«Los sectores dominantes son más homogéneos que el campo popular»

Informe especial: los riesgos de la derechización en América latina

Por Natalia Aruguete

Imagen: NA

La revista Realidad Económica, un faro del progresismo y el pensamiento heterodoxo, cumple 50 años. Su directora, Marisa Duarte, analiza la situación económica, política y social en la pandemia. «Estamos frente a una verdadera prueba de fuego», advierte. «En la región hay una disputa con una derecha que tiene absolutamente claro dónde ir, mientras en el espectro de la izquierda asistimos a un debate constante entre radicalización y cierta dilución de determinadas banderas», describe.

La revista Realidad Económica cumple 50 años. Un período de consistencia sostenida en el compromiso con la investigación en ciencias sociales y una mirada detenida en las expectativas, las esperanzas y las estrategias de los sectores populares, que están marcando el “pulso de la crisis”, observa Marisa Duarte, directora del Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE) y la revista Realidad Económica. Desde que está al frente de la coordinación del IADE, Duarte afronta un doble desafío. No solo es la primera directora mujer y la más joven que ha tenido la institución desde su creación. Además, sostuvo el espacio afrontando la hostilidad que significó el macrismo, profundizada con la actual crisis por la pandemia de covid-19. Ahora, “estamos frente a la verdadera prueba de fuego”, admite. Apoyar una alianza de gobierno buscando que las políticas favorezcan al campo popular y contribuyan a la construcción de relaciones de fuerza favorables para ello.En un año donde la crisis por el coronavirus irrumpió violentamente en todo el mundo, ¿qué lugar le cabe a la reflexión política, en particular, a la producción de conocimiento desde las Ciencias Sociales, para entender la multidimensionalidad de esta crisis y actuar sobre ella?

Este año es particularmente especial, no solo por la pandemia sino porque la revista cumplió 50 años. A la aparición de una cantidad inconmensurable de procesos novedosos hay que sumarle la vertiginosidad y profundidad con que incidió una serie de fenómenos en la escena económica, social y política. Algo pocas veces visto. Nosotros tuvimos que reinventarnos para poder continuar en contexto de pandemia. Primero, porque el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE) es una institución que basa su accionar académico y político en el trato cotidiano y habitual con las organizaciones de base. Segundo, porque trabajamos, pensamos y militamos en condiciones adversas que también atentan contra la base social de esas organizaciones.

¿Qué rasgos tomó la dinámica económica durante la pandemia, en la Argentina en particular?

El sentido que tomó no favoreció precisamente a los trabajadores y, menos aún, a los sectores populares en general. Para entender la actual crisis económica tuvimos que ir muy atrás en el tiempo y así indagar en parámetros que permitan precisar los rasgos de esta crisis. Tal vez la crisis del ‘30 pueda dar pistas por su profundidad, aunque tampoco es suficiente para explicar la situación actual, porque este es un mundo muy distinto a aquel. Sobre todo considerando que los procesos a los que asistimos actualmente no son auspiciosos para la humanidad. Se tiende a pensar que toda crisis es una oportunidad, pero esta es más una oportunidad para los sectores concentrados que para los sectores populares, que debieron lidiar con una exacerbación de las pujas y disputas por el excedente. Estamos en un momento en el cual es necesario respaldar lo que se ha conseguido desde la alianza que representa este gobierno.

¿Cómo define el momento actual de la alianza que integra el gobierno del Frente de Todos?

Es una alianza no solo electoral sino también social, que nos permitió ganarle al macrismo. En este momento es necesario reconstruir relaciones sociales que busquen beneficios para los sectores populares, un aspecto que está en tensión y disputa constante. Los sectores dominantes no muestran diferencias, son más homogéneos que nosotros. Y, además, se nos ha vuelto muy adverso no contar con espacios de militancia en territorio donde poner de relieve hacia dónde queremos ir.

¿Cómo pensar una agenda que evidencie esta tensión entre ricos y pobres a nivel de la región? Pienso en la región como un espacio de coordinación política y económica que también es necesario recuperar.

En América Latina, los países comparten muchos rasgos pero también tienen diferencias. Hay una heterogeneidad estructural, que no solo vemos en la región sino, incluso, dentro de la Argentina. A mi juicio, para construir un paradigma contestatario al neoliberalismo que sea global, debemos estar apegados a los movimientos sociales y a las luchas, que siguen siendo territoriales. Creo enfáticamente que la búsqueda de ese paradigma no sale desde arriba. Hemos constatado que no funcionan las predicciones y la configuración de escenarios del campo popular para salir de la crisis cuando son propuestas desde arriba. La construcción en el plano de las ideas y de las ciencias no puede avanzar en un nivel que se independice del territorio; por el contrario, debe estar sumamente imbricada con las organizaciones sociales, que en este momento están marcando el pulso de la crisis. Es difícil pensar la autonomía, la independencia económica y la soberanía política en términos individuales. Pero la construcción, si es regional, necesita generar condiciones distintas.

