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Por Boris Iván Miranda
NOTAS EN ESTA SECCION
La querella por
la capital | Las autonomías
y el olvido | Una breve introducción
| Bolivia acorraló
a Goni y logró su renuncia
Un año después del Febrero Negro
Vistazos al conflicto boliviano
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Mi memoria en esos años
ENLACE RELACIONADO
Blog de Boris
Iván Miranda
ENLACES RECOMENDADOS
http://www.juiciogoniya.org.bo
| http://bolivia.indymedia.org/es/juicio_a_goni
| http://www.juiciogoniya.org.bo/carta.html
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La
querella por la capital
boris miranda, miranda.ivanbor@gmail.com
Es propia e incluso saludable a
la democracia la tensión que se genera entre la emergencia participativa y el
poder instituido. Es en el forcejeo entre el carácter social de la cuestión
pública con las formas privativas de la administración donde se profundizan
o no los procesos democratizadores. ¿Qué tan propia a esta clase de tensiones
es la actual batalla por la capitalía? ¿Alguien cree que juntando los tres poderes
en Sucre le estamos dando un espaldarazo a la descentralización, a las capacidades
autorganizativas de la sociedad? Yo creo que el punto es acercar el poder a
la gente, no alejarlo de La Paz o llevarlo a Sucre.
Si concretamos está polémica al ámbito de la problemática de la democracia encontramos
que tiene una naturaleza reduccionista. Democratizar pasa por extender el espacio
público, no es pugnar por espacios creados en el pasado. Ampliar el espacio
público saliendo, además, de la esfera de lo estatal representa una multitud
de posibilidades para desconcentrar el poder. Autonomistas, descentralizadores,
etc. deberían entender que luchar por el traslado de los poderes del Estado
va contra sus supuestos fundacionales. Ellos, en teoría, deberían estar por
encima de estas cuestiones. Es más, al pelear por esta llamada “capitalía plena”
están afirmando la prevalencia del poder central frente a la emergencia de poderes
locales. Los, mal llamados, autonomistas de la media luna están revalorizando
justamente aquello a lo que dicen repudiar. Y es de parte de los conocidos de
la media luna de donde se percibe que se impulsa esta pelea. Eso es manoseo,
un descaro con la gente de Chuquisaca y además un acto de vergonzosa irresponsabilidad.
En este tiempo de tan alta sensibilidad regional sembrar discrepancias por la
sede de los poderes roza lo imperdonable. Esto va para los constituyentes y
otros personajes públicos que cometieron tal irresponsabilidad con el país.
Si ellos piden a gritos descentralización porque alientan odios por la sede.
Hay suficientes indicios para sospechar. ¿Qué buscarán? Una venganza contra
La Paz, que fracase la constituyente, voltear al gobierno, recuperar espacios
de poder, se me ocurren muchas cosas. Desatan viejos rencores justamente ahora,
cuando la construcción es tan débil. Manipulando a la población chuquisaqueña
siendo que ellos no tienen la culpa de nada. Porque además el rencor que puede
tener la gente de Sucre con La Paz no ha sido un sentimiento inmutable venido
de hace más de un siglo. Es el devenir de años de violencias estructurales,
de maltrato, postergación y olvido producto de gobiernos excluyentes. De ese
rencor, legado de gobiernos mezquinos, también los puedo responsabilizar a ellos.
Si puedo, porque del Banzer ministro de Barrientos al Podemos 2007 ya pasaron
unos cuantos años pero no superan un par de generaciones.
Por eso hay que tener cuidado en no quedarse solamente en la consigna. Se deja
notar que viejas elites están dispuestas a echar mano de cualquier causa para
mantener sus beneficios. Estamos viendo como en este tiempo donde todo parece
tan frágil se dedican a resaltar diferencias irresponsablemente. Ahora, cuando
extrañamente están coincidiendo tantos conflictos en el país, debemos estar
más atentos. Estoy de acuerdo, debatamos absolutamente todas las propuestas.
Sobre la democracia, la descentralización, la visión de país, lo que quieran.
Pero distinguiendo la clase de proyecto político que se encuentra por detrás,
si algunos no son sinceros nosotros no seamos ingenuos.
Quiero creer que superaremos esta batalla por la sede, que definitivamente no
nos merecemos, sin mayores traumas. Sucre merece más que aspirar únicamente
a tener los tres poderes. Todo el sur de Bolivia merece más, este es el momento
para inventarse nuevas esperanzas. Así, creo yo, podremos superar tanta susceptibilidad
que se ha creado entre regiones. Entiendo que es una construcción muy difícil
la nuestra y este tal vez sea su momento de mayor vulnerabilidad. Por eso corresponde
al oriente, occidente y sur del país; articularse para que el desarrollo lo
sientan todos. Esto no significa centralismo. Sin paternalismos y mucho menos
separatismos, tratemos de consolidar un país que piense a todos.
www.elortiba.org, julio 2007
Las
autonomías y el olvido
Por Boris Miranda, miranda.ivanbor@gmail.com
No deberían ser únicamente atribuciones
y facultades. Un proceso autonómico no sólo significa transferir competencias
a determinada región. Tendría que estar cargado de profundas transformaciones.
Podría tener alcances todavía impensados. Formas organizativas, de deliberación
y resolución. Esferas de gestión diferentes a las tradicionales. Promover nuevas
aspiraciones e intereses para la comunidad. Para qué trasladar atribuciones
y recursos si las regiones van a reproducir viejas estructuras en menor tamaño.
Eso va en contra de lo que representa la autonomía. Esto no es nada nuevo pero
sirve para observar ciertas expresiones ‘autonómicas’ del último tiempo.
Confianza es lo que esencialmente se desprende de esta clase de reivindicaciones.
Las poblaciones producen/contagian confianza para tomar decisiones acerca de
su futuro. Transmiten la idea de que son aquellas las que mejor saben que necesitan.
Es lo más importante, el proceso adquiere contenido desde abajo. Esto va en
contra de las tradicionales formas de administración de lo público. La autonomía
debería ser a la democracia liberal lo mismo que es un habilidoso a la rigidez
táctica en fútbol. Desobediencia, pura creatividad, expresión generosa, ruptura
del molde. Sin embargo ahora aparecen entre las filas autonomistas los protagonistas
de la antigua forma de gobernar en Bolivia. Entonces ya no parece tan honesta
la cosa. Porque no creo que de repente tantas personas gustosas de mandar cambiaron
y ahora quieren ver el poder en las calles, en los barrios, en los pueblos.
