Mario Firmenich
nace en Buenos Aires el 24 de enero de 1948. Miembro del grupo primigenio de
Montoneros que secuestró y mató a Pedro Eugenio Aramburu, escaló posiciones
hasta encararmarse en la conducción del grupo. Decidió el pase a la
clandestinidad en septiembre de 1974. Un año más tarde anunció en conferencia de
prensa la liberación de Jorge Born, tras nueve meses de cautiverio y el pago de
60 millones de dólares de rescate. En el exilio, la conducción montonera decidió
la Contraofensiva. Con la vuelta de la democracia, Firmenich quedó encausado por
el decreto 157 de Raúl Alfonsín, que procesó a las cúpulas guerrilleras. En
febrero de 1984 fue capturado en Brasil y condenado en la Argentina a 30 años de
cárcel por el secuestro de los hermanos Born. Carlos Menem lo indultó en 1990.
Sobre la
propuesta política contenida en su libro "Eutopía, una alternativa al modelo
neoliberal"
Por Katy García
Parte de su tesis doctoral apadrinada por Joseph Stiglitz, en 1999, está
contenida en el libro. Firmenich, quien se define como "un excluido de la
política", explicó su propuesta de cambio basada en la construcción de consensos
que permitan desarrollar políticas de Estado a largo plazo. Proyecto nacional,
integración latinoamericana, y una perspectiva diferente al planteo de Marx en
torno al concepto de sujeto histórico, fueron algunos de los temas tratados en
una extensa y tranquila conversación.
- El establishment y la
corporación mediática impugnan tu figura: sigue vigente la Teoría de los dos
Demonios?
- Creo que la Teoría de los dos Demonios es la incapacidad de
encontrar, con racionalidad política, respuestas a las crisis estructurales que
ha vivido la Argentina. ¿Que rol tiene la Argentina en el mundo, qué perfil
productivo, demográfico, tiene este país?. Hubo un modelo estructurador el de la
generación del 80, el modelo oligárquico. Después vino el modelo industrial
peronista que, con variantes de desnacionalización, sigue el desarrollismo con
el modelo industrial. Nos hemos criado escuchando hablar de la guerra
agroindustrial y este es el origen de la cuestión: Qué clase de país tenemos. La
resolución de esa crisis implicó para el país una guerra civil. Sui generis,
porque no todas tienen que ser iguales a la guerra Civil Española. Pero una
guerra civil es un proceso, como dice Von Clausewicz, "la guerra es la
continuación de la política por otros medios" donde el núcleo central del
enfrentamiento es la inexistencia de un proyecto de país, la inexistencia
incluso de un marco jurídico consensuado que es la Constitución Nacional. En
definitiva, la inexistencia de un contrato social. Esta es la cuestión.
- ¿El gobierno de Kirchner, al menos desde lo
discursivo, habla de salvaguardar intereses nacionales. ¿Cuál sería una
propuesta política que permita avanzar en el diseño de un proyecto nacional?
- Creo que el gobierno de Kirchner
puede considerarse dentro del mismo plano en que se han movido los demás, mejor
que los demás. Pero dentro del mismo plano. A saber: ningún gobierno desde el
inicio de la transición democrática hasta ahora ha convocado a redefinir el
proyecto nacional. Esto no lo puede definir un ministro. Esta es una cosa que
deben debatir todos los partidos políticos, las organizaciones de la sociedad
civil y que debe aprobarse en el congreso. En definitiva, es una asamblea
constituyente, un pacto constituyente. Un modelo de desarrollo de perfiles:
industrial, social, cultural y por décadas. Esto no existe en la Argentina y
esta es la crisis que está debajo de la crisis de 2001. Estalló la
convertibilidad que fue un baño que tapó la inexistencia de una estructura
productiva financiando el consumo con deuda externa. Cuando se adoptó eso, se
puso en evidencia que la Argentina no tiene un perfil productivo, demográfico,
cultural; en definitiva, no hay políticas consensuadas a desarrollar en el largo
plazo.
- Ahora, la sociedad ante la crisis ha ido creando nuevas formas
de organización. Se organizaron en cooperativas de trabajo y, en muchos casos,
recuperaron empresas abandonadas por los dueños. Los trabajadores desocupados
también se están organizando territorialmente. ¿Cuál sería el nuevo sujeto
histórico que va a conducir el cambio?
Firmenich - Surgimiento de Montoneros
- Vos me estás hablando de un
paradigma sociológico marxista en donde se supone que una clase social tiene las
condiciones estructurales para liderar el cambio. El estudio que yo he hecho y
que fundamenta el libro – esa parte he omitido publicar porque es la más
teórica-, he partido de criticar y replantear el paradigma marxista. Éste parte
de la idea de la hipótesis fundamental de que hay un modo de producción
estructurado básicamente en torno a un criterio que es propiedad de los medios
de producción y que hay una sucesión histórica de los modos de producción.
Ahora, la evidencia empírica demuestra que ese paradigma no se cumplió en ningún
lugar. La revolución rusa no es la consecuencia del levantamiento y agotamiento
del desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas en Rusia. La revolución
China y la cubana tampoco. ¿Dónde se produjo esa revolución socialista? En
ningún lugar del mundo.
