LA RADIO QUE YO VIVÍ

Por Roberto Di Chiara

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LECTURA RECOMENDADA
Diego Acosta - la radio: De los pañales a los pantalones largos
 

Roberto Di Chiara es periodista desde 1952. Se desempeñó en la redacción del diario "Clarín" y fue fundador de "Clarín Revista"; de la Asociación de Periodistas y de A.P.T.R.A. Trabajó en numerosas radios nacionales y fue redactor de"Sucesos Argentinos". En la actualidad se encuentra a cargo del área de material fílmico de "Telenoche" y TN, de Canal 13. Se desempeña como docente de la cátedra de Memoria Audiovisual de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNLZ.
En éste, su segundo libro, nos muestra la parte menos conocida de su archivo, famoso por atesorar varios millones de horas de cine y televisión: los 34.000 programas de radio, grabados entre 1937 y 1975.

Ediciones de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
Colección Educación y Cultura Popular – Libros, 1.

A mi vieja, Isabel Zurano. A todos los que día a día escriben la historia de la radio.

"Renegar, suplicar, llorar, patalear, putear... para que no se perdiera un pedacito de grabación radial..." R. D. Ch.

Presentación

Memorias del mayor archivo sonoro del país.

Obras son amores, podría decir en primer término después de leer "La radio que yo viví" de Roberto Di Chiara, por-que estas páginas son la historia, o mejor dicho, una parte de la historia de un "berretín", de una vida entera dedicada a una pasión: nada menos que la de guardar, conservar, poseer el mayor archivo sonoro del país. Dejar constancia de este tesoro ya justificaría sobradamente estas páginas, pero en estas memorias hay mucho más, hay algo invalorable: la vocación es amor, y este idilio se mantiene intacto y se trasunta en cada línea, se traduce en todo lo escrito.
Dice el autor: "Alguno creerá que mi archivo guarda películas, recortes, afiches y grabaciones. Puede ser. Yo pienso que viví rescatando personas. Y que las grabaciones de Troilo y Gardel y las películas del maestro Enrique Muiño cada día son mejores porque de noche, en los estantes, se quedan ensayando."
Y esto se puede aplicar a su libro. Di Chiara es un archivista de carrera, su oficio es el catálogo, pero sus papeles, sus imágenes o sus sonidos están vivos. Sus recuerdos se imponen porque, como la misma palabra lo dice, salen de su corazón; y sus memorias nos llegan agigantadas, acompañadas de una ternura, de un respetuoso cariño por lo que ya es pasado, para siempre presente, vivo, "intacto", gracias a su profundo y vital conocimiento.
Y éste es el segundo aspecto del libro que quiero destacar. El archivo de Roberto Di Chiara guarda 34.000 programas de radio emitidos desde 1937 a 1975 (que vienen siendo catalogados y ordenados con la ayuda de sus hijos Daniel, Luis y Mariana); y, ya lo hemos entrevisto en la cita del autor, es también el más importante archivo de cine y televisión que posee nuestro país. Pero más allá de la maratónica empresa que supone el acopio de este material, este archivo nos garantiza que está vivo y presente nuestro mundo de ayer; estas memorias guardan celosamente nuestra memoria.
La palabra Patria deriva de la palabra Padre, y nos envuelve nada menos que en la protectora idea de Familia, o Raíz, o Identidad, o Memoria. Y estas páginas la nutren, la consolidan. Si queremos pensar en un mañana promisorio, tenemos forzosamente que regresar a nuestras raíces, conocer a quienes nos han precedido, en este caso, en la historia de nuestros medios de comunicación, volver a escuchar a los hacedores de nuestros lenguajes.
"Sólo lo que ha sido raíz, tendrá mañana", dice un poeta español llamado Luis Rosales, en un verso que ya he recordado en otras páginas. Y repito lo que ya he dicho: debemos entre to-dos deshacer una larga historia de Exilio, de Desencuentro, de Olvido. Y para ayudarnos están los memoriosos, los que tienen vivas o encarnadas las raíces, nutridos desde la savia más sabia y genuina. Familiar. Sólo así, avistaremos nuestro Futuro.
Toda la familia Di Chiara colabora y está comprometida en esta empresa de no olvidar: "Mientras viva mi familia— dice el autor a los queridos habitantes de su mundo— pueden estar tranquilos". Roberto Di Chiara confía en su familia, y esto está muy bien. Pero aunque su ambición parece modesta, o su expectativa nula, sabe que la empresa a acometer es aún más grande pero no imposible: si no, no hubiera escrito este libro.
Este libro está escrito con esperanza, que es la raíz de la palabra esperar: con la ilusión de que todos conozcamos, o reconozcamos, este pasado que nos pertenece. La empresa de todos es no olvidar, y esto es sinónimo de Patria: una gran Familia cuidadosa de sus mejores horas, vivas en el presente para saber trazar las del futuro.
Nos compete a todos nosotros, con la Universidad instalada en el seno de la sociedad como protectora e irradiadora de la cultura más genuina, garantizar la larga vida de estas memorias. Ojalá, en los claustros y fuera de ellos, como ciudadanos, podamos hacer realidad este proyecto.
La Universidad Nacional de Lomas de Zamora se prestigia en inaugurar con "La radio que yo viví" de Roberto Di Chiara, docente de la Facultad de Ciencias Sociales, la serie de Libros de Educación y Cultura Popular, un ambicioso proyecto afín a uno de sus objetivos académicos prioritarios: introducir la denominada "cultura popular" en los claustros universitarios para afianzar la identidad argentina sin exclusiones, sin falsos distingos.

Irma Emiliozzi
Docente Ordinario -Director de Investigación. Facultad de Ciencias Sociales – UNLZ


Palabras al lector

 

Tantas horas dedicadas a nuestro inventario fílmico, del que ya empecé a dejar testimonio en mi anterior libro, "El cine mudo argentino", nos obligó a dejar un poco olvidadas las viejas grabaciones radiales que con tanto cariño guardamos durante años, registradas en conos para fonógrafo, discos de acetato, alambres y cintas abiertas. Los 34.000 programas se completan con registros de grabaciones musicales inéditas de grandes artistas argentinos y publicaciones y fotos de época que nos permiten bucear mejor entre los datos.
Mis tres hijos, Daniel, Luis y Mariana, me ayudan con este berretín; de lo contrario, sería imposible para mí, que soy de cuando los muchachos no usaban gomina ni computadora, llevar adelante todo esto.
Advierto al desprevenido lector que estas líneas no son ni remotamente una historia integral de la radio, sólo contienen el material conocido de mi archivo y lo que me fue contado por los protagonistas directos. Gracias entonces a Ben Molar, Délfor, Roberto González Rivero (Riverito), Jorge Palacios, Peregrino Salcedo, Mario Gihone, Jorge Debiase, Luis Mino, Horacio Calegari, Ramona Galarza, Fernando López y Héctor Masselli. Con algunos de ellos mantuve un maravilloso diálogo hasta sus últimos días.
Y al final, pero no a lo último, gracias a usted, querido lector.

Capítulo I

La Radiocomicidad

"Lo que dice una persona puede ser muy importante, pero si no resulta entretenido no encontrará quien lo escuche. En cambio, con humor se pueden decir cosas que llegan a calar muy hondo". Héctor Larrea. Revista La Maga. "Homenaje a la radio", Buenos Aires, septiembre de 1993.

Los especialistas coinciden en señalar los inicios de la "época de oro" del humor radial a comienzos de los 40; pero para ser justos comenzaremos recordando a los precursores.
Apenas despuntada la actividad radial ya teníamos "sketches" donde alternaban desconocidos con estrellas de la canción, como Rosita Quiroga. Obligados a permanecer largas horas en la emisora, ya que las entradas musicales eran en vivo, quizás buscaban divertirse un poco, además de entretener al oyente. Sin libretos, llevando adelante una radio donde todos trabajaban de pie y en un par de habitaciones, compartían el almuerzo preguntándose sobre el futuro: ¿serían efectivos los anuncios radiales?; ¿jLos músicos en la "broadcasting" matarían la industria discográfica?
Con idéntica ternura con que observo aquellos tiempos mirarán mis nietos mis cuestiones sobre el cable y la Internet, que su generación contestará con creces.

"Los Bohemios"

A poco de iniciada la "década infame" aparece el grupo cómico "Los Bohemios", liderados por Mario Pugliese, "Cariño". Eran una especie de "Les Luthiers", pues sus integrantes, antes que actores, fueron músicos. Entre imitaciones, caricaturas musicales y chistes sueltos se destacaba nítidamente Carlos Crespo, un tenor de voz limpia y dicción impecable. Reinaron en LOY Radio Nacional con el elenco original hasta 1937. En el 38 "Cariño" pasa a Radio Prieto, ubicada en la calle Bolívar, de San Telmo. Llamó al programa "Revista Bohemia", y en el intento de buscar una nueva formación para "Los Bohemios" encontró valores como Zelmar Gueñol, Guillermo Rico y Carlos Acuña. Este último era dueño de una más que sólida cultura, avalada por los títulos de profesor de inglés y licenciado en filosofía y letras expedidos a nombre de Carlos Di Loreto, tal su verdadero nombre. Además de su trabajo como imitador de artistas, alternaba el humor con apariciones como cantor "serio" en Estación Rivadavia, secundado por Canattaro y Pedretti.

La Década del 40

Entrevista con Delfor Dicásolo (2005)

"Tirarse contra Perón era como tirarse contra Boca"

Al creador de La Revista Dislocada, hito radial de la década del ’50, se le atribuye la "invención" de la palabra "gorila". Hoy, a los 84 años, Délfor cuenta anécdotas de su carrera y de la relación del humor con la política.

"El ingenio es lo que trae la gracia. Hacer reír con groserías es muy fácil", dice Délfor.

