BOLIVIA ANTES DE EVO

Por Boris Iván Miranda

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La querella por la capital  |  Las autonomías y el olvido | Una breve introducción  |  Bolivia acorraló a Goni y logró su renuncia
Un año después del Febrero Negro Vistazos al conflicto boliviano  |  Mi memoria en esos años

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La querella por la capital

boris miranda, miranda.ivanbor@gmail.com

Es propia e incluso saludable a la democracia la tensión que se genera entre la emergencia participativa y el poder instituido. Es en el forcejeo entre el carácter social de la cuestión pública con las formas privativas de la administración donde se profundizan o no los procesos democratizadores. ¿Qué tan propia a esta clase de tensiones es la actual batalla por la capitalía? ¿Alguien cree que juntando los tres poderes en Sucre le estamos dando un espaldarazo a la descentralización, a las capacidades autorganizativas de la sociedad? Yo creo que el punto es acercar el poder a la gente, no alejarlo de La Paz o llevarlo a Sucre.

Si concretamos está polémica al ámbito de la problemática de la democracia encontramos que tiene una naturaleza reduccionista. Democratizar pasa por extender el espacio público, no es pugnar por espacios creados en el pasado. Ampliar el espacio público saliendo, además, de la esfera de lo estatal representa una multitud de posibilidades para desconcentrar el poder. Autonomistas, descentralizadores, etc. deberían entender que luchar por el traslado de los poderes del Estado va contra sus supuestos fundacionales. Ellos, en teoría, deberían estar por encima de estas cuestiones. Es más, al pelear por esta llamada “capitalía plena” están afirmando la prevalencia del poder central frente a la emergencia de poderes locales. Los, mal llamados, autonomistas de la media luna están revalorizando justamente aquello a lo que dicen repudiar. Y es de parte de los conocidos de la media luna de donde se percibe que se impulsa esta pelea. Eso es manoseo, un descaro con la gente de Chuquisaca y además un acto de vergonzosa irresponsabilidad.

En este tiempo de tan alta sensibilidad regional sembrar discrepancias por la sede de los poderes roza lo imperdonable. Esto va para los constituyentes y otros personajes públicos que cometieron tal irresponsabilidad con el país. Si ellos piden a gritos descentralización porque alientan odios por la sede. Hay suficientes indicios para sospechar. ¿Qué buscarán? Una venganza contra La Paz, que fracase la constituyente, voltear al gobierno, recuperar espacios de poder, se me ocurren muchas cosas. Desatan viejos rencores justamente ahora, cuando la construcción es tan débil. Manipulando a la población chuquisaqueña siendo que ellos no tienen la culpa de nada. Porque además el rencor que puede tener la gente de Sucre con La Paz no ha sido un sentimiento inmutable venido de hace más de un siglo. Es el devenir de años de violencias estructurales, de maltrato, postergación y olvido producto de gobiernos excluyentes. De ese rencor, legado de gobiernos mezquinos, también los puedo responsabilizar a ellos. Si puedo, porque del Banzer ministro de Barrientos al Podemos 2007 ya pasaron unos cuantos años pero no superan un par de generaciones.

Por eso hay que tener cuidado en no quedarse solamente en la consigna. Se deja notar que viejas elites están dispuestas a echar mano de cualquier causa para mantener sus beneficios. Estamos viendo como en este tiempo donde todo parece tan frágil se dedican a resaltar diferencias irresponsablemente. Ahora, cuando extrañamente están coincidiendo tantos conflictos en el país, debemos estar más atentos. Estoy de acuerdo, debatamos absolutamente todas las propuestas. Sobre la democracia, la descentralización, la visión de país, lo que quieran. Pero distinguiendo la clase de proyecto político que se encuentra por detrás, si algunos no son sinceros nosotros no seamos ingenuos.

Quiero creer que superaremos esta batalla por la sede, que definitivamente no nos merecemos, sin mayores traumas. Sucre merece más que aspirar únicamente a tener los tres poderes. Todo el sur de Bolivia merece más, este es el momento para inventarse nuevas esperanzas. Así, creo yo, podremos superar tanta susceptibilidad que se ha creado entre regiones. Entiendo que es una construcción muy difícil la nuestra y este tal vez sea su momento de mayor vulnerabilidad. Por eso corresponde al oriente, occidente y sur del país; articularse para que el desarrollo lo sientan todos. Esto no significa centralismo. Sin paternalismos y mucho menos separatismos, tratemos de consolidar un país que piense a todos.

www.elortiba.org, julio 2007


Las autonomías y el olvido

Por Boris Miranda, miranda.ivanbor@gmail.com

No deberían ser únicamente atribuciones y facultades. Un proceso autonómico no sólo significa transferir competencias a determinada región. Tendría que estar cargado de profundas transformaciones. Podría tener alcances todavía impensados. Formas organizativas, de deliberación y resolución. Esferas de gestión diferentes a las tradicionales. Promover nuevas aspiraciones e intereses para la comunidad. Para qué trasladar atribuciones y recursos si las regiones van a reproducir viejas estructuras en menor tamaño. Eso va en contra de lo que representa la autonomía. Esto no es nada nuevo pero sirve para observar ciertas expresiones ‘autonómicas’ del último tiempo.

Confianza es lo que esencialmente se desprende de esta clase de reivindicaciones. Las poblaciones producen/contagian confianza para tomar decisiones acerca de su futuro. Transmiten la idea de que son aquellas las que mejor saben que necesitan. Es lo más importante, el proceso adquiere contenido desde abajo. Esto va en contra de las tradicionales formas de administración de lo público. La autonomía debería ser a la democracia liberal lo mismo que es un habilidoso a la rigidez táctica en fútbol. Desobediencia, pura creatividad, expresión generosa, ruptura del molde. Sin embargo ahora aparecen entre las filas autonomistas los protagonistas de la antigua forma de gobernar en Bolivia. Entonces ya no parece tan honesta la cosa. Porque no creo que de repente tantas personas gustosas de mandar cambiaron y ahora quieren ver el poder en las calles, en los barrios, en los pueblos. Es difícil creer que desde los sectores privilegiados se impulse que la gente a pie tenga posibilidades reales de decisión. Ahora, muy distinto es exigir atribuciones para volver a mandar. Para encabezar un sistema participativo excluyente en algunos departamentos. El discurso de la autonomía para aplicar una fórmula tradicional de gobernar no pasa de ser retórica aprovechando aspiraciones de la población. Por eso es central a la hora de evaluar el hecho de que los contenidos actuales de la autonomía los proporcionaron las elites.