Es difícil creer que desde los sectores privilegiados se impulse que la gente
a pie tenga posibilidades reales de decisión. Ahora, muy distinto es exigir
atribuciones para volver a mandar. Para encabezar un sistema participativo excluyente
en algunos departamentos. El discurso de la autonomía para aplicar una fórmula
tradicional de gobernar no pasa de ser retórica aprovechando aspiraciones de
la población. Por eso es central a la hora de evaluar el hecho de que los contenidos
actuales de la autonomía los proporcionaron las elites.
Otra cuestión sospechosa es la notable fijación que se manifiesta por la cuestión
recursos. Recursos naturales, plata por impuestos, cooperación internacional,
etc. Los autonomistas indican en su discurso que administrarán los recursos
con mayor sapiencia. No dudan un minuto en que su visión de la economía es superior
a la de otras regiones. Discurso, dicho sea de paso, altamente despreciativo
hacia el resto del país. Volvemos a lo de antes, no creo que antiguos defensores
del libre mercado traigan innovaciones significativas a la hora de distribuir
riquezas. Si ellos ya tuvieron su chance. Así es complicado creer en un alivio
para los necesitados de las regiones autonómicas.
Para rematar del resto del país mucho no quieren saber. A partir del discurso
económico se desprende que al resto de Bolivia no la tienen en muy alta consideración.
En serio, es lamentable todo el egoísmo que brota de parte del autonomismo.
Egoísmo desde la manera como se refieren a los recursos naturales del país hasta
en su exagerada actitud de presentarse como las víctimas principales de este
país. Ya lo dijimos arriba, quieren administrar los recursos de su región desentendiéndose
de cualquier otra realidad. Administrar, además, con una fórmula que ya trajo
malas experiencias a todos. Es visible que este proyecto, de manera sospechosa,
es altamente excluyente y adverso con el resto del país a todo nivel.
Todo debería ser precisamente al revés. La autonomía debería ser un mecanismo
que busque aminorar asimetrías, no que preserve privilegios. Ser una plataforma
que despliegue solidaridad entre las diversas regiones del país. En este tiempo
nos están presentando una autonomía que principalmente divide. Divide, si, eso
hace. Porque unos cuantos se creyeron el cuento de que son superiores y ahora
dicen que continúan por su lado. Eso no se hace señores, si las autonomías lo
que deberían hacer principalmente es rescatar las diversidades y explotarlas.
Pero, repito, los contenidos los generaron las elites y evidentemente hacia
ellas apuntan la inmensa mayoría de los beneficios.
Todos queremos mejorar la situación pero tratemos que mejoren todos. Y esa autonomía
de las elites no piensa mucho en los demás, más bien olvida mucho. Porque no
le gusta dar una mano decide olvidarse de los demás casi por mandato. Se desvincula
de otras realidades y se resigna, como en un mal querer, a que nuestras diferencias
son irreconciliables. Por eso aun en el caso de que el proyecto autonómico de
las elites resulte una experiencia administrativa eficiente es condenable. Condenable
porque a nombre de la autonomía una región pretendió olvidarse del resto de
su realidad. En un país como el nuestro la autonomía bien podría fundarse en
la solidaridad entre diversos. Rescatar la multiplicidad y no prestarse a la
división y al separatismo. Explotar las múltiples potencialidades que presenta
el país pensando siempre en el desarrollo de la mayoría.
De cambio ahora hablan todos, incluyendo viejos conocidos. Hablen de autonomía
con una verdadera transformación de las reglas de juego en la participación
ciudadana entonces. Y si vamos a cambiar comencemos por nuestras prácticas,
por los valores que conllevan nuestras acciones. Así presentar a la autonomía
como una plataforma consagrada principalmente a reducir las diferencias entre
las regiones del país, no como una instancia que prorroga ventajas. Es justo
en este tiempo que corre, creo yo, en el que nuevas actitudes, más solidarias
y desprendidas, tienen que primar a la hora de construir alternativas. Tanto
para las autonomías como para cualquier otra controversia que llegue a situarse
en la agenda pública. Además, con este frío lo mejor es andar todos abrazados.
www.elortiba.org, 10/07/07
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Por Boris Iván Miranda,
compayronero@gmail.com
6 de Agosto del 2002: Se inicia el gobierno el Presidente más impopular
en la historia de Bolivia, de la mano de su candidato vicepresidencial y una
feroz y millonaria promoción mediática en elecciones. Gonzalo Sánchez de Lozada
(Goni) jura a la presidencia de Bolivia.
12 y 13 de Febrero del 2003: Guerra civil; militares y policías se enfrentan
en la plaza central, frente al Palacio de gobierno. Goni saca francotiradores
a las calles. En esos dos días murieron 33 personas y hubo 200 heridos.
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6 de Agosto del 2003: Goni
le habla al país, derrotado, tuvo que guardar toda su soberbia y admitir el
fracaso. Bastó ese año para que su gobierno perdiera la poca legitimidad que
tenía. Su cifra de muertos era espeluznante, alrededor de setenta en doce meses,
casi setecientos heridos. En ese año trató de posicionar a su gobierno como
un gobierno intolerante frente a las medidas de presión; cada movilización fue
ferozmente reprimida. Pensaron aleccionar rápidamente a los sectores sociales
con muestras innecesarias de violencia.
Septiembre y Octubre del 2003
Uno de los articuladores que eclosionaron al país fue el gas boliviano. El gobierno
boliviano se encuentra intentando exportar las reservas de gas que tiene Bolivia,
reservas que son superiores a lo que Bolivia puede consumir.
Este proceso de exportación causó diversas formas de sentir en la sociedad civil.
Entre otros, despertó en algunos sectores al viejo resentimiento con Chile por
la cuestión marítima. Este gobierno ya es el segundo que esquiva darle respuestas
serias al país sobre el tema del gas. Por todo esto, poco a poco, el gas se
fue constituyendo en un tema de interés activo.
19 de Septiembre del 2003: El gobierno dijo que la oposición pretende
causar una guerra a causa del gas. Este 19 era el día nacional de la defensa
del gas. Sin ánimo de magnificar las movilizaciones sociales, esta fue una muestra
real del descontento existente. El día de la defensa del gas no fue una necedad
malnacionalista para que el gas no salga del país. El 19 de Septiembre fue la
expresión de las dudas y la disconformidad por un proceso encabezado por un
gobierno corrupto e ineficiente. El 19 de Septiembre la disconformidad comenzó
a exteriorizarse de manera continua.
