En esa tarea contaron con la ayuda de algunos integrantes de la comitiva de Julio Yessi que los auxiliaron con una nueva entrega de carteles. Según la revista:

«… en las últimas horas del sábado, mientras la comitiva se aprestaba a volver a Buenos Aires, Julio Yessi se ocupaba de entablar contacto con la JP local; su carta de presentación era prometerles viajes, estadía gratuita en Buenos Aires y otras bondades, si montaban una estructura que dependiera directamente de su conducción. No se ahorró tampoco referencias a los Montoneros («Esos hijos de puta…») ni a los «rojos» de La Rioja, Córdoba y Buenos Aires: «Hay que acabar con todos ellos», dijo.

Unos días después, el 8 de setiembre, Perón se reunió con toda la juventud, incluidos los grupos de la Tendencia y del Peronismo Ortodoxo. El General coincidió en la necesidad de que toda la juventud se reuniera para organizar la normalización: que prepararan padrones y llamaran a elecciones para organizar la rama juvenil. Sin embargo este congreso nunca se llevará a cabo. Allí además, Perón advirtió a los sectores de la izquierda: «Si ustedes quieren hacer como hace Allende en Chile, miren como le va a Allende en Chile. Hay que andar con calma».

El miércoles 11 de setiembre, reinterpretando a su manera las directivas de Perón, el ala izquierda peronista hace un intento propio por reorganizar la juventud. Este intento de la Tendencia por mantener su peso en el movimiento cuenta con las ausencias de la Mesa de Trasvasamiento (Guardia de Hierro-FEN) y de los representantes del Consejo Superior quienes se consideran los únicos con legitimidad para convocar a tal reunión. De esta manera el intento de unificación queda trunco ante la falta de apoyo de otras organizaciones.

La muerte de Rucci y el avance de la derecha

El 25 de setiembre es asesinado Rucci por un comando Montoneros. La acción, que no fue firmada de manera pública por la organización, intentaba demostrar a Perón el peso de la guerrilla peronista y era a la vez una advertencia al General con el vano intento de forzarlo a negociar con ellos. Montoneros buscaba con ese hecho político frenar el distanciamiento de la Tendencia Revolucionaria y el aval de Perón a los cuadros más ortodoxos del movimiento. A la postre la ejecución de Rucci tuvo el efecto contrario. Perón reforzó la ofensiva contra los sectores radicalizados del movimiento y llamó de manera abierta a combatir los infiltrados.

La Opinión del viernes 28 de setiembre consigna una convocatoria hecha por el Poder Ejecutivo a los gobernadores y vicegobernadores y señala dos posturas en el gobierno frente a «como conjurar el brote de violencia»:

«De acuerdo con lo que trascendió, existirían dos criterios: uno, del ministro Llambí, quien sostiene que debe requerirse; a efectos de la prevención de atentados, secuestros, etc., únicamente el concurso de organismos de seguridad (Policía, Gendarmería; en ningún caso las Fuerzas Armadas), y otro que propone la participación de mecanismos de seguridad que se han ido forjando en el propio seno del movimiento justicialista».

Entre estos últimos aparecen mencionados con un posible papel represivo o «preventivo» las llamadas «fuerzas de seguridad» del propio Movimiento Nacional Justicialista. Entre las que menciona el diario figuran: el COR de Iñiguez, el CdeO de Brito Lima, la Alianza Libertadora Nacionalista y la CNU. Nada dice sobre la JPRA, organización que recién estaba en conformación, y que luego del asesinato de Rucci cobrará especial impulso. En este sentido lo que menciona el artículo no deja de ser interesante en tanto (como han demostrado las investigaciones posteriores) la solución política que tomó el gobierno fue una combinatoria de ambos criterios. Es decir, la represión legal a través de las fuerzas de seguridad incluyó también la represión ilegal mediante organizaciones parapoliciales, como la Triple A conformada por el mismo subjefe de la Policía Federal (Villar) y la custodia del Ministerio de Bienestar Social a cargo de López Rega. Del mismo modo el sostenimiento e impulso a los sectores ortodoxos del peronismo incluyó la no condena a la mayoría de las acciones violentas realizadas por estas mismas organizaciones.