Por Cristian Vitale

En el verano de 1955, medio año antes del derrocamiento del gobierno peronista, un grupo de servicios opositor al entonces presidente Juan Perón debía identificarse con otro a través de mensajes cifrados, con el objeto de evitar que se descubriera el fin golpista. Y no tuvieron mejor idea que recurrir a la palabra gorila, sin tener la menor idea del estigma que iba a recaer sobre ellos luego del golpe militar. La historia fue más o menos así: uno de los cuadros antiperonistas estaba escuchando La Revista Dislocada por Radio Splendid y sugirió el apodo como táctica identificatoria. Délfor Dicásolo la usaba mucho en sus tiras radiales diarias, por la popularidad que la palabra había adquirido en Marabunta, uno de los espectáculos más taquilleros de la época, que el mismo cómico había presentado en un teatro de la calle Corrientes. En uno de los sketches más graciosos de la obra, un científico alcoholizado lideraba una expedición en busca de un cementerio de gorilas. Y en el camino, cada vez que escuchaba un ruido, el investigador, con varias copas de más, repetía "deben ser los gorilas, deben ser". La frase se transformó por entonces en un dicho enormemente popular: no sólo provocó la aparición de una canción (Deben ser los gorilas) que vendió 60 mil copias en una semana, sino que dejó grabada una de las palabras con más peso simbólico de la historia política argentina. "Nunca fui peronista –sorprende Délfor, a casi cincuenta años de su ‘invención’–. Sí conocí mucho a Evita... ella tenía una personalidad enorme. En Trabajo y Previsión andaba a las puteadas... les decía a los trabajadores ‘ustedes son boludos, salgan a la calle y ármenle escándalo a Perón... júntense’. También fui la única voz no oficial que salió por la radio del Estado cuando se conmemoraron los 100 años de la muerte de San Martín, en 1950. Aquella vez, Perón me premió por patriota, pero yo nunca fui peronista. Nunca me metí."
Délfor Dicásolo tiene hoy 84 años. Hace ocho meses que dejó de fumar, pero acepta dos cigarros. "No trague el humo", le aconsejan desde una mesa lindera del bar elegido para el encuentro. El asiente. Aún peina esos bigotes llanos que lo acompañan desde la dorada época de La Dislocada y conserva una memoria lúcida. Una instantánea clavada en cualquier día de los cincuenta revelaría lo que significó aquella tira para la cultura de masas en Argentina..., además de ser el promotor de la palabra gorila, también fue quien definió a Isaac Rojas como la hormiga negra. "Nuestro humor era clásico, ni viejo ni nuevo. Nos adelantábamos a todos los efectos", asevera. Délfor fue además un gran descubridor de cómicos y también uno de los pocos amigos de Eva Duarte –tenía su teléfono, revela todavía deslumbrado–. La conoció mucho antes de que pasara a ser la Evita del pueblo. "La película que hizo Oliver Stone es poco seria. Aparece Magaldi cantando en 1943, cuando él había muerto cinco años antes..., de ahí inventan el romance entre ambos. Todo mentira", opina con un acento italiano que lo torna más gracioso.
–¿Qué hace hoy, Délfor?
–Luego de vivir mucho tiempo en el exterior, después que me prohibió Lanusse en 1973, volví al país y reviví por un tiempo La Dislocada en Radio Nacional. Pero no me trataron bien y me fui. Ahora estoy por integrarme a otra emisora, pero no quiero dar detalles.
Délfor también trabaja en Argentores con el objeto de "aconsejar nuevos valores, pero se entiende mejor con su pasado: nacido en Chivilcoy a comienzos de la década del ’20, quedó huérfano a los 18 y se ganó la vida como caricaturista hasta que llegó a Buenos Aires. "Les llevaba caricaturas a los músicos para que me las firmaran, hasta que una vez vino Magaldi –recuerda– y me invitó a Buenos Aires." El padrinazgo se quebró por la muerte del cantor de El Penado 14 y Délfor debió hacerse solo. Debutó en Tangos y Boleros, una tira diaria en Radio Argentina con Elías Mussimessi, que alternaba entre el chamamé y el arco de Boca. "Estaba tododado para arrancar con La Revista..., pero nos frenó la falta de publicidad. Yo había conseguido un auspiciante de calzoncillos, una palabra que se podía escribir –salía en la contratapa de la El Gráfico–, pero no se podía decir por radio. Tuvimos que buscar un experto en anatomía para que le diera una vuelta y le bajara el tono guarango que tenía entonces. Así firmamos contrato." Una vez envuelto el paquete, se largó la Dislocada. "La Revista... era comparable con lo que dicen hoy Pergolini o Tinelli. Era todo novedad. Le pusimos hormiga negra a Rojas..., menos a Perón tocábamos a todos", evoca Dicásolo.
–¿Por qué no a Perón?
–Nunca se me cruzó. Tirarse contra Perón era como tirarse contra Boca.
Tras salvarse de quedar pegado en la lista negra que elaboró la revolución libertadora, Délfor comenzó a vivir las mieles del éxito a partir de 1956. "Hacíamos Teledisloque, que era una parodia de los periodistas. Estaba Tristán, que decía "llamando el puesto móvil desde Tortuguitas...", evoca.
–Después La Revista... pasó a la televisión..., ¿cómo fue ese trance?
–Previo paso por el 7 en 1959, pasamos al 13. Convivieron ambos ciclos... en radio, creando personajes, y en TV poniendo la carita.
–¿Le costó adaptarse?
–A mí no. Pero había que rediseñar todo. Hacíamos sketches, parodias de películas y series de TV como La patrulla del camino, Tarzán o La ciudad desnuda. Yo no sé qué pasó con los videos. Es un misterio. Estaban Calígula, Balá, Porcel, Schifrin y Alberto Locatti, un imitador fuera de serie. Creo que los Les Luthiers nos copiaron todo.
–¿Por qué lo prohibió Lanusse?
–Este es otro misterio. Un día llego al estudio y me dicen "no hay más espacio para usted, se vendió". Insólito. Hacía 24 años que estaba en la radio y nunca me había pasado algo así. No me dieron ninguna explicación, pero supongo que fue por el tema de la palabra "gorila", que tanto revuelo había causado en el país como icono de la resistencia peronista. Ni siquiera me podía ir del país, porque me negaban el pasaporte. Recién me lo dieron en 1978. Y me fui a Perú.
–¿Por qué se describe como un militante del humor sano?
–El ingenio es lo que trae la gracia. Hacer reír con groserías es muy fácil. Venden a la madre si es posible, pero eso no es humor. Si yo fuera hijo del ministro de Cultura me voy del país. Alfonsín, a quien yo voté, fue el culpable de todo. Quiero que me cuente qué hizo con la Ley de Radiodifusión, cuando nombró 60 tipos que todavía deben estar cobrando para estudiar la nueva ley. Pasaron 20 años y no hay ley.
–¿Y el Comfer?
–Es una risa. Hay cosas que no se pueden decir ni en TV ni en radio.
–Pero las "malas" palabras bien aplicadas no quedan mal...
–Mire, el bebé empieza con el bababab, después papapa y después... lalala pupupu. Así se empieza, vio. Hoy se escuchan asquerosidades en la tele..., una cosa es la picardía y otra la grosería.
Fuente: Página/12

La mayoría de las estrellas que marcaron este decenio ya venían sonando desde los años 30. Me refiero a Niní Marshall, Tomás Simari, Pepe Iglesias "El Zorro", Segundo Pomar y el gigantesco Augusto Codecá. En 1942 Radio Belgrano pone al aire "La Caravana del Buen Humor" (al finalizar el contrato con cigarrillos "Caravana" pasó a llamarse "La Cruzada del Buen Humor"). De aquí surgen "Los Cinco Grandes del Buen Humor": Guillermo Rico, Zelmar Gueñol, Rafael Carret, Jorge Luz y Juan Carlos Cambón. Al separarse de "La Cruzada...", los Cinco debutan en Radio Belgrano llevando consigo al anterior libretista, Máximo Aguirre. Con los años, "La Cruzada..." llevó a su lado gente que venía del humor gráfico y el programa declinó hasta abandonar el aire.
Así iniciaron los Cinco Grandes una carrera signada por el éxito radial y sobre todo cinematográfico, que les permitió rodar varias películas hasta la desaparición de Juan Carlos Cambón; es probable que el exceso de trabajo haya contribuido a deteriorar su salud.
En mi archivo cuento con más de mil grabaciones en conos de cera que registran esta época de la radio, cuando el dial comenzó a ser una fiesta. Cada elenco tenía como mínimo un có-mico estable. "La matinee de Juan Manuel", que iba de 14 a 17 horas y fue pionera de lo que luego se llamaría "programa ómnibus", contaba con Eduardo Alvarez, uno de los primeros imitadores. Este cedió su lugar al duo Buono-Striano, donde el primero ejecutaba el piano y el acordeón de ocho bajos (la "verdulera") y ambos la guitarra. Eran maestros en el duelo de "cachadas", el pie con posterior remate y las parodias de canciones populares. El elenco en pleno de Juan Manuel Andrich disfrutó de exitosas giras por salas del interior, donde el público agotaba las entradas a horas tempranas. Buono-Striano hicieron aparte varias giras, en las que Chile y Perú conocieron su humor. Más de una vez probaron suerte por separado, pero esta sólo les sonrió viéndolos juntos, de ahí que hubo más de un reencuentro. El corte definitivo lo dió la prematura muerte de Rafael Buono.
Salvador Striano lo sobrevivió en mucho, la muerte lo alcanzó hace pocos años, cuando contaba ochenta y tantos.
Otro suceso de aquellos tiempos fue "Gran Pensión El Campeonato", presentada por Tito Martínez Delbox en los "Domingos Extraordinarios de Jabón Federal" del año 39. Antonia Volpe, figura de nuestro teatro, interpretaba a "Doña Asociación"; (la AFA), Felix Mutarelli fue "Pedrín el fainero"(Boca Juniors), Zelmar Gueñol era "El Académico García" (Racing),Roberto Fugazot fue "Don Lorenzo" y Tino Tori "Bernabé, el millonario". Los libretos en verso estaban a cargo de un empleado de la casa de cambio "Piano llamado Enrique Dátilo Giacchino. Fecha a fecha del torneo los personajes luchaban por la mano de la hija de Doña Asociación: según mis grabaciones la primera desposada fue la actriz Elda Dessel, pero luego la intérprete cambiaba año a año.