- Entonces…
- Entonces, podríamos decir que por lo menos representa el paso del
feudalismo al capitalismo. Bien, pero entonces ocurre que en esa metodología de
análisis, la crisis de la revolución de la fuerzas productivas o sea la
revolución industrial que es un proceso social es lo que destruye la
superestructura del Estado feudal. Pues bien ocurre que en donde hubo revolución
industrial no le cortaron la cabeza al rey hasta el día de hoy -que fue
Inglaterra-, y donde le cortaron la cabeza al rey no hubo revolución industrial.
Entonces, la teoría marxista como interpretación general de la historia no se
sostiene en la evidencia empírica. Entonces, yo parto de otro concepto. Es
cierto que los intereses económicos están en el trasfondo de la historia
política. Esto es obvio. Pero yo sustituyo el concepto de modo de producción
donde hay un sujeto histórico encargado de pasar al modo de producción
siguiente, esa es la base de la teoría marxista, por lo tanto la clase obrera
industrial que era el sujeto histórico del cambio del capitalismo al socialismo,
como la burguesía lo era del cambio del feudalismo al capitalismo, esto que como
teoría encuadra una coherencia atractiva, por eso ha tenido tanta vigencia, la
realidad histórica en ningún caso lo demuestra. Hay cosas parecidas pero esa
teoría no se ha realizado en ningún lugar. La revolución en Alemania ni en
Inglaterra no se produjo nunca y era el lugar donde tenía que producirse por la
evolución del desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas. Además, esta
teoría nunca pudo explicar la realidad latinoamericana que no seguía el patrón
de esclavitud, feudalismo etc, Entonces, las distorsiones políticas que han
tenido los partidos políticos comunistas y no comunistas marxistas en general en
América Latina han tratado de encajar la historia dentro de un molde que no
cuadraba.
- ¿Cuál es tu idea en contraposición al paradigma de Marx?
EUTOPIA
Título: Eutopía Subtítulo: Una propuesta alternativa al
modelo neoliberal
Autor: Mario Eduardo Firmenich
Colección: Ediciones del
Pensamiento Nacional/ Varios
Precio: $ 29.00 Formato: 150 mm x 220 mm Encuadernación:
Rústica Binder
Páginas: 256 Editorial: Ediciones Colihue Año Edición:
2004
Estando en prisión a fines de los ochenta, el autor de este
trabajo profundizó sus estudios e investigaciones económicas en la
búsqueda de una alternativa al neoliberalismo. Metido en estas
lides, en 1996 obtuvo la licenciatura en Economía en la Universidad
de Buenos Aires y en 1999 el doctorado en la de Barcelona. Su tesis
para este último escalón académico -origen y núcleo del libro que
presentamos- fue apadrinada por el Premio Nobel en Economía Joseph
Stiglitz. Como economista y hombre político, Firmenich registra en
esta obra reveladora la crisis internacional de los modelos
keynesianos y socialistas tradicionales; hunde luego su mirada en el
neoliberalismo que los reemplazó -con sus desastrosos resultados
sobre el Estado y la calidad de vida de las mayorías-, para
construir finalmente una propuesta que enfrente los principales
problemas latinoamericanos, con especial énfasis en los de
Argentina. Por este último aporte titula a su libro Eutopía, que es
"la tierra del bien"; es decir, porque propone y debate cuestiones
posibles y no meros sueños. Así, expone un modelo compuesto por un
conjunto de reformas para el desarrollo sostenible en los planos
social, económico, político y ecológico, apoyadas sobre fundamentos
teóricos más sólidos que los presupuestos de la economía neoclásica
(verdadero "pensamiento único" de los noventa). Todo ello "mediado"
por un sistema de democracia participativa, justicia social y
diversidad cultural que lo garantizará en el tiempo. Por lo
expuesto, el lector podrá pensar que se trata de un libro "difícil".
Nada más alejado de la realidad: su exposición es llana y didáctica,
fácilmente entendible aún para los no habituados a lecturas de
Economía. Eso sí, quien espera un libro político polémico y "de
barricada", con planteos y alusiones al pasado del autor y de la
generación que lo reconoció como unos de sus protagonistas, saldrá
defraudado. Firmenich se presenta aquí como un hombre dispuesto a
mirar hacia delante y aportar con enjundia a las cuestiones del
presente.
Mario Eduardo Firmenich
Mario Eduardo
Firmenich nació en Buenos Aires en 1948. Inició su militancia
política durante la dictadura del general Onganía. Saltó a la
notoriedad pública en 1970, tras la ejecución del general Aramburu
por Montoneros, organización de la que fue dirigente destacado. Tras
su doctorado en España se ha desempeñado como profesor invitado a
diversos trabajos de investigación acerca del MERCOSUR y como
profesor asociado en el Departamento de Teoría Económica de la
Universidad de Barcelona. También ha colaborado con diversas
organizaciones no gubernamentales en modelos alternativos de
organización social, desarrollo sustentable y socioeconomía
solidaria.