Un ejemplo sintomático de las organizaciones ortodoxas es la solicitada que emite ese mismo día la Rama Juvenil del Consejo Superior Peronista donde denuncia la «sinarquía internacional» y a la «oligarquía agazapada» que actúa en conjunto con la izquierda. Además de los cuatro representantes de la rama juvenil firman el comunicado los siguientes dirigentes: Ramiro Podetti (Brigadas), Guillermo Piuma (M. A. P.), Carlos A. Moreno Crespo (Comando Evita), Jorge Caterbetti (Juventud Sindical Peronista), H. Amante (Agrupación Peronista 20 de Noviembre), Simón Schumovich (Enc. Juventud Peronista), Oscar A. Vallejos (Agrup. Peronista Nueva Arg.), Juan Carlos Ortiz (Mesa Nacional FREJULI), Pablo Tonelli (Juventud Secundaria Peronista), Jorge Luchetti (FEN – OUP), Juan Carlos Molina (Movimiento de Bases de la Verticalidad Justicialista), Jorge A. Rampoldi (Centro Universitario Peronista), Alvaro Peralta Tanco (Legión Revolucionaria Peronista), Norberto Crinelli (CNU-CJP), Luis Palma (Juventud Peronista Capital), Jorge G. Brocoglia (M. J. P.), José Miguel Tarquín (Agrupación 17 de Octubre), A. Peyloubet (Juventud Peronista de la R. A, Comando Organización), Juan Carlos De Piña (Juventud Peronista Zona Sur).

La carta de presentación de esta nueva etapa fue el documento, de carácter reservado, que presentara el presidente electo a los gobernadores junto con el Consejo Superior y que se filtrara a la prensa a través del diario La Opinión el 3 de octubre:

Entre sus puntos más salientes decía:

«Definiciones: Los grupos o sectores que en cada lugar actúan invocando adhesión al peronismo y al general Perón, deberán definirse públicamente en esta situación de guerra contra los grupos marxistas y deberán participar activamente en las acciones que se planifiquen para llevar adelante esta lucha. Asimismo, deberán acatar estas directivas. (…)

f. Las cuestiones que se susciten en el orden partidario se plantearán por vía reservada a la autoridad superior del Movimiento que corresponda en cada rama. Ninguna cuestión interna se considerará más importante que la lucha emprendida ahora.(…)

h. Debe excluirse de los locales partidarios a todos aquellos que se manifiesten de cualquier modo vinculados al marxismo, a sus posiciones políticas o a sus actos.(…)

  1. Propaganda: Se impedirá toda propaganda de los grupos marxistas máxime cuando se presenten como si fueran peronistas, para confundir. Se impedirá la difusión por todos los medios».

A este documento se le sumarían toda una serie de medidas tendientes a aumentar la represión legal como las modificaciones al Código Penal, el empleo de la Gendarmería para custodiar las fábricas, la creación de un Consejo de Seguridad Nacional, la ley de Prescindibilidad y la Ley de Asociaciones Profesionales. Estas medidas se complementarán con la aparición de una represión ilegal a través de grupos de choque que a partir de esa fecha verán incrementar su accionar. Muchos de esos grupos, como advirtió el diario La Opinión el 28 de setiembre pertenecían a fracciones internas del peronismo. Entre ellos el Comando de Organización, la alianza Libertadora Nacionalista y la Concentración Nacionalista Universitaria. También la Juventud Sindical Peronista participará de varios enfrentamientos. Ya desde octubre es posible apreciar en los diarios los asesinatos de militantes peronistas.

Este apoyo directo a los sectores ortodoxos del Movimiento se hará claramente visible y adquirirá mayor énfasis en el mes de noviembre con dos hechos. El jueves 8 Perón confirmará a las autoridades provisorias del Consejo Superior a sabiendas de que en él no estaban representados los sectores más combativos. Bajo las directivas del Consejo varios delegados serían enviados a las provincias para continuar con la depuración y reorganización del Movimiento, sobre todo en la rama juvenil. El otro hecho será la aparición del primer atentado de la Triple A sobre el senador radical Solari Yrigoyen y la aparición del semanario El Caudillo de la Tercera Posición, órgano de expresión de todos los sectores de la ortodoxia peronista (Besoky, 2010). La revista bajo la dirección de Felipe Romeo y financiada por el Ministerio de Bienestar Social daría amplia cobertura a las actividades de esos sectores, denunciaría y amenazaría a los militantes y organizaciones de la izquierda peronista y festejaría los incipientes crímenes de la Triple A. Allí el editorial del primer número del 16 de noviembre de 1973, además de defender la autoridad de Perón y los representantes del Consejo Superior, trataba de infiltrados y traidores a la Tendencia revolucionaria. El último párrafo del editorial es muy claro respecto al enfrentamiento al interior del movimiento:

«Resumiendo v para ver más claro. Perón está con la Ley de Asociaciones Profesionales, la Tendencia en contra. Perón está con la CGT, la Tendencia en contra; Perón está con el Conseio, la Tendencia en contra; Perón está con Isabel, la Tendencia en contra; Perón está con Yessi, la Tendencia en contra; Perón está con los «decretazos» de Martiarena, la Tendencia en contra; Perón cree y advierte sobre la presencia de infiltrados, la Tendencia se da por aludida pero niega oue exisfan infiltrados; Perón informa que existen dos imperialismos, la Tendencia insiste en oue existe uno solo. En fin, para muestra basta una contradicción…»

El martes 27 de noviembre el representante juvenil en el Consejo Superior Peronista, José Luis Pirraglia, informaba a la prensa que los sectores radicalizados del justicialismo —la Juventud Peronista organizada en regionales, conducida por Juan Carlos Dante Gullo y la Juventud Trabajadora Peronista— serían excluidos del proceso de reorganización del movimiento con la creación de nueve secretarias en la rama juvenil. Esas secretarías estarán ocupadas por las siguientes organizaciones: Comando de Organización, Encuadramiento, Agrupación 20 de Noviembre, Movimiento Universitario Nacional, Brigadas, Comando 8 de Octubre, Movimiento de Agrupaciones Peronistas, FEN-OUP, Concentración Nacional Universitaria, Juventud Secundaria, Juventud sindical y Juventud Peronista de la Republica Argentina.

Para el 29 de diciembre el delegado normalizador para la provincia de Buenos Aires Arturo Ruiz Villanueva advierte que de ahora en más sólo podrán funcionar las Unidades Básicas que fueron fundadas antes del 11 de marzo, las cuales deberán elevar los antecedentes de su creación para ser analizados por la conducción peronista. Obviamente la medida perjudicaba a los sectores de la Tendencia

Se intensifica la represión

El año 1974 comenzó con la intensificación de los conflictos al interior del peronismo cordobés y con los intentos de modificación del Código Penal por parte del Ejecutivo. El 19 de enero la guerrilla marxista del PRT-ERP atacó un cuartel militar en la ciudad de Azul. La respuesta del gobierno y de la derecha peronista no se hizo esperar. Perón daría un comunicado con su uniforme de militar llamando a «aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal» y convocando al Movimiento Justicialista a movilizar sus efectivos. El discurso terminaba diciendo «Ha pasado la hora de gritar Perón, ha llegado la hora de defenderlo». Tal como señala (Lapolla, 2005:312):

«La ultraderecha fascista aprovechó la provocación de Azul para cambiar el discurso y el accionar, pasando abiertamente al ataque, los hechos se lo permitían al descolocar a los sectores populares que aparecían divididos y culpables ante el accionar guerrillero.»

Así es como El Caudillo habló de salir a enfrentar abiertamente a los infiltrados y a defender a Perón. Gabriel Cigna, secretario general de la JPRA de la Provincia, convocó a una conferencia de prensa donde además de caracterizar a la Tendencia y a sus dirigentes como gorilas provenientes de la clase media intelectualizada del Partido Comunista o de los sectores trotskistas, los trató de de traidores y enemigos y señaló el pase a la clandestinidad de su organización. Basándose en la acusación que hiciera Perón al gobernador Bidegain (habló de tolerancia culposa) difundió el siguiente comunicado:

«Ante los hechos por todos conocidos se resuelve:

  1. cumplir a sangre y fuego la orden del jefe del movimiento en cuanto a que debemos «movilizarnos y ponernos decididamente al servicio del orden.
  2. volver a la clandestinidad en todo el territorio de la provincia de buenos aires e iniciar todo tipo de hostilidades hasta derrumbar a la camarilla marxista y a su títere Bidegain.
  3. declarar asimismo zonas conflictivas a los territorios de Córdoba y Mendoza.
  4. considerar bajo el delito de traición a todo aquel integrante del movimiento que no colabore en esta lucha y actuar en consecuencia.
    ¡Perón o muerte! ¡Viva la Patria!».

