Distracciones que aturden

Por Gustavo Rosa para Mi Voz, el lugar donde opinan los lectores

Los medios hegemónicos se preocupan por Venezuela, porque son tan cómplices como los gobiernos títeres, porque denostar un proyecto que busca la equidad es esencial para los voceros del capitalismo; y sobre todo, porque las cosas no van bien en estas tierras y hay que entretener al público cautivo mientras el Cambio carcome la dignidad. Puro humo, como todo lo que se instala desde las cloacas del oficialismo.

La crisis prefabricada en Venezuela por el gobierno de EEUU, con la ayuda de cómplices y obsecuentes, echa tanta luz sobre el escenario mundial que ya enceguece. Quien aún crea que la preocupación por el pueblo, la inflación o la calidad democrática es veraz, padece de alucinaciones incurables. Eso es lo que menos importa: el único objetivo es saquear los recursos naturales no sólo de Venezuela, sino del resto de la región. Gracias a votantes deslumbrados por los espejitos que venden los medios hegemónicos, gobiernos títeres como el de Macri, Bolsonaro, Piñera y otros más sirven en bandeja a la Patria Grande para que las corporaciones imperiales se hagan un festín. En definitiva, la distracción de algunos contribuye al empobrecimiento de casi todos.

Distracción que se suma a la pereza necesaria para desconfiar de las prioridades informativas de los medios vernáculos. Pereza para desentrañar los entresijos pero no para memorizar los titulares. Los usuarios que condenan a Nicolás Maduro – elegido con casi el 70 por ciento de los votos- pero aceptan como presidente interventor a Juan Guaidó se guían más por prejuicios que por verdadero entendimiento. Como en todo. Cada uno es dueño de hacer lo que le plazca: el problema es que después convierten ese licuado que indigesta su mente en un voto válido; y ya sabemos el hedor a vómito que destila eso.

Algunos dicen que lo que pasa en Venezuela no cambia la situación de nuestro país. Por supuesto, que asuma Guaidó en lugar de Maduro no hará bajar las tarifas de los servicios ni revertirá la caída del 7,5 por ciento de la actividad económica. Nada de eso, pero si triunfa el golpe de Estado orquestado desde las letrinas imperiales estaremos mucho más vulnerables. No sólo por la invasión consecuente, sino por la certidumbre de que nos gobierna un tipo capaz de renunciar a principios que no tiene con tal de congraciarse con el Amo. Más aún si disfraza tanta traición de valores que no tiene ni tendrá.

¿Por qué los medios hegemónicos se preocupan tanto por Venezuela? Primero, porque son tan cómplices como los gobiernos títeres; segundo, porque denostar un proyecto que busca la equidad es esencial para los voceros del capitalismo; y tercero, porque las cosas no van bien en estas tierras y hay que entretener al público cautivo mientras el Cambio carcome la dignidad. Puro humo, como todo lo que se instala desde las cloacas del oficialismo.

A despabilar conciencias

Macri se preocupa en Venezuela por lo que acá abunda: autoritarismo, inflación y pobreza. Mientras el delfín que oficia de Jefe de Gobierno porteño apalea a los manteros, el empresidente apoya a alguien que se erige como mandatario desde una vereda ante una pequeña muchedumbre. Incongruente como todo lo que dispone este gobierno infame. Tanto, que firma un DNU sin urgencia y en contra de lo que dicta la Constitución para incautar bienes de los supuestos corruptos de la oposición sin tener en cuenta que puede convertirse en un boomerang para sí mismo, sus amigotes y muchos de sus funcionarios. Tanto, que los bolsos de José López parecen más una puesta en escena oficial que una metida de pata de un corrupto enloquecido. Tanto, que la causa de las fotocopias de los no cuadernos puede ser más perjudicial para los empresarios arrepentidos que para los funcionarios acusados. Tanto, que las concesiones realizadas al Grupo Clarín pueden patear en contra a la hora de desalojar a Macri de la Casa de Gobierno.