- Yo parto de un concepto distinto. Lo que
determina la evolución de las sociedades no es el modo de producción sino el
modo de asignación y uso de los excedentes. Y esto es un proceso que se decide
básicamente en el poder del Estado, no en la infraestructura. Es la regulación
que el Estado establece sobre la economía, sobre la distribución de la renta, lo
que moldea el poder de compra de los distintos sectores sociales y esto es lo
que determina quién acumula excedentes y para qué. Entonces, el tema central es
que no hay un sujeto histórico necesario de cambio, no hay un ningún cambio
necesario en ninguna dirección. La evolución histórica no está predeterminada,
depende del proyecto a construir. Hay una libertad significativa de los seres
humanos y tan es así que estamos destruyendo el ecosistema. No necesitamos
definir con lupa un sujeto social inexistente, nos hace falta definir un
proyecto consensuado para la acumulación de excedentes. ¿Quién es el sujeto
social de eso? En el caso de América Latina que no tiene una historia de
acumulación de consensos entre todos sus sectores, porque no hay una
construcción secular de consensos, necesitamos un contrato social muy explícito.
No podemos dar por supuesto nada.
- Una de las propuestas expresadas en
el libro habla de "refundar la república" ¿cómo es esto?
Es necesario un
contrato social explícito donde el sujeto social es la nación entera. Hay que
refundar una nación. La democracia representativa, la partidocracia ya no va
más, ya no es suficiente. No es una herramienta apta para canalizar el consenso
de un contrato social y una democracia participativa. Creo que las
organizaciones sociales, la sociedad civil en su conjunto, deben participar en
esto. Instituciones gremiales, patronales, religiosas, cooperativas, mutuales,
incluso los sectores excluidos se han organizado y tienen sus representantes
válidos que hace cuatro años no los tenían. Entonces, creo hace falta que
alguien convoque a debatir.
-¿Quién debería convocar a este gran debate?
En mi opinión y por la cultura política de este país –
presidencialista-, la persona más indicada para hacerlo es el presidente.
Cualquiera sea. Tiene la autoridad institucional suficiente para convocar, en
una misma mesa, y generar una agenda de discusión. Y bueno, creo que hay que
discutir casi todo. Y luego iniciar un proceso participativo que no es la
asamblea constituyente de 1994 (Pacto de Olivos) que no ha servido para nada y
que la gente terminó rechazando y cuestionando el statu quo de la clase política
en 2001 y 2002.
Por supuesto que habrá que darle un marco jurídico, una
nueva constitución, pero eso será al final de un proceso participativo donde los
partidos políticos solos no tienen la autoridad moral ni la representación
social para hacerlo. En cambio, hay muchas instancias de participación, de
organización de la sociedad donde están tanto excluidos como incluidos.
- Pero está la lista sábana, el clientelismo…
Tenemos una historia, una tradición de participación que va más allá de
los partidos políticos. Además no pueden tener el monopolio de la representación
social porque la gente no les delega esa función. A la democracia participativa
hay que ampliarla. Incluso hay algunos mecanismos legislados que no se aplican
como el plebiscito y el referéndum. Y otras instancias de participación que no
son ir a votar, sino a hablar, a discutir. No hace falta ser diputado para
proponer una idea. Las asambleas vecinales han funcionado en ese sentido y
muchísimas instancias de organización social funcionan así. Somos un país de
cabildo abierto que ha nacido con vocación participativa. Tenemos una larga
historia de pueblo en las plazas, expresándose. Tenemos que abrir cauces
institucionales nuevos y lograr un contrato social por los siglos de los siglos.
- ¿La correlación de fuerzas, permite cristalizar este proyecto?
- Creo que nadie. Ningún presidente, ningún ejército, ninguna guerrilla,
ningún sindicalismo, ni ningún partido político tendrá la fuerza necesaria para
imponerlo. Se debe consensuar. La relación de fuerzas impone. Por supuesto que
hay circunstancias más propicias que otras para la concreción. Pero hay algo
previo que son las ideas. Tiene que existir la convicción de que si no tenemos
un contrato social de largo plazo, no somos una nación. Y si no somos una nación
no habrá gobierno estable. Como no lo ha habido. Y no lo ha habido por que no
hemos sido una Nación. Pensemos en políticas de Estado seculares, en consensos
de desarrollo social. Para eso, es imprescindible sentarse a negociar y firmar
todos algo.
- ¿Cuando decís todos, a quiénes te referís?
A todos
los sectores interesados en un proyecto nacional basado en políticas de Estado
claras. El plazo depende de la voluntad política de los actores. Europa lleva 60
años. El asunto es que el consenso de integración no tiene alternativa. O somos
una Nación o la correlación de fuerzas para enfrentarnos no nos resuelve el
problema. Ahora, si no tenemos intereses comunes y no hay posibilidad de
construirlos pues desapareceremos. Entonces, la correlación de fuerzas pasa a
ser un tema secundario. En todo caso sería de ideas. Qué idea es más poderosa
para producir esa aglomeración. Porque no hay alternativa al consenso. Esta es
la cuestión. Si no se logra, hará desintegración.
