La retirada

Una mirada sobre el discurso del odio

Por Monika Arredondo*

“Hay tres maneras de conservar los estados conquistados cuando están acostumbrados a vivir en libertad y conforme a sus leyes, la primera es arruinarlos”.
Maquiavelo (El Príncipe)

El discurso del presidente Macri del día posterior a la PASO nos muestra el verdadero rostro del odio y de la violencia con una sentencia admonitoria y final. Cae el velo, el rey está adesnudo.

Jean Baudrillard, en su libro Cultura y simulacro, define al simulacro como una suplantación de lo real por los signos de lo real. Disimular es fingir no tener lo que se tiene, simular es fingir tener lo que no se tiene, puesto que simular no es fingir. La simulación impacta en el sentido de realidad y cuestiona la diferencia entre lo verdadero y lo falso, lo real y lo imaginario. Llevado al extremo, el macrismo crea una realidad a su medida.

Más allá de su posterior pedido de «disculpas», observamos a un presidente desilusionado con un votante esquivo y que cuestiona su engaño, su reacción es la ira contra el que no se adecua a su mentira construida. Su intimidación tiende a instalar un estado de terror económico y emocional.

Sus víctimas en rebelión son culpables de una intencionalidad malvada. Su acusación es sencilla: «No conspires contra mi maravillosa construcción fantasmal». La idea que subyace es incendiar todo para darles a los desagradecidos votantes una lección de su “bella locura”, como un padre sádico golpeando con su cinturón a un niño desobediente.

Marie France Hirigoyen nos habla de “acoso moral”. La perversión fascina, seduce y da miedo. El perverso descarga sobre el otro la responsabilidad de lo que no funciona. «No soy yo, sino el otro, el responsable del problema». Si no hay culpa, no hay sufrimiento.

Estos individuos solo pueden existir si desmontan a alguien , necesitan rebajar a los otros para adquirir una buena autoestima. La perversión, entonces, no es un trastorno psiquiátrico, responde a una fría funcionalidad donde el otro en tanto diferente no existe. Sus actos son depredatorios ya que por el efecto de sus manipulaciones se afecta la identidad de la víctima y en algunos casos se convierte en una cuestión de vida o muerte.

Damos testimonio de que en estos cuatro años de gobierno hubo muchas víctimas, desde Santiago Maldonado hasta Sandra y Rubén, víctimas de la explosión de la escuela de Moreno, y hace unas semanas, la enfermera Graciela Casco, despedida con cáncer del Hospital Posadas.

Los despidos, el hambre, la falta de vacunas, la falta de vivienda, el caos y la desorganización de las vidas de los sujetos generó exclusión, desamparo y muerte.

El odio se muestra, plantea Hirigoyen, en la violencia perversa… La fase del odio aparece con total claridad cuando el afectado reacciona e intenta obrar en tanto que sujeto y recuperar su libertad. Cuando el perverso descubre que su víctima se le está escapando tiene una reacción de pánico y furor. En ese momento, se produce una fase de odio en estado puro extremadamente violenta y cuyo último objetivo es producir silencio en la víctima. Su violencia es fría y verbal, le supone al otro el delito de la intención y sus amenazas advierten lo que ocurriría si no le obedecen…

Detrás de toda amenaza, lo que subyace es un discurso del miedo. Para Durán Barba, tres son los ejes de una campaña política: instalar un enemigo; generar desánimo y producir miedo.

La ideología del miedo se define en el diccionario de la Real Academia como una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo real o imaginario. El temor es una arma de dominación política y control social, no solo es una construcción sino también una ideología y tiene a su servicio los fabricantes y multiplicadores de miedo.

En la película El huevo de la serpiente, el inspector Bauer, que interroga al protagonista, da cuenta del miedo social: ”Todos tienen miedo y yo también, el miedo no me deja dormir, nada funciona bien, excepto el miedo”.

Detrás de una amenaza sobreviene para algunos el miedo. Este se manifiesta cuando las relaciones de poder son muy extremas, se esfuman las certezas, lo garantizado y emerge lo precario y el desasosiego. Hoy el temor gira alrededor de lo que los poderes fácticos llaman «la dictadura de los mercados» y su tendencia a eliminar derechos y beneficios sociales conquistados.

Advierte Macri: «No podemos volver al pasado porque el mundo lo ve como el fin de la Argentina».

Joaquín Estefanía en su libro La economía del miedo describe el temor como una emoción que inmoviliza y no permite actuar ni tomar decisiones con naturalidad. En un caso de crisis, los que ejercitan el poder, someten a los más vulnerables y les inyectan pasividad, privatizando sus vidas cotidianas y culpabilizándolos para finalmente castigarlos bajándolos de su escala social en beneficio de sus propias ganancias.

Para este autor, el miedo es la emoción más contagiosa y es una de las herramientas necesarias para incidir en la opinión pública.

La matrix neoliberal se está resquebrajando y el desierto de lo real asoma. Pero como nos transmitió Galeano, «de los miedos nacen los corajes, y de las dudas las certezas. Los sueños anuncian otra realidad posible y los delirios otra razón. Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. La identidad no es una pieza de museo , quietecita en la vitrina , sino la siempre asombrosa síntesis de las contradicciones nuestas de cada día” (El libro de los abrazos).

 

* Monika Arredondo es psicoanalista y analista institucional.

29/08/19 P/12