El amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos?

ZONA LITERARIA | EL TEXTO DE LA SEMANA

COMPILADO: 31 escritores argentinos responden la pregunta 22 del ‘En cuestión: un cuestionario’ de Rolando Revagliatti.

Entre diciembre de 2018 y diciembre de 2020, treinta y un escritores argentinos fueron respondiendo las treinta y cinco preguntas que conforman el En cuestión: un cuestionario’ de Rolando Revagliatti‘. Estas entrevistas-cuestionarios fueron difundiéndose en la Zona Literaria de El Ortiba. Con el formato de Compilados cada una de las preguntas y respuestas se publican periódicamente en el orden establecido por el entrevistador.


22: EL AMOR, LA CONTEMPLACIÓN, EL DINERO, LA RELIGIÓN, LA POLÍTICA… ¿CÓMO TE HAS IDO RELACIONANDO CON ESOS TÓPICOS?


RODOLFO A. ÁLVAREZ: Como a todo el pueblo en el capitalismo salvaje: mal. Me relacioné con todo y todo fue mal… como debe ser en este desajuste que llamamos sociedad, pero…

FERNANDO DELGADO: Mi relación con el amor es de entrega. La contemplación me permite entender. Con el dinero es una relación distante, lo justo; igual me gusta mucho pero no le llego. Así andamos. En cuestión de fe, uno se agarra de donde puede, eso sería estar amarrado; amarrado a algo que no se sabe qué es. En política mi relación es de compromiso con lo que pienso, digo y hago.

JOSÉ MUCHNIK: Varios tomos serían necesarios para responder a esta pregunta.

Amor

“¡Oh amor mío! / aún nosotros somos mortales / Aún nosotros / que conocimos el Olimpo / Aún nosotros seremos castigados / y nos dibujarán máscaras terribles sobre el rostro / y nos doblarán los huesos / poco a poco / y nos quebrarán la voz bajo el lodo // Mas no podrán / con nuestras balsas / ………………………… / el reposo en la noche / el desayuno sin prisa / el estar juntos simplemente // Nuestras balsas / amor mío / seguirán transcurriendo / más allá de la condena […] Por eso estos versos // Para ti / para nuestros hijos / para nuestros hermanos / para los excavadores del futuro // Para decirles / que hubo también amor / hacia los fines de la era del oprobio / No solamente bombas / no sólo ciudades arrasadas / no sólo grises mercaderes // Hubo también amor / …………………………. / por eso existen” (extraído de “Arqueología del amor”).

Contemplación

“¿Tal vez pueda la luz / desenredar el tiempo? // En monturas marinas / escalar espumas / enlazar reflejos / diluir cronologías // ¿Años? / ¿Semanas? / ¿Segundos? /… / ¿líquidas estrellas? / ¿utópicos violetas? // Para viajar / anclar en un punto // No ir /… / ni a la playa contigua / ni al próximo shopping / ni a otras golosinas // Excavar este punto / hasta encontrar / las napas de luz / que aclarar puedan / madejas de tiempo / ¿Años? / ¿Semanas? / ¿Segundos? / … / ¿Qué significan? / … / si de todos modos / vida es un ínfimo instante / y eternidad una gran amnesia // Una pregunta sí / … / ¿Cómo llegar al interior de la burbuja / sin que revienten las primeras ilusiones?” (extraído de “Burbuja” en “Tierra viva, luces del mar”).

Dinero: Tener para vivir; no vivir para tener.

Religión: Ateo involuntario, no me imagino a Dios detrás del cortinado. Envidio a los creyentes. Me apasiona el estudio de las religiones. Leer la Biblia me parece fundamental para entender en qué mundo vivimos. Aún hoy la mayoría de los conflictos bélicos que sufrimos tienen un fondo religioso, velado o manifiesto.

“Como los hombres no pudieron / soportar sus diferencias / crearon los Dioses / a su propia semejanza // Y todo fue en nombre de Dios / En nombre de Dios / las conquistas / En nombre de Dios / las banderas / En nombre de Dios rodando / los ojos con sus cabezas” (extraído de “Nacimiento” en “Cien años de libertad y Coca Cola”).