Otra cuestión sospechosa es la notable fijación que se manifiesta por la cuestión recursos. Recursos naturales, plata por impuestos, cooperación internacional, etc. Los autonomistas indican en su discurso que administrarán los recursos con mayor sapiencia. No dudan un minuto en que su visión de la economía es superior a la de otras regiones. Discurso, dicho sea de paso, altamente despreciativo hacia el resto del país. Volvemos a lo de antes, no creo que antiguos defensores del libre mercado traigan innovaciones significativas a la hora de distribuir riquezas. Si ellos ya tuvieron su chance. Así es complicado creer en un alivio para los necesitados de las regiones autonómicas.

Para rematar del resto del país mucho no quieren saber. A partir del discurso económico se desprende que al resto de Bolivia no la tienen en muy alta consideración. En serio, es lamentable todo el egoísmo que brota de parte del autonomismo. Egoísmo desde la manera como se refieren a los recursos naturales del país hasta en su exagerada actitud de presentarse como las víctimas principales de este país. Ya lo dijimos arriba, quieren administrar los recursos de su región desentendiéndose de cualquier otra realidad. Administrar, además, con una fórmula que ya trajo malas experiencias a todos. Es visible que este proyecto, de manera sospechosa, es altamente excluyente y adverso con el resto del país a todo nivel.

Todo debería ser precisamente al revés. La autonomía debería ser un mecanismo que busque aminorar asimetrías, no que preserve privilegios. Ser una plataforma que despliegue solidaridad entre las diversas regiones del país. En este tiempo nos están presentando una autonomía que principalmente divide. Divide, si, eso hace. Porque unos cuantos se creyeron el cuento de que son superiores y ahora dicen que continúan por su lado. Eso no se hace señores, si las autonomías lo que deberían hacer principalmente es rescatar las diversidades y explotarlas. Pero, repito, los contenidos los generaron las elites y evidentemente hacia ellas apuntan la inmensa mayoría de los beneficios.

Todos queremos mejorar la situación pero tratemos que mejoren todos. Y esa autonomía de las elites no piensa mucho en los demás, más bien olvida mucho. Porque no le gusta dar una mano decide olvidarse de los demás casi por mandato. Se desvincula de otras realidades y se resigna, como en un mal querer, a que nuestras diferencias son irreconciliables. Por eso aun en el caso de que el proyecto autonómico de las elites resulte una experiencia administrativa eficiente es condenable. Condenable porque a nombre de la autonomía una región pretendió olvidarse del resto de su realidad. En un país como el nuestro la autonomía bien podría fundarse en la solidaridad entre diversos. Rescatar la multiplicidad y no prestarse a la división y al separatismo. Explotar las múltiples potencialidades que presenta el país pensando siempre en el desarrollo de la mayoría.

De cambio ahora hablan todos, incluyendo viejos conocidos. Hablen de autonomía con una verdadera transformación de las reglas de juego en la participación ciudadana entonces. Y si vamos a cambiar comencemos por nuestras prácticas, por los valores que conllevan nuestras acciones. Así presentar a la autonomía como una plataforma consagrada principalmente a reducir las diferencias entre las regiones del país, no como una instancia que prorroga ventajas. Es justo en este tiempo que corre, creo yo, en el que nuevas actitudes, más solidarias y desprendidas, tienen que primar a la hora de construir alternativas. Tanto para las autonomías como para cualquier otra controversia que llegue a situarse en la agenda pública. Además, con este frío lo mejor es andar todos abrazados.

www.elortiba.org, 10/07/07


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Una breve introducción

Por Boris Iván Miranda, compayronero@gmail.com

6 de Agosto del 2002: Se inicia el gobierno el Presidente más impopular en la historia de Bolivia, de la mano de su candidato vicepresidencial y una feroz y millonaria promoción mediática en elecciones. Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni) jura a la presidencia de Bolivia.

12 y 13 de Febrero del 2003: Guerra civil; militares y policías se enfrentan en la plaza central, frente al Palacio de gobierno. Goni saca francotiradores a las calles. En esos dos días murieron 33 personas y hubo 200 heridos.

 

6 de Agosto del 2003: Goni le habla al país, derrotado, tuvo que guardar toda su soberbia y admitir el fracaso. Bastó ese año para que su gobierno perdiera la poca legitimidad que tenía. Su cifra de muertos era espeluznante, alrededor de setenta en doce meses, casi setecientos heridos. En ese año trató de posicionar a su gobierno como un gobierno intolerante frente a las medidas de presión; cada movilización fue ferozmente reprimida. Pensaron aleccionar rápidamente a los sectores sociales con muestras innecesarias de violencia.

Septiembre y Octubre del 2003

Uno de los articuladores que eclosionaron al país fue el gas boliviano. El gobierno boliviano se encuentra intentando exportar las reservas de gas que tiene Bolivia, reservas que son superiores a lo que Bolivia puede consumir.

Este proceso de exportación causó diversas formas de sentir en la sociedad civil. Entre otros, despertó en algunos sectores al viejo resentimiento con Chile por la cuestión marítima. Este gobierno ya es el segundo que esquiva darle respuestas serias al país sobre el tema del gas. Por todo esto, poco a poco, el gas se fue constituyendo en un tema de interés activo.

19 de Septiembre del 2003: El gobierno dijo que la oposición pretende causar una guerra a causa del gas. Este 19 era el día nacional de la defensa del gas. Sin ánimo de magnificar las movilizaciones sociales, esta fue una muestra real del descontento existente. El día de la defensa del gas no fue una necedad malnacionalista para que el gas no salga del país. El 19 de Septiembre fue la expresión de las dudas y la disconformidad por un proceso encabezado por un gobierno corrupto e ineficiente. El 19 de Septiembre la disconformidad comenzó a exteriorizarse de manera continua.

