Las indignaciones nimias

Por Sebastián Fernández

Apenas un día después de la asunción del nuevo gobierno del Frente de Todos, ya contamos con una seria de indignaciones nimias o nanoindignaciones. Algunos periodistas serios señalaron por ejemplo, que la banda presidencial no le quedaba del todo bien a Alberto o que CKF trató a Mauricio Macri con frialdad. Su función: mantener indignado al indignado y generar un ruido de fondo de fastidio ciudadano que durará al menos 4 años.

Durante el primer debate presidencial, la periodista María O’Donnell señaló un detalle hasta ese momento injustamente inadvertido: el “dedo acusador” con el que Alberto Fernández apuntaba a su rival Mauricio Macri. Al unísono, en un nuevo ejemplo de Nado Sincronizado Independiente (NSI) –fenómeno a través del cual un montón de gente diferente llega a las mismas conclusiones pero de forma independiente– varios funcionarios oficialistas, incluyendo al propio Macri, y algunos colegas de O’Donnell señalaron el detalle escalofriante.

Alfredo Leuco, apasionado periodista independiente, afirmó que “lamentablemente hemos visto que volvió el dedito acusador, volvió el atril, volvió la canchereada. El kirchnerismo no cambió. Por más que se oculte, trate de mostrarnos algo distinto, es lo mismo”. Para Leuco, el dedo acusador era un “látigo”, aunque también “apuntaba con forma de revólver hacia el presidente Mauricio Macri”. El dedo de Alberto Fernández resultó ser una navaja suiza, de múltiples funciones.

Apenas un día después de la asunción del nuevo gobierno del Frente de Todos, ya contamos con una seria de indignaciones nimias, o nanoindignaciones, que pueden rivalizar con el dedo suizo de Alberto.

La misma O’Donnell señaló que la banda presidencial no le quedaba del todo bien y que los anteojos usados eran “raros”. Otros de sus colegas se concentraron en la frialdad con la que CFK trató a Mauricio Macri. “La mandataria estrechó la mano del presidente saliente pero evitó cruzar miradas” señaló Clarín, mientras que para InfoBAE, “El presidente saliente le dio la mano a la flamante vicepresidenta y ella optó por ignorar el cruce de miradas”.

Jorge Lanata, el mismo que afirmó hace unos años que CFK es “una pobre vieja enferma, sola, peleando contra el olvido, y arañando un lugar en la historia que ojalá la juzgue como la mierda que fue”, se indignó por el gesto descortés de la Vicepresidenta y la trató de “maleducada” (SIC).

Otros medios señalaron que CFK prefirió firmar las actas con su propia lapicera, un detalle relevante que podría haber pasado inadvertido sin la ayuda de estos medios atentos, y que observó el texto del discurso por encima del hombro de Alberto Fernández como si estuviera “controlándolo”.

El periodista Tato Young escribió en su cuenta de twitter que “la plaza canta por Alberto, no por Ella” mientras que el conocido analista independiente Andrés Oppenheimer escribió en la suya que “el presidente argentino Alberto Fernández fue eclipsado en su ceremonia de inauguración por la nueva vicepresidenta y ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Eso aumenta los temores de que ella será el poder detrás del trono”.

Ya sea por eclipsar a Alberto o ser eclipsada por él, el rol de CFK no deja de preocupar a nuestros periodistas serios.

Al día siguiente de un acto de asunción presidencial que convocó a centenares de miles de ciudadanos que, sin incidentes, festejaron de buen humor y esperaron durante horas bajo un sol sahariano la llegada del Presidente y su Vice, esos mismos medios nos alertaron sobre la escandalosa basura dejada en las calles y los canteros aplastados. Pudimos, de esa forma, saber cuánto deberá gastar la Ciudad de Buenos Aires para limpiar esas manzanas, un dato fundamental que solemos ignorar cuando el acto es macrista.

Luego de 4 años de afonía frente al balazo por la espalda, la cárcel sin condena de opositores, el despido de empleados públicos por supuestas afinidades políticas o la reducción drástica de sueldos y jubilaciones, nuestros periodistas serios vuelven a frecuentar la indignación, esta vez en su componente nimia. Su función es mantener indignado al indignado y generar un ruido de fondo de fastidio ciudadano que durará al menos 4 años. Para lograrlo, sabemos que todo suma: el desaliño de Néstor Kirchner era indignante, como lo es el exceso de maquillaje de CFK o sus lujosas carteras, que difieren de las de Juliana Awada, simplemente “divinas”.

Como la alondra que anuncia la mañana, las indignaciones nimias presagian la vuelta del kirchnerismo al poder.

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