El campesinado es el sector más grande en Bolivia. En estos últimos tiempos
se ha venido a constituir en un actor social protagónico en los procesos políticos
y sociales bolivianos. Los bloqueos de caminos son su mejor arma. En septiembre
del 2000 hicieron su demostración de poder más fuerte bloqueando a La Paz durante
un mes y dejándola sin alimentos en ese lapso. Actualmente tienen una importante
presencia parlamentaria. En el altiplano paceño, desde Achacachi y sus alrededores
se han proyectado las más fuertes rebeliones indígenas de los últimos años.
Los aymaras que habitan esas zonas luchan por sus reivindicaciones y por reconocimiento,
son los más aguerridos.
20
de septiembre del 2003: Para muchos este día el gobierno cometió la estupidez
que desencadenó todo. Turistas se quedaron atrapados en Sorata (población cercana
a Achacachi), entre ellos ingleses y estadounidenses. Las embajadas de ambos
países exigieron al gobierno el rescate inmediato y este envió al ejercito.
En este 20 de septiembre murieron 6 personas, incluyendo a una niña de 8 años
y un soldado. Esta zona aguerrida resistió los embates del ejercito (que luego
dijo que los emboscaron) con fusiles mauser de hace más de medio siglo. Los
campesinos iracundos, valientes y dignos declaraban que se mantendrían hasta
las últimas consecuencias. Desde ese día los medios de comunicación malintencionadamente
empezaron a hablar de grupos irregulares, adiestramiento militar y tutelaje
de las guerrillas peruanas y colombianas.
A partir de ahí fue una continua demostración del malestar social. El gas y
las reivindicaciones indígenas forjaron las condiciones para que el descontento
se generalice aún más. El escenario estaba dado para que comiencen a fluir diversas
demandas sociales. Ya se vislumbraban las jornadas siguientes.
Prácticamente todos los sectores sociales se manifestaron ya. El pedido general
era y es la renuncia del presidente. La Paz estaba bloqueada, no entraban alimentos
y de todas maneras los mercados cerraron en solidaridad con los campesinos.
Los obreros se declararon en huelga general y marchan por el eje central de
la ciudad. Paros de los transportistas. Jubilados formando alfombras humanas
en las calles. Los universitarios salimos en defensa de nuestra autonomía y
en masivas movilizaciones demostramos nuestra cohesión. Dirigentes campesinos
en huelga de hambre en la ciudad de El Alto. Desde las jornadas de septiembre
no pasó un día laboral sin marchas y movilizaciones diversas. Tampoco pasó una
de estas jornadas sin gases y golpes por los cuerpos represivos. Un gobierno
asesino y brutal, carente de lógica reprime y reprime. Reproduciendo violencia
por todos lados el gobierno amplificó y amplifica aún ahora el malestar social.
El discurso presidencial manejado en estos días refleja la ceguera que tiene
él y sus asesores. Minimiza las movilizaciones hasta la indignación; dijo que
solo está en su contra el 0.01 por ciento de la población.
9 de Octubre del 2003: Segundo
día de paro general en la ciudad de El Alto, a solamente treinta minutos de
La Paz. Esta ciudad tiene una población mayoritariamente campesina que emigró
en busca de las oportunidades de la ciudad. Los bloqueos en esta ciudad nos
muestran que se conservan algunas costumbres comunitarias en aquella población.
Este nueve de octubre mueren otras dos personas. Las mismas fuerzas represivas
ya muestran cansancio ante tanta actividad y tratan (otra vez con lógicas equivocadas)
de escarmentar a la población con excesivas muestras de violencia. El bloqueo
tiende a radicalizarse aún más.
El gobierno califica de bándalos a los sectores movilizados. Y aún cuando estos
sectores cometan actos reprochables se deben reconocer a los culpables. En casi
un mes de conflictos se ha visto un tremendo despliegue de violencia por parte
del Estado y esa violencia (sumada a la de todo un año) se comienza a reproducir
en los sectores movilizados. Las armas en el altiplano, los destrozos en oficinas
públicas, etc también son culpables del gobierno en cierta medida. No pretendo
defender a ultranza a todos los sectores movilizados; también existen elementos
negativos pero en este momento no son de ninguna manera lo más importante.
El estado de conflictos no parece llegar todavía a un punto de inflexión. Aparentemente
desde la próxima semana se empezaran a movilizar los cocaleros de Evo Morales
ampliando el eje de protestas. Los rumores de un Estado de sitio o de excepción
son cada vez más fuertes. Hoy ningún personero de gobierno lo ha negado como
antes.
www.elortiba.org, 11/10/03
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Bolivia
acorraló a Goni y logró su renuncia
Por Boris Iván Miranda,
compayronero@gmail.com
Las movilizaciones permanentes, piquetes de huelga
de hambre que se multiplicaban velozmente, el resquebrajamiento de su equipo
de gobierno y la espectacular llegada de los mineros a la ciudad de La Paz terminaron
de encerrar a Goni. Renunció porque no le quedaban más opciones; ya no tenía
argumentos ni aparato de gobierno. A último momento lo abandonaron su vocero
y un partido fuerte de la coalición gubernamental, también le fallaron los militares
cuando permitieron el paso a los mineros. Huyó a Miami, una salida del gobierno
muy cobarde. Festejamos en toda Bolivia.
La noticia empezó a circular a media mañana, Goni renunciará. El viernes las
movilizaciones tenían un sentir especial; esperaban la renuncia de Goni. De
boca en boca corría el rumor, sabíamos que ya no tenía más opciones. En la madrugada
lo abandonó su vocero oficial, cansado de leer mensajes profundamente caprichosos
y retrógradas. Lo abandonaron el Vicepresidente, cinco ministros, un partido
de la coalición, y las fuerzas armadas le flaquearon en un momento determinante.
A
primeras horas del viernes las fuerzas armadas decidieron desobedecer las ordenes
llegadas desde la residencia presidencial. Permitieron el paso de los mineros
que llegaron a El Alto en 58 camiones, retiraron los tanques que les cerraban
el camino. Dos días antes murieron dos mineros por los enfrentamientos a más
de cien kilómetros de La Paz. Los mineros decidieron en colectivo llegar a La
Paz sin importar el costo. Armados con dinamita derrotaron a un cerco militar
agotado y dubitante. La llegada a La Paz fue impresionante; la vieja vanguardia
obrera de Bolivia desplegó toda su historia y coraje durante toda su marcha.
