Luces y sombras de año nuevo

Tanto en el centro como en la periferia se escucha el sonido y la furia de un fascismo agiornado

Por Mónica Peralta Ramos

Desde tiempos inmemoriales la humanidad honró los cambios que ocurrían periódicamente en el mundo circundante, con ceremonias asociadas a la evolución de los cultivos y a las grandes inundaciones de los ríos. Las mismas incluían ritos que, entretejiendo relatos mitológicos y religiosos, intentaban explicar el presente, despedir al pasado y apaciguar a un futuro misterioso e incontrolable.

Desde un inicio pues, las diversas culturas han estado impregnadas por el miedo a la muerte y a un mundo natural que periódicamente se extinguía para volver a recrearse. Hoy estos miedos yacen oxidados y naturalizados en los recovecos de una civilización en crisis, donde la vida se está transformando en una mercancía y todo es pasible de ser descartado. Cuando el calendario lo indica, sin embargo, los miedos atávicos irrumpen subrepticiamente e impregnan las orgias que buscan ahogar las penas y glorias individuales ante el futuro incierto que se avecina.

Por estos días la pandemia y la crisis global económica han abierto una fisura en el muro de las creencias. Al hacer trastabillar las certezas y los olvidos inducen a abandonar el refugio individual y a enfocar el momento que vivimos desde la perspectiva de un mundo y de una vida humana cada vez mas frágiles y amenazados de extinción. Este es, tal vez, un rasgo distintivo del nuevo año. Sin embargo, no es el único.

En las ceremonias de la Antigüedad, la conmemoración del año nuevo también incluía ritos que buscaban agraciar a las autoridades político/religiosas con la voluntad de los dioses. Esta necesidad de legitimar socialmente al poder de turno ha variado a lo largo del tiempo, de las culturas, de las formas de organización económica y social y del grado de conflictividad que las mismas han engendrado. En todos los casos, sin embargo, la legitimidad ha operado como una resina que ha neutralizado la violencia inherente a los conflictos, asegurando así la reproducción de la vida en sociedad. Hoy, sin embargo, en un mundo donde la búsqueda del consenso ha sido sustituida por la imposición violenta de los unos sobre los otros, esta legitimidad está seriamente erosionada. Los coletazos de la pandemia y de la crisis desnudan las grietas institucionales por las que se cuelan conflictos ancestrales en torno a diferencias sexuales, raciales, sociales y económicas. Desde la profundidad del abismo resuenan las voces de los excluidos mientras los mecanismos que perpetúan los despojos proyectan sus sombras hacia el universo.

El año que empieza es pues, terrible y al mismo tiempo esperanzador. Las emergencias que hemos vivido en los meses pasados han contribuido a visibilizar las causas de los problemas que nos aquejan. El Minotauro yace desnudo en su laberinto, rodeado por el espeso manto oscuro del terror. Sin embargo, su desnudez hace posible el estallido luminoso de una reflexión que permita, como en el mito griego, adentrarse en el laberinto, matar a la bestia y escapar del encierro.[1] Esto no es poca cosa.

Terror y Reflexión

La contradicción entre el terror primordial ante lo imponderable y la reflexión sobre sus causas ha recorrido un largo camino desde los orígenes de la humanidad. Mientras la luminosidad del pensamiento critico abonó todos los grandes descubrimientos y desarrollos que se han hecho a lo largo de la historia, la manipulación humana del terror colectivo, marcó los periodos mas oscuros y sangrientos de la vida en el planeta.

Desde mediados del siglo pasado, el desarrollo de un capitalismo global monopólico que maximiza ganancias en todos los ámbitos de la vida social, ha dado lugar a una brutal concentración del poder en el mundo, a una lógica de acumulación mundial de índole canibalística y a una crisis de legitimidad de las instituciones democráticas. Esto ha tendido a balcanizar a los estados nacionales consolidando al mismo tiempo el desarrollo de una nueva fase del capitalismo liderada por un grupo de monopolios que, controlando los medios de comunicación y las redes sociales, impone un relato que maximiza ganancias generando un deseo insaciable que multiplica el consumo según modas cada vez mas efímeras. En paralelo, este relato divide a los miembros de la sociedad, aísla a los unos de los otros, e induce el miedo a ese otro que amenaza con engullir los afectos, el territorio y los bienes propios. El miedo, sin embargo, no viene solo. A el se adosa, como la otra cara de una misma moneda, el odio al que amenaza.

