Fin de la era de Isabel II de Inglaterra

Su fortuna se estima en 425 millones de dólares.

Un reinado de siete décadas // Vio gobernar a 15 premieres en GB // Enfrentó la muerte de la princesa Diana, el lío sexual de su hijo Adrián y acusaciones de racismo de Meghan Markle.

(Afp, Reuters, Ap, The Independent y Europa Press) Londres. Isabel Alejandra María, jefa de Estado de Reino Unido y de los países y estados de la Commonwealth, falleció ayer a los 96 años en su castillo escocés de Balmoral, lo que puso fin a un reinado sin precedente de más de 70 años.

Desde la mañana sus médicos se declararon «preocupados por la salud de su majestad y recomendaron que permanezca bajo vigilancia médica», lo que puso la mirada del mundo sobre su condición.

Inmediatamente, viajaron hasta Escocia sus hijos y nietos, incluidos el príncipe Enrique y su esposa Meghan, quienes se encontraban en Londres para un acto de caridad, pese a que viven en California desde que en 2020 abandonaron la monarquía británica, lo que asestó un duro golpe a la institución.

La salud de la reina, cuya fortuna personal se estimaba en unos 425 millones de dólares, empezó a preocupar al país cuando el pasado 20 de octubre, tras aceptar el consejo médico de «guardar reposo», pasó una noche hospitalizada para someterse a unas pruebas médicas de las que nunca se precisó el prediagnóstico. Sus galenos se limitaron a informar que padecía «problemas de movilidad episódicos», lo que la obligó a retirarse de casi todos sus compromisos públicos.

Foto: La soberana mantuvo intactos los protocolos de la monarquía británica y casi siempre respetó el principio de no inmiscuirse en política. Imagen tomada el 23 de marzo de 1950: la princesa Isabel de Gran Bretaña saluda a Winston Churchill en una recepción en el Guildhall de Londres. Foto vía Afp

Último acto de gobierno

A pesar de que su estado físico se deterioró en las semanas recientes, el martes pasado recibió al saliente primer ministro Boris Johnson y a su sucesora, Liz Truss, en Balmoral, al renunciar por primera vez en su largo mandato a celebrar este acto protocolario en Londres, en el palacio de Buckingham, con el fin de evitar un viaje de 800 kilómetros.

Al confirmarse su deceso por la casa real, rondas improvisadas de «Dios salve a la reina» brotaron entre las miles de personas que se reunieron en las cercanías al Palacio de Buckingham con el propósito de despedir a la reina en medio de una fuerte lluvia y ante la bandera colocada a media asta para marcar el fin de la segunda era isabelina. «Crecimos con ella siempre estando ahí», expresó entre lágrimas Margaret Parris, una consultora que viajó más de 30 kilómetros, desde Epping.

La agencia británica Reuters señaló que algunos críticos argumentan que Isabel II no deja una marca tangible, sólo una institución inadecuada para su propósito en un mundo de aspiraciones igualitarias, comentarios irreverentes en las redes sociales y el escrutinio de los medios de comunicación las 24 horas.

Así, la Operación Puente de Londres arrancó en el instante del fallecimiento y concluirá 10 días después con un funeral de Estado.

Truss elogió a la monarca como el «espíritu mismo de Gran Bretaña» y «la roca sobre la que se construyó la Gran Bretaña moderna», al tiempo que llamó a los británicos a unirse tras el fallecimiento en torno a su nuevo rey, Carlos III. «La muerte de su majestad la reina es una gran conmoción para la nación y para el mundo», expresó a las puertas de Downing Street.

Nacida en Londres el 21 de abril de 1926, Lilibet, como la llamaba su familia, no estaba destinada a ser reina, pero el rumbo de su vida cambió tras la abdicación, por amor a una estadunidense divorciada, de su tío Eduardo VIII en 1936.

Casada a los 21 años con su primo lejano Felipe Mountbatten, hijo del príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca, Isabel tuvo cuatro hijos: Carlos, en 1948; Ana, en 1950, Andrés, en 1960, y Eduardo, en 1964. Le dieron ocho nietos y 12 bisnietos. A lo largo de su reinado, se esforzó por mantener el prestigio de la monarquía.