Política: Aunque hayan cambiado formas y plataformas desde mi adolescencia me comprometí con “la política”. Entendiendo a la misma como una forma de vivir en sociedad, de vivir en “la Ciudad”. Platón en su “República” plantea la expulsión de los poetas de la Ciudad ideal, pues eran susceptibles de corromper el alma de los héroes. Victor Hugo y otros grandes escritores plantearon por el contrario la necesidad del compromiso social del poeta: “El poeta en días impíos / Viene a preparar días mejores / Es el hombre de las utopías / Los pies aquí los ojos más allá / Es él quien sobre todas las cabezas / En todos los tiempos, como los profetas / En su mano donde todo puede caber / Debe, que lo insulten o lo elogien / Como una antorcha que sacude / Hacer relucir el futuro” Victor Hugo, “Fonction du poète” (1839), en “Les rayons et les ombres” (1840). Trad. J. M.
“La pregunta ‘¿Usted se considera un poeta social?’ me ha sido formulada de manera recurrente en numerosas entrevistas. Digámoslo de manera breve, se trata de un interrogante tautológico, todos los poetas son seres sociales, manejan una lengua precisa en un lugar preciso, en consecuencia, comprometidos, explícita o implícitamente, con una sociedad dada. La cuestión sería otra: ¿Cómo sus poemas plasman la poesía a partir de su experiencia del mundo? Un doble desafío se plantea al poeta: por un lado, no caer en la tentación del hermetismo, de encerrarse en el lenguaje, de que el poema se convierta en un juego de palabras. Por otro, la tentación de agitar conceptos generales, olvidando que el poema debe germinar de sentimientos y emociones / conmociones surgidas de su experiencia del mundo. No es a partir de conceptos, es a partir de su vivencia personal que el poeta puede acceder a lo universal.” (Extraído de “Creciente poética: por un mundo sin muros ni barbarie”. Entrevista de la revista “La Otra”.)

BIBI ALBERT: Con el dinero y la política muy mal. Gané muchísimo dinero, lo disfruté, no lo invertí en ningún futuro. Siempre la plata se me va como me vino. No lo considero sucio, de ninguna manera, pero no sé conservarlo. La política, hummmm, siempre estoy del lado que sabe mantener el tono y los valores, no discuto, no me peleo, me ligo todos los desprecios. El amor es el tema de mi vida. La contemplación es algo que me permito, un goce, una serenidad. La religión la manejo, hablo con el Flaco de igual a igual. Nos entendemos.

CLAUDIA SCHVARTZ: Cosas bastante dispares…; el amor y la contemplación podrían ser parte de una misma cosa. Como hipótesis. La política y la religión también por caso. Dinero, siempre poco.
Ardua conquista, ser.

JORGE CASTAÑEDA: Con todos de maravilla, menos con el dinero que solo me importa para vivir con cierta dignidad. Del amor, no puedo quejarme: mi compañera, mis hijos, mis amigos. Trato de ser contemplativo y tengo mis instantes íntimos. En religión soy cristiano evangélico y ecuménico. En política vengo militando desde los diecisiete años. (Y siempre cerca de las causas populares, no del populismo, que es harina de otro costal).

JORGE LUIS LÓPEZ AGUILAR: Creo en el amor como la fuerza que mueve al mundo y empuja la vida. Soy un entusiasta de la meditación, que supongo que para algunos de nosotros es similar a la contemplación. El dinero me inquieta, cuando veo que hay gente capaz de cualquier perrería para obtenerlo. Nunca me preocupé por acumularlo. La religión es un tema complicado, que ha motivado algunas de las acciones más excelsas de un ser humano, y también ha servido como pretexto para las guerras más crueles. La política me parece una actividad interesante, aunque a veces tiente a los negociados y las traiciones más viles. Creo en la democracia, y —aun en las peores instancias— siempre me he sentido feliz cuando pude ejercer mis derechos de ciudadano, y votar a mis representantes. Más allá de todas las desilusiones que puedo haber sufrido.