La audiencia lograda superó las pretensiones iniciales del creador y de los anunciantes. En el mismo horario los oyentes de la época podían escuchar una joyita radial: las charlas de Don Alberto Vacarezza, autor del sainete "El Conventillo de la Paloma". Allí pudo desplegar su sentido del humor y la agudeza que ya había volcado en sainetes y libros cinematográficos. La voz profunda, vibrante y apasionada soltaba anécdotas e historias que su cultura le permitía recrear. Cierta vez, basándose en el relate "El gesto de la muerte" del Francés Jean Cocteau, improvisó este cuento criollo: el gaucho Juan se jactaba de haber gambeteado a la muerte en varias oportunidades . "Ya me le escapé más de diez veces", aseguraba. Cierto día en que Juan trabajaba en un campo por el lado de Chivilcoy, se le presentó el boyerito de la chacra jadeando y al galope." Juan, como a legua de acá se viene a buscarte la muerte con su guadana", le contó. "Me va a agarrar si es bruja", se rió el peón, y agregó gritando desde su caballo: "ya mismo me voy para Los Toldos". Luego se perdió en la polvareda.
Cuando llegó la muerte portando su guadana, se dió este diálogo con los gauchos, que no podían ocultar su risa: —¿Usté es la muerte, no?
—Así es.
—Pucha que se la ve cansada... ¿corrió mucho a alguien, doña?
—Cansada no, estoy confundida. Lo tengo que agarrar a Juan esta noche en Los Toldos y me lo acabo de cruzar acá nomás, en Chivilcoy...
Salido de un sainete de Vacarezza parecía un personaje que se presentó en la audición de radio El Mundo allá por el 39. Se llamaba Alí Salem de Baraja, y en sus diálogos con el actor Mario Baroffio personificaba a un "turco", como se llama por extensión a toda la comunidad árabe. Abundaban los equívocos idiomáticos y el acento de mercachifle ambulante, pero atención: fieles al espíritu de "El Mundo", Alí vestía frac y su partenaire smoking.
"Potasere que sí, potasere que no". Con esta muletilla se hizo famoso en Radio Belgrano el cómico Tino Tori. No le costó mucho lograr el acento cocoliche; sólo tuvo que imitar la media lengua de sus padres. Los libretos eran de Manuel A. Meaños, quien seguía alternando la radio con el teatro.

No faltaban los capaces, como Augusto Codecá, de poner al aire varios personajes en la misma audición. Eso no era todo. El Chino Pacheco, por ejemplo, y Don Belindo Retamales, el comisario, eran capaces de conversar entre sí compartiendo la garganta privilegiada de Codecá.
Otro que animá el final de los 30 fue Fernando Ochoa y su Don Bildigerno, un gaucho de voz finita sobre quien volveré más adelante.
Como remate de todo aquello, comenzaba su carrera Niní Marshall, la Gran Niní. No podía imaginarse que la esperaban once años de forzado silencio. Funcionarios de la revolución del 43 juzgaron que su lenguaje no era el apropiado y le enviaron una advertencia. Niní respondió al aire diciendo "Hasta el lunes... si nos dejan...". A partir de entonces la presionaron hasta el despido.
A Pedro Quartucci le costó caro su estilo bromista. En vísperas del 17 de octubre colgó en la puerta del Círculo Militar un cartel con la leyenda "Se alquila", y participó de las manifes-taciones junto a quienes pedían la renuncia de los militares y la entrega del gobierno a la Suprema Corte. En poco tiempo debió abandonar en parte la actividad artística, de no ser así hubiera permanecido en el elenco radial de lo que luego fue "El Relámpago", un exitazo de los 40.
El 43 marcó también el inicio del silencio para Roberto Gil. Hasta ese año había llegado a dirigir la compañía radioteatral en que actuaba Eva Duarte. Este maravilloso observador volvió recién en el 55, con una galería de personajes que desfilaron por su "Calle Corrientes". En esas tardes de los sábados por Splendid nació una frase que hoy perdura: "La calle que nunca duerme". Son cosas y dichos que van quedando, hasta que nos olvidamos de su origen. Como aquella vez que buscando una calle en un pueblo de provincia me dijeron: "es por el lado de Los Tarzanitos". El pibito que me sirvió de guía ni sospecharía que alguna vez existió el "Tarzán" de Cesar Llanos y Oscar Rovito, "Tarzanito". Por todo el país surgieron clubes de Tarzanitos, una iniciativa del programa. Eran los tiempos en que Tantor, el elefante, "ugía", según decía el mismísimo Tarzán.

En aquel pueblo, en los 80, todavía quedaba un recuerdo.
Fue por los 40 cuando hizo su aparición el inagotable Arthur García Nuñez, 'Wimpi". ¿Cómo puedo definir a quien escribió ensayos como "Función política, social y cultural de la rata', libreteó en radio la mejor época de Pepe Iglesias y creó "La craneoteca de los genios"?. En él uno adivina la venida de tipos como Dolina o Luis Landriscina. "Tipos", sí, porque así llamaba Wimpi a los protagonistas de las historias que destilaba su finísimo sentido de la observación. Junto al uruguayo Ubaldo Martínez, compatriota suyo, escribió "Ubalvino", personaje que se erigió en uno de los pilares nocturnos de Splendid junto al "Nato Desiderio", escrito por Manuel A. Meanos e interpretado por Mario Fortuna. Aún hoy se recuerda la frase del Nato: "garra lo libro, que no muerden". Nelly Láinez era "Leoporda", su eterna noviecita, siempre celosa de "Crotirde", damita de la sociedad y conquista imposible del Nato, ávido de ascender en la escala social. Desiderio era, en realidad, la caricatura de un porteño chanta de los 40.

Hace unos meses, en el ISER de Capital Federal, vi algo que me hizo recordar aquellos años. Era una placa que decía "Estudio Jaime Font Saravia". Pocos tuvieron su simpatía, que unió a una capacidad técnica notable. Estas virtudes lo llevaron a animar "El Relámpago", que transcurría en la redacción de un periódico. Los libretos eran de Coronato Paz, y la experiencia de Font Saravia acompañó a un elenco que puso de moda a Tincho Zabala y Guido Gorgatti.
"Cuando un programa de radio pasa a la televisión pierde la magia", decía Dolina hace unos años. Esto lo supo un elenco que también tenía libretos de Coronato. Estoy hablando de "Felipe", que arrasaba con la audiencia en las noches de Radio El Mundo. Salvo Sandrini, las demás caras eran desconocidas para la gente, que se había forjado una imagen propia de cada personaje. La diferencia entre lo oído y lo visto se hizo sentir en los niveles de audiencia televisivos. Ese es un riesgo que no corren los multimedios actuales, que promueven la imagen de los protagonistas radiales o, menos riesgoso aún, hacen el pasaje de la televisión a la radio con éxito seguro.

Yo viví esos años de comienzos de la TV, cuando surgieron nuevas preguntas para la gente de radio. No crean ustedes que son algo nuevo esos personajes que profetizan la muerte del libro a manos de la computadora o el fin de la historia y otras yerbas.
A veces pienso que no sólo lo anuncian sino que también lo desean. Ya lo decía Wimpi: "Antes el tipo escribía con una pluma de ganso, y le salía La Divina Comedia. Hoy que escribe a máquina, es más normal que le salga una gansada".
En algún momento tuve la suerte de compartir mesas de café con memoriosos como León Bouché, quien fue durante 40 años director de "El Hogar"; también con el escritor y periodista Eros Nicola Siri, con Augusto Alvarez y los hermanos Olveira. Ellos me contaban que en los 30, con la llegada del cine sonoro, desapareció en forma fulminante toda la producción muda argentina. Esto se agravó con el incendio de los archivos de los pioneros Mario Gallo y Federico Valle y el de la empresa Sudamericana. La mayoría de las copias desaparecieron o fueron mutiladas por el fuego. Así fue como me inicié en la tarea de salvar los testimonios de la época silente argentina y luego del mundo. Después vi que las copias de televisión, únicas, también se tiraban a la basura. También comencé a comprar los rollos de material televisivo, que hoy llegan a 180.000. No me costó mucho imaginar lo que ocurriría con las grabaciones radiales.

Me acerqué a las radios, donde vi como las cosas se regrababan, se pudrían o se tiraban. Hablé con operadores y empleados, y también con particulares que conservaban grabaciones. Compré cilindros de cera, discos de acetato de 90 r.p.m., cintas de papel, grabaciones en alambre y cintas magnetofónicas. Y no dudé en dar vuelta un tacho de basura, como un linyera, si sabía que adentro había una grabación.
Gracias a ese trabajo, conservo la mayoría de lo que evoco en estas líneas, y también la radio de los 60, con sus móviles y especiales en vivo. Aún hoy sigo descubriendo cosas: hace días encontré material que relata el golpe del 55 minuto a minuto, a través de los noticieros de época. De los tiempos en que no se podía sufragar, guardo material de los actos de APTRA en que se votaba en voz alta la elección de los premios "Martín Fierro", pequeña isla democrática donde yo era un miembro más.
Alguno creerá que mi archivo guarda películas, recortes, afiches y grabaciones. Puede ser. Yo pienso que viví rescatando personas. Y que las grabaciones de Troilo y Gardel y las películas del maestro Enrique Muiño cada día son mejores porque de noche, en los estantes, se quedan ensayando. Mientras viva mi familia, ellos pueden estar tranquilos.

Podría decir que el período sonoro de mi archivo lo inaugura el mismo personaje. De 1931 es un mensaje radial dirigido al país por Lisandro De La Torre, y del mismo año "Por una Argentina grande, civilizada y justa", documental en largometraje del injustamente olvidado Federico Valle. Esta película, que cuenta con imágenes de De La Torre, Mario Bravo, Repetto y otros, da comienzo al período sonoro "movietone" en el país, dos años antes del estreno de "Tango".