El campesinado es el sector más grande en Bolivia. En estos últimos tiempos se ha venido a constituir en un actor social protagónico en los procesos políticos y sociales bolivianos. Los bloqueos de caminos son su mejor arma. En septiembre del 2000 hicieron su demostración de poder más fuerte bloqueando a La Paz durante un mes y dejándola sin alimentos en ese lapso. Actualmente tienen una importante presencia parlamentaria. En el altiplano paceño, desde Achacachi y sus alrededores se han proyectado las más fuertes rebeliones indígenas de los últimos años. Los aymaras que habitan esas zonas luchan por sus reivindicaciones y por reconocimiento, son los más aguerridos.

20 de septiembre del 2003: Para muchos este día el gobierno cometió la estupidez que desencadenó todo. Turistas se quedaron atrapados en Sorata (población cercana a Achacachi), entre ellos ingleses y estadounidenses. Las embajadas de ambos países exigieron al gobierno el rescate inmediato y este envió al ejercito. En este 20 de septiembre murieron 6 personas, incluyendo a una niña de 8 años y un soldado. Esta zona aguerrida resistió los embates del ejercito (que luego dijo que los emboscaron) con fusiles mauser de hace más de medio siglo. Los campesinos iracundos, valientes y dignos declaraban que se mantendrían hasta las últimas consecuencias. Desde ese día los medios de comunicación malintencionadamente empezaron a hablar de grupos irregulares, adiestramiento militar y tutelaje de las guerrillas peruanas y colombianas.

A partir de ahí fue una continua demostración del malestar social. El gas y las reivindicaciones indígenas forjaron las condiciones para que el descontento se generalice aún más. El escenario estaba dado para que comiencen a fluir diversas demandas sociales. Ya se vislumbraban las jornadas siguientes.

Prácticamente todos los sectores sociales se manifestaron ya. El pedido general era y es la renuncia del presidente. La Paz estaba bloqueada, no entraban alimentos y de todas maneras los mercados cerraron en solidaridad con los campesinos. Los obreros se declararon en huelga general y marchan por el eje central de la ciudad. Paros de los transportistas. Jubilados formando alfombras humanas en las calles. Los universitarios salimos en defensa de nuestra autonomía y en masivas movilizaciones demostramos nuestra cohesión. Dirigentes campesinos en huelga de hambre en la ciudad de El Alto. Desde las jornadas de septiembre no pasó un día laboral sin marchas y movilizaciones diversas. Tampoco pasó una de estas jornadas sin gases y golpes por los cuerpos represivos. Un gobierno asesino y brutal, carente de lógica reprime y reprime. Reproduciendo violencia por todos lados el gobierno amplificó y amplifica aún ahora el malestar social. El discurso presidencial manejado en estos días refleja la ceguera que tiene él y sus asesores. Minimiza las movilizaciones hasta la indignación; dijo que solo está en su contra el 0.01 por ciento de la población.

9 de Octubre del 2003: Segundo día de paro general en la ciudad de El Alto, a solamente treinta minutos de La Paz. Esta ciudad tiene una población mayoritariamente campesina que emigró en busca de las oportunidades de la ciudad. Los bloqueos en esta ciudad nos muestran que se conservan algunas costumbres comunitarias en aquella población. Este nueve de octubre mueren otras dos personas. Las mismas fuerzas represivas ya muestran cansancio ante tanta actividad y tratan (otra vez con lógicas equivocadas) de escarmentar a la población con excesivas muestras de violencia. El bloqueo tiende a radicalizarse aún más.

El gobierno califica de bándalos a los sectores movilizados. Y aún cuando estos sectores cometan actos reprochables se deben reconocer a los culpables. En casi un mes de conflictos se ha visto un tremendo despliegue de violencia por parte del Estado y esa violencia (sumada a la de todo un año) se comienza a reproducir en los sectores movilizados. Las armas en el altiplano, los destrozos en oficinas públicas, etc también son culpables del gobierno en cierta medida. No pretendo defender a ultranza a todos los sectores movilizados; también existen elementos negativos pero en este momento no son de ninguna manera lo más importante.

El estado de conflictos no parece llegar todavía a un punto de inflexión. Aparentemente desde la próxima semana se empezaran a movilizar los cocaleros de Evo Morales ampliando el eje de protestas. Los rumores de un Estado de sitio o de excepción son cada vez más fuertes. Hoy ningún personero de gobierno lo ha negado como antes.

www.elortiba.org, 11/10/03



Audio - Convocatoria a la huelga general

Bolivia acorraló a Goni y logró su renuncia

Por Boris Iván Miranda, compayronero@gmail.com

Las movilizaciones permanentes, piquetes de huelga de hambre que se multiplicaban velozmente, el resquebrajamiento de su equipo de gobierno y la espectacular llegada de los mineros a la ciudad de La Paz terminaron de encerrar a Goni. Renunció porque no le quedaban más opciones; ya no tenía argumentos ni aparato de gobierno. A último momento lo abandonaron su vocero y un partido fuerte de la coalición gubernamental, también le fallaron los militares cuando permitieron el paso a los mineros. Huyó a Miami, una salida del gobierno muy cobarde. Festejamos en toda Bolivia.

La noticia empezó a circular a media mañana, Goni renunciará. El viernes las movilizaciones tenían un sentir especial; esperaban la renuncia de Goni. De boca en boca corría el rumor, sabíamos que ya no tenía más opciones. En la madrugada lo abandonó su vocero oficial, cansado de leer mensajes profundamente caprichosos y retrógradas. Lo abandonaron el Vicepresidente, cinco ministros, un partido de la coalición, y las fuerzas armadas le flaquearon en un momento determinante.