LUISA PELUFFO: El amor tiene mucho que ver con las hormonas, y es maravilloso, pero no perdura. Puede desembocar, o no, en la amistad. En una profunda amistad.
El dinero: No es todo, pero ayuda.
La religión: Soy agnóstica.
La política: Soy agnóstica.

RITA KRATSMAN: El amor es un estado maravilloso, pero más allá de la afinidad entre dos personas, tiene un alcance mayor que toca lo familiar, lo social, los animales y hasta los bienes culturales, por lo que quiero decir que hay muchas formas de sentir y expresar el amor.
En cuanto a la religión, no practico ninguna. Pero sí me interesa la política, somos esencialmente seres políticos, por lo que tenemos responsabilidades al respecto. Al contemplar un determinado panorama al que no adherimos bajo ningún aspecto, considero la obligación de interiorizarnos para saber cuál es el rol que debemos jugar para defender nuestra idea. No podemos permanecer indiferentes ante esa circunstancia aun si no tuviéramos un cargo específico en alguna función.
Y con respecto al dinero, digo siempre: lo necesario para tener una vida digna.

LAURA CALVO: El amor estuvo siempre sosteniendo todo lo demás. Me permití, viviendo aquí, espacios de contemplación que ayudan a relativizar el tema del dinero, los fracasos políticos y de la religión ni hablemos.

ROGELIO RAMOS SIGNES: Con el amor, bien; siempre estuve enamorado, aunque no siempre los finales fueran felices.
Con la contemplación, bien; creo que esa es la previa de muchos textos que luego escribí.
Con el dinero, mal; como cualquier argentino de clase media que vive de su trabajo en un país dominado por políticos y empresarios insaciables.
Con la religión, bien; gracias a mi padre no tuve una educación religiosa; y aunque a veces siento que es una falta en mi vida, la he incluido en mis preocupaciones literarias (un saco inagotable a donde va a parar todo) y leo sobre diferentes religiones con cierto placer y respeto.
Con la política, mal; sufrí mucho en el último y más feroz golpe cívico militar del 76, perdiendo casi todo, y viendo en la actualidad que mis camaradas (compañeros, correligionarios, etc.) de entonces se reciclaron sin cargos de conciencia.

LUIS BENÍTEZ: Como pude en cada etapa de mi vida, a veces bien, a veces mal, generalmente terminando en tablas la partida. En el amor solamente ya en la edad madura tuve la fortuna de alcanzar la felicidad conyugal de la que ahora disfruto. La contemplación siempre fue adecuada para “detener el mundo” y mirarlo cara a cara, para intentar nuevamente comprenderlo: siendo parte de todo lo que da vueltas en el lavarropas es imposible entender cómo funciona el aparato. El dinero es cosa utilísima si nosotros lo utilizamos a él y no él a nosotros, pero conseguirlo sale caro, por lo que es más inteligente racionalizar la búsqueda y limitarse a bregar exclusivamente por la cantidad necesaria. Más allá de ella, quien toma las riendas no somos nosotros y eso es bien peligroso y hasta mortal. Se vende el alma por dinero —los ejemplos nos rodean— y a los cincuenta o sesenta añitos un buen infarto de miocardio viene a coronar una vida de traiciones, zancadillas, mentiras y simulaciones. Llegamos antes, detrás del bendito dinero, al destino que nos espera a todos, héroes y villanos, justos e injustos, réprobos y santos: nos convertimos en 15 o 20 kilos de osobuco tirados en una fosa repleta de gusanos. En cuanto a la religión y sus alrededores menos reputados, yo respeto por método todas las creencias, inclusive las supersticiones más estúpidas, porque a fin de cuentas es un rasgo más de lo humano y porque la razón, tan primitivos somos, apenas tiene unos trescientos años de historia, tal como la conocemos ahora. El resto del tiempo estuvieron siempre, la mayoría de las personas, en manos del pensamiento mágico, con los resultados que ya conocemos. Y no por eso la suposición de la existencia de lo sobrenatural dejó de existir, sino que aprendió a convivir con la razón formando un cóctel desconcertante. Hay estudiantes de lógica que van a un examen llevando en el bolsillo una pata de conejo y científicos hincados frente a un pedazo de yeso pintado. Así de contradictorios somos. Respecto a la política… soy francamente escéptico en cuanto a que la humanidad alguna vez pueda organizarse de un modo más justo, equilibrado e inteligente. Tuvo muchas oportunidades, desde la polis griega, la república romana y otras intentonas fallidas. Todas fracasaron y no hubo revolución que no terminara en una monarquía plebeya, lo que permite deducir que el apetito de poder y supremacía de unos cuantos termina por someter a cualquier principio que esos mismos individuos digan albergar en favor del resto de la humanidad. A lo sumo, lo que se puede lograr en el actual estado de evolución de nuestra especie es un sistema que permita llevar una vida sin excesivas estrecheces y eso, como objetivo extremadamente máximo.