El grueso del material radial que conservo data de 1937 en adelante, la época de las publicidades cantadas por Libertad Lamarque. Luego los que ya mencioné, como Codecá, Sandrini, Niní, Los Cinco Grandes, además de "El Glostora Tango Club", "El Amigo Invisible" y tantos otros, hasta bien entrada la década del 70.
El principle del fin de la época de oro radial lo marcó la llegada de la televisión. Algunos, como Juan Carlos Mareco, pudieron pasar de un medio al otro según su antojo, en el caso del showman de Carmelo a fuerza de talento y carisma. Otros, como Délfor, prolongaron la era dorada radial.
1951 dio inicio a "La Revista Dislocada", el suceso más grande de aquellos años. El elenco contó con Nelly Beltrán, Eduardo Almirón, Lalo Cipriano, Jorge Gen, Héctor Ferreyra y otros.
Además de actuar, Délfor creó los libretos bajo el seudónimo de Armando Libreto. Fue el primero en integrar las tandas al libro general, y si bien todos saben que inventó el término "gorila" como sinónimo de lo antipopular, no muchos recuerdan que impuso la palabra "anatómico".
Es que en aquellos tiempos no estaba permitido decir "calzoncillos" por radio. Para los oyentes, entonces, "La Revista..." resultó auspiciada por "Anatomicos Ca-Si".

La Dislocada fue el único programa en la historia de la radio que tuvo el privilegio de salir por las tres grandes cadenas a la vez (El Mundo, Splendid y Belgrano). Cuando uno caminaba por el barrio, iba escuchando la audición casa por casa, sin perderse nada. Hubo un incidente famoso entre Délfor y Don Bildigerno, el personaje de Fernando Ochoa. El creador de La Dislocada se había iniciado como imitador, y entre los primeros que parodió estuvo Ochoa. Cuando llegó la fama de Délfor, se dió un contrapunto entre los dos. Bildigerno le decía desde su programa "mesita de luz con jopo". Délfor le tiraba con todo desde su espacio. Llegó un momento en que la cosa fue tan creíble que "La Nación" los mencionó en un editorial, cuestionando la polémica. Todo terminó con visitas mutuas a los programas, donde ambos humoristas proclamaron su sincera admiración por el otro.
La carrera de Fernando Ochoa finalizó de un modo doloroso e injusto. En una de sus tantas giras por el interior, uno de sus guitarristas le pidió conducir el auto que llevaba al elenco. Ochoa accedió y se recostó a dormir en el asiento trasero. Nunca despertó. Los artistas murieron cuando el coche embistió un árbol.

Fidel Pintos

"Soy feo, pero tengo amigos", solía decir Fidel, por siempre "El Rey de la Sanata". Su primer gran éxito en radio fue "Monsieur Canesú", un modisto de alta costura que recibía la visita de clientas como Nelly Láinez, cuyo personaje, una "rusa" mañera y tacaña, le complicaba la vida. A los libretos de Meanos Fidel les sumo sus primeras sanatas, y también el "morcilleo", nombre que los artistas dan a lo agregado en el mismo momento. En este caso, lo común era que señores profesionales se tentaran con las salidas que improvisaba y a veces perdieran el hilo de lo escrito.
Cuando su libretista enfermó y dejó el programa, Fidel debió archivar su "besitos para todas... leonas mías". Más tarde, y en otros papeles, la televisión le hizo justicia.

Marcos Caplan, "El Caballero"

En estas breves líneas quiero recordar a otro talentoso cómico, Marcos Caplan, que se inició al gran público en la revista del Maipo. Su gracia y ductilidad lo llevaron a la radio, donde siguió con su costumbre de crear personajes, imitar artistas y hacerse amigo de sus compañeros.


Capítulo II

Los Radioteatros

"De chico, la radio fue mi vida, mi fascinación inicial a todas las cosas, entre ellas al amor. Al amor entré por la radio con Oscar Casco, con Hilda Bernard, con aquellos radioteatros de El Mundo a las cinco de la tarde o los de Radio Portena al medioíia" Víctor Hugo Morales, Revista La Maga. "Homenaje a la radio", Buenos Aires, septiembre de 1993.
Por una cuestion de edad, no participé como oyente de los albores del radioteatro, pero sí conocí los grandes sucesos de Radio Del Pueblo, Argentina, Belgrano, Splendid y otras.
Un hecho insólito fue que Del Pueblo, ubicada en los arrabales del dial y de nienor audiencia que las grandes cadenas, superaba a éstas en el rubro radioteatros. Por aquel entonces estaba ubicada en la avenida Córdoba y era propiedad de la familia Bernotti. Allí debía colocar discos y decir los anuncios Hugo Fontana, un muchacho que cantaba sólo en las ruedas de amigos.
Pronto lo conocerían como Hugo Del Carril. Años después esta radio puso en el aire uno de los mayores éxitos conocidos: "El león de Francia". El protagonista era Adalberto Campos, y los porteños tuvieron la oportunidad de conocerlo en sus giras barriales. La gente no sólo era convocada por los héroes: el intérprete de "Fachenzo, el maldito", tal vez el mas odioso de los personajes de la radio, recibió una tremenda golpiza a la salida del cine Boedo.
Juan Carlos Chiappe fue el escritor más fecundo de aquellos radioteatros populares, herederos sonoros del sainete. Con él lloraban las mujeres de la casa (junto a la radio) y los hombres (despacito, en los rincones). De su ternura surgió un día un personaje reo, que apareció en la tira "Por las calles de Pompeya llora el tango y la Mireya". Desde ese día da lo mismo decir Minguito Tinguitella que Juan Carlos Altavista.
En Radio Porteña se escuchaba en el inicio del horario nocturno el espacio pensado por Arsenic Mármol, "Estampas Porteñas". En Radio Argentina fue suceso "La chacra del árbol seco", de Atilano Ortega Sanz.
Don Héctor Bates también fue un notable autor de aquellos días, y cuando Belgrano se sumó a la competencia radioteatral aparecieron Yaya Suarez Corvo y Nené Cascallar. Para sumar puntos en la audiencia, Chiappe escribió un radioteatro para el popular Alberto Margal, "El cantor de las madres y las novias", que pronto fue convocado como cantor exclusivo por Radio Belgrano. Esto lo obligó por contrato a dar fin a su radioteatro, que iba por Argentina.
Dejó para el final un relate de mamá, quien me contó sobre el pionero de los radioteatros: "Chispazos de tradición". Ella me dibujó con palabras las tardecitas de vecinos reunidos en torno a las pocas radios a galena. Cada uno acercaba algo a la mesa común: el mate, las tortas fritas, una empanada compartida en silencio para poder escuchar las desventuras de los gauchos que imaginó Gonzalez Pulido. Las raíces de estas historias criollas escritas por un español estaban metidas en el teatro popular, el sainete y el circo criollo. De la misma manera como la gente de fines del siglo pasado y principios de éste saludó al Moreira de los Podestá cual si fuera el auténtico, también el público hizo suyos estos personajes y en las presentaciones barriales se llegó a perseguir a los malos, así como se colmaba de regalos a los buenos.

Capítulo III

Locutores Animadores

Radio El Mundo

Aquí se inició el decano de los actuales locutores: Antonio Carrizo. Le tocó nada menos que decir las glosas del Glostora Tango Club, donde la orquesta de De Angelis cautivaba al pÍblico que se hacía presente en el edificio de MaipÍ 555, el primero de Argentina pensado exclusivamente para albergar una radio. La iniciativa fue de la editorial Haynes, que por aquel entonces publicaba el diario El Mundo. Un ex empleado de Jaime Yankelevich, Pablo Osvaldo Valle, fue su primer director, después de abandonar sorpresivamente las filas del zar de las comunicaciones de aquellos años. En su elenco figuraron los locutores y animadores más notables de esos tiempos: Juan Carlos Thorry, que no descuidó por esto su carrera como galán de cine y acompañó, en "la radio de los ingleses", varios éxitos de horario central entre los que estuvo el ciclo de Niní Marshall.
Otras voces características de la emisora fueron el robusto y enfático Iván Casado y Juan Carlos Taquini, el Ínico locutor de informativo al que los oyentes aplaudían en plena calle. Cuando Taquini anunciaba "El boletín sintético de radio El Mundo", el público ávido de noticias de la guerra dejaba todo para escucharlo. Es que le daba a la información un tono simpático para con los aliados, de ahí la reacción de apoyo de mucha gente.
Completaban este equipo locutores del calibre de Juan Bernabé Ferreyra, maestro de los programas de entretenimiento. Él hizo en aquellos tiempos programas como los que están de moda ahora, de ida y vuelta con el público y trayendo temas de la vida cotidiana. También hicieron historia el inolvidable Julio César Barton y sus relatos de radioteatro, donde me animo a decir que fue tan importante como algunos actores, y Jaime Font Saravia, eficaz en cualquier rol que le tocara.
En el tiempo de los avisos publicitarios en vivo, un muchacho de apellido Palese trajinaba los estudios como frasero. Estos eran los locutores contratados por un anunciante para decir su aviso en los distintos programas. A veces lo hacian a las corridas, estirando el cuello entre el conductor y el encargado del informativo.
Este muchacho era mas conocido como Cacho Fontana, y ya había tenido la oportunidad de presentar a "Felipe". Su "Mejor mejora Mejoral" sonaba todo el día, y pronto fue convocado para el auspicio de La Dislocada.
Un músico, Santos Lipesker, se lo presentó a Délfor en una cantina de Paraguay y Ecuador. Cuando éste se dio cuenta de que Fontana era la voz de Mejoral lo convocó de inmediato para su programa, que comenzaba el domingo siguiente con Aníbal Cufré y Lidia Durán en el elenco de locutores. Está de más decir que en ese programa que exigía una participación especial de los locutores, ya que incluía las tandas en el libreto humorístico, Cacho se lució.
(¿Recuerda?... "Coloríííínnn......lo definitivo en pinturas, presentaaa—", pero esto ya es otra historia, y otra radio.
Pronto se sumó otra grande, Rina Morán. En todo este tiempo no se le gastó ni un cachito de la dulzura y alegría que regala.
Ella es el ejemplo perfecto del profesional que, pase lo que pase, sale al aire siempre con la polenta del primer día.