Para entonces la noticia era conocida, los mineros le dieron el gran golpe final
a Goni. La renuncia se precipitó por eso, los mineros estaban llegando y las
fuerzas armadas dejaron de ser el pilar infranqueable del gobierno. Antes de
renunciar Goni tuvo que agotar todas sus opciones y llevarse casi ochenta muertes
en menos de un mes.
Su discurso en los últimos días ya era patético; la base de su discurso real
estaba totalmente perforada por la reacción de las clases medias altas. La consigna
de negociación sin presiones que enarboló el gobierno perdió esencia cuando
los sectores permanentemente manifiestos en favor del diálogo empezaron a pedir
su renuncia. Los sectores progresistas y clases medias le dieron la espalda
a la lógica del diálogo y volcaron todo su apoyo al clamor popular; la renuncia
de Goni. Comenzaron las vigilias por la renuncia y movilizaciones prorenuncia
en barrios semiresidenciales clásicamente desmovilizados. Los piquetes de huelga
de hambre de multiplicaron hasta más de sesenta en menos de tres días. En huelga
de hambre estaban intelectuales, activistas conocidos de Derechos Humanos, artistas
comprometidos, funcionarios públicos, autoridades universitarias, etc. Ya nadie
le aceptaba a Goni la propuesta de diálogo; los muertos ya eran demasiados y
era intolerable su continuidad en el gobierno. Ya sin discurso en pos del diálogo,
en sus últimas declaraciones se dedicó a descalificar a los líderes de las movilizaciones
hablando, cual si fuera Bush, de terrorismo y narcotráfico. Inclusive dos días
antes de dimitir aceptó congelar la venta del gas, convocar a un referéndum
e impulsar una Asamblea Constituyente, ya era tarde para todo eso, Bolivia quería
su cabeza.
Así
se fue Goni, escapó como cualquier criminal. Sin aparato de gobierno y con su
aparato represivo superado por las movilizaciones sociales. Agotó hasta el último
recurso; abandonó el barco cuando ya no tuvo de que aferrarse. Dejó más de ciento
sesenta muertos en sus catorce meses y once días de gobierno, peor que nuestra
última dictadura militar. Él y sus ministros huyeron a Miami, México y Buenos
Aires. Aquí quedó un país que espera justicia; que espera una respuesta por
los muertos, por los paramilitares y los francotiradores, por las brutales represiones.
Él y sus ex -ministros de defensa (Carlos Sánchez Berzaín) y gobierno(Yerko
Kukoc) deben recibir el castigo que se merecen.
Una vez que el congreso aceptó su renuncia juró Carlos Mesa a la presidencia.
Días antes de la caída de Goni, Mesa, como vicepresidente, rompió su relación
con él al ver como intolerable la cantidad de muertes. A él le tocan bastantes
tareas, desde ya anunció que su gabinete ministerial estará compuesto por independientes.
Tiene que encarar el referéndum consultivo sobre el gas; afrontar la necesidad
real de una constituyente trascendental y urgente para recomponer el estado
boliviano. Tiene que buscar ejemplarizadores procesos penales contra Goni y
sus ministros asesinos. Para Carlos Mesa será realmente complicado gobernar
sin un partido oficialista que lo apoyé desde el congreso y sin una coalición
gubernamental.
De esta manera concluyó el viernes diecisiete de octubre; “el gringo se ha ido,
el pueblo ha vencido” (coro de los festejos). Gritando “si se pudo” La Paz y
Bolivia entera presenciaron fiestas populares y alegría general. En La Paz el
festejo duró hasta la madrugada; todos los sectores movilizados se juntaron
para festejar la victoria. Tal vez Goni y su equipo nunca imaginaron una salida
tan veloz de la presidencia; 14 meses duró este gobierno. En los catorce meses
trataron a la sociedad como les dio la gana; pensando que la reacción nuca llegaría.
Una soberbia muestra de poder de movilización espontánea y organizada se dio
en Bolivia, se desnudaron las flaquezas de las instituciones actuales y esperó
se haya sentado un precedente. Precedente que aleccioné a la clase política
sobre como no se puede saquear un pueblo de manera tan descarada. En la madrugada
nos despedimos gritando “si esto no es el pueblo, el pueblo dónde está”.
www.elortiba.org, 18/10/03
Un
año después del Febrero Negro: Bolivia escribe su historia con los pies
Por Boris Iván Miranda,
compayronero@gmail.com
El 12 y 13 de febrero del 2003 estalló una de las rebeliones populares más fuertes.
Fue la antesala, el ensayo general, de lo que vendría a ser después la caída
de Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni) en octubre. El gobierno de aquel entonces,
bajo órdenes del Fondo Monetario, decretó un impuesto al salario , hecho que
provocó el estallido social de forma espontánea. El aparato estatal mostró sus
primeras fisuras; un motín policial era la primera consecuencia del malestar
social. Desde el mediodía del 12 de febrero empezó la confrontación entre policías
y militares en frente al palacio de gobierno. Sociedad civil reaccionó incendiando
sedes de partidos políticos y ministerios. La multitud se movilizó sin necesidad
de mucha organización previa y apuntó su furia directamente a los símbolos de
la clase política. Como saldo trágico tuvimos más de una treintena de muertos
en aquellos dos días.
Estas
jornadas desnudan la implementación real de nuevas formas de confrontación social.
Había algo que se iba gestando en los cuerpos de la gente y que (re)nació con
el nuevo siglo. Desde el 2000 que ya habíamos presenciado verdaderas batallas.
Con la agudización de la pobreza y las necesidades se iban produciendo y rescatando
saberes imprescindibles para la reproducción de existencia social. La impotencia
individual y la necesidad, la rabia ya fluyen en la multitud en momentos de
crisis. Y este desenvolvimiento todavía no reconoce sus infinitas posibilidades.