LILIANA AGUILAR: Soy libriana y según lo proclama ese signo astrológico, me gustan las artes, abogo por la belleza, la estética, el orden dentro del desorden de la creatividad. La poesía, el teatro, la danza. Por, sobre todo, la balanza de la justicia.
Así también podría contestar sobre el amor. Sería maravilloso manifestarme como esas personas súper demostrativas que abrazan y besan y en todo momento exhiben su amor por esto, lo otro y lo de más allá: a mí me cuesta un montón, aunque por dentro me derrita como manteca cuando estoy en estado amoroso.
La contemplación es mi fuerte, hasta que debo neutralizarla con actividad muchas veces exagerada.
El dinero es necesario, pero hasta ahí. Lo justo, digamos.
Soy católica, bautizada. En algún momento descreí de la religión hasta que, como pasa con muchas personas, atravesé una dura enfermedad y empecé a rezar de vuelta. Pero ya no en la iglesia. Cuando quise retomar la fe en compañía, se había adoptado la modalidad cantada de la ceremonia religiosa. Bueno, terrible para mi propósito de estar con Dios. Me descuidaba un instante y mi imaginación partía por los confines musicales con sus variantes de ritmos y letras.
Prefiero estar con Él en mis momentos de mayor introspección.
Y en materia de política. Ay. Ni lo uno ni lo otro. O lo de acá y lo de allá. La famosa balanza. Pero también algunas escenas de la niñez.
Mi padre y su único hermano habían heredado una finca con parras y cuando había buena cosecha, se hacía reserva para otros momentos en donde —ya fuera por la pedrea, el viento Zonda, la falta de riego o el exceso de producción— daba más pérdida que ganancia. El problema ocurría cuando mi tío, peronista de la primera hora, le pedía a mi padre —de filiación radical— el dinero de esa reserva para la campaña electoral.
Demás está decir que mi tío fue finalmente vicegobernador de San Juan en tanto mi padre terminó siendo relevado de su cargo como director del Hospital Rawson por no liderar en la misma causa.
Viví demasiadas discusiones de tono elevado entre ellos. No, la política no me va.

GUILLERMO FERNÁNDEZ: Son pasatiempos para evitar el aburrimiento de la vida. En lo que concierne al amor, consiste en armar, en lo posible, momentos con otro. Contemplar es una condición vital para el arte, y, sobre todo, acaso, en la escritura. El dinero es recurso para el logro de objetivos. Viajar, por ejemplo, me apasiona. De esa manera, he conocido y he escrito sobre lugares impactantes. La religión y la política son dos maneras de acompañar en vida al prójimo.

MÓNICA ANGELINO: El amor y la contemplación siempre me han dado la mano, agradezco esa ventura. El dinero, si es para encanutarlo o poseer más de lo que puedo gastar, no me interesa. De hecho, una silla de madera, un árbol, yerba y azúcar para el mate con quien compartir, pueden ser un tesoro envidiable. La religión como acto de fe, si buenifica al creyente, bienvenida sea. Yo, allí, soy mala. La política, si no apunta a combatir el hambre, a otorgar bienestar, servicios de salud, trabajo, educación, se transforma en un trajín personal de enriquecimiento, es un medio para robar al que menos posee y ¿cómo relacionarte con eso? Supongo que lo hago a través de la poesía como forma de denuncia y descarga emocional porque duele.