A primeras horas del viernes las fuerzas armadas decidieron desobedecer las ordenes llegadas desde la residencia presidencial. Permitieron el paso de los mineros que llegaron a El Alto en 58 camiones, retiraron los tanques que les cerraban el camino. Dos días antes murieron dos mineros por los enfrentamientos a más de cien kilómetros de La Paz. Los mineros decidieron en colectivo llegar a La Paz sin importar el costo. Armados con dinamita derrotaron a un cerco militar agotado y dubitante. La llegada a La Paz fue impresionante; la vieja vanguardia obrera de Bolivia desplegó toda su historia y coraje durante toda su marcha. Para entonces la noticia era conocida, los mineros le dieron el gran golpe final a Goni. La renuncia se precipitó por eso, los mineros estaban llegando y las fuerzas armadas dejaron de ser el pilar infranqueable del gobierno. Antes de renunciar Goni tuvo que agotar todas sus opciones y llevarse casi ochenta muertes en menos de un mes.

Su discurso en los últimos días ya era patético; la base de su discurso real estaba totalmente perforada por la reacción de las clases medias altas. La consigna de negociación sin presiones que enarboló el gobierno perdió esencia cuando los sectores permanentemente manifiestos en favor del diálogo empezaron a pedir su renuncia. Los sectores progresistas y clases medias le dieron la espalda a la lógica del diálogo y volcaron todo su apoyo al clamor popular; la renuncia de Goni. Comenzaron las vigilias por la renuncia y movilizaciones prorenuncia en barrios semiresidenciales clásicamente desmovilizados. Los piquetes de huelga de hambre de multiplicaron hasta más de sesenta en menos de tres días. En huelga de hambre estaban intelectuales, activistas conocidos de Derechos Humanos, artistas comprometidos, funcionarios públicos, autoridades universitarias, etc. Ya nadie le aceptaba a Goni la propuesta de diálogo; los muertos ya eran demasiados y era intolerable su continuidad en el gobierno. Ya sin discurso en pos del diálogo, en sus últimas declaraciones se dedicó a descalificar a los líderes de las movilizaciones hablando, cual si fuera Bush, de terrorismo y narcotráfico. Inclusive dos días antes de dimitir aceptó congelar la venta del gas, convocar a un referéndum e impulsar una Asamblea Constituyente, ya era tarde para todo eso, Bolivia quería su cabeza.

Así se fue Goni, escapó como cualquier criminal. Sin aparato de gobierno y con su aparato represivo superado por las movilizaciones sociales. Agotó hasta el último recurso; abandonó el barco cuando ya no tuvo de que aferrarse. Dejó más de ciento sesenta muertos en sus catorce meses y once días de gobierno, peor que nuestra última dictadura militar. Él y sus ministros huyeron a Miami, México y Buenos Aires. Aquí quedó un país que espera justicia; que espera una respuesta por los muertos, por los paramilitares y los francotiradores, por las brutales represiones. Él y sus ex -ministros de defensa (Carlos Sánchez Berzaín) y gobierno(Yerko Kukoc) deben recibir el castigo que se merecen.

Una vez que el congreso aceptó su renuncia juró Carlos Mesa a la presidencia. Días antes de la caída de Goni, Mesa, como vicepresidente, rompió su relación con él al ver como intolerable la cantidad de muertes. A él le tocan bastantes tareas, desde ya anunció que su gabinete ministerial estará compuesto por independientes. Tiene que encarar el referéndum consultivo sobre el gas; afrontar la necesidad real de una constituyente trascendental y urgente para recomponer el estado boliviano. Tiene que buscar ejemplarizadores procesos penales contra Goni y sus ministros asesinos. Para Carlos Mesa será realmente complicado gobernar sin un partido oficialista que lo apoyé desde el congreso y sin una coalición gubernamental.

De esta manera concluyó el viernes diecisiete de octubre; “el gringo se ha ido, el pueblo ha vencido” (coro de los festejos). Gritando “si se pudo” La Paz y Bolivia entera presenciaron fiestas populares y alegría general. En La Paz el festejo duró hasta la madrugada; todos los sectores movilizados se juntaron para festejar la victoria. Tal vez Goni y su equipo nunca imaginaron una salida tan veloz de la presidencia; 14 meses duró este gobierno. En los catorce meses trataron a la sociedad como les dio la gana; pensando que la reacción nuca llegaría. Una soberbia muestra de poder de movilización espontánea y organizada se dio en Bolivia, se desnudaron las flaquezas de las instituciones actuales y esperó se haya sentado un precedente. Precedente que aleccioné a la clase política sobre como no se puede saquear un pueblo de manera tan descarada. En la madrugada nos despedimos gritando “si esto no es el pueblo, el pueblo dónde está”.

www.elortiba.org, 18/10/03


Un año después del Febrero Negro: Bolivia escribe su historia con los pies

Por Boris Iván Miranda, compayronero@gmail.com

El 12 y 13 de febrero del 2003 estalló una de las rebeliones populares más fuertes. Fue la antesala, el ensayo general, de lo que vendría a ser después la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni) en octubre. El gobierno de aquel entonces, bajo órdenes del Fondo Monetario, decretó un impuesto al salario , hecho que provocó el estallido social de forma espontánea. El aparato estatal mostró sus primeras fisuras; un motín policial era la primera consecuencia del malestar social. Desde el mediodía del 12 de febrero empezó la confrontación entre policías y militares en frente al palacio de gobierno. Sociedad civil reaccionó incendiando sedes de partidos políticos y ministerios. La multitud se movilizó sin necesidad de mucha organización previa y apuntó su furia directamente a los símbolos de la clase política. Como saldo trágico tuvimos más de una treintena de muertos en aquellos dos días.

Estas jornadas desnudan la implementación real de nuevas formas de confrontación social. Había algo que se iba gestando en los cuerpos de la gente y que (re)nació con el nuevo siglo. Desde el 2000 que ya habíamos presenciado verdaderas batallas. Con la agudización de la pobreza y las necesidades se iban produciendo y rescatando saberes imprescindibles para la reproducción de existencia social. La impotencia individual y la necesidad, la rabia ya fluyen en la multitud en momentos de crisis. Y este desenvolvimiento todavía no reconoce sus infinitas posibilidades. Desde la primera batalla en aquel abril del 2000 y con el suceder de cada una nos hemos venido sorprendiendo de las posibilidades de la (auto)organización de las clases subalternas. Desde el 2000 hasta acá ya han pasado muchas cosas pero pocos años. Y en estos pocos años Bolivia ya reconoce en su interior la fuerza para sacar del poder a un mal gobierno si es necesario. En febrero empezamos a sentir, como multitud, la posibilidad de aquello. El 12 – 13 de febrero significó el principio del fin del gobierno de Goni.