Apuntes de Belgrano, Argentina y Splendid


Baión de Aldo Camarotta, Armando Libreto (seudónimo de Delfor) y Néstor D'Alesandro. Orquesta de Feliciano Brunelli, canta Roberto Morales, sello RCA, grabado en 1955.

En el staff de Belgrano, como en todas las radios, había un elenco de locutores para cubrir varios estilos. El pobre Hugo Zamora, encargado de los espacios cultos, se mandó un furcio memorable al decir "A continuación, les ofrecemos la ópera Manón, de Terrabusi...". En la misma radio trabajaron Carlos Del Sol, Ernesto Frías y Jaime Más, junto a uno cuya popularidad llega hasta nuestros días: Roberto Galán.
Como creador de espacios descolló netamente Tito Martínez Delbox. En sus inicios hizo relatos deportivos, luego llevó adelante "La cruzada (o Caravana, según la época) del buen humor" y los "Domingos (o Jueves) extraordinarios de Jabón Federal". En este espacio saltaron al éxito artistas nacionales o extranjeros, como el italiano Nicola Paone.
Cada vez que Tito se iba de viaje tomaba su lugar un animador que era todo simpatía: Juancito Monti. Junto con Guillermo Iglesias y Delfor animó "Club de barrio", un bailable que se transformó, gracias a la velocidad de reflejos de Délfor, en un programa de entretenimientos en vivo.
A lo largo de su carrera el creador de "La Dislocada" se destacó por descubrir a quienes serían figuras, como en el caso de Julio Elías Mussimesi, "El guardavallas cantor". Sólo a Délfor se le pudo ocurrir llevar a cantar a la radio al arquero de Boca y la selección. Después de escucharlo en el cumpleaños de Orlando Pacanha, el brasileño que jugaba de seis en la ribera, lo llevó a Radio Argentina con gran suceso. El programa iba los domingos y jueves a las 20.30.
Esto inspiró a Roberto Zamora para llevar adelante "Polémica en el Fútbol", que de alguna manera fue la continuación de "Gran pensión El Campeonato". En "Polémica…" futbolis tas como Vairo, Salomón, Cherro y Solari cantaban los sucesos de la fecha en canciones escritas por Armando Solla.
El horario de Argentina de las 12.30 se repartía entre tango y folklore de la mano de Délfor. Los martes y jueves presentaba "Galas de sobremesa", con el cantor de tangos Roberto Arrieta. Lunes, miércoles y viernes eran los días de "Un alto en la huella", con algunos de los integrantes de "La tropilla de Huachi Pampa".
El relator de fútbol de Radio Argentina era Alfredo Curcu, el de lenguaje más rico que yo recuerde. Sánchez Uriarte era uno de los presentadores de la misma radio, donde actuaban como acompañantes los míticos guitarristas Canattaro y Pedretti. Uno de sus furcios monumentales ocurrió cuando la cantante Anita Palmero no ocupó su habitual espacio por estar internada. Sánchez Uriarte informó: "Debo anunciarles que hoy no estará con nosotros la cancionista Anita Palmero, por haber sido operada de apendicitis. La acompañaron Canattaro y Pedretti".
En esta radio debutó "La Revista Dislocada", que luego de unos meses pasó a Splendid, donde brillaban como locutores Ignacio de Soroa, Aníbal Cufré, los hermanos Monzón, Jorge Marchand, Darío Castell y Raúl Astor. Castell llegó a ser director artístico de Canal 11, luego emigró a España para dirigir una emisora radial. Astor marchó a México y ocupó un cargo directivo en Televisa, luego retornó al trabajo ante cámaras. Su magnífica carrera por la vida se interrumpió en 1995.
Sé que el lector que vivió aquellos tiempos me reclamará una pila de nombres y hechos. Es que esto es sólo una pequeña parte: la que viví por relato directo de los protagonistas o la que reconstruyo día a día a través de mi archivo. De ninguna manera pretenden ser estas modestas líneas una historia de nuestra querida radio. Como ejemplo transcribo un aviso que guardo con la programación de Radio Argentina del 14 de mayo del 50:

8hs. Informativo
8.30 Deportivas
9.00 Grabaciones de Carlos Gardel
9.30 Grabaciones de Agustín Magaldi
10 hs. Radioteatro: Susy Kent -Silvio Spaventa
0.30 Informativo
1 hs. El Show de Délfor
1.55 Aquí Buenos Aires (Micro)
2.00 Mediodías Criollos con Los Hermanos Avalos
12.30 Galas de sobremesa.
13hs. Jaime Rampullet. Con Tomás Simari y elenco
14.30 Azucena Maizani con guitarras
15hs. Matinee Club de barrio. Monti-Délfor-Iglesias.
Roberto Arrieta, Isabel Láiner, Cuarteto Pedernera.¿Ud. qué sabe hacer? Notibroma con Mario Sapag y elenco.
17hs Informativo
17.30 Todo Deporte
18.30 Radioteatro con María Aurelia Bissutti
19hs. Canta Anita Palmero con orquesta.
19.30 Polémica en el fútbol. Cómico-Deportivo
20.30 Alberto Margal, "El Cantor de las madres y las novias
21 hs. Las Hermanas Berón. Orquesta y guitarras
21.30 Los Grandes del Tango. Hoy: Aníbal Troilo
22hs. Tango y Bolero con Monti-Délfor
23hs. Bingolandia (grabaciones de Bing Crosby) con G. Iglesias
23.30 El Rey del Compás. Grabaciones de Juan D'Arienzo
24hs. Informativo con Pérez Carrera.
00.30 Cierre de programación


Capítulo IV

Los cantores y el nacimiento de la radio.

Como sabemos, en los albores de la radiofonía los artistas no cobraban por sus actuaciones. Los sellos grabadores los "prestaban" para promover los discos, de ahí que se haya dicho que figuras como Gardel actuaban por el cognac y las galletitas. Por favor!...lo que "El Mudo" y otros artistas hacían era cobrar a través del sello grabador por el aumento de las ventas. Que la radio les convidara con los productos que mandaban los anunciantes, es otra historia.
Luego sí, se inició el pago "por canje", con lo que los artistas cobraron con los productos de cada anunciante. Esto fue hasta que Don Jaime Yankelevich inventó la tarifa publicitaria, y todo el mundo comenzó a recibir dinero en efectivo.
Yankelevich fue el primer auténtico empresario radial del país. En un principio pensó que instalar una emisora sería una buena manera de hacer propaganda a su negocio de venta de receptores y repuestos de radio. Luego fue el primero en entender las posibilidades empresarias que brindaba el nuevo medio, manejando varias estaciones a la vez. Testimonio de la importancia que los cantores tuvieron en aquella radio es la producción cinematográfica "Idolos de la radio" (1937), con las figuras de moda.

Agustín Magaldi

El cantor se aprestaba para hacer su entrada frente al público que llenaba el auditorio de Radio Belgrano. En el escenario, el locutor Oscar Catalano, impecable y envarado como correspondía a la época, anunciaba: "Señoras y señores, tengo el enorme placer de presentar en nuestro habitual espacio de "Casa Lamota", a uno de los artistas preferidos del público: Agustín Magaldi!, "La voz sentimental de Buenos Aires...
Desde ese instante, cada vez que se nombra a Magaldi no falta la frase acuñada por Catalano. "La voz sentimental de Buenos Aires" fue una acertada descripción del cantor. Con Gardel e Ignacio Corsini completó en su tiempo el podio tanguero. El Zorzal pasó por todos los géneros y estilos, el arrabalero y el sentimental, la milonga y el tango canción. A Corsini se lo recuerda por los dramas históricos como "La pulpera de Santa Lucía". Le tocó a Magaldi, como marca el apodo, pulsar la cuerda sentimental. Las chicas de aquel tiempo se derretían cuando cantaba "No te vayas". Y los muchachos se indignaban con el viejo verde y explotador de "Aquaforte".
Como todos en su época, Magaldi fue un cantor de tonos altos. Nació en Rosano en diciembre de 1898, y de joven alternó su trabajo como peón fabril con algunas apariciones en dúos musicales que no tuvieron suerte. El éxito lo esperaba en Buenos Aires, de la mano de la radio.
En 1924 formó con Rossi un dúo que gustó mucho, nadie dudaba del inminente debut radial. Pero un mejor contrato se llevó a Rossi a la Europa de los años locos, donde los argentinos vestidos de gaucho recorrían los cabarets cantando tango. Antes de partir Rossi tuvo el buen tino de presentarle a Rosita Quiroga, lo que dio un vuelco a la carrera de Magaldi. Quedó encantada con el joven artista, tanto, que al día siguiente lo presentó en RCA Victor, donde ella era artista exclusiva. Luego lo llevó a LOY Radio Nacional, una antigua radio que quedaba en la calle Boyaca.
La primera grabación fue a dúo con Rosita, pero no tuvo éxito y ella siguió grabando sola. Afortunadamente el guitarrista Maciel invitó a Magaldi a escuchar a Pedro Noda, que cantaba en el barrio de Mataderos. Así comenzó el dúo más famoso de aquellos años, Magaldi-Noda. Los acompañaron los guitarristas Maciel y José María Aguilar, el primero tocó también con Ignacio Corsini y Aguilar lo hizo con Gardel.
Junto a Pedro Noda, Magaldi grabó 116 obras para RCA, la primera de ellas el 2 de junio de 1925. El dúo pasó por el elenco de varias radios y llegó al cine con "Monte Criollo". Al final del 35 se separan amistosamente y Agustín inicia su exitosa carrera solista grabando el fox trot "Lirio Azul". Su contrato con Splendid lo puso de moda y le abrió las puertas de los hogares argentinos, que conocieron éxitos como "El penado 14", "Nieve" y "Allá en el Bajo". Luego firmó contrato para Jaime Yankelevich, quien
para esa época había mudado sus tres emisoras al mismo edificio, con lo que los artistas rotaban por todas en el mismo día. Con esto llegaban a una audiencia incalculable, sobre todo en el caso de Magaldi. Según consta en recortes que guardo, se casó en el 32 con Facunda, quien le dio un hijo: Agustín. También consta que fue en extremo generoso, esto lo supieron tanto los extra-ños que se acercaron como su numerosa familia, compuesta por seis hermanos y su madre, viuda en dos oportunidades.
En agosto de 1938 su médico le aconsejó internarse tras una leve indisposición; el 8 de septiembre falleció dejando un inmenso público sumido en el dolor. Sin duda fue el artista mas popular de la radio de aquellos años.