- ¿De acuerdo al
actual mapa político: Venezuela, Uruguay, Brasil, Chile, Argentina. Es posible
articular una estrategia de integración latinoamericana?
Mario Firmenich y la presentación
de Eutopía
- Hay un discurso de integración y tenemos una
oportunidad histórica. Hay varios gobiernos que tienen el mismo discurso de
integración. Pero ¿cuál es la estrategia de integración? Qué le proponemos
nosotros a Uruguay. Está bien, apoyamos a Tabaré Vásquez, muy bien, lo
aplaudimos, somos compañeros. ¿Pero qué le dejamos producir en el Mercosur?. O
solamente están para que nos compren la industria Argentina y de Brasil. ¿Qué le
proponemos a Paraguay? Qué le ofrecemos a Bolivia para que se integra al
Mercosur. ¿Porqué lo va a hacer? Porque la patria grande, los libertadores, ese
es el discurso. Vamos a los hechos. Qué va a ganar Bolivia en los próximos 40,
50 años si se integra al Mercosur. ¿ Va a ganar algo o nada?
Si no hay
una estrategia de integración, el discurso pasará a la feliz coyuntura política
de coincidencias de gobiernos: de signos más o menos parecidos, de distintos
orígenes, más o menos nacionalistas, democráticos, populares, que abarca desde
Chávez hasta Lagos, pasando por Tabaré, Lula, Kirchner y demás. Esta feliz
coincidencia, al menos desde mi punto de vista, necesita de una estrategia que
por lo menos se concentre en dos puntos. Podrían ser más, pero por lo menos
estas dos. La integración monetaria y la integración política en el parlamento
latinoamericano.
La integración no se hace en reuniones de jefes de
Estado, de tanto en tanto. Eso es para ir avanzando en las negociaciones, pero
hacen falta instituciones permanentes.
- O sea que estamos en pañales en
este tema…
- Sí, esa es mi opinión. Estamos en pañales. Tenemos una
buena posibilidad una buena perspectiva, una buena coyuntura. Y debemos
aprovecharla para hacer un cambio de estructuras. Si nosotros seguimos con los
sistemas monetarios fragmentados, vamos a seguir sometidos a las crisis
financieras de movimientos de capitales. Una vez golpeará a Brasil, otra en
Argentina, en Uruguay y en Venezuela. Europa ya demostró la experiencia para
salir de esa crisis especulativa financiera. Hay que avanzar en la integración
monetaria y eso es posible. No es una teoría. Es algo que está demostrado en la
realidad. Bueno, nosotros necesitamos plantear urgentemente como agenda de
integración económica: la integración monetaria. Para que las crisis financieras
de las movilidades de capitales en la globalización no destruyan nuestra unidad.
Además necesitamos avanzar en una integración política. Va muy bien que haya
cumbres de jefes de Estado. Pero no alcanza. Hay que buscar estructuras
permanentes donde la estructura básica de una democracia continental sea un
parlamento latinoamericano.
El compromiso militante de Walsh
También fue posible evocar la figura de Rodolfo Walsh miembro de Montoneros
durante los años setenta. La figura de Walsh desde lo periodístico y literario
es valorado a niveles superlativos. En cambio se niega u oculta su identidad
política. Firmenich aclara que no tiene anécdotas para contar. Para él "fue un
gran militante antes que periodista. Consagró gran parte de su vida a luchar por
un país más justo". Recordó además que se juntaban en reuniones de discusión
política y editorial. "Participábamos todos en rueda y opinábamos sobre el
discurso, los proyectos de prensa, la línea editorial. Sobre todo durante la
experiencia de la revista Noticias, mientras estábamos en la legalidad. Él era
más grande que nosotros y con toda su experiencia confluyó en la organización".
[Entrevista realizada en el exitoso programa de TV Tiempo Nuevo
en 1995, del periodista oficialista y de derecha Bernardo Neustadt, en el
contexto de "conciliación nacional", propuesta por el neoliberal Carlos Menem.
El reportaje al que se prestó Firmenich es posterior a la "autocrítica"
realizada por el general Martín Balza.]
Bernardo Neustadt: Le pido al
señor Mario Firmenich que nos diga lo que piensa de lo que hizo y de lo que
quiere hacer, si es que quiere conseguir el futuro.
Mario
Firmenich: Yo en primer lugar le agradezco, señor Bernardo Neustadt, su
invitación. Quiero aclararle que he preferido leer lo que voy a decir, por
respeto al tema, al dolor que hay sobre el tema, a la exactitud que es
preferible tener en esto, que es más que un primer paso. Seguramente habrá
segundos, terceros pasos en este camino; pero en este primer paso he preferido
ser lo más preciso posible. Si me permite, me dirijo a todos mis compatriotas y
a todos los habitantes de esta tierra, asumiendo una vez más la responsabilidad
política por todo lo actuado por los militares montoneros, porque así lo exige
la necesidad social de esta hora. Pero ya no es tiempo de clandestinidad para
nadie ni existen los mandatos de otra época. Cumplo, pues, con mi deber en
función de la historia y espero que cada montonero, comparta o no mis palabras,
asuma sus propias responsabilidades ante la sociedad toda.