De todas formas no hizo falta más presión, desmoralizado por el discurso del General, Bidegain renunció dejando la gobernación en manos de su vice: Calabró, dirigente de la UOM y con aceitadas relaciones con la derecha peronista. Al descalabro que significó el hecho de Azul para la izquierda en general se sumó, como señala (Franco, 2012), la aceleración de los tiempos legislativos para reformular el código penal con un carácter aún más represivo que en los tiempos de Onganía. En disconformidad con esta reforma y luego de una reprimenda de Perón, «él que no esté de acuerdo se va» les dijo, ocho diputados de la Tendencia renunciaron a sus bancas.

Según señala (Godio, 1986:116) para Perón «el hueso Montonero era duro de roer. No deseaba expulsarlo en bloque. Pretendía ganar la mayoría, criterio no compartido por las organizaciones de la derecha peronista y las parapoliciales que se habían lanzado a asesinarlos desde el mismo 20 de junio. Pretendía que la parte irrecuperable se fuese sola a engrosar los partidos marxistas». Como veremos más adelante, las charlas que dará a la juventud ortodoxa en febrero mostrarán la preocupación del General por el sesgo ideológico de los dirigentes más allá de su capacidad de movilización.

El 25 de enero anuncian los diarios la vuelta de Villar y Margaride a la Policía Federal en lo que se clasifica como la adopción de «una línea dura». Las investigaciones posteriores demostrarán que Villar fue junto con López Rega uno de los principales dirigentes de la Triple A.

El 31 de enero hubo un intento de Perón de reunir a toda la rama juvenil con miras a fijar las directivas a partir de entonces. El día anterior se había visto precedido por intensas reuniones entre los sectores que respondían a Montoneros, la JPRA y el secretario de Presidencia (Solano Lima) debido a la resistencia de los primeros a compartir espacio con el CdeO y la CNU. En representación de la JPRA estuvieron cuatro dirigentes: Juan Muciacia, Gabriel Dousdebes, Andrés Poggi y Jorge Fariña, quienes e continuación se trasladaron a la residencia presidencial, donde permanecieron poco mas de media hora, agregándose al grupo el señor Julio Yessi. Finalmente la reunión se llevó a cabo pero contó con la ausencia de la Tendencia revolucionaria (que por voluntad propia decidió no asistir temiendo sufrir la misma suerte que los ocho diputados renunciantes).

Una semana después Perón se reunirá nuevamente y de manera exclusiva con la juventud peronista ortodoxa y en dos reuniones (7 y 14 de febrero) les ordenará purificar el movimiento para detener la infiltración. Allí señalará la necesidad de que todas las organizaciones se subordinen al Consejo Superior del movimiento que establecerá las directivas a seguir.

«En la juventud peronista, en estos últimos tiempos, especialmente, se han perfilado algunos deslizamientos cuyo origen conocemos, y que permiten apreciar que se está produciendo en el Movimiento una infiltración que no es precisamente justicialista. (…) En el país no se ha dado nunca el fenómeno de la infiltración política. Es la primera vez que se da en la historia de la República Argentina esto de gente que se infiltra en un partido o movimiento político con otras finalidades que las que tiene dicho movimiento.(…)

Lo venimos viendo. Tengo todos los documentos y, además, los he estudiado. Bueno, ésos son cualquier cosa menos justicialistas. Entonces, ¿qué hacen en el Justicialismo? Porque si yo fuera comunista, me iría al Partido Comunista y no me quedaría ni en el Partido ni en el Movimiento Justicialista.»

Perón señalará además que el problema no reside en la cantidad de gente que convoque cada sector sino en el sesgo ideológico de cada dirigente.

«Antes de organizamos, tenemos que pensar, la masa ya sabemos lo que es en el horizonte directivo. Quién es quién en ese horizonte. No interesa que represente mucho o represente poco; para mí, un malvado, aunque represente mucho, es mucho peor que uno bueno que represente muy poco.»

Sabido era la enorme capacidad de movilización que poseía la Tendencia Revolucionaria tanto en las manifestaciones y concentraciones como en la campaña electoral. Siempre que la derecha peronista o la burocracia sindical intentó disputarle en ese ámbito, la Tendencia los superó, al decir de (Gillespie, 1987) en un número como mínimo seis veces mayor. Por ejemplo el acto de la Tendencia en Atlanta convocó a 50 mil personas mientras que un acto equivalente de toda la derecha peronista el 16 de noviembre juntó 13 mil. La diferencia se mantiene también al comparar el acto de una de las organizaciones de la derecha: la JSP el 31 de octubre de 1973 movilizó 3 mil partidarios mientras que un acto equivalente de la JTP tres días después juntó a 20 mil. Sin embargo, al decir de (Gillespie, 1987, pág. 172) «la tragedia de la Tendencia fue que ninguna de sus movilizaciones impresionó a Perón.».