Desde la primera batalla en aquel abril del 2000 y con el suceder de cada una
nos hemos venido sorprendiendo de las posibilidades de la (auto)organización
de las clases subalternas. Desde el 2000 hasta acá ya han pasado muchas cosas
pero pocos años. Y en estos pocos años Bolivia ya reconoce en su interior la
fuerza para sacar del poder a un mal gobierno si es necesario. En febrero empezamos
a sentir, como multitud, la posibilidad de aquello. El 12 – 13 de febrero significó
el principio del fin del gobierno de Goni.
Un año después la memoria de aquellos días ya no es sólo homenaje y recuerdo.
La memoria de esos días también significa la permanente presencia de nuestra
fuerza como colectivo, la posibilidad de cohesión espontánea en tiempos de rebeldía.
12 y 13 de febrero es recordar como aprender y descubrir las cosas que podemos
hacer. Porque la gente aprendió a enfrentarse a los cuerpos represivos mientras
les lanzaba piedras, devolvía gases y esquivaba balas. La incredulidad en el
sistema de partidos políticos que sienten las mayorías desde antes de los noventa
recién vino a materializarse, en el 2003, en las quemas a sus sedes. Romper
con el mito de que los partidos son un mal necesario, entender que no los necesitamos
para que nos representen. Eso se fue asimilando al tiempo en que se lanzaban
las computadoras y los muebles a las fogatas. Las imágenes de sedes de partidos
políticos y de ministerios vueltos cenizas; de casetas policiales destruidas,
de calles llenas de pelea son muchísimo más que “vandalismo” como dicen nuestros
operadores políticos regulares. En vez de muestras de barbarie o incivilización
son muestras de nuestro crecimiento. Cuando miramos las huellas de aquel febrero
no pensamos que fuimos cavernarios; al ver la sede del partido de Goni, aún
con las paredes negras, recordamos que fuimos capaces de hacer eso. Por eso
la memoria de febrero es volver a sentir que el “bichito diabólico y bárbaro”
vive en nuestros cuerpos. Sospecho que nuestros políticos tradicionales no entienden
muy bien esto y por eso mantienen sin reparar sus sedes o ministerios; ellos
dicen que son monumentos a la barbarie.
Un año después todavía se siente dolor pero hay algo distinto en nosotros. Porque
la historia reciente boliviana se está escribiendo a pie, la estamos escribiendo
con los pies. Suena incoherente pero es así. Los mineros marcharon a La Paz
para exigir la renuncia de Goni y el día que llegaron a La Paz, luego de superar
el rígido cerco militar que les pusieron, Goni renunció. Las marchas reprimidas
fueron una constante en febrero(con francotiradores) y en octubre. A pie y en
la calle es que se logró todo lo que se logró el 2003. La gente produjo esa
historia y ahora los relatos de aquellos días corren de boca en boca por todas
partes. Fue un logro de la colectividad el haber logrado, en aquel febrero,
la derogatoria del impuestazo. Esa victoria es creación común, realización del
grupo gigante. Ahí está la diferencia entre recordar una gesta heroica escrita
a mano y plasmada en libro oficial de una historia que se hizo con los pies
y los cuerpos de la multitud. Febrero es parte de nuestra obra, son pasos que
dimos y aprendimos a dar entre todos. Algunas veces se juega fútbol o carreritas
de tres piernas (amarrándote un pie con el del otro compañero) y por mucho que
te expliquen como hacerlo es en la cancha o pista donde se aprende a avanzar.
Primero con mucho miedo a caerse y paso a paso vas entendiendo que sólo trabajando
con el compañero se van afirmando los movimientos. Es igual en las calles, la
famosa unidad de la izquierda en torno al partido y todas esas charlas que nos
daban los científicos del marxismo nunca nos enseñaron a desarrollar sentimiento
de colectivo como lo hicieron las movilizaciones. Ese sentimiento lo obtuvo
la masa en los peores momentos de necesidad y represión, en la calle y bajo
la mira de los francotiradores.
Y ahora un año después todavía se siente esa potencia, como se sintió y desplegó
en octubre. La potencia para movilizarnos y caminar juntos escribiendo nuevas
historias. Esas jornadas de lucha son permanentes imágenes que develan las cosas
que se pueden lograr y mejor aún, son imágenes de todos. Nadie, ningún actor
social o partido puede reclamarlas como su patrimonio. Como multitud nosotros
tenemos a febrero como algo en común, una presencia que nos une permanentemente.
www.elortiba.org, 12/02/04
Vistazos
al conflicto boliviano
Por Boris Iván Miranda,
compayronero@gmail.com
La derrota de las prácticas obreristas clásicas del siglo XX en Bolivia en los
ochenta no merece mayores descripciones, sobra el silencio y la impotencia que
vivimos. Pasan quince años hasta que volvemos a encontrar una movilización masiva
y eficiente, hablamos de la Guerra del Agua ¿Cuánto de memoria práctica colectiva
puede conservarse en quince años?
La primera es muy difícil de contestar con precisión. En todo caso podemos decir
que si encontramos prácticas similares en las barricadas cochabambinas y también
en el motín de la policía (GES) en La Paz. Ahora bien, definitivamente el temple
no es el mismo que el que tenían los mineros en Cajamarca . Además del temple
no era la misma configuración de protagonistas, antes no existía tanta heterogeneidad.
Tampoco era la misma convicción y claridad en pos de lograr un objetivo, los
sectores que apoyaban al motín del GES en La Paz ignoraban por completo que
pasaría al día siguiente . Y así mantenemos ya unos cuantos años de conflicto,
digamos, frecuente. En estos años, por supuesto, se han reafirmado convicciones,
se ha clarificado el panorama para unos y se ha socializado la problemática
también.
Esta
variedad de prácticas, que configuran una lucha asimétrica contra el capital,
configuran un nuevo tipo de hacer. Pretendo aquí echarle una mirada a esas prácticas.
Por el tipo de acercamiento, los campos temáticos mencionados, y espero para
facilitar su lectura, me aproximaré a Bolivia con lentes clásicamente marxistas.
Lo anteriormente dicho está presente en casi todos los escenarios donde se han
presentado luchas en los últimos años. Las clases subalternas han materializado
su rebeldía en acciones, si. Pero lo han hecho con todo el barro humano posible.
Acciones llenas de aporías, con muchas dudas y miedos. Sectores históricamente
pacíficos emprendían largas caminatas a La Paz o desenvolvían nuevas formas
de rebelión en sus tierras. No podemos olvidar que estas prácticas se deben
principalmente al impulso de la necesidad. No es mi intención convertir a la
necesidad en una virtud, pero debemos reconocer que es un buen estímulo a la
creatividad.