Lo importante es enloquecer a la población, de acuerdo a los conceptos del asesor Jaime Durán Barba, que ahora hace encuestas para averiguar si los argentinos creemos en los fantasmas. Lo único que falta: que propongan alguna legislación para salvar la Grieta entre vivos y muertos. Cualquier cosa con tal de apartar el eje de la discusión de cara a la campaña presidencial. Nada mejor que discutir estupideces antes que abordar los fracasos económicos, sociales, culturales y científicos del Mejor Equipo de los Últimos 50 Años. Fracasos intencionales, hay que insistir.

¿Qué otra cosa se puede esperar de un malandra que ganó las elecciones con promesas que no pensaba cumplir y gracias a falacias instaladas desde los medios de comunicación? No hay que olvidar que Macri, los PRO y los sicarios que le hacen comparsa, se treparon al cadáver del suicidado fiscal Nisman para culpar a Cristina de homicidio. La mejor noticia falsa de todos los tiempos; una manipulación perfecta que merece ser estudiada en las más prestigiosas universidades. A sabiendas de su impunidad, los periodistas del monopolio ubicaban el orificio de la bala donde mejor convenía para que un Comando iraní venezolano entrenado en Cuba asesinara al fiscal en el reducido espacio del baño salpicado de sangre sin dejar una huella en un departamento cerrado por dentro y sin registro de movimientos extraños. Desoyendo el resultado de las pericias del Cuerpo de Medicina Forense de la Corte Suprema –que concluía en suicidio- armaron homenajes al oportuno cadáver y lo exhibieron como hombre probo, a pesar de los chanchullos comprobados antes y después de tan funcional episodio.

Y siguen con la pantomima, a pesar de que en el expediente del juicio, los únicos imputados son Diego Lagomarsino y un custodio de la torre en la que Nisman vivía. Mientras su absurda denuncia se desmoronaba ante la desmentida de todos los involucrados y el rechazo de los jueces de turno a darle curso, el fiscal era presionado por dirigentes PRO, periodistas y su ex mujer, la jueza Sandra Arroyo Salgado. Todos lo empujaban al abismo. Los mensajes de whatssap de las últimas 48 horas muestran el vertiginoso fin de semana de este inasible personaje. Laura Alonso, Patricia Bullrich y Mauro Wolf eran los que apuraban a Nisman para que presente en el Congreso su insostenible acusación, algo a lo que se negaba por la presencia de legisladores del oficialismo de entonces.

El daño ya está hecho: por más que no haya pruebas de homicidio, por más que sea un suicidio de manual, ya instalaron en el público odiador la idea del magnicidio; aunque la sentencia confirme el suicidio, los manipulados por esta telenovela se quedarán con la sensación de que “nunca se sabrá la verdad”. Increíble: con las pruebas a la vista, seguirán atados a la patraña hasta el fin de los tiempos antes que reconocer que han sido estafados y enojarse con los estafadores. Un caso de alucinación colectiva que anula toda posibilidad de conciencia.

Ellos, tan preocupados por el gasto público, malgastan fortunas en procesos judiciales basados en falacias que ni deberían llegar a la mesa de entrada de un tribunal inferior. Mientras tanto, las causas escandalosas en las que están involucrados los amarillos van a parar a los archivos más recónditos, descansan en jueces amenazados o rebotan al instante con la etiqueta de falta de mérito, como las cuentas off shore, la condonación de deuda del Correo Argentino o la archi demostrada trapisonda de los aportantes truchos, a pesar de incluir lavado de dinero, falsedad ideológica y apropiación de identidad.

Cuando la mafia gobierna, los únicos privilegiados son los mafiosos, que succionan bienes del Estado a bajo costo, explotan a los usuarios con sobreprecios, evaden a más no poder y fugan el botín a los paraísos más lejanos. La derecha gobierna así, sin respetar ni la vida; atropella todo para apropiarse de todo. Lo más grave es que todavía quedan algunos que esperan que salga algo bueno de este engendro.

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