En una clara muestra del respaldo de Perón a Yessi y de la indiferencia que mostraba hacia la capacidad de movilización el General dirá:

«Así es como veo yo el problema político. Prefiero un dirigente honesto que tenga diez detrás de él y no un deshonesto que tenga diez mil, porque ese es el que me va a derrumbar a la larga. Este es el problema, muchachos, sobre el que hay que pensar y sobre el que hay que empezar a trabajar poco a poco.»

La Tendencia responderá a estas directivas a través de Dardo Cabo quien en el editorial N°39 de El descamisado del 12 de febrero de 1974 se preguntará desconcertado:

«Ayer éramos «los muchachos» y éramos saludados por el Jefe del Movimiento con emoción por nuestra lucha, se honraban nuestros muertos y ahora, por ser como Perón dijo que tenían que ser los peronistas, por advertir que la lucha aún no ha terminado, que no tenemos todo el poder, que hay que trabajar para conseguirlo, que hay que organizarse y no ceder, por eso ahora nos señalan que hay otros partidos «socialistas» donde podemos ir si queremos. ¿Por qué no nos dijeron antes, cuando peleábamos, que nos pasáramos a otro partido? ¿Dónde estaban éstos que nos tirotean y que preparan los atentados para eliminarnos cuando había que pelear contra Lanusse?»

Continuando con la línea de depuración el mismo 12 de febrero, en el transcurso de una reunión con el delegado normalizador de la JPRA se constituyó en la ciudad de La Plata la Mesa Ejecutiva integrada por Adrián Curi como secretario ejecutivo (Juventud Ortodoxa Peronista); Martín Salas como secretario de organización (Concentración de la Juventud Peronista); Claudio Mazota en la secretaría gremial (Juventud Sindical Peronista); Alberto Arana en la estudiantil (Concentración Nacional Universitaria); y Víctor Lorefice como secretario de prensa y finanzas (Frente Estudiantil Nacional), y Néstor Amerise (Tacuaras peronistas). Todas organizaciones pertenecientes a la ortodoxia peronista.

El 27 de febrero se produce el levantamiento de la Policía cordobesa contra las autoridades provinciales en los que se conoció como el Navarrazo. Lejos de restituir a las autoridades legítimas Perón mandará a intervenir la provincia convalidando el alzamiento el 12 de marzo. Los meses siguientes continuarán con la sucesión de medidas represivas: el 12 de marzo Agoglia, rector de la UNLP, renunciará en desacuerdo con la Nueva Ley universitaria, la depuración del justicialismo se extiende al resto de las provincias, el 18 será detenido Firmenich y varios dirigentes de la JP aunque luego liberados.

El día 5 de abril anuncian los diarios la renuncia de Yessi, Romero y Solá al Consejo Superior aparentemente por haber superado el límite de 30 años aceptado para pertenecer a la Rama Juvenil del Movimiento, aunque otras fuentes señalaban que el motivo se debía al nombramiento de consejeros provinciales por parte de Yessi sin haber consultado antes. Lo cierto es que aún no quedan del todo claro las razones de esta crisis en el Consejo Superior. Para el 10 de abril Villar y Margaride ascienden a Jefe y subjefe de la Federal y al día siguiente es prohibida la revista El Descamiado de la JP de la Tendencia.

El 1° de mayo, con el enfrentamiento público entre Perón y las columnas de la JP de la Tendencia comprenderá Perón la imposibilidad de subordinar a los sectores radicalizados a sus directivas. El llamado a Jorge Antonio, quien como hemos visto anteriormente ya se lo había advertido, resulta concluyente:

El 1° de mayo, a las tres de la mañana, hora española, me llama Perón por teléfono a mi directo. Yo tenía un teléfono directo que él lo tenía permanentemente. Me llama y me dice: «Lo felicito, Jorge Antonio. Ya se habrá enterado de lo que me hicieron los imberbes. Usted tenía razón. Es mi deber y mi obligación recordárselo y reconocérselo. Usted los conocía mejor que yo». Le digo: «No es que los conocía mejor que usted, es que yo tenía más trato con ellos que usted. Lo siento mucho». (Pigna, 2005:245)