Carlos Gardel

Antes de él, el tango cantado no existía. Las letras se limitaban a una bulla de fondo gritada en versos, como los que rezaban "pejerrey con papas, butifarra frita, la mina que tengo, na-die me la quita". Contursi le puso letra al tango "Lita", que desde ese día se llamó "Mi noche triste", y el Morocho del Abasto inventó la manera de cantarlo. Como testimonio de su vida cuento con la memoria de los relatos que un grande, Angel D'Agostino, le hizo a mi amigo Délfor. Por ellos supe que con el tiempo, ni siquiera sus amigos pudieron dejar de verlo como un mito. Y conocí la historia del contrato con Jaime Yankelevich, en el que éste no se animó a proponer más de tres meses de duración. La pregunta de Gardel, "¿Por qué tan poco tiempo?", desató el aplauso de los presentes. Don Jaime le alcanzó su pluma y agregó: "poné los meses que quieras".
También supe que Angel lo acompañó en contratos de una noche, en los que tocaba el piano en la estancia de algún bacán. Gardel lo necesitaba porque la guitarra que templaba sólo era una excusa, según decía, para meter las manos en algún lado. En los descansos, señoras paquetas con cara de ingenuas le dejaban al pianista notas para Gardel, cuando no las deslizaban directamente en manos del cantor.
Gracias a la relación con Yankelevich, se hizo una transmisión desde Nueva York, hazaña para la época. Esta permitió al público argentino escuchar por última vez al artista. De esos años conservo un cheque firmado por el Zorzal.
De lo que pude averiguar entre contemporáneos suyos, tengo en claro que Charles Romuald Gardes nació en Toulouse, Francia, hijo natural de Berthe Gardes. Que fue un visionario, lo prueba su actitud hacia aquella radio de futuro incierto, similar a la que tuvo cuando se vio filmado en un corto sonoro. Se limitó a decir: "Este es el futuro de los artistas".
Cierta vez, en una audición radial, dos cantorcitos de cuyo nombre prefiero no acordarme le preguntaron a Mona Maris, su última novia, si Gardel era homosexual. Para completarla, su-girieron que sus películas para la Paramount las había "bancado" la baronesa Wakefield, conocida también como viuda de Chesterfield. Mona se retiró del estudio escandalizada.
Tengo la suerte de guardar todos estos testimonios, sus cortos dirigidos por Arturo Morera, sus discos y largometrajes. Y por sobre todo, una admiración sin límites.

Hugo Del Carril

Nació el 30 de noviembre de 1912, hijo de Orsolina Bertani y Hugo Fontana, ambos italianos. La casa familiar estaba en San Pedrito 256, Flores. Desde chico supo obtener todo con es-fuerzo, y en su primera juventud fue operario de una fábrica de jabón y luego de una cristalería.
Pero el muchacho, que había debutado como cantor en la carnicería del barrio, recurrió a la fábrica de milagros de aquel tiempo. Se empilchó según la moda de aquel 1928 y enfiló para radio Bernotti, donde lo atendió un tal Raúl Outeda. Tras escucharlo le concedió una prueba ante Ricardo Bernotti, que decidió para Hugo Fontana hijo el destino inicial de locutor, con el agregado de algunos minutos de canto.
Cuando la emisora se transformó en Radio Del Pueblo, pasó a cantar los estribillos. Aquí tuvo su oportunidad como solista, que luego se repitió en Radio Buenos Aires. Formó con Roberto Acuña un dúo que lo terminó de afirmar como Hugo Del Carril. Y en la vuelta a sus años solistas firmó en exclusividad con Belgrano, por pedido de su director artístico, Raúl Rosales. Supo de años dulces de la mano de la radio y del cine, que lo dio a conocer en Sudamérica y México, donde tuvo un gran suceso.
Podría escribirse un libro con todo lo que vivió, ya que la radio sólo fue una pequeña parte de su carrera, signada por el canto y la actuación y dirección cinematográficas. Pero le cupo al medio radial el honor de dar el primer empujón a semejante carrera.
Cuando muchas puertas se cerraron no se achicó, y él, que supo de tantos éxitos, cantó en churrasquerías a falta de otro lugar. Dejando todo, como siempre. Por eso el tiempo lo puso en su justo lugar.

Edmundo Rivero

¿Cómo no iba a cantar como cantó? Nació donde el riachuelo separa Pompeya de Avellaneda, a metros de Barracas, un 8 de junio de 1911.
En sus comienzos la voz profunda y la estampa de varón pasaron inadvertidas entre un público acostumbrado a las voces de tenor y los jopos con gomina. Se inició, como tantos, tocando temas folklóricos y milongas camperas, en su caso sólo como guitarrista. No imaginaba lo que ocurriría al presentarse para acompañar a un cantante en la audición-concurso de Iván Casado que iba por Splendid. Llegó el momento y su compañero no apare-cía... Casado lo "apuró" y Edmundo se animó con uno de los pocos tangos que sabía, acompañado por su soberbia guitarra.
Cantó "Vieja Recova" y ganó por escándalo, pero se guardó de largarse de inmediato a cantar, porque ya lo conocían como guitarrista y esto le permitía "parar la olla". Cuando la mano se puso demasiado dura se empleó en el arsenal de guerra que estaba en la calle Brasil, en Constitución. En 1944 se larga a cantar nuevamente, y lo lleva a su orquesta nada menos que Horacio Salgán. Deleitó a los oyentes de El Mundo con tangos del repertorio de Gardel y con creaciones nuevas de Homero Expósito y otros autores. En aquellos tiempos las grabaciones fueron esquivas para el mismísimo Osvaldo Pugliese. En el 47 Salgán y Rivero se separan sin dejar ningún disco.
En ese mismo año Alberto Marino dejó la orquesta de Aníbal Troilo para iniciarse como solista. El gordo llamó a su representante y le pidió que buscara "al tipo ese con voz de sótano, que toca tan bien la guitarra", porque tras la ida de Marino quedaba con su orquesta sólo Floreal Ruiz. El merecido éxito le llegó a Edmundo en el Tibidabo, en las audiciones de El Mundo y grabando a dúo con Floreal. La cumbre de esos tres años fue la versión de "Sur", de Homero Manzi. Solamente Troilo se animó en aquel momento a llevar un cantor de ese estilo al gran público, después Rivero siguió solo, pero ya tenía la gente de su lado. Y la radio siguió dándole satisfacciones, como al presentarse en los "Domingos Extraordinarios de Jabón Federal" junto a sus guitarras. De inmediato recibió un ofrecimiento de la casa RCA para grabar.
A lo largo de su carrera Edmundo Rivero rescató el tango canción, la milonga campera y el lunfardo. En los últimos años se desempeñó en su propio local, "El Viejo Almacén". El 18 de febrero de 1986 pensó que ya era hora de volver a juntarse con Troilo.

Charlo

En 1924 los alumnos del conservatorio de Orestes Castronuovo animaban sobre el escenario del cine General Belgrano la fiesta de fin de curso. De entre ellos sobresalía netamente Carlos José Pérez De La Riestra, mostrando lo aprendido en las clases de canto, piano, armonía y composición. Por suerte para el joven, que había nacido en La Pampa en 1907, se encontraban viendo la actuación de sus hijos los dueños de Radio Cultura. Esa misma noche, en el hall del cine, le propusieron al muchacho trabajar en la "broadcasting" previo cambio de nombre, pues nadie se iba a acordar, dijeron, de uno tan largo. Ahí estaban los 17 años del pibe, que por atrás de la figura de uno de los dueños, el ingeniero Del Ponte, alcanzaba a ver una imagen de Chaplin coronada por el nombre del personaje: "Charlot". En el viaje a la radio la sugerencia perdió una "t" y quedó el seudónimo que lo hizo famoso.
Primero lo escucharon los pocos propietarios de aparatos a galena, pronto conoció el teatro, que le permitió compartir el escenario con Azucena Maizani. La radio le abrió camino a los escenarios, las giras y el éxito en todo el continente. Publicaciones que conservo hablan de la "moda Charlo": camisas de gran cuello blanco y moños del mismo color. De vez en cuando algún smoking y hasta frac con galera y bastón. RCA Víctor y Odeón lo llevaron al disco, Mario Soffici al cine y el golpe del 55 lo llevó afuera junto a su esposa y pareja de éxitos, Sabina Olmos.
Recién en el 68 volvió a la radio argentina por Excelsior.
Volcó en su programa anécdotas de sus viajes y sus dotes de músico y cantor. En 1973 se despidió del público en el teatro Astral. La Academia Nacional del Tango lo nombró Académico de Honor. Antes de irse se dio algunos lujos, como estrenarle letras a Celedonio Flores, componer partituras para Gardel y grabar con el maestro Francisco Canaro. Estos recuerdos prestados los rescaté compartiendo con él alguna mesa de café, siempre junto a su inseparable amigo Roberto Carde.