Entiendo que esta incertidumbre se mantiene presente dentro de todas las movilizaciones.
Engels recordaba; “Hasta en París, las mismas masas proletarias ignoraban en
absoluto, incluso después del triunfo, el camino que había que seguir. Y, sin
embargo, el movimiento estaba allí, instintivo, espontáneo, incontenible.” Se
refería a la situación del proletariado parisino en 1850, cuando la clase obrera
empezaba a configurarse como tal. Y al igual que en aquel entonces, estos nuevos
protagonismos sociales saltan a la luz pública llenos de dudas y con objetivos
muy poco identificados. Es con el tiempo que su accionar se viene tornando más
político y van definiendo con mayor precisión sus objetivos. Esta configuración
de grupos es eminentemente una configuración de negación. Su política es de
negación.
Estas reivindicaciones eran más o menos faltas de claridad y hasta del todo
confusas, conforme al grado de desarrollo de los obreros de París en cada ocasión,
pero, en último término, se reducían siempre a la eliminación del antagonismo
de clase entre capitalistas y obreros. Claro está, nadie sabía cómo se podía
conseguir esto. Pero la reivindicación misma, por vaga que fuese la manera de
formularla, encerraba ya una amenaza al orden social existente.
En el tema de los hidrocarburos esta situación es mucho más notable yo creo.
Aquí es distinto porque no hablamos de una clase determinada, es en realidad
un movimiento lleno de diversidad. En los últimos años, en torno a la lucha
por los hidrocarburos, se aglutinaron gran parte de las clases subalternas.
Este despliegue tiene matices destacables. Al principio, debo confesar, no creí
en una determinación fuerte de la masa por el gas. Primero que no eran, ni son,
una movilización sectorial. El gas no representa el patrimonio de algún sector,
cuando menos no en occidente. Otro factor complicado era la gran cantidad de
lenguaje técnico que se utilizaba cuando se hablaba de la venta de los hidrocarburos.
Por eso es ilustrador el ejemplo de los hidrocarburos para mostrar la incertidumbre
con la que inicialmente los movimientos sociales actuaron y actúan.
Podemos
ver esta dubitación en la evolución de las consignas por ejemplo. 2003 tenía
una fuerte carga antichilena, la oposición inicial en aquel tiempo era a la
exportación de hidrocarburos por un puerto chileno. En aquel tiempo era mucho
más débil la voz que exigía nacionalización. El discurso vencedor aún tenía
hegemonía y se escuchaban más voces que pedían industrialización, el tema de
la propiedad era todavía un tabú. Así se dio la primera gran batalla por el
gas, marcada por confusión, instinto, intuición.
El 2005 entiendo que fue distinto. La consigna de la nacionalización ya era
una bandera que articulaba a gran mayoría de los sectores movilizados. Lo aprendido
en octubre del 2003 era una victoria, en tanto acumulación de saberes prácticos,
indudable. El desencantamiento político por el apego a la sustitución constitucional
también era notorio. Y eso que aquí tampoco, creo, se sabía a ciencia cierta
lo que se pedía. Nacionalizar sin indemnizar no dejaba de ser una consigna algo
ambigua. Yo sentía que todos estaban defraudados, engañados y lo que es peor,
no sabíamos a ciencia cierta como nos engañaban. Creo que la memoria de dos
años atrás y la marca ética que eso deja en los participantes fue un factor
de entre tantos que determinaron la rebelión.
Voces
Podemos empezar a hablar de que voces se escucharon en el conflicto justo ahora,
justo cuando terminamos de hablar de la acumulación de saberes. Cuando Marx
hablaba de la Comuna de Paris retrataba el conflicto entre los blanquistas y
de algunos afiliados a la Asociación Internacional de Trabajadores. Bueno, tanto
como conflicto no era pero si existía cierta disputa. Lo que aquí me interesa
destacar es como el desenvolvimiento de las circunstancias guarda poca fidelidad
con lo que pretendían los dirigentes de la Comuna. Trazar una línea comparativa
podría resultar forzar algún argumento yo creo. Lo que si me interesaría hacer
es como influye la memoria práctica, acumulación de saberes, del colectivo en
el devenir de los sucesos. Los blanquistas pretendían constituirse en élite
al tomar el poder, sin embargo era claro que en Paris ya no era posible otra
revolución que no sea una revolución proletaria. Y esto debido a todo el cúmulo
de sucesos en los que el proletariado participaba activamente desde hace ya
un siglo atrás.
En Bolivia también tuvieron que cambiar las condiciones por el aprendizaje reciente
de los últimos años y la herencia de prácticas que tal vez ya lleven más de
medio siglo. Por ejemplo, el 2003 empezaron a verse ollas comunes en El Alto,
en el 2005 entiendo que hubo mayor proliferación de esta práctica. Definitivamente
los mineros llevan una herencia de prácticas que es visible cada vez que llegan
a La Paz. Esto en lo práctico. En lo político no existe mayor muestra de aprendizaje
que el rechazo absoluto a la sucesión constitucional y la búsqueda de renovación
de todo el aparato estatal. Que se vayan todos es consigna que usaron primero
los piqueteros pero que se aplicaba perfectamente al ambiente de esos días.
Exigir nacionalización era también muestra de aprendizaje, de esa marca ética
de la que hablaba antes. Esta consigna terminó por imponerse inclusive en grupos
donde la dirigencia se oponía inicialmente. El MAS se vio obligado a obedecer
a sus bases y exigir nacionalización, aún cuando inicialmente se mostraba reacio
a la idea. Dentro de los sectores de El Alto, ningún dirigente habría mantenido
su puesto si se hubiese opuesto a la idea. Ellos no bajaron la línea, es la
base la que impuso la consigna.
Entiendo
la necesidad de mantener una dirigencia. Es necesario delegar responsabilidades
y confianza a algún compañero, por más autogestiva y horizontal que sea la organización.
Pero miro con otros ojos al dirigente. No creo en que las reivindicaciones obtenidas
sean por la brillantez de un dirigente o que las movilizaciones sean por su
hábil conducción. Para las masas, y parafraseando a Zemelman, el conocimiento
de lo posible es un conocimiento constructor del futuro.
Estado
Un último comentario acerca del Estado como target de todas las demandas sociales.