Un año después la memoria de aquellos días ya no es sólo homenaje y recuerdo. La memoria de esos días también significa la permanente presencia de nuestra fuerza como colectivo, la posibilidad de cohesión espontánea en tiempos de rebeldía. 12 y 13 de febrero es recordar como aprender y descubrir las cosas que podemos hacer. Porque la gente aprendió a enfrentarse a los cuerpos represivos mientras les lanzaba piedras, devolvía gases y esquivaba balas. La incredulidad en el sistema de partidos políticos que sienten las mayorías desde antes de los noventa recién vino a materializarse, en el 2003, en las quemas a sus sedes. Romper con el mito de que los partidos son un mal necesario, entender que no los necesitamos para que nos representen. Eso se fue asimilando al tiempo en que se lanzaban las computadoras y los muebles a las fogatas. Las imágenes de sedes de partidos políticos y de ministerios vueltos cenizas; de casetas policiales destruidas, de calles llenas de pelea son muchísimo más que “vandalismo” como dicen nuestros operadores políticos regulares. En vez de muestras de barbarie o incivilización son muestras de nuestro crecimiento. Cuando miramos las huellas de aquel febrero no pensamos que fuimos cavernarios; al ver la sede del partido de Goni, aún con las paredes negras, recordamos que fuimos capaces de hacer eso. Por eso la memoria de febrero es volver a sentir que el “bichito diabólico y bárbaro” vive en nuestros cuerpos. Sospecho que nuestros políticos tradicionales no entienden muy bien esto y por eso mantienen sin reparar sus sedes o ministerios; ellos dicen que son monumentos a la barbarie.

Un año después todavía se siente dolor pero hay algo distinto en nosotros. Porque la historia reciente boliviana se está escribiendo a pie, la estamos escribiendo con los pies. Suena incoherente pero es así. Los mineros marcharon a La Paz para exigir la renuncia de Goni y el día que llegaron a La Paz, luego de superar el rígido cerco militar que les pusieron, Goni renunció. Las marchas reprimidas fueron una constante en febrero(con francotiradores) y en octubre. A pie y en la calle es que se logró todo lo que se logró el 2003. La gente produjo esa historia y ahora los relatos de aquellos días corren de boca en boca por todas partes. Fue un logro de la colectividad el haber logrado, en aquel febrero, la derogatoria del impuestazo. Esa victoria es creación común, realización del grupo gigante. Ahí está la diferencia entre recordar una gesta heroica escrita a mano y plasmada en libro oficial de una historia que se hizo con los pies y los cuerpos de la multitud. Febrero es parte de nuestra obra, son pasos que dimos y aprendimos a dar entre todos. Algunas veces se juega fútbol o carreritas de tres piernas (amarrándote un pie con el del otro compañero) y por mucho que te expliquen como hacerlo es en la cancha o pista donde se aprende a avanzar. Primero con mucho miedo a caerse y paso a paso vas entendiendo que sólo trabajando con el compañero se van afirmando los movimientos. Es igual en las calles, la famosa unidad de la izquierda en torno al partido y todas esas charlas que nos daban los científicos del marxismo nunca nos enseñaron a desarrollar sentimiento de colectivo como lo hicieron las movilizaciones. Ese sentimiento lo obtuvo la masa en los peores momentos de necesidad y represión, en la calle y bajo la mira de los francotiradores.

Y ahora un año después todavía se siente esa potencia, como se sintió y desplegó en octubre. La potencia para movilizarnos y caminar juntos escribiendo nuevas historias. Esas jornadas de lucha son permanentes imágenes que develan las cosas que se pueden lograr y mejor aún, son imágenes de todos. Nadie, ningún actor social o partido puede reclamarlas como su patrimonio. Como multitud nosotros tenemos a febrero como algo en común, una presencia que nos une permanentemente.

www.elortiba.org, 12/02/04


Vistazos al conflicto boliviano

Por Boris Iván Miranda, compayronero@gmail.com

La derrota de las prácticas obreristas clásicas del siglo XX en Bolivia en los ochenta no merece mayores descripciones, sobra el silencio y la impotencia que vivimos. Pasan quince años hasta que volvemos a encontrar una movilización masiva y eficiente, hablamos de la Guerra del Agua ¿Cuánto de memoria práctica colectiva puede conservarse en quince años?

La primera es muy difícil de contestar con precisión. En todo caso podemos decir que si encontramos prácticas similares en las barricadas cochabambinas y también en el motín de la policía (GES) en La Paz. Ahora bien, definitivamente el temple no es el mismo que el que tenían los mineros en Cajamarca . Además del temple no era la misma configuración de protagonistas, antes no existía tanta heterogeneidad. Tampoco era la misma convicción y claridad en pos de lograr un objetivo, los sectores que apoyaban al motín del GES en La Paz ignoraban por completo que pasaría al día siguiente . Y así mantenemos ya unos cuantos años de conflicto, digamos, frecuente. En estos años, por supuesto, se han reafirmado convicciones, se ha clarificado el panorama para unos y se ha socializado la problemática también.

Esta variedad de prácticas, que configuran una lucha asimétrica contra el capital, configuran un nuevo tipo de hacer. Pretendo aquí echarle una mirada a esas prácticas. Por el tipo de acercamiento, los campos temáticos mencionados, y espero para facilitar su lectura, me aproximaré a Bolivia con lentes clásicamente marxistas.

Lo anteriormente dicho está presente en casi todos los escenarios donde se han presentado luchas en los últimos años. Las clases subalternas han materializado su rebeldía en acciones, si. Pero lo han hecho con todo el barro humano posible. Acciones llenas de aporías, con muchas dudas y miedos. Sectores históricamente pacíficos emprendían largas caminatas a La Paz o desenvolvían nuevas formas de rebelión en sus tierras. No podemos olvidar que estas prácticas se deben principalmente al impulso de la necesidad. No es mi intención convertir a la necesidad en una virtud, pero debemos reconocer que es un buen estímulo a la creatividad.