Todas estas miserias inducen comportamiento de rebaño y adicción al consumo, destruyendo así la capacidad crítica y potenciando al fanatismo con el objetivo de reproducir al status quo. En este tumulto pegajoso desaparecen las causas de los problemas que nos abruman y se dificulta la posibilidad de articular relaciones solidarias basadas en intereses colectivos. Así, tanto en el centro como en la periferia de la estructura de poder mundial, se escucha con fuerza el sonido y la furia de un fascismo agiornado.

El año que termina ha expuesto tanto los horrores del mundo que vivimos como la posibilidad de superarlos. Las causas de los problemas que nos aquejan están expuestas a la luz del día y desnudan los intereses que subyacen al relato oficial.

Bajo la premisa de que en todos los tiempos «las tácticas sin estrategia constituyen el ruido de la derrota» (Sun Tzu, 496 a.c.) la esperanza de un cambio anida en la conformación de nuevas formas de organización y en la reestructuración de las existentes. Así, la transparencia de las palabras y de las propuestas, la descentralización de las decisiones y la organización «desde abajo hacia arriba» en todos los ámbitos de la vida social constituyen algunos de los ejes que permiten producir cambios en las relaciones de fuerza y avanzar hacia la construcción de un mundo mas racional, basado en la solidaridad social y en el respeto hacia la naturaleza.

Tecnología y poder en el centro del mundo

Las grandes corporaciones norteamericanas que controlan la producción de software avanzan en un proceso de profunda integración vertical absorbiendo a las empresas que controlan la producción de equipos (hardware) y a las que disputan sus mercados. Su poder se agiganta tanto por la escala que adquieren como por su capacidad de controlar mercados e impedir la competencia (www. judiciary.house.gov, investigation of competition in digital markets, 2020). Esto ocurre en un contexto donde la «internet de las cosas», (internet of things IOT), penetra en todos los ámbitos de la vida, expandiendo la conectividad entre el mundo digital y el físico e incrementando el impacto de la tecnología sobre la interacción humana. Esto genera una enorme matriz de conectividad que solo unos pocos controlan. El ritmo con que esta se desarrolla está en buena parte dictado por la voracidad de una tecnología militar que revoluciona territorios y busca crear «super soldados» con poderes biónicos (wsj.com 3 12 2020; bbc.com 10 12 2020).

Estos monopolios tecnológicos avanzan en el control de la vida política. Han sido los principales financistas del partido demócrata. Protegen a Joe Biden de las esquirlas provocadas por su posible vinculación con gravísimos casos de corrupción y lavado de dinero de empresas de su familia en Ucrania cuando era Vicepresidente y tenía injerencia directa sobre este país. (Matt Taibbi substack.com 11 12 2020) Asimismo, censuran explícitamente toda información vinculada al resultado electoral, a la transición de gobierno, y a la evidencia presentada en los numerosos juicios iniciados por fraude electoral en distintas cortes del país. Esta semana, un Comité del Senado presidido por un republicano ha ventilado por primera vez la existencia de numerosas pruebas sobre el posible fraude, incluidos los análisis forenses de las maquinas utilizadas para el recuento y adjudicación de votos (zerohedge.com29. 11/1, 14,16,18/ 12 2020).

Estos episodios contribuyen a que mas del 70% de los votantes republicanos crean que los demócratas robaron la elección.(zerohede.com 11 12 2020) Luego del voto en el Colegio Electoral que otorgó la Presidencia a Biden, varios legisladores republicanos han aceptando la derrota, reconocen la validez de las denuncias de fraude y proponen conformar mecanismos institucionales para impedir algo semejante en el futuro. (zerohedge.com 16, 17 12 2020

Todo esto contribuye a alimentar una crisis política que no solo tiene en su epicentro a los más de 70 millones que votaron por Trump, sino también al sector progresista del partido demócrata, que ahora exige un cambio en la estructura de poder del partido a la que responsabiliza por el fracaso de las políticas aplicadas en las últimas décadas.