DAVID ANTONIO SORBILLE: Establecí una relación a partir del aprendizaje constante y con la predisposición a sumar experiencia en todos los casos.

CARLOS NORBERTO CARBONE: El amor y la política siempre fueron muy importantes en mi vida. Todo hombre es político y si uno no ocupa ese lugar lo toman las corporaciones. El amor es obviamente lo más trascendente; los hijos, la familia, los amigos, la mujer con quien amanecer, la contemplación y la meditación también juegan fuerte en mí. El trabajo, léase el dinero, ocupa tiempo, esfuerzo, y nunca me llevé muy bien. La religión como tal no me ocupa, pero sí la poesía, que es mi religión.

LEONOR MAUVECIN: En el amor, soy una mujer plena, por mi pareja, mis cuatro hijos y mis ocho nietos. Suelo lograr la contemplación frente a la naturaleza que disfruto verdaderamente y siempre me provoca admiración. Del dinero, sin ser rica, siempre tuve lo suficiente y en los momentos que hubo problemas, los superé sin tristezas confiando en que todo pasa.
La religión es un tema que fue cambiando: en mi juventud fui catequista, respeté a Cristo como un ser de luz, leí el Corán, el libro de los mormones, la Biblia, por supuesto leo el Evangelio, que me parece muy valioso, pero ahora soy agnóstica. Respeto todas las creencias, pienso que están sujetas a un pensamiento mágico; a pesar de ello, creo en la vida después de la muerte, tal vez por haber tenido una madre cuasi espiritista, que tiraba las cartas, adivinaba cosas asombrosas y respetaba a los finados, que siempre, según ella, nos acompañaban con cariño. Pero también por experiencias sobrenaturales que he vivido.

RUBÉN SACCHI: En ese orden: El más bello de los inventos; un alimento indispensable; el más horrible de los inventos; el poder más grande basado en el miedo; la ciencia de la razón. Con todos me llevo bien, menos con el dinero y la religión, pero convivo con ellos.

HORACIO PÉREZ DEL CERRO: Con el amor, desbordado, aunque conservando cierta cautela.
Con la contemplación, adicto crónico.
Con el dinero, un desastre.
Con la religión, enemigo acérrimo.
Con la política, amante en permanente ida y retorno al lecho de los despropósitos, a pesar de que me costó un exilio no muy prolongado.

MARÍA AMELIA DÍAZ: Tengo una hermosa familia a la que amo profundamente. En los demás aspectos procuro ser equilibrada, el dinero va y viene y no compra la felicidad; soy creyente, aunque las religiones me decepcionan porque se alejan de sus dogmas; la política es necesaria, pero con la política partidaria me pasa lo mismo que con la religión. Contemplativa sí, siempre. No me puedo quejar, me fue bastante bien.

CRISTINA MENDIRY: Sin amor no hay contemplación posible para ningún ser, ni para el dinero ni la religión ni la política.

SANTIAGO SYLVESTER: Soy y al parecer he sido, por temperamento y convicción, bastante realista. Por eso mismo, he tenido momentos a favor y momentos con el viento en contra. Brevemente, en amor me fue bastante bien; en contemplación también, aunque sin exagerar; en dinero ni me ha faltado ni me ha sobrado, con lo que estoy hablando de mi buena suerte; en religión comencé siendo un católico muy creyente y fui derivando hasta mi actual descreimiento; y en cuanto a la política, tengo una relación de opinante sin partido. Es curioso, esto me pasa en Argentina, porque en mis largos años en Madrid me sentí muy cómodo e identificado con el PSOE y trabajé como abogado en la UGT, el sindicato del partido socialista. Al volver a Argentina, no pude encontrar un partido como el PSOE, así que soy un socialista sin partido. Tal vez no sea cómodo, pero es consecuencia de lo que expuse un poco antes: de mi intención de pensar por cuenta propia y de no dejar a otro mi responsabilidad de analizar.