Entiendo que esta incertidumbre se mantiene presente dentro de todas las movilizaciones. Engels recordaba; “Hasta en París, las mismas masas proletarias ignoraban en absoluto, incluso después del triunfo, el camino que había que seguir. Y, sin embargo, el movimiento estaba allí, instintivo, espontáneo, incontenible.” Se refería a la situación del proletariado parisino en 1850, cuando la clase obrera empezaba a configurarse como tal. Y al igual que en aquel entonces, estos nuevos protagonismos sociales saltan a la luz pública llenos de dudas y con objetivos muy poco identificados. Es con el tiempo que su accionar se viene tornando más político y van definiendo con mayor precisión sus objetivos. Esta configuración de grupos es eminentemente una configuración de negación. Su política es de negación.

Estas reivindicaciones eran más o menos faltas de claridad y hasta del todo confusas, conforme al grado de desarrollo de los obreros de París en cada ocasión, pero, en último término, se reducían siempre a la eliminación del antagonismo de clase entre capitalistas y obreros. Claro está, nadie sabía cómo se podía conseguir esto. Pero la reivindicación misma, por vaga que fuese la manera de formularla, encerraba ya una amenaza al orden social existente.

En el tema de los hidrocarburos esta situación es mucho más notable yo creo. Aquí es distinto porque no hablamos de una clase determinada, es en realidad un movimiento lleno de diversidad. En los últimos años, en torno a la lucha por los hidrocarburos, se aglutinaron gran parte de las clases subalternas. Este despliegue tiene matices destacables. Al principio, debo confesar, no creí en una determinación fuerte de la masa por el gas. Primero que no eran, ni son, una movilización sectorial. El gas no representa el patrimonio de algún sector, cuando menos no en occidente. Otro factor complicado era la gran cantidad de lenguaje técnico que se utilizaba cuando se hablaba de la venta de los hidrocarburos. Por eso es ilustrador el ejemplo de los hidrocarburos para mostrar la incertidumbre con la que inicialmente los movimientos sociales actuaron y actúan.

Podemos ver esta dubitación en la evolución de las consignas por ejemplo. 2003 tenía una fuerte carga antichilena, la oposición inicial en aquel tiempo era a la exportación de hidrocarburos por un puerto chileno. En aquel tiempo era mucho más débil la voz que exigía nacionalización. El discurso vencedor aún tenía hegemonía y se escuchaban más voces que pedían industrialización, el tema de la propiedad era todavía un tabú. Así se dio la primera gran batalla por el gas, marcada por confusión, instinto, intuición.

El 2005 entiendo que fue distinto. La consigna de la nacionalización ya era una bandera que articulaba a gran mayoría de los sectores movilizados. Lo aprendido en octubre del 2003 era una victoria, en tanto acumulación de saberes prácticos, indudable. El desencantamiento político por el apego a la sustitución constitucional también era notorio. Y eso que aquí tampoco, creo, se sabía a ciencia cierta lo que se pedía. Nacionalizar sin indemnizar no dejaba de ser una consigna algo ambigua. Yo sentía que todos estaban defraudados, engañados y lo que es peor, no sabíamos a ciencia cierta como nos engañaban. Creo que la memoria de dos años atrás y la marca ética que eso deja en los participantes fue un factor de entre tantos que determinaron la rebelión.

Voces

Podemos empezar a hablar de que voces se escucharon en el conflicto justo ahora, justo cuando terminamos de hablar de la acumulación de saberes. Cuando Marx hablaba de la Comuna de Paris retrataba el conflicto entre los blanquistas y de algunos afiliados a la Asociación Internacional de Trabajadores. Bueno, tanto como conflicto no era pero si existía cierta disputa. Lo que aquí me interesa destacar es como el desenvolvimiento de las circunstancias guarda poca fidelidad con lo que pretendían los dirigentes de la Comuna. Trazar una línea comparativa podría resultar forzar algún argumento yo creo. Lo que si me interesaría hacer es como influye la memoria práctica, acumulación de saberes, del colectivo en el devenir de los sucesos. Los blanquistas pretendían constituirse en élite al tomar el poder, sin embargo era claro que en Paris ya no era posible otra revolución que no sea una revolución proletaria. Y esto debido a todo el cúmulo de sucesos en los que el proletariado participaba activamente desde hace ya un siglo atrás.

En Bolivia también tuvieron que cambiar las condiciones por el aprendizaje reciente de los últimos años y la herencia de prácticas que tal vez ya lleven más de medio siglo. Por ejemplo, el 2003 empezaron a verse ollas comunes en El Alto, en el 2005 entiendo que hubo mayor proliferación de esta práctica. Definitivamente los mineros llevan una herencia de prácticas que es visible cada vez que llegan a La Paz. Esto en lo práctico. En lo político no existe mayor muestra de aprendizaje que el rechazo absoluto a la sucesión constitucional y la búsqueda de renovación de todo el aparato estatal. Que se vayan todos es consigna que usaron primero los piqueteros pero que se aplicaba perfectamente al ambiente de esos días.

Exigir nacionalización era también muestra de aprendizaje, de esa marca ética de la que hablaba antes. Esta consigna terminó por imponerse inclusive en grupos donde la dirigencia se oponía inicialmente. El MAS se vio obligado a obedecer a sus bases y exigir nacionalización, aún cuando inicialmente se mostraba reacio a la idea. Dentro de los sectores de El Alto, ningún dirigente habría mantenido su puesto si se hubiese opuesto a la idea. Ellos no bajaron la línea, es la base la que impuso la consigna.

Entiendo la necesidad de mantener una dirigencia. Es necesario delegar responsabilidades y confianza a algún compañero, por más autogestiva y horizontal que sea la organización. Pero miro con otros ojos al dirigente. No creo en que las reivindicaciones obtenidas sean por la brillantez de un dirigente o que las movilizaciones sean por su hábil conducción. Para las masas, y parafraseando a Zemelman, el conocimiento de lo posible es un conocimiento constructor del futuro.