Ante esta situación y viendo la imposibilidad de institucionalizar a la Tendencia y subordinarla al Consejo Superior Perón disolverá el día 25 del mismo mes la rama Juvenil dentro de las otras tres ramas del movimiento. Al fin y al cabo, al haber purgado a la izquierda del movimiento tener una rama juvenil carecía de sentido. Un mes después y sin que las relaciones con la izquierda se recompusiesen Juan Domingo Perón fallece el 1 de julio dejando como presidente a su esposa María Estela Martínez de Perón junto a su fiel secretario (virtual primer ministro López Rega). De allí en más la JPRA y el resto de la derecha peronista tendrán carta libre para dedicarse a perseguir y asesinar a la izquierda peronista y no peronista. El resto del año 1974 y 1975 verá el crecimiento sostenido del accionar represivo de la Triple A por lo menos hasta el golpe del 24 de marzo del ’76, cuando serán las mismas Fuerzas Armadas las encargadas de continuar y profundizar la labor emprendida por el gobierno justicialista.

Notas

1 La Tendencia Revolucionaria del Peronismo representa a los sectores juveniles más radicalizados. Las organizaciones que la integraban o era afines a ella, son las siguientes: la JP dividida en ocho Regionales cuyos dirigentes más importantes eran Juan Carlos Dante Gullo y
Jorge Obeid. La Juventud Trabajadora Peronista. JTP. Su principal dirigente era Guillermo Greco y actuaba en el ámbito sindical. La Juventud Universitaria Peronista. JUP. Dominaba en varias universidades principalmente en Buenos Aires, y estaba encabezada por José Pablo Ventura. La Unión de Estudiantes Secundarios. UES. Actuaba en la enseñanza media, dirigiendo gran parte de los centros estudiantiles. Montoneros. Expresión del ala más radicalizada de la «tendencia», sus máximos dirigentes eran Roberto Quieto y Mario Firmenich. Participaban en la JP conservando su independencia como organización político-militar. El Movimiento de Villeros Peronistas (MVP). Trabajaba en barrios de emergencia. Participaban en la organización y movilización de la población «vlllera». El Peronismo de Base. PB. Organización Independiente del movimiento, trabaja en común con la tendencia. Centra su actividad en barrios obreros y su fuerte está en el interior del país y en el Gran Buenos Aires. Tenía estrechos vínculos con las Fuerzas Armadas Peronistas 17 de Octubre (FAP 17).
2 Testimonio citado por (Franco, 2012: 49)
3 Para ver la disputa entre la izquierda y la derecha peronista en torno a las candidaturas en la provincia de Buenos Aires sugiero ver el trabajo de (Tocho, 2011).
4 Para una versión alternativa a los sucesos de Ezeiza sugiero ver (Amaral, 2010)
5 Denomino derecha peronista a un conjunto de organizaciones, grupos y líderes que desarrollaron su práctica en el interior o en los márgenes del Movimiento Peronista. La expresión peronismo ortodoxo también definió a estas agrupaciones, aunque en forma más general designa un campo ideológico –o más laxamente cultural-, con el que se identificaron dichas organizaciones y en el que fueron inscriptos por el mismo Perón, por otras corrientes del Peronismo y por otras ajenas a él. El crecimiento de los diversos grupos se nutrió tanto del desgajamiento de militantes procedentes de diversas corrientes (Tacuara, Movimiento Federal) que reinterpretaron la naturaleza y posibilidades ofrecidas por el Peronismo proscripto; así como fue el resultado de la evolución de agrupaciones y figuras que, proveniente s del Peronismo, incorporaron algunas concepciones del nacionalismo de derecha y resignificaron el proyecto del Movimiento y el rol de su líder.
6 Para un análisis del GAN sugiero ver Besoky, J. «La derrota política de las organizaciones
armadas» en Trabajo y comunicaciones Nº34, 2da época 2008, La Plata.
7 «Triple A: detuvieron al yerno de López Rega y a otros seis acusados». Clarín, 8 de junio de
2012 y «Los amigos de El Brujo», Página /12, domingo 8 de junio de 2012.
8 Entrevista a un dirigente de la JPRA, por Juan Luis Besoky, en Buenos Aires. Dia:
25/4/2012
9 «Anuncian la reorganización de la Juventud peronista». El Día, domingo 5 de agosto de
1973, La Plata, pág.2.
10 Revista El Descamisado N°16, 4 de setiembre de 1973.

Bibliografía

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Descargar documento: Besoky, Juan Luis; Adiós Juventud…: Juan Domingo Perón y el fin de la Tendencia Revolucionaria (2012)