Carlos Acuña

Quiero guardar en estas líneas un recuerdo para Carlos Di Loreto, como bautizó a su hijo el matrimonio de inmigrantes italianos que llegó al país a fin del siglo pasado. Con el nombre de Carlos Acuña fue el primer imitador de la radiofonía argentina, trabajando para "Los Bohemios" por LOY Radio Nacional, luego Radio Belgrano. Su garganta copió a la perfección a Gardel, a Charlo, Ignacio Corsini y otros cantores de moda. Con estos trabajos, además de las traducciones de inglés que hacía para un periódico, Acuña se costeó los estudios universitarios. Pero lo que empezó como una changa se transformó poco a poco en su destino, el año 37 lo encontró cantando con voz propia en Estación Rivadavia junto a los legendarios guitarristas Canattaro y Pedretti.
Pronto el profesor de filosofía y letras fue convocado por Tito Martínez Delbox para "La caravana del buen humor" y por Mariano Mores para llevarlo de gira por toda América, con un éxito notable en México. Allí lo contrataron para grabar un disco larga duración con músicos mexicanos. La placa incluyó "El día que me quieras" y "Mano a mano".
De regreso a Buenos Aires grabó con Mores y luego se dedicó a cantar en bares y cantinas, casi siempre con lleno absoluto. Su amistad con Perón lo llevó a radicarse en España, donde actuó con notable éxito. Tras la muerte de su esposa regresó al país y ya lejos de los tiempos de la radio actuó esporádicamente con algunas orquestas.


Capítulo V

Las voces femeninas

El año 1931 marcó la entrada del tango al Colón, de la mano de las mujeres, protagonistas de aquel tiempo del tango-canción.
Quedaba lejos la época en que el tango era considerado un género deshonesto. Tanto, que el moreno Rosendo Mendizábal firmó "El Entrerriano" como "A. Rosendo". De lo contrario hubiese perdido la clientela de chicas de sociedad, a quienes daba clases de piano.
En la fiesta del 31 resultó coronada como "Reina del Tango" Libertad Lamarque ; "Liber" aceptó el galardón aunque no creía merecerlo, ya que no estuvieron presentes Azucena Maizani y Mercedes Simone. Cómo habrá sido la popularidad de Mercedes que una encuesta de opinión la dio como tercera preferida del público......en 1994. Esta gala fue el anticipo de la fiesta de la radio del 33 que se llevó a cabo en el Colón y transmitieron en cadena las emisoras del momento. Desfiló allí lo que hoy configura una galería de próceres: "La Negra" Simone, el dúo Magaldi-Noda, Julio De Caro, Roberto Firpo, Osvaldo Fresedo, Ignacio Corsini, Charlo y Francisco Lomuto. Faltaron Gardel (con una severa disfonía) y la ya consagrada Libertad Lamarque, impedida de actuar por cumplir un contrato en la provincia de Buenos Aires. Algunos se escandalizaron porque aquella noche pisaron el escenario de nuestro coliseo mayor los protagonistas del radioteatro "Chispazos de Tradición".

Mercedes Simone, "La Dama del Tango"

Su carrera radial, como la de tantos, se inicia con una recomendación de Rosita Quiroga, quien luego de escucharla la lleva personalmente a la casa Víctor. El 15 de diciembre del 27 graba su primer disco, que contiene del lado A "Estampa rea" y del B "El morito". Luego sigue el camino normal de la época: a la radio, para promover el disco. De inmediato tuvo la adhesión del público, que terminó de consagrarla en el 33 tras su actuación en el film "Tango".
Había nacido cerca de Villa Elisa en 1904, algunas biografías dicen que en 1909, pero ella misma lo desmintió en varios reportajes. Pronto su familia se mudó a La Plata, allí Mercedes estudió en un colegio religioso. Como era de esperar se destacó en el coro, pero no le dio demasiada importancia. Era todavía una nena cuando empezó a trabajar en una tienda, luego se empleó en una imprenta y a los dieciséis se puso de novia con un muchacho guitarrero y cantor, Pablo Rodríguez. Pronto se casaron y tuvieron una hija, Matilde, por esos tiempos Pablo cantaba en un dúo. Esto le dejaba apenas unos pesos más que la peluquería de Villa Elisa, donde se instaló poco después de casado.
Un día en que el compañero de dúo se enfermó, el matrimonio se vio obligado a salir de gira por la provincia cantando juntos.
Pronto la voz del esposo estuvo de más, y Mercedes entró a la Capital debutando en "El Nacional". Luego pasó por el "Opera" y más tarde cerró el espectáculo de la compañía Pepe Arias-Pepita Muñoz cantando el tango "Leguisamo solo". Aquí fue donde la escuchó Rosita Quiroga y terminó de darle el espaldarazo. Realizó giras por toda América y filmó varias películas antes de retirarse, ya en los 60, cansada de las giras y presentaciones en vivo.
El poeta Horacio Ferrer dijo de ella, con justicia: "Fue la creadora de un estilo único, inconfundible, profundo "..." Su ductilidad le permitió abordar con idéntica calidad las más disí-miles cuerdas del tango: lo cómico en "Chorra", lo descriptivo en "Del suburbio", lo evocativo en "Tiempos viejos", lo melódico en "Claudinette", lo canyengue en "Yo soy la milonguera". Su labor precursora es comparable a la de Edmundo Rivero".
Basta con decir que Libertad Lamarque la tuvo como su ídola. "A ninguna nos dio el cuero para imitarla", aseguraba.

Libertad Lamarque

En sus inicios se dedicó como aficionada a la actuación, hasta que siendo todavía una piba tuvo la idea de agradecer una ovación cantando el único tango que sabía. A partir de allí debió ir incorporando letras para armar un repertorio, tanto era el éxito que tenían sus entradas tangueras. Es que por emisión, fraseo, timbre y dicción, Libertad fue la más notable cantante lírica que tuvo el tango. Su técnica le permitió conservar estas cualidades hasta pasada su madurez.
En 1926 grabó sus primeros temas para RCA Víctor: "Chilenito" y "Gaucho sol". De inmediato es convocada a la radio, que alternó con papeles teatrales. El más exitoso lo tuvo con su creación de "La Doce Pesos" en "El conventillo de la Paloma", que permaneció dos años en cartel. En el 31 firmó contrato con Radio Prieto y debutó en el Maipo junto a Florencio Parravicini.
Como aviso de lo que vendría tuvo grandes éxitos radiales en sus giras por Cuba, Venezuela, México y Puerto Rico. Los muchachos de toda América se acostumbraron a sonar con una chica de ojos profundos y piel de porcelana, que también les cantaba desde la radio y los discos. Su temprano exilio en México hizo que desarrollara en el exterior la mayor parte de su labor radial y fílmica. En mis archivos guardo más de 50 films donde luce sus estupendas dotes junto a Jorge Negrete, Pedro Infante, María Felix, Pedro Vargas y el Indio Fernández, por nombrar solo algunos.

Rosita Quiroga

Era de los tiempos en que la carrera de un artista comenzaba en los barrios, seguía en el centro y luego, con suerte, pasaba al disco y la radio.
Rosita, en cambio, comenzó grabando para RCA Víctor, y luego promovió estas grabaciones por Radio Cultura. Toda su popularidad la debió a la radio, puesto que no se presentaba en público. Tanto era el respeto que le tenía su sello grabador, que se podría hacer una lista con los artistas que recomendó con éxito a sus directivos. Para hablar de su buen gusto sólo recordaré que intercedió por Agustín Magaldi y Mercedes Simone.
La llegada de la radio comercial, junto al apogeo del cine y la industria del disco, trajo exigencias que Rosita no estaba dispuesta a cumplir. En algún reportaje que guardo se manifestó con algo de amargura frente a estos avances y lamentó la falta de compañerismo que trajeron. Recordaba con nostalgia el tiernpo en que preparaba los ravioles en la radio y junto a Charlo daban el gong de la hora golpeando una sartén.
Sus grabaciones de temas de Gardel inundaron de tangos todo el continente, hacia 1936 declaró que sólo en el exterior interesaban algo sus discos. Siempre fue muy severa en su autocrítica y generosa con los demás, entre sus artistas favoritos estaban Edmundo Rivero y Angel Vargas. En el inicio de los veinte casi todo el público se dividía entre Rosita y Azucena Maizani, "La Yata Gaucha". Ya retirada recomendó a Homero Manzi y Sebastián Piana que intentaran cambiar la métrica de la milonga. De la sugerencia salió nada menos que "Milonga sentimental".
Pocas veces actuó frente al público, en el teatro Esmeralda y en el Empire. Había nacido con el tango, en el 901, y su carrera se unió con el origen de la radio. Sus últimas grabaciones son de 1950. Se retiró prematuramente a descansar en "Mi refugio", la casa de Villa Devoto que bautizó en honor al tango de Cobián.


Capítulo VI

Noticias de Radio

La vida del país pasaba por la radio. Así lo contaba "Radiolandia" el 14 de octubre de 1950.
"La radio llevó a todo el país el eco jubiloso del retorno triunfal de Fangio". Las fotos muestran a Eva Perón dialogando con"El Chueco".
A dos páginas: "Estaría cerca del altar el romance de Malvina Pastorino con Luis Sandrini".
Aviso de media página: Toddy anuncia a César Llanos, "Tarzán", por Splendid, de lunes a viernes a las 17.45.
Aceite Ricoltore auspicia por Belgrano a Héctor Mauré con un cuarteto de guitarras, lunes, miércoles y sábados a las 13.35.
"Charlo regresó de una extensa gira", "Josephine Baker regresa pronto a nuestra tierra" y "El Ñato Desiderio de nuevo en el micrófono" son algunos de los dispares retornos.
Los radioteatros anunciados son: "Una inicial en la arena", con Jorge Salcedo, "Stela", con Juan José Míguez y Aída Alberti por El Mundo a las 22.05, "Y resucitaremos la esperanza" con Blanca del Prado y Amadeo Novoa por Belgrano a las 15hs; por la misma a las 19 iba "Tres hombres y un amor" con Diana Ingro y Reinaldo Mompel.


Capítulo VII

Los libretos

Uno de los tantos originales que guardo es éste de Buono-Striano, el dúo cómico más famoso de su tiempo. Lo interpretaron en "La matinee de Juan Manuel" el 28 de marzo del 37.