ROBERTO D. MALATESTA: Aquí se termina la entrevista… no pienso escribir una novela… Pero si me aceptás una respuesta, siendo tan solo y tanto, un hombre, el amor suele sacar lo mejor de nosotros, el dinero y la política, lo opuesto. Religión y contemplación se parecen mucho, al menos desde mi perspectiva.

GLORIA ARCUSCHIN: El amor fue una especie de montaña rusa, nunca mejor dicho, dado mi origen, con cuatro abuelos rusos. Tuve matrimonios largos, y tres hijos muy bellos. Pero hubo separaciones, con el dolor y la inestabilidad que ello implica, también aprendizajes y crecimiento. El amor es un misterio que no comprendo.
La contemplación, la asocio con algunas prácticas orientales que realizo, no regularmente, y que me enseñaron a contemplar sin encender todo el tiempo la máquina de pensar; ver el mundo, me gustó siempre, soy detallista.
El dinero, fue en mi vida, el trabajo; la docencia en escuelas públicas y la docencia literaria fueron la base de mi economía personal, sencilla, pero suficiente. En épocas muy juveniles soñaba con algo mágico que me aportara mucho dinero, para ser muy feliz, pero no se dio, o no me interesó.
En cuanto a la religión, fui educada en el ateísmo, pero las grandes pérdidas afectivas a las que me enfrentó la vida, sumado a una fuerte tendencia a la ensoñación, me llevaron a acercarme a ciertas formas no institucionalizadas, pero cercanas a lo religioso, a mis raíces judías, en el recuerdo de mi abuelita Fanny, haciendo su shabat, encendiendo sus velas, tan bellas y serenas. Fue un ir buscando una manera de protección y consuelo y envolvimiento. Algo tenue. Prendo mis velas, en mágico ritual. Como institución, digamos, la religión, tiene grandes y severos problemas a resolver.
La política debiera ser una forma de traer felicidad a este mundo, pero no lo es. Puse mis sueños, mi tiempo y esperanzas, que no se realizaron, aunque acompaño, desde mi lugar, las propuestas que me parecen mejor para el bienestar del pueblo; es la única herramienta, muy imperfecta, pero es la manera de vivir en sociedad.

RAFAEL FELIPE OTERIÑO: Con el amor, bien: creo que sé querer y siento que soy querido (aunque de nada de esto hago una manifestación). Contemplación es lo que hago a diario (frente a la naturaleza, ante las personas y los sentimientos, desarrollando la experiencia de las formas simbólicas). Con el dinero nunca se sabe, pero como soy sobrio no siento carencias. La religión es el gran horizonte: la palabra misma encierra en su raíz latina una acción que me reconduce: religare. Y, por fin, con la política no he mantenido otro vínculo que el de procurar comportarme como buen ciudadano, atento a mis deberes y celoso de mis derechos.

ALEJANDRO MÉNDEZ CASARIEGO: Si hablamos de amor romántico, para mí es una aleación de necesidades y sensaciones múltiples, un sentimiento compuesto. Me cuesta verlo como entidad separada, como concepto con límites precisos. Más o menos lo mismo me pasa con el odio.
En cuanto al dinero, luego de una infancia y adolescencia bastante regalada, fue escaso el resto de mi vida, en algunos momentos incluso muy escaso, pero pude sobrevivir a los peores años. Parte de la carestía se debió a decisiones conscientemente tomadas, a un desclasamiento por causas ideológicas. Lo relaciono estrictamente con la supervivencia y con darse algunos gustos. No mucho más que eso. No requiero mucho más.
Respecto a la religión, siempre me produjo extrañamiento ver a millones de personas moviéndose en torno a lo imaginario o inexistente. Esa enorme parafernalia que rodea lo religioso, me deja atónito, me impresiona mucho. Esto no implica que no respete las creencias; jamás se me ocurriría tratar de hacer escéptico a un creyente. Por otro lado, hay aspectos de las religiones que me interesan y me seducen. Los evangelios, particularmente el de San Juan, me parecen hermosos poemas. Parte de la liturgia católica, y el canto gregoriano, me resultan maravillosos.
La política fue mi vida durante por lo menos tres décadas. Hoy, sin renegar de ella, me pregunto sobre los frutos de toda la energía que le dediqué.