Después de
diez años de democracia, de transición, llegó la hora de la verdad para los
argentinos. El general Balza tuvo el coraje de asumir una autocrítica que le
correspondía a Videla. Y tendió una mano de paz y reconciliación con la verdad,
con la sociedad de hoy y con sus antiguos adversarios. Los montoneros ya
habíamos hecho nuestra autocrítica y nuestros aportes a la reconciliación y a la
pacificación en forma escrita, pública y en la práctica cotidiana. Quizá no fue
debidamente escuchada. Hoy vengo a reiterarla, aceptando la mano tendida, con
buena voluntad, por el señor general Balza, y tendiendo a la vez mi propia mano.
Cuando fuimos acorralados, política y policialmente, cuando la Triple A nos
masacraba tras la muerte del general Perón, cometimos el error madre de pasar a
la clandestinidad y retomar la lucha armada, pese a que no existía para eso la
legitimidad que otorga el consenso de las mayorías. Políticamente el error fue
de naturaleza ideologista y militarista.
Espiritualmente, fue un pecado
de falta de esperanza que nos llevó a una decisión desesperada. Más tarde, ante
la evidencia de aberraciones de lesa humanidad contra familiares amigos y
compañeros, seguramente no fuimos capaces de luchar cumpliendo el precepto
cristiano que nos manda a amar a nuestros enemigos. De haberlo hecho, se habrían
evitado numerosos daños completamente ajenos a la justicia pretendida. Pero
tenemos la obligación de decir, también, que nosotros no tenemos que
arrepentirnos por haber desaparecido a nadie ni por haber torturado a nadie para
obtener información, ni por haber violado ninguna mujer. Ni por haberle robado
ningún hijo a nadie, ni por haber empleado a nadie, ni por haber arrojado vivo
al mar a nadie. Debemos reiterar que también han sido falsas las imputaciones
realizadas con ánimo de desprestigio, como parte del enfrentamiento, sobre
inexistentes vinculaciones espurias con el enemigo y sobre algunos atentados
ajenos a nuestra participación. Cabe, no obstante, reiterar aquí nuestra
autocrítica por haber celebrado ingenuamente algunos atentados contra
adversarios, aun sin saber certeramente su procedencia. Por otra parte no es
cristiano celebrar la muerte de ni del peor enemigo.
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Es hora de clarificar, también, que no tenemos responsabilidad
en lo actuado por otras organizaciones armadas de izquierda, que se pusieron a
la salida electoral de 1973 y que continuaron e intensificaron absurdamente su
accionar guerrillero con tomas de cuarteles de ejército durante el gobierno de
Cámpora y Perón, intentando luego la instauración de una zona liberada en
Tucumán. Los argentinos producimos una guerra civil embozada desde 1955 en
adelante. Nosotros no empezamos la violencia en la Argentina. Nosotros fuimos la
generación que nació, creció y se educó durante ese proceso histórico. Sufrimos
los bombardeos a la población civil, la derogación por bando militar de la
Constitución Nacional, los fusilamientos sin juicio previo, la proscripción
política por décadas. Todo ese tanto con gobiernos civiles radicales como con
dictaduras militares. El derecho de resistencia a la opresión por todos los
medios fue legitimado universalmente tanto en el derecho constitucional como en
las encíclicas papales. Los peronistas y nuestro líder entendimos que nos
asistía este derecho. Nosotros, la Juventud Periodista, tuvimos la osadía y el
coraje de ponerlo en práctica, al precio de sacrificar nuestras incipientes
vidas. Pero no fuimos sólo los montoneros ni solamente los jóvenes peronistas.
Con muy variadas formas de militancia, fue toda nuestra generación. Valiosísimos
talentos en todas las ramas del pensamiento y del trabajo. Vocaciones profundas
y brillantes de médicos, sacerdotes, poetas, matriceros, científicos, técnicos,
músicos y todas cuantas el ser humano es capaz de hacer, fueron generosamente
sacrificadas por una lucha que se nos imponía como deber moral, solidario, con
la patria y con los más débiles. En un país que era injusto y sin destino. Ellos
son nuestros mejores amigos y compañeros que ya no tenemos, es preciso decir que
nos avergüenza ante el mundo la hipocresía de sostener que tanta inteligencia y
capacidad humana fueron arrastradas de las narices de un trágico final
falsamente explicado por una teoría de los demonios. En agosto de 1975 Videla,
Massera y Agosti definieron a su favor la lucha contra los militares
antigolpistas, que efectivamente los hubo, pero fueron destituidos o relegados a
funciones sin poder, e inclusive eliminados violentamente. Iniciado el Proceso
de Reorganización Nacional, la masa de la sociedad argentina se dividió entre
los que dieron su consenso a la eliminación por cualquier medio de la llamada
subversión y los que, aterrorizados, optaron por no ver, no oír, no saber, no
meterse. Todo el dolor nacional fue posible por una cultura política totalitaria
y militarista, de la que todos hemos formado parte.