Estado

Un último comentario acerca del Estado como target de todas las demandas sociales. Marx nos dice sobre el Estado: “Al paso que los progresos de la moderna industria desarrollaban, ensanchaban y profundizaban el antagonismo de clase entre el capital y el trabajo, el Poder estatal fue adquiriendo cada vez más el carácter de poder nacional del capital sobre el trabajo, de fuerza pública organizada para la esclavización social, de máquina del despotismo de clase.” Esto es muy importante, los Estados no son los centros de poder. El centro de poder es el capital y es aterritorial, global. Entendemos que la lucha es del capital contra el trabajo, que la contradicción es del modo social de la producción con el modo privado de la apropiación.

Todo el despliegue visto hace unas semanas frenó con la renuncia a la sucesión de Vaca Diez y de Cossio, y yo creo que de verdad ese momento no había de otra. Los sectores ya no podían mantenerse movilizados mucho más tiempo, creo que el paro de El Alto ya no tenía recursos humanos para seguir. Y la verdad yo creo que evitar que vuelvan el MIR y el MNR vuelvan fue una victoria pero que no solamente hay que buscar por ese lado. Creo que el aparato es perfectamente capaz de absorver ese tipo de prácticas, orientadas en su lógica. La lógica “fuera el presidente” es a la que me refiero.

Holloway hace una dicotomía del poder, en poder-hacer y el poder-sobre . Y lo que me interesa es relacionar al poder-hacer con la idea de productores libres asociados o productores directos. El poder-hacer es siempre social: nuestro hacer depende siempre del hacer de otros, en el pasado o en el presente, y nuestro hacer crea normalmente las condiciones del hacer de otros. El poder-hacer refiere al flujo social del hacer. El poder-hacer, también potencia, es recuperar el proceso laboral y eliminar la enajenación. Veo en volcar los esfuerzos por plasmar esta potencia una nueva construcción para el movimiento social actual. Esta construcción no es ajena a las lógicas de los movimientos sociales en Bolivia, de hecho creo que con todas su falencias se ha empezado a construir. Esta construcción, en cambio, si es ajena a las lógicas de cooptación del capital.

www.elortiba.org, 12/05/05


Mi memoria de esos años: Rompiendo pautas de confrontación

Por Boris Miranda,
compayronero@gmail.com

"La historia es objeto de una construcción cuyo lugar no es el tiempo homogéneo y vacío, sino aquel pletórico de tiempo - ahora." Walter Benjamin

Probablemente el título de este trabajo sugiera mucho más de lo que pretende. Y la verdad no me interesa agregarle mayor carga de protagonismo o relevancia a lo que hicimos esos años. Esos años es un periodo que abarca, en mi caso, desde 1999 hasta el 2001 más o menos. Durante esos años participé en grupos compuestos mayoritariamente por jóvenes, grupos y redes de grupos. Primeros gritos de rebeldía, creo que eso era lo nuestro. Ahora voy a tratar de descargar mis memorias de ese lindo tiempo en estas hojas. Esta es mi versión del cuento de esos años, donde yo digo que rompimos nuestras pautas de confrontación.

Existía, obviamente, una acumulación de saberes prácticos hasta ese momento. Y como nosotros éramos debutantes aplicamos toda esa herencia. Sin dudar mucho nosotros mantuvimos aquellos formatos de acción. Ojo, no responsabilizo a ninguna generación anterior por traspasarnos esa carga, si yo hago eso ellos podrían culpar a la precedente y todos pecaríamos de ver las cosas de manera muy estática. En aquel momento habían unas formas de hacer que se habían acumulado, en otro momento se tenía que producir una discontinuidad y así empezamos a hacer de otra manera. Pero para que llegue ese momento cometimos todos los errores que se pueden cometer; probábamos, nos equivocábamos, reíamos, nos puteábamos y volvíamos a empezar. Así era según recuerdo, íbamos descubriendo con muchísimo más instinto que con razón, aunque nosotros tratábamos de que suceda precisamente lo inverso.

Probábamos de todo para descubrirnos. Un día era la calle, ahí realmente entraríamos en acción. Otro día era mejor la formación, prepararnos para el futuro. Luego decidíamos que había que buscar equilibrio entre ambos, entonces nacían las comisiones y complicábamos toda la cosa porque ahí cambiábamos la calle y la formación por las reuniones largas de planificación. Todas nuestras inseguridades se reflejaban en aquellos intentos. Hicimos acciones callejeras, no más de quince buenos tipos que ni siquiera podían interrumpir medio carril del paseo de El Prado y por eso hacían su protesta en la zona peatonal. También pensamos pretenciosos talleres de formación política que empezaban con el Manifiesto de 1848, donde inclusive una vez recuerdo que pedimos a los mayores que nos armaran una escuela de cuadros. De las comisiones mejor no hablar, las comisiones generalmente derivaban en otras comisiones.

Pero estábamos ahí, después de alguna experiencia negativa volvíamos a intentar. Llenos de inseguridades pero convencidos de que en algún momento lo íbamos a lograr. Y es ahora cuando recién voy comprendiendo lo que a mi me pasaba, y lo que probablemente le pasaba a otros que estábamos allí. Porque en aquel momento estábamos convencidos de algo y eso era aparentemente lo que activaba nuestro espíritu combativo. Yo creía en eso de la certeza de la victoria, en que vivíamos sólo una etapa de lucha por un futuro mejor. Confieso que eso fue a lo que más fuerte me aferré. Y no era el único, no a todos les pasaba lo mismo pero estoy seguro que no era el único. Es que esa certeza lo volvía todo más fácil, te quitaba peso de la espalda. Me acuerdo de esa frase vieja, el presente es de lucha, el futuro es nuestro. A esa frase la tomamos como una promesa y no como un aliento. Era algo que venía de la época de nuestros abuelos y que nosotros reproducimos durante un tiempo. Ahora me parece difícil de creer, sentíamos que lo estábamos haciendo bien gracias a eso. Pero no estábamos ahí gracias a eso, y esto es lo que recién entiendo ahora. Estábamos ahí por algo que no entendíamos, o que negábamos. Negábamos porque la pasión estaba más desprestigiada que la historia. Porque por esos días sonaba mejor decir que uno está presente por un llamado de la historia que por un impulso apasionado. Y ese impulso sobraba en aquel tiempo, impulso que en cierto momento desprecié y que ahora quisiera recuperar.