LILIANA DÍAZ MINDURRY: De todo eso que me nombrás me llevo bien con la contemplación. El amor mezcla sufrimiento y placer, así que me llevo de forma cambiante. Tengo un lado místico, pero no religioso. El dinero me interesa sólo para lo necesario, no me obsesiona y soy lamentablemente escéptica en lo político, tema que me preocupa.

CARMEN IRIONDO: Me he ido relacionando con esos tópicos mediante el mero hecho de vivir. El desamor que sentí en mi infancia me transformó en querendona y “amorable”. Amo mucho a gente que he elegido de manera no consciente, y creo absolutamente en ese amor como una vía, tanto de sufrimiento como de bienestar.
Contemplativa fui a lo largo de mi vida naturalmente. Mi status de hija y nieta única me convirtieron en una observadora en alerta y la contemplación nació así de fácil.
Con el dinero siempre tuve conflictos serios que me hicieron mucho daño.
No me llevo bien con la religión como absoluto.
Lo mismo me pasa hoy con la política cuando se trata de tomar posición en un extremo. Rechazo la violencia implícita.

LUCAS MARGARIT: Amor: bien.
Contemplación del desierto, el mar o el bosque bien, pero desde una ciudad es siempre carencia.
Dinero: para vivir, sólo eso.
La religión debe ser fe sin religión, igualmente cuando también falta fe…
La política implica saber dónde uno está y cómo debe comportarse con los otros.

CARLOS DARIEL: Veamos. En el amor de pareja he tenido pocos pero intensos y con total entrega. En el resto de los amores, tengo la fortuna de sentirme agraciado por el amor paterno-filial que ilumina mi corazón y mi alma, al mismo tiempo que me insufla una energía que me es primordial. El amor a la vida, al mundo, son los motores de mi amor a la escritura y a la lectura, a tal punto que esos amores ya son parte constitutiva de lo que me describe como persona en este tiempo y en este mundo.
La contemplación, sobre todo la dirigida a mi interior, es una acción que me acompaña desde muy temprano en mi vida, pero ha cobrado mayor protagonismo desde mi acercamiento a la concepción budista de la existencia, allá por los veintipico. La meditación es un poco más tardía, porque requiere mayor concentración y cierto clima, interior y exterior, especial, lo cual es algo más difícil de lograr, cuando las obligaciones sociales, laborales y familiares concentran gran parte de nuestro tiempo y esfuerzo.
El dinero y yo somos serios contrincantes, no nos llevamos muy bien. Digamos que no soy una persona especializada en “hacer dinero”. En este sentido, soy de madera.
La religión, en el sentido etimológico y no dogmático de la palabra, ha revestido sumo interés también desde mi temprana adolescencia. Nacido en el seno de una familia católica, he sido bautizado y he tomado la Comunión. Durante mi adolescencia no tardé en descreer de la Iglesia como institución. Más tarde abandoné mis creencias cristianas cuando descubrí, a mis veinte años, aproximadamente, el budismo. No obstante, también por entonces leí completamente la Biblia, pero desde el punto de vista de la búsqueda filosófica. Comparto la idea de religión que dieron Albert Einstein y el filósofo budista Raimon Panikkar. Ellos consideran que religioso es aquél que busca un sentido a la existencia. Consecuente con esa definición, Panikkar califica al budismo como un ateísmo religioso.
La política también fue un ítem de mi interés desde mi tardía adolescencia, y mi compromiso político y social se vio reflejado en una sostenida militancia durante varios años.

Junio 2022