Pobreza, monopolios y soberanía

A un año de gobierno del FdT el país es rehén de la trampa montada por la gestión de Macri y del FMI con el objetivo de poner un chaleco de fuerza a los conflictos sociales y destruir al populismo peronista. La pandemia ha sido una «catástrofe que cayó del cielo» y potenció los problemas existentes. El gobierno la enfrentó e impidió que los sistemas sanitarios y económicos colapsaran totalmente. Si bien aún no ha sido contenida, la pandemia no es el principal problema que obstruye la reactivación económica y el cumplimiento de las promesas electorales. Este obstáculo reside en el enorme poder que tienen ciertos grupos económicos para perpetuar la trampa dejada por la yunta FMI/Macri: una economía que tiene una histórica dependencia tecnológica ha sido totalmente colapsada por un vertiginoso proceso de dolarización acompañado de un endeudamiento con vencimientos a corto plazo.

Esta situación insostenible se ha agravado con la perdida de reservas internacionales del BCRA en los últimos meses, asociada a corridas cambiarias. En las mismas participaron distintos sectores, incluidos fondos de inversión extranjeros, pero aquellos que tienen control sobre los dólares que el país produce: los grandes exportadores e importadores, tuvieron una responsabilidad primaria. Así, la dolarización, el endeudamiento ilimitado, y el poder irrestricto de estos sectores condicionan cualquier reactivación económica futura.

Sin embargo, no son los únicos que deciden el futuro del país. A ellos se suman los grupos que, controlando monopólicamente sectores claves de la economía, forman precios y los dolarizan desatando una inflación incontenible que solo podrá ser controlada monitoreando la formación de precios, en todas las cadenas de valor, y en forma organizada: «desde abajo hacia arriba» y desde la producción hasta el consumo. Otras consecuencias de la monopolización de la economía son la evasión impositiva, la fuga de capitales y la constante presión sobre el gobierno para obtener subsidios de todo tipo. Este capitalismo prebendario y dependiente tecnológicamente, potencia la puja entre sectores por la repartija del excedente, las rentas y las ganancias, acorrala a los asalariados en la miseria, multiplica la pobreza estructural y balcaniza al estado nacional.

Todo esto ocurre en el contexto de una negociación con el FMI. Como parte de la misma, el gobierno ha restringido el gasto fiscal y la emisión monetaria. Más allá de las buenas intenciones que sin duda tiene, esto tendrá consecuencias inevitables sobre el gasto social (IFE, jubilados, salarios) y sobre la futura reactivación del mercado interno a partir de la demanda. En el contexto de esta negociación, el gobierno busca cerrar rápidamente un Plan de Facilidades Extendidas con «contenidos inéditos» pero con obligaciones fiscales, cambiarias, monetarias y financieras y un monitoreo constante del FMI sobre su evolución. El gobierno ha entrado en esta negociación en una posición de debilidad casi absoluta: reservas al borde de la extinción y sin ninguna garantía de liquidación de los dólares de la próxima cosecha. En este contexto no puede brindar al FMI el rol de auditor de nuestra futura reactivación.

Existe, sin embargo, la posibilidad de aumentar el poder de negociación del gobierno. El Presidente y un grupo destacado de senadores, han señalado en diversas oportunidades la complicidad del FMI con el gobierno de Macri al desembolsar un crédito destinado a financiar su campaña electoral. El crédito terminó en fuga masiva de capitales, contraviniendo así las regulaciones del FMI. El BCRA tiene el listado completo de los que fugaron esos dólares que entraron por la ventanilla del FMI. ¿Por qué, entonces, no se exige al FMI «facilidades extendidas» para hacer que los responsables de los dólares fugados paguen al FMI los dólares que este les facilitó? ¿Por qué no exigir décadas de plazos sin interés para que estos pagos se concreten? La compleja crisis global financiera y económica, brinda una oportunidad única para este tipo de negociación. La misma daría además aire al gobierno para enfrentar al grupete que ha atado de pies y manos al país a su voracidad sin límites para maximizar ganancias y evitar todo tipo de gasto incluido el costo de una emergencia nacional desatada por la pandemia.


[1] MPR Realidad Economica 2017.

El Cohete a la Luna