La foto de los vencedores

Por Sebastián Fernández

Como el fiscal Marijuan que fatigó excavadores buscando un PBI enterrado en la Patagonia, es probable que su colega Stornelli nada esperara de su allanamiento al edificio en el que vive Cristina Fernández de Kirchner, salvo aportar contenido de color a los noticieros de la noche. El minuet que interpretan la Justicia federal, los medios y el gobierno no tiene como función resolver las denuncias sino promoverlas.

“Las pertenencias del líder radical, desparramadas en la vereda de su casa desvalijada y saqueada, fue la foto de los vencedores”.
La larga historia de los saqueos en la argentina / Gabriel Di Meglio, Sergio Serulnikov

El 6 de septiembre de 1930, José Félix Uriburu, un general rudimentario y más o menos fascista, lideró el levantamiento contra el gobierno electo de Hipólito Yrigoyen. Como el resto de los golpes que se sucedieron durante medio siglo, sus organizadores proclamaron “su respeto a la Constitución y a las leyes vigentes y su anhelo de volver cuanto antes a la normalidad”.

Cuatro días después del golpe, la Corte Suprema le dio un barniz legal al establecer en una acordada la siniestra doctrina que asimilaba a gobiernos de facto con gobiernos electos.

Fue la historia de una crisis anunciada. Los principales diarios de la época, La Nación, La Prensa y Crítica operaron abiertamente contra el gobierno radical. Crítica, del genial Natalio Botana, publicó unos días antes del golpe: “La situación del país es una bomba que no tardará en estallar”. El diario nacionalista La Fronda calificó por su lado al gobierno como “una horda de beduinos encabezados por un santón neurótico” y denunció el aluvión zoológico que luego los radicales usarían con el peronismo: “La manumisión de los negritos en masa es un fenómeno característico del yrigoyenismo.”

El político que hoy recordamos como un líder austero y respetable era descripto como “El terror de los zaguanes de Balvanera”, “Terror epitalámico de las normalistas”, “Dios pardo”, “César mestizo, germanófilo y bárbaro”, “Mazorquero del arrabal” y hasta “Hijo natural de Rosas”.

Según la prensa, el presidente radical era a la vez inoperante, ladrón y tirano. Un hombre sin conexión con la realidad que sin embargo disponía de un ejército de “ciento diez mil prontuariados en la sección Robos y Hurtos”. La misma prensa lo acusaban de haber “saqueado el Banco Nación” y de haber arruinado el crédito externo, falsedades que lograron sin embargo el objetivo de indignar a los indignados.

http://www.nuestrasvoces.com.ar/entendiendo-las-noticias/a-que-justicia-se-enfrenta-cfk/

El mismo día de su derrocamiento, una muchedumbre saqueó la casa de Yrigoyen en la calle Brasil en busca del botín- tal vez un PBI o incluso dos- que el tirano depuesto ocultaría debajo de su cama.

Hace unos días, en el marco de la investigación por los Cuadernos del ex chofer Centeno, el fiscal Stornelli junto a los periodistas y camarógrafos que ofician de auxiliares de justicia, allanó el edificio en el que vive la ex presidenta CFK. Por contar con fueros como senadora, el fiscal no pudo allanar su departamento pero sí ordenó que la policía demoliera los pisos y paredes de dos departamentos colindantes en busca de bóvedas y tesoros enterrados que intentó detectar con la ayuda de perros adiestrados en el manejo de divisas. Una vecina poseedora de un oído absoluto había denunciado “ruidos de cajas fuertes en horas de la noche”, lo que sin duda ameritaba un allanamiento.

Como el fiscal Marijuan que fatigó excavadores buscando un PBI enterrado en la Patagonia, es probable que su colega Stornelli nada esperara de su allanamiento, salvo aportar contenido de color a los noticieros de la noche. Ocurre que el minuet que interpretan la Justicia federal, los medios y el gobierno no tiene como función resolver las denuncias sino promoverlas. Se trata de mantener el escarnio público sobre el kirchnerismo, el mal absoluto actual como hace casi 90 años lo fue el yrigoyenismo. Por eso las críticas eluden los argumentos políticos y los reemplazan por el moralismo selectivo, el agravio personal y la encuesta judicial.

El tesoro buscado a los mazazos es “la foto de los vencedores”, aunque no es seguro que la consigan antes de que el país se nos caiga encima.

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