Marx nos dice sobre el Estado: “Al paso que los progresos de la moderna industria
desarrollaban, ensanchaban y profundizaban el antagonismo de clase entre el
capital y el trabajo, el Poder estatal fue adquiriendo cada vez más el carácter
de poder nacional del capital sobre el trabajo, de fuerza pública organizada
para la esclavización social, de máquina del despotismo de clase.” Esto es muy
importante, los Estados no son los centros de poder. El centro de poder es el
capital y es aterritorial, global. Entendemos que la lucha es del capital contra
el trabajo, que la contradicción es del modo social de la producción con el
modo privado de la apropiación.
Todo el despliegue visto hace unas semanas frenó con la renuncia a la sucesión
de Vaca Diez y de Cossio, y yo creo que de verdad ese momento no había de otra.
Los sectores ya no podían mantenerse movilizados mucho más tiempo, creo que
el paro de El Alto ya no tenía recursos humanos para seguir. Y la verdad yo
creo que evitar que vuelvan el MIR y el MNR vuelvan fue una victoria pero que
no solamente hay que buscar por ese lado. Creo que el aparato es perfectamente
capaz de absorver ese tipo de prácticas, orientadas en su lógica. La lógica
“fuera el presidente” es a la que me refiero.
Holloway hace una dicotomía del poder, en poder-hacer y el poder-sobre . Y lo
que me interesa es relacionar al poder-hacer con la idea de productores libres
asociados o productores directos. El poder-hacer es siempre social: nuestro
hacer depende siempre del hacer de otros, en el pasado o en el presente, y nuestro
hacer crea normalmente las condiciones del hacer de otros. El poder-hacer refiere
al flujo social del hacer. El poder-hacer, también potencia, es recuperar el
proceso laboral y eliminar la enajenación. Veo en volcar los esfuerzos por plasmar
esta potencia una nueva construcción para el movimiento social actual. Esta
construcción no es ajena a las lógicas de los movimientos sociales en Bolivia,
de hecho creo que con todas su falencias se ha empezado a construir. Esta construcción,
en cambio, si es ajena a las lógicas de cooptación del capital.
www.elortiba.org, 12/05/05
Mi
memoria de esos años: Rompiendo pautas de confrontación
Por Boris Miranda,
compayronero@gmail.com
"La historia es objeto de una construcción cuyo lugar no es el tiempo homogéneo
y vacío, sino aquel pletórico de tiempo - ahora." Walter Benjamin
Probablemente el título de este trabajo sugiera mucho más de lo que pretende.
Y la verdad no me interesa agregarle mayor carga de protagonismo o relevancia
a lo que hicimos esos años. Esos años es un periodo que abarca, en mi caso,
desde 1999 hasta el 2001 más o menos. Durante esos años participé en grupos
compuestos mayoritariamente por jóvenes, grupos y redes de grupos. Primeros
gritos de rebeldía, creo que eso era lo nuestro. Ahora voy a tratar de descargar
mis memorias de ese lindo tiempo en estas hojas. Esta es mi versión del cuento
de esos años, donde yo digo que rompimos nuestras pautas de confrontación.
Existía, obviamente, una acumulación de saberes prácticos hasta ese momento.
Y como nosotros éramos debutantes aplicamos toda esa herencia. Sin dudar mucho
nosotros mantuvimos aquellos formatos de acción. Ojo, no responsabilizo a ninguna
generación anterior por traspasarnos esa carga, si yo hago eso ellos podrían
culpar a la precedente y todos pecaríamos de ver las cosas de manera muy estática.
En aquel momento habían unas formas de hacer que se habían acumulado, en otro
momento se tenía que producir una discontinuidad y así empezamos a hacer de
otra manera. Pero para que llegue ese momento cometimos todos los errores que
se pueden cometer; probábamos, nos equivocábamos, reíamos, nos puteábamos y
volvíamos a empezar. Así era según recuerdo, íbamos descubriendo con muchísimo
más instinto que con razón, aunque nosotros tratábamos de que suceda precisamente
lo inverso.
Probábamos
de todo para descubrirnos. Un día era la calle, ahí realmente entraríamos en
acción. Otro día era mejor la formación, prepararnos para el futuro. Luego decidíamos
que había que buscar equilibrio entre ambos, entonces nacían las comisiones
y complicábamos toda la cosa porque ahí cambiábamos la calle y la formación
por las reuniones largas de planificación. Todas nuestras inseguridades se reflejaban
en aquellos intentos. Hicimos acciones callejeras, no más de quince buenos tipos
que ni siquiera podían interrumpir medio carril del paseo de El Prado y por
eso hacían su protesta en la zona peatonal. También pensamos pretenciosos talleres
de formación política que empezaban con el Manifiesto de 1848, donde inclusive
una vez recuerdo que pedimos a los mayores que nos armaran una escuela de cuadros.
De las comisiones mejor no hablar, las comisiones generalmente derivaban en
otras comisiones.
Pero estábamos ahí, después de alguna experiencia negativa volvíamos a intentar.
Llenos de inseguridades pero convencidos de que en algún momento lo íbamos a
lograr. Y es ahora cuando recién voy comprendiendo lo que a mi me pasaba, y
lo que probablemente le pasaba a otros que estábamos allí. Porque en aquel momento
estábamos convencidos de algo y eso era aparentemente lo que activaba nuestro
espíritu combativo. Yo creía en eso de la certeza de la victoria, en que vivíamos
sólo una etapa de lucha por un futuro mejor. Confieso que eso fue a lo que más
fuerte me aferré. Y no era el único, no a todos les pasaba lo mismo pero estoy
seguro que no era el único. Es que esa certeza lo volvía todo más fácil, te
quitaba peso de la espalda. Me acuerdo de esa frase vieja, el presente es de
lucha, el futuro es nuestro. A esa frase la tomamos como una promesa y no como
un aliento. Era algo que venía de la época de nuestros abuelos y que nosotros
reproducimos durante un tiempo. Ahora me parece difícil de creer, sentíamos
que lo estábamos haciendo bien gracias a eso. Pero no estábamos ahí gracias
a eso, y esto es lo que recién entiendo ahora. Estábamos ahí por algo que no
entendíamos, o que negábamos. Negábamos porque la pasión estaba más desprestigiada
que la historia. Porque por esos días sonaba mejor decir que uno está presente
por un llamado de la historia que por un impulso apasionado. Y ese impulso sobraba
en aquel tiempo, impulso que en cierto momento desprecié y que ahora quisiera
recuperar.