El Descamisado Nº
17, 11 de septiembre 1973. Reportaje a Firmenich.
Vivíamos en un país donde la mayoría no tenía derecho a
gobernar, las minorías no tenían derecho a existir, los militares eran la
reserva moral y política de la patria. La justicia social era el derecho de la
demagogia. El poder judicial era auxilio formal del poder político, la
Constitución Nacional no existía, la violencia política era siempre legítima,
las Fuerzas Armadas eran el partido militar de las minorías económicas
dominantes. La mentira y la difamación pública eran el componente normal del
discurso político contra los peronistas, el trasfondo era la incompatibilidad a
muerte entre la patria oligárquica, la patria peronista, la patria gorila, la
patria corporativa, la patria socialista, la patria sindical y la patria
financiera. No existía un proyecto de país para todos con reglas de juego
compartidas. Cada víctima del enfrentamiento tenía sus familiares y amigos
íntimos. Naturalmente para ninguno de estos valían argumentos de tipo político.
El dolor de lo irreparable no admite esas razones, el amor a los seres queridos
resultó más fuerte que las ideologías. Hoy podemos hablar de la reconciliación
nacional y la pacificación definitiva porque en un estado democrático, de plena
vigencia de todos los derechos y garantías de una Constitución con respaldo
unánime, la violencia política no tiene ningún sentido ni ninguna legitimidad.
Pero no se trata de la reconciliación de torturadores y torturados, se trata de
la reconciliación social y política en una cultura pluralista, que entre todos
hemos ido construyendo durante los once años de transición democrática. La
reconciliación se consolida con la verdad histórica y con la autocrítica
nacional. Ese es el valor trascendente del primer paso dado por el general
Balza, cuyos alcances se deben a que supera el mero hecho individual para ser un
hecho institucional. Hecho institucional con todo el respaldo político del
comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, que gracias a Dios en la democracia
es el presidente constitucional, hoy es el doctor Carlos Menem, quien además ha
exhortado a todas las fuerzas a seguir por ese mismo camino. Todos debemos
colaborar con esa actitud, no lograremos coincidir fácilmente sobre los juicios
de valor, como no lo hemos logrado hasta ahora sobre Rosas y Sarmiento; pero lo
importante es que reconozcamos verazmente los hechos ocurridos y que aceptemos
todo nuestro grado particular de responsabilidad. Todos debemos tender nuestra
mano abierta, ni las mentiras, ni los chivos expiatorios, ni los rencores, nos
darán la otra estabilidad, la paz, porque la hora de la paz es la hora de la
verdad.
Neustadt: Esos jóvenes, de dieciocho a veinticuatro años, que
van a votar por primera vez en la República no tienen idea de quien es este
señor, de lo que pasó en la Argentina, de la sangre derramada. Ni idea. Y van a
votar por primera vez: son dos millones. Entonces le dije: yo quisiera ver a sus
padres en el estudio, él tiene setenta y ocho años, su madre tiene setenta y
dos. Yo quiero ver a su mujer y sus hijos en el estudio. María Inés tiene
diecinueve años, Mario tiene dieciocho, Facundo José tiene once, Jorge Agustín
tiene ocho y Santiago Ramón tiene seis. Y su mujer se llama María Elpidia
Martínez Agüero. Este, insisto, no es un show de televisión, si no lo hubiéramos
hecho con otra presentación, la gente en la calle, los periodistas aquí en este
estudio. Esto está grabado porque no busco el escándalo. De un lado hay una mano
tendida y del otro una mano que se da. Yo quiero cerrar mi ciclo profesional, de
algún modo, alcanzando lo que no pude alcanzar en mi vida. Yo me pasé cincuenta
años viendo esto, cincuenta años que vi la muerte, el dolor, la angustia, el
horror, el error, medio país sin poder votar, medio país silenciado tal vez en
otra época. Y sin parar nunca. Si usted me permite le quisiera hacer tres
preguntas nada más. Cuando usted dice arrastrado de las narices, usted como
líder de un grupo que un día pasó a la clandestinidad y decidió que el camino
estaba oscuro y que la consigna en el fondo era morir o matar o matar o morir,
¿usted también arrastró de las narices a jóvenes?
Mario Firmenich
liberado el 29/12/90, al salir de la cárcel, después de un indulto
otorgado por el presiente Carlos Menem.
Firmenich: Justamente por eso me refería… no, no los arrastré de
las narices, los representé, nuestras decisiones fueron colegiadas.
Neustadt: ¿Lo volvería a hacer?
Firmenich: No, he comprendido que es un error.
Neustadt: Y la
última sería que usted decía que ustedes no hicieron desaparecer gente, no
tiraron seres vivos al mar. Hoy tenemos una Argentina donde un señor se presenta
en televisión y dice: “tiré treinta personas al mar”, y para algunas
organizaciones es un héroe. Es un asesino. Es como si Eichmann se hubiera
arrepentido de la cámara de gas y dijera en la televisión: “estoy arrepentido de
eso”, y contara lo que hizo, y la comunidad judía dijera: “¡qué héroe!”. Le
pregunto: dentro de eso que ustedes no hicieron, el secuestro del general
Aramburu, ¿cómo lo vive usted? Es decir, eso fue un secuestro, ese fue un hombre
que intentó ser vejado, después de ser asesinado. Ustedes mismos asumieron que
lo habían hecho.