Con sólo 25 años accedió al trono, al morir su padre, Jorge VI, en febrero de 1952, aunque tuvo que esperar a junio del año siguiente para ser coronada como cuadragésima soberana de Inglaterra, en la primera y única ceremonia de coronación británica televisada desde que el rey normando Guillermo el Conquistador obtuvo el cetro de Inglaterra en el año 1066.

A partir de ese momento, dedicó su vida de manera incansable a sus obligaciones de jefa de Estado, comandante en jefe de las fuerzas armadas, cabeza de la Mancomunidad Británica y jefa de la Iglesia de Inglaterra. Reinó en un país que se reconstruyó de la Segunda Guerra Mundial y perdió su imperio; se adhirió a la Unión Europea y luego la dejó bajo la bandera del Brexit.

Isabel II junto al presidente Reagan el 3 de marzo de 1983.

Casi siempre respetó el principio de no inmiscuirse en política, pero en los referendos de independencia de Escocia en 2014 y sobre el Brexit en 2016 trascendieron declaraciones suyas hechas en privado, y nunca desmentidas, que apuntaban a su preferencia por mantener a los escoceses en el país y a abandonar el bloque europeo.

Durante su mandato vio desfilar por Downing Street un total de 15 primeros ministros desde que comenzó a despachar con Winston Churchill, en 1952, hasta el reciente nombramiento de Liz Truss, el pasado día 5, convirtiéndose en un punto fijo y una presencia tranquilizadora incluso para aquellos que ignoraban o detestaban la monarquía.

Cuando en 1997 murió trágicamente la princesa Diana, divorciada desde hacía unos años del entonces príncipe Carlos, los británicos, conmocionados, criticaron su frialdad. Ese episodio fue una dura prueba para la institución, que vivió sus horas más bajas.

Pero los Windsor aprendieron de sus errores y recobraron poco a poco la credibilidad, demostrando su capacidad para la renovación dentro de la continuidad con la suntuosa boda del príncipe Guillermo, primogénito de Carlos y Diana, con la joven plebeya Catalina, y posteriormente la de su hermano Enrique con la actriz estadunidense Meghan Markle.

En los años recientes vivió otras crisis familiares, como el Megxit, en enero de 2020, el exilio de Enrique y Meghan a Estados Unidos, desde donde acusaron a la realeza de ser insolidaria y racista, luego de que la actriz reprochó que había temores en la monarquía de que su primer bebé fuera negro.

Andrés, considerado su vástago favorito, tuvo que abandonar la vida pública debido a su amistad con el financiero estadunidense Jeffrey Epstein, acusado de explotar sexualmente a menores. En febrero de 2020, Andrés, tras asegurar que era inocente, pagó una suma no revelada para resolver la demanda presentada en Estados Unidos, por Virginia Giuffre, quien lo acusó de haber abusado sexualmente de ella cuando era adolescente. La monarca lo despojó de sus vínculos militares y patrocinios reales y dispuso que ya no fuera conocido como «su alteza real».

Isabel II aún sorteó la pandemia de covid-19, la devastadora muerte de su marido Felipe con casi 100 años en abril de 2021 y la guerra entre Rusia y Ucrania. Su fortuna personal de unos 425 millones de dólares, según una estimación del Sunday Times, no precisa si en esa cifra se considera el valor de sus castillos y joyas.

Es la monarca que más tiempo estuvo en el trono, al cumplir 70 años con 214 días, y su longevidad en el reinado sólo es superada por otro monarca: Luis XIV, que reinó en Francia en el siglo XVII, al estar 72 años con 110 días.

La agencia británica Reuters señaló que algunos críticos argumentan que Isabel II no deja una marca tangible, sólo una institución inadecuada para su propósito en un mundo de aspiraciones igualitarias, comentarios irreverentes en las redes sociales y el escrutinio de los medios de comunicación las 24 horas.

La Jornada