Entre esas contradicciones de desenvolvía nuestra militancia. Porque eso era,
militancia, aunque la palabra pertenezca al glosario de los términos de un trasnochado.
En el marco de esas contradicciones es que pasamos por ratos feos, cuando tratábamos
de forzar el compromiso por ejemplo. Forzando el compromiso es que a ratos esa
militancia se volvía en un oficio, en el mal sentido de la palabra. Nos presionábamos
para lograr ese “compromiso” y nos amargábamos la existencia entre todos. Me
acuerdo que por esos días hasta dejé de jugar fútbol, y al fútbol, como a la
militancia, le debo lo que entiendo por solidaridad, compañerismo y horizontalidad.
En cambio cuando nos movíamos por convicción todo era distinto. Ahí es cuando
gozábamos las acciones colectivas, cuando mejor nos salían las cosas. Cuando
era de oficio al final no teníamos ganas ni de tomar un vino.
El 2001 era un año importante, significativo. En el 2001 se cumplían los treinta
años del golpe de estado de Hugo Banzer, uno de los personajes a los que más
satanizábamos. En aquel año ya existían grupos consolidados y coincidimos varios
jóvenes de procedencias diversas. Era un compromiso ineludible, algo se tenía
que planificar para ese 21 de agosto y tenía que ser grande. La planificación
y el despliegue de actividades tenían que hacerse con meses de anticipación.
Las dictaduras siempre tuvieron una carga simbólica enorme para nosotros, fechas
como 21 de agosto, 17 de julio, 11 de septiembre o 24 de marzo eran parte de
nuestro calendario cotidiano. Y otra vez aparecía esa idea del llamado de la
historia entre nosotros.
Claro que durante ese periodo no se hicieron cosas por oficio, todos estábamos
convencidos de lo importante del acontecimiento y participábamos activa y alegremente
de las actividades. Muchas cosas se combinaban en aquel momento. Teníamos que
ajustar cuentas con una parte de la historia. Éramos dos generaciones que se
unían en repudio a un momento y a una persona. Y la verdad es que creo que me
jodía más el hecho de que Banzer sea presidente en esos momentos que el horror
de unos años que no viví. Entonces me sentía confrontado con el presidente actual,
dictador y todo lo demás pero lo más importante es que era un sujeto del tiempo
que corría. Y yo siempre estuve en esa clase de cosas pensando en buscar construir
una nueva sociedad, entonces para lograr ese futuro tenía que pelearme con el
representante de ese presente. Porque si Banzer se moría antes del 21 de agosto
del 2001 yo creo que habría estado algo decepcionado, con el enemigo caído antes
del día que le íbamos a dar el gran golpe. Me acuerdo bien que por eso no me
agrado del todo la idea de que ceda el poder ese 6 de agosto.
Creo que ya antes de ese 2001, y no lo sabíamos en ese entonces, nosotros ya
vivíamos ese ansiado futuro. Porque fue un tiempo en el que dejamos de orientar
nuestros esfuerzos en buscar un futuro, el presente era un momento que disfrutábamos.
Con la razón, a la que tratábamos de seguir, vivíamos el tiempo mesiánico, el
calendario del futuro. Calculábamos la distancia del paraíso en términos de
la acumulación de condiciones para su llegada. Con el instinto en cambio se
vivía el futuro en el presente, el tiempo del aquí y ahora. Porque éramos lo
que queríamos ser, el proyecto llevado a cabo en muy pequeña escala. La famosa
nueva sociedad se dejaba ver entre nosotros, sus hábitos, valores, errores.
Instintivamente construíamos eso que queríamos y yo ni me lo imaginaba, yo estaba
en otra, supuestamente luchando contra un tipo, pensando que ese era el camino.
La convicción, la pasión lograron esa configuración, una experiencia invaluable
de aquel momento.
Y
también se acabó. En mi caso abruptamente porque me surgió un viaje muy largo
por esos días. Pero ya antes de eso sentía que la retirada estaba cerca. Y no
creo que fue un error dejar que muera ese grupo. Alcanzamos un momento cumbre
donde, fuera de la trascendencia del acontecimiento, logramos eso que explicaba
en el párrafo de arriba. Nuestro medio era nuestro fin. El aprendizaje de esos
días es lo que he tratado de explicar aquí, los años de esa militancia me cambiaron
definitivamente. Luego de vivir esa experiencia sentí que ya no había necesidad
de transformar al grupo en un referente de la sociedad, algo que muchos deseábamos
en cierto momento. También el famoso llamado de la historia ya había perdido
su contenido, sonaba vacío. Seguía, sigo, lleno de inseguridades pero en definitiva
ya veía las cosas de otra manera.
Y también llegó octubre del 2003. Yo ya estaba lejos de cualquier clase de organización
salvo mi particular cofradía. Y ante los acontecimientos de ese mes varios coincidimos
en la calle, pero ya lejos de pretender organizarnos pasamos a la acción directa.
Otra vez nuestro medio era nuestro fin, porque esa vez construimos junto a un
grupo infinitamente más grande. Éramos parte de las movilizaciones, cada cual
desde donde pudo. En octubre del 2003 no teníamos necesidad de asistir como
grupo constituido, en el sentido estricto de la palabra. Eso era muy distinto
a lo que habríamos hecho años antes. Otra vez se vislumbraba la nueva sociedad
en la lucha, pero esta vez con todos los sectores que se habían movilizado.
Por eso ya no sentimos la necesidad de estructurar una organización como tal,
y lo mismo pasó el 2005.
Eso fue lo que hicimos. Por eso aclaraba al principio que no tenía la intención
de darle más protagonismo a lo que hicimos. Porque como nosotros rompimos nuestras
pautas de confrontación desde la experiencia de esos años lo hicieron muchos
otros grupos, a su manera. Eso lo comprobamos el 2003, cuando nos encontrábamos
en la calle.
Eso es todo. Solo queda decir que haber dejado de participar en esa clase de
grupos no significa haber renunciado, gracias a lo vivido es que ahora entiendo
esos esfuerzos desde otro ángulo. Y también me resta pedirle disculpas a los
que compartieron conmigo esos años y que se puedan sentir estafados u ofendidos
por estos recuerdos míos.
La Paz, noviembre del 2006
www.elortiba.org, 13/11/06
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