Control Disco cortina con saludo característico
Muy buenas tardes, estimados oyedores...
Buono Ayy, señorita, ¿usted es de Mar Bella?
Striano Se me nota?
Buono Más bien se le nota que es de Mar Fea
Striano Usted es un camello.
Buono Mire como me joroba, jo,jo.
Striano Qué le pasó ayer, que lo fui a buscar y no estaba?
Buono No estaba porque no me encontró.
Striano Así es. Me dijeron que no vive más en la calle Cangallo
Buono Es verdad. Me "descangallé",jo,jo.
Striano Usted siempre fue así, o mejoró?
Buono Cuando era niño infantil, era bien feo.
Striano Tan feo era?
Buono Era tan feo cuando nací, que la que lloró primero fue la partera, jo, jo.
Striano Ayy, que exagerado!
Buono No, el degenerado es mi "medio hermano".
Striano Cómo medio hermano?
Buono Sí, jo. Resulta que un día se quedó dormido en las vías del ferrocarril y el tren lo cortó a la mitad, pero a lo largo. Ahora parece que estuviera asomado a una puerta.
Striano Mejor varnos a cantar... ¿usted canta de oído?
Buono No, más bien canto con la boca, jo,jo.
Striano Vamos a tocar una chacarera.
Buono A ver si nos ve el chacarero, jo,jo.

Allí comenzaban una canción, acompañandose con guitarra y acordeón verdulera. Algunas veces se trataba de una melodía de moda con la letra cambiada por Buono, que era el autor de los libretos.

Todo por escrito

En 1940 aparecen los primeros programas que poseen un libreto general. Máximo Aguirre preparó el primero para "La caravana del buen humor", el programa de Tito Martínez Delbox.
Hasta entonces los humoristas llevaban sus chistes y los locutores preparaban aparte las glosas y alguna réplica.
Con el tiempo aparecieron Marinelli Maza, Billy Kerosene, Abel Santa Cruz, Manuel A. Meaños y Wimpi, entre otros.
Tengo la suerte de guardar aquel primer libreto escrito para el lucimiento de Félix Mutarelli, Carlos Acuña y los entonces desconocidos Zelmar Gueñol, Rafael "Pato" Carret, Guillermo Rico y Jorge Luz.
Délfor me obsequió varios libretos completos de "La Dislocada", entre los que conservo las parodias de los radioteatros de mayor suceso. Arnaldo Larrosa, "Mengueche", imitaba a Oscar Casco y Alicia Scotto hacía lo mismo con Iris Láinez.

Avisos en el libreto

Aquí va una pequeña muestra de esta modalidad inventada por Délfor. Ese día debutó en "La Revista..." Vicente Larrusa. Imitaba a Adolfo Stray, compañero suyo en la compañía de revista de Carlos A. Petit que se presentaba en El Nacional.

Délfor Continuamos con La revista dislocada...
Larrusa Oy, dio! Los zapatos hablan?
Delfor Adolfo! Usted de nuevo?
Larrusa De viejo dirás, porque ahora gracias si uno se puede vestir con pilchas de hace dos años, pagadas con el sueldo del año que viene
Delfor Y qué nos cuenta, Adolfo?
Larrusa Qué querés que te cuente? Mi novia Pichi esperaba una herencia y la perdió. Claro, para consolar a la desheredada la llevé a bailar a un club gallego. Tenés que ver qué lío se armó con los músicos que tocaban las gaitas
Delfor Y usted se divirtió, Adolfo?
Larrusa Como un animal, perdonando tu cara. Rodeado por Pichi, gaiteros y orquestas de Jazz que improvisaban todo como potrillos. Ya lo dijo Louis Armstrong. El jazz no es locura ni improvisación. Cada negro en su trombón es el modo de tocar.
Délfor Casi le sale en verso.
Larrusa Lo que me salió en verso es esto que escribí mientras escuchaba el tango de Alsogaray y no sé qué otro titulado "Que se vayan"... escuchá, sopeti…Mamita lava la ropa…mi hermanito es un buen rana. Y mi viejo con Vitrolux, pinta puertas y ventanas. Qué notable!

(Aplausos)

Fontana Vitrolux... nuevo brillo para toda clase de superficie!!

Orquesta: Copete Musical

Jacobo Gómez

Un sketch muy festejado en La Dislocada era el de Carlitos Balá como Jacobo Gómez, un personaje que sacó imitando a un amigo suyo de la colectividad judía y que Délfor bautizó con este nombre. A continuación, una entrada de Jacobo:
Qué número era...? Ahhh, sí!, ya sé. Noive...noive...noive...ochooooooo...(PAUSA). Está llamando ...hola? hablo con el modisto Juan Mandreu Dior? En qué habíamos quedado? Usted iba entregar vestido de novia hijita mía que se casa hoy...! Cómo!!! Qué va a entregar mañana??? Oiga...ayer me dijo también "entrego mañana" ...Ah, que usted es hombre de palabra...? Cómo dice? Vestido de novia tiene buena caída...? Y se ensució mucho? Está bien...Y dígame...qué descointo va a hacer...? Ninguno...? Está bien. Su vestido será una obra de arte pero... no se olvide que va a tener un buen relleno...! Oiga maestro! …Nada de descointo...? Está bien, está bien...Entonces voy mandar un pantalón mío para que me lo planche...
Cómo...? Qué gratis usted no hace nada? Y cuánto me quiere cobrar...? Cien pesos... cincuenta cada pierna... Está bien...está bien...Planche pierna derecha...Si salgo en alguna foto me pongo con la pierna derecha para adelante, así la izquierda no se ve...Ahhh! y cuidado con quemar el pantalón, eh? Que clientes como yo no aparecen todos los días... chau...(CUELGA).

Final

¡Hasta la próxima!

Hasta aquí parte de mis primeros recuerdos de la radio, un conjunto de memorias ajenas y mías. Las ajenas las tomé prestadas fundamentalmente de mi vieja y de los amigos (—Mamá, cómo se llamaba ese de Chispazos...) Pirincho?...
—Churrinche, hijo, Churrinche se llamaba...). De ella porque junto a papá me dio todo, también los recuerdos. De los amigos porque yo todavía creo, como Don Atahualpa, que un amigo es uno mismo, pero con distinto cuero.
Cuando me empezó el berretín del archivo, todavía era un mocoso que usaba los cortos. Era el fin de la época en que ir a la radio era una salida más de las que ofrecía el centro. Empilcharse para pasar por el auditorio, alguna vez solo, otras con la patrona y los chicos. Después el cine, tal vez, y los comentarios por el camino ¿pero vos te fijaste bien en Troilo, che? No , si el que quedó gordo así soy yo, de escucharlo...).
Como suele pasar, ya había cosas que se consideraban "viejas".
Con el tiempo empecé a vivir esas pequeñas fiestas que consisten en escuchar, para saber que es lo que se ha podido salvar de la basura. Y entonces aparecía la voz de Libertad Lamarque cantando las publicidades de los 30. O "El Palmolive del aire" en la voz de Oscar Casco, cintas del "Glostora Tango Club", en fin, toda la época de oro del micrófono. A veces pude reconstruir todo un día en la vida del país, a través de los noticieros grabados.
Obviamente, al principio no todos contaron con el mágico aparatito. Cuando mis viejos me contaron de la reunión en torno a la huidiza sintonía de la galena que trajo los pormenores de la pelea FirpoDempsey, en 1923, recordaron que la mayoría ni siquiera tenía un vecino poseedor de una radio. Muchos fueron al edificio Barolo para mirar en lo alto el sistema de luces que anunciaría el resultado. Años después, compré la filmación de la pelea en que "El Toro Salvaje de las Pampas" demuele al ex campeón mundial Jesse Willard, pocas semanas antes de vérselas con Dempsey. Sentar a algunos de aquellos viejos frente al proyector, para que vieran a un Luis Angel Firpo ganador, fue una pequeña y secreta revancha.
Cuando todavía era un mocoso me acerqué a la radio. En ese entonces comencé a guardar las primeras grabaciones y libretos y tuve la suerte de conocer a Délfor, quien me brindó una amistad para toda la vida (los únicos dolores de cabeza que me trajo vinieron con la cuenta telefónica, cuando le tocó vivir en México y Perú). Después trabajé en América, Porteña y Belgrano. De allí guardo un recuerdo muy especial para Omar "Clavelito" Andrañe.
Con León Bouché trabajé en "Radio Film" y en la página de espectáculos de "Clarín". Con él fundé "Clarín Revista", y para él tengo una oración todas las noches. En esa empresa conocí a alguien que sabe todo del medio: Jorge Pallares, ]efe de la página de radio. Todos ellos, y también Alberto Manrese y Roberto Carde, me dieron datos y "postas" que me permitieron buscar material y gente que lo poseyera. Como me ocurre con el cine, todos los días descubro algo. El tiempo me va trayendo jornadas completas de grabación, con noticieros y grabaciones únicas de orquestas que hicieron historia en la radio pero por una cosa u otra no registraron esas versiones en disco. Espero que alguna vez estas grabaciones se den a conocer para el gran público. En el exterior es normal que parte de la obra de grandes artistas se reconstruya a través de cintas radiales: así se rescataron versiones de Benny Goodman, Miles Davis y tantos otros.
Por suerte cuento en mi tarea con el apoyo de mis hijos, y con ellos podré completar lo que comencé hace cuarenta y cinco años con paciencia y amor, que como dice mi amigo Domingo Di Núbila es la única palabra que no se desvaloriza con el uso y abuso. Estoy seguro de que alguno de mis nietos los ayudará en la tarea.
Y mi material ha sido siempre un archivo, no una simple colección, porque siempre estuvo al servicio de quien quiera investigar.
Espero que estas líneas hayan servido para despertar la curiosidad del lector, que podrá ser saciada consultando publicaciones de época o alguno de los muy buenos libros sobre el tema, en ocasiones documentados con material sonoro y fotográfico nuestro.