Firmenich: No, no lo hemos vejado, lo hemos respetado
hasta el extremo de -como inclusive lo he relatado en alguna ocasión- sin tener
necesidad en un hombre que está por morir, evitar que se tropiece con los
cordones de sus zapatos, porque estaba él maniatado. No, lo hemos respetado e
inclusive públicamente hemos orado por él. Y también ahí aprendí que no había
que odiar al enemigo.
Neustadt: Pero lo asesinaron.
Firmenich: Fue un acto que no decidimos nosotros, lo decidió el pueblo.
Estaba decidido por el pueblo, y esto es en todo caso lo triste, porque no
podemos hablar de esta situación sin hablar de los bombardeos a Plaza de Mayo,
sin hablar del fusilamiento del general Valle.
Neustadt: ¿Le puedo pedir
un favor? Nunca más represente al pueblo así. Le pido por favor.
Firmenich: Yo también desearía que el pueblo nunca más tuviera necesidad de
venganza, que fue lo que hubo. Ojalá no necesitemos nunca más venganza, nadie.
Ojalá -usted lo mencionó al principio, lo hablamos el otro día, en algún momento
fuimos enemigos- no seamos nunca más enemigos.
La organización
Montoneros fue la fusión de un sinfín de grupos preexistentes. Grupos que habían
militado la juventud peronista de fines de la década del '60. Había un
denominador común en muchos de esos grupos de nuestra generación. Cuando digo
"nuestra generación" me refiero a nuestra generación de la Juventud Peronista.
Había una Juventud Peronista anterior a nosotros que no había tenido exactamente
esta composición. Pero en el caso de nuestra generación fue muy común la
influencia generalizada de sectores de izquierda post conciliares, de sectores
católicos progresistas que en esa época se llamaban post conciliares. Después
con el tiempo se dio lugar a la teología de la liberación, cosa que en esa época
no existía. Lo que existía era el impacto del Concilio Vaticano II y de las
encíclicas de Juan XXIII y luego de Pablo VI. Entonces en la generación nuestra
que teníamos en la segunda mitad de la década del '60, todos por debajo de los
veinte años habían tenido influencia en diversos lugares del país grupos que no
tenían interrelación entre sí, habían tenido esta influencia por un lado, y la
influencia del peronismo estrictamente político por otro. En el caso particular
del grupo al que yo pertenecí, que era el grupo que constituimos con Medina,
Carlos Mangues, Emilio Maza, Carlos Cartoy Martínez, Norma Rostito, etc., este
grupo venía de la revista Cristianismo y Revolución, en
particular. Se había nucleado alrededor de una figura que había liderado, un
carismático un referente de este pensamiento el cura Mujica, que había tenido
como referente, primer conductor organizativo a Juan García Lorio. Y que
alrededor de la revista "Cristianismo y Revolución" se generó una propuesta que
dio lugar a un proyecto político organizativo que se llamó primero "Comando
Camilo Torres" e inmediatamente, al poquito tiempo, cambió el nombre por
"Comando peronista de liberación". Este es el origen de la organización.
Hubieron muchos grupos que tuvieron vinculación con esta propuesta en el
interior del país, pero como ya era un organismo clandestino, porque estaba la
dictadura de Onganía no había mucha relación de estos grupos entre sí. Muchos
grupos se dispersaron en torno al programa de García Lorrio, que no prosperó y
luego se reagruparon en la organización Montones con grupos de otras
procedencias.
Bueno, era una situación que estaba
para los ojos de la época totalmente convalidada. Desde el punto de vista de la
situación política nacional se vivía una dictadura sin límite de tiempo. La
dictadura autollamada "Revolución argentina", que presidía Onganía y alguna
junta de comandantes en jefe que tenía poder militar planteaba que tenía
objetivos, pero no plazos. Ese era el lema de la época. Y en el nivel de los
columnistas políticos de la época se decía que los plazos estaban determinados
por la vida de Perón. Es decir que en definitivamente la dictadura tenía que
durar hasta que Perón se muriera, porque todos los ensayos de democracia sin el
peronismo habían fracasado, porque el proyecto de la supuesta Constituyente del
año '57 había ganado los votos en blanco la elección y luego la Constituyente
quedó sin cuorum. Luego el candidato oficialista al régimen era Balbín o sea el
radicalismo del pueblo, se llamaba en aquella época y el candidato triunfante
fue el radicalismo intransigente con Frondizi, merced al pacto con Perón. Luego
la candidatura de ¿¡¡¡ en la provincia de Buenos Aires determinó la anulación de
las elecciones. Elecciones más proscriptivas en el '63, volvieron a ganar los
votos en blanco. En las elecciones del '65 para diputados se permitió la
participación de partidos neoperonistas, ganó el peronismo y Perón le ganó a los
mismos peronistas, es decir en la interna del peronismo, Perón venció en la
elección crítica, en Mendoza venció a Serú García. Y se ¿? la elección para el
año '67, con el golpe de Onganía, esta vez había que elegir gobernadores.