¿A qué condiciones se refiere?

En este momento, en la región hay una disputa en la cual la derecha tiene absolutamente claro hacia dónde debe ir, mientras que en el espectro de la izquierda asistimos a un debate constante entre la radicalización de las propuestas y cierta dilución de determinadas banderas. Esa tensión puede generar que, en una primera etapa, el proceso se radicalice en el sentido de las expectativas, las esperanzas y los deseos de los sectores populares; pero, al mismo tiempo, puede ser una forma gradual de ir camino hacia la derechización de las sociedades, e incluso de los propios movimientos.

¿Cuál debería ser, desde su punto de vista, la apuesta de instituciones como el IADE y, en particular, de publicaciones como la revista Realidad Económica, para contribuir a la creación de estas condiciones?

El IADE, que pronto estará cumpliendo 60 años, y Realidad Económica, con sus 50 años, han sido una caja de resonancia de estos procesos históricos, con sus avances y retrocesos. El material que llega a la revista para su publicación es producido por investigadores que están en un proceso de reflexión constante, cuya construcción académica sigue la misma dirección de los procesos que estudia. Tenemos una idea cabal de que, en cada etapa histórica, es clave entender por dónde van las expectativas, las esperanzas y las estrategias de los sectores dominados. No hemos descansado nunca en la prédica que asume la necesidad de construir sociedades más igualitarias, tanto en nuestro país como en la región. Hoy afrontamos la dificultad de tener un norte más claro. Esta disputa en el campo progresista no solo nos atraviesa a nosotros sino que, en el campo donde se producen las ciencias sociales, hay muchísima discusión entre una mirada demasiado optimista y el pesimismo de la razón. Allí debemos trabajar en las dos líneas de manera complementaria, sin despreciar ninguna.

Uno podría imaginar que ser oposición frente a un gobierno de derecha presentaba menos dificultades internas para anteponer manifestaciones de resistencia. ¿Cómo se reposicionan estas instituciones en un escenario como el actual para potenciar la fuerza que necesita un gobierno de alianza y, al mismo tiempo, no perder el espíritu crítico?

Siempre es más fácil ser un opositor de cabo a rabo; eso hizo que durante el macrismo en algún sentido estuviéramos todos juntos. Ahora, puestos a pensar hacia dónde ir, surge la dificultad de mantener un cierto consenso. Esta alianza electoral, que nos encantó a todos porque nos permitió ganarle a la derecha, hoy es una alianza de gobierno. Estamos frente a la verdadera prueba de fuego de hasta dónde estamos dispuestos a respaldar a un gobierno que no se ajusta ciento por ciento a las expectativas de cada uno de los sectores que formamos parte. Es imposible que una alianza electoral diversa pueda dejar contentos a todos los sectores que se incorporaron en ese momento inicial, ese momento eleccionario. Gobernar es otra cosa. Es importante, sin embargo, que las decisiones políticas que no aceptamos se puedan poner en cuestión, generar conocimiento desde las fuerzas sociales y capacidad para una mirada crítica constante. Temo que creyéramos que era fácil construir alianza para ganar y después…

¿Cómo se logra este equilibrio, entonces?

Aquí hay otra cuestión central: una cosa es luchar por conseguir el bienestar de los sectores populares estando afuera y otra, hacerlo estando dentro de la alianza de gobierno. En su novela “Guerra y paz”, Tolstoi describía al general Kutúzov en la marcha hacia Rusia como un cuerpo sujeto a múltiples presiones. Asumía que un cuerpo con esas características no tomará nunca la dirección de una de las fuerzas que están presionando sino algo distinto. Ahora resta hacer toda la fuerza posible para que las decisiones que tome esta alianza de gobierno sean favorables al campo popular.

CLAVES

Realidad

50 años

  • «La pandemia no favoreció precisamente a los trabajadores y, menos aún, a los sectores populares en general».
  • «Es necesario reconstruir relaciones sociales que busquen beneficios para los sectores populares».
  • «Se tiende a pensar que toda crisis es una oportunidad, pero esta es más una oportunidad para los sectores concentrados».
  • «Estamos en un momento en el cual es necesario respaldar lo que se ha conseguido desde la alianza que representa este gobierno».
  • «La construcción en el plano de las ideas y de las ciencias no puede avanzar en un nivel que se independice del territorio».

08/02/21 P/12