Entre esas contradicciones de desenvolvía nuestra militancia. Porque eso era, militancia, aunque la palabra pertenezca al glosario de los términos de un trasnochado. En el marco de esas contradicciones es que pasamos por ratos feos, cuando tratábamos de forzar el compromiso por ejemplo. Forzando el compromiso es que a ratos esa militancia se volvía en un oficio, en el mal sentido de la palabra. Nos presionábamos para lograr ese “compromiso” y nos amargábamos la existencia entre todos. Me acuerdo que por esos días hasta dejé de jugar fútbol, y al fútbol, como a la militancia, le debo lo que entiendo por solidaridad, compañerismo y horizontalidad. En cambio cuando nos movíamos por convicción todo era distinto. Ahí es cuando gozábamos las acciones colectivas, cuando mejor nos salían las cosas. Cuando era de oficio al final no teníamos ganas ni de tomar un vino.

El 2001 era un año importante, significativo. En el 2001 se cumplían los treinta años del golpe de estado de Hugo Banzer, uno de los personajes a los que más satanizábamos. En aquel año ya existían grupos consolidados y coincidimos varios jóvenes de procedencias diversas. Era un compromiso ineludible, algo se tenía que planificar para ese 21 de agosto y tenía que ser grande. La planificación y el despliegue de actividades tenían que hacerse con meses de anticipación. Las dictaduras siempre tuvieron una carga simbólica enorme para nosotros, fechas como 21 de agosto, 17 de julio, 11 de septiembre o 24 de marzo eran parte de nuestro calendario cotidiano. Y otra vez aparecía esa idea del llamado de la historia entre nosotros.

Claro que durante ese periodo no se hicieron cosas por oficio, todos estábamos convencidos de lo importante del acontecimiento y participábamos activa y alegremente de las actividades. Muchas cosas se combinaban en aquel momento. Teníamos que ajustar cuentas con una parte de la historia. Éramos dos generaciones que se unían en repudio a un momento y a una persona. Y la verdad es que creo que me jodía más el hecho de que Banzer sea presidente en esos momentos que el horror de unos años que no viví. Entonces me sentía confrontado con el presidente actual, dictador y todo lo demás pero lo más importante es que era un sujeto del tiempo que corría. Y yo siempre estuve en esa clase de cosas pensando en buscar construir una nueva sociedad, entonces para lograr ese futuro tenía que pelearme con el representante de ese presente. Porque si Banzer se moría antes del 21 de agosto del 2001 yo creo que habría estado algo decepcionado, con el enemigo caído antes del día que le íbamos a dar el gran golpe. Me acuerdo bien que por eso no me agrado del todo la idea de que ceda el poder ese 6 de agosto.

Creo que ya antes de ese 2001, y no lo sabíamos en ese entonces, nosotros ya vivíamos ese ansiado futuro. Porque fue un tiempo en el que dejamos de orientar nuestros esfuerzos en buscar un futuro, el presente era un momento que disfrutábamos. Con la razón, a la que tratábamos de seguir, vivíamos el tiempo mesiánico, el calendario del futuro. Calculábamos la distancia del paraíso en términos de la acumulación de condiciones para su llegada. Con el instinto en cambio se vivía el futuro en el presente, el tiempo del aquí y ahora. Porque éramos lo que queríamos ser, el proyecto llevado a cabo en muy pequeña escala. La famosa nueva sociedad se dejaba ver entre nosotros, sus hábitos, valores, errores. Instintivamente construíamos eso que queríamos y yo ni me lo imaginaba, yo estaba en otra, supuestamente luchando contra un tipo, pensando que ese era el camino. La convicción, la pasión lograron esa configuración, una experiencia invaluable de aquel momento.

Y también se acabó. En mi caso abruptamente porque me surgió un viaje muy largo por esos días. Pero ya antes de eso sentía que la retirada estaba cerca. Y no creo que fue un error dejar que muera ese grupo. Alcanzamos un momento cumbre donde, fuera de la trascendencia del acontecimiento, logramos eso que explicaba en el párrafo de arriba. Nuestro medio era nuestro fin. El aprendizaje de esos días es lo que he tratado de explicar aquí, los años de esa militancia me cambiaron definitivamente. Luego de vivir esa experiencia sentí que ya no había necesidad de transformar al grupo en un referente de la sociedad, algo que muchos deseábamos en cierto momento. También el famoso llamado de la historia ya había perdido su contenido, sonaba vacío. Seguía, sigo, lleno de inseguridades pero en definitiva ya veía las cosas de otra manera.

Y también llegó octubre del 2003. Yo ya estaba lejos de cualquier clase de organización salvo mi particular cofradía. Y ante los acontecimientos de ese mes varios coincidimos en la calle, pero ya lejos de pretender organizarnos pasamos a la acción directa. Otra vez nuestro medio era nuestro fin, porque esa vez construimos junto a un grupo infinitamente más grande. Éramos parte de las movilizaciones, cada cual desde donde pudo. En octubre del 2003 no teníamos necesidad de asistir como grupo constituido, en el sentido estricto de la palabra. Eso era muy distinto a lo que habríamos hecho años antes. Otra vez se vislumbraba la nueva sociedad en la lucha, pero esta vez con todos los sectores que se habían movilizado. Por eso ya no sentimos la necesidad de estructurar una organización como tal, y lo mismo pasó el 2005.

Eso fue lo que hicimos. Por eso aclaraba al principio que no tenía la intención de darle más protagonismo a lo que hicimos. Porque como nosotros rompimos nuestras pautas de confrontación desde la experiencia de esos años lo hicieron muchos otros grupos, a su manera. Eso lo comprobamos el 2003, cuando nos encontrábamos en la calle.

Eso es todo. Solo queda decir que haber dejado de participar en esa clase de grupos no significa haber renunciado, gracias a lo vivido es que ahora entiendo esos esfuerzos desde otro ángulo. Y también me resta pedirle disculpas a los que compartieron conmigo esos años y que se puedan sentir estafados u ofendidos por estos recuerdos míos.

La Paz, noviembre del 2006

www.elortiba.org, 13/11/06
 

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