Nuevamente el peronismo ganaría las provincias clave, en particular la provincia
de Buenos Aires. De modo que no era posible un código electoral que cubriera las
apariencias de una democracia representativa con una fuerza política como el
peronismo fuera de juego. Y no había disposición del establishment a permitir la
democratización real del país, de modo que lo que vivíamos era la proscripción
sistemática de la mayoría nacional, proscripción política que tenía
connotaciones claramente clasistas, claramente raciales, porque los pobres de
nuestro país son los cabecitas negras. Entonces el país blanco europeo, país
extranjerizante, el país que para toda la literatura con la nosotros nos
habíamos informado –el revisionismo histórico de Jaureche, etc.- estaba más
cerca del pensamiento colonial, que del pensamiento nacional, oprimía en forma
sistemática y marginaba del poder político al país indoamericano. En una
situación – para comparar hoy en día- bastante similar a la que se vivía en
Sudáfrica antes de que se parara el apartheid y que Mandela pudiera tener acceso
a la presidencia. Y nadie se preguntaría por qué los partidarios de Mandela
podían recurrir a la violencia, porque era lo que se veía como lógico. Por lo
mismo los partidarios de Perón tuvimos que recurrir a la violencia, exactamente
por lo mismo.
Firmenich en la
lista de la Triple A.
Clic para ampliar
La relación con Perón evoluciona
para nuestra generación desde que leíamos a Perón en el libro de lectura cuando
teníamos seis años de edad hasta estar cara a cara con él, veinte años más
tarde. Y menciono estos dos ejemplos, porque hay una imagen mítica que tiene un
niño, frente a un líder internacional, Presidente de la Nación, que es la imagen
de un niño desde jardín de infantes o primero inferior frente al libro de
lectura. El libro de lectura es el poder para el niño y Perón era imagen en el
libro de lectura. Con el paso del tiempo, por otra parte, después del
derrocamiento del general Perón, nuestra generación realizó un revisionismo
histórico sobre el peronismo en el cual revalorizó centralmente los aspectos
positivos y al hacer esa revalorización carecían de especial significación otros
aspectos que también eran de la realidad, pero que no formaban parte de una
valoración histórica significativa y que sí pasaron después a tener peso cuando
la relación histórica pasó a ser una relación política, coyuntural. Una cosa es
evaluar la historia, evaluar los rasgos positivos y negativos de una
personalidad o de un proceso político en la historia y otra cosa ¿?? políticos
coyunturales. A los efectos de un balance histórico, los rasgos que pudiéramos
llamar deficitarios no cuentan, no pesan, son menores, pero a la hora de la
realidad política cotidiana sí pesan, porque actúan. Se va este problema que fue
lo que llevó a procurar el enfrentamiento de nuestra generación con Perón. Perón
a su vez sufrió los 18 años de exilio en el sentido de que cuando tomamos
distancia de la realidad, congelamos una imagen de la realidad. Perón congeló
nuestra imagen de niños y congeló la imagen de una dirigencia peronista de la
década del '50. Cuando había otra dirigencia política que lo traía a él al país,
que era la Juventud, que no éramos aquellos dirigentes del '50 ni éramos
aquellos niños del '50. Y entonces a Perón le costó entender que la relación con
nosotros era distinta con el resto del movimiento. Y a nosotros nos costó
entender que el Perón de carne y hueso era distinto del de la síntesis
histórica. Hubo en este sentido, diferencias políticas, pero más importantes
hubo una dificultad de comunicación, de diálogo o una ruptura generacional.
Faltaba una generación en el medio y había imágenes congeladas en el tiempo,
mutuas entre interlocutores hablando en el ‘73/'74, entre Perón y nosotros. De
modo que nosotros revalorizando el sentido histórico, social, nacional del
peronismo cuando nuestra generación irrumpe en la escena política, produjimos
una gran renovación ene el peronismo, que esa unión de fuerzas hizo que Perón
volviera al país. Y cuando el peronismo vuelve al poder y Perón vuelve al país
hicieron crisis aquellas cosas que estuve mencionando antes. No hubo la
posibilidad o la capacidad de un mecanismo de comunicación como por lo menos
discutir en los términos más racionales posibles, discutir abiertamente sin que
pudiera considerarlo una falta de respeto y sin que nosotros consideráramos que
éramos marginados. Si se hubieran podido discutir racionalmente las diferencias,
seguramente después -como parte de la lógica política y formaba parte de nuestra
lógica de elaboración de decisiones- hay democracia en la discusión y luego
descentralismo en la decisión. Si se toma una decisión la minoría "se la banca",
como se dice hoy en día. Ese proceso no existió en aquella actualidad y sobre
esa inexistencia de síntesis, sobre esa inexistencia de diálogo en términos
reales –no porque no hubiésemos tenido contacto directo con Perón, sino porque
no era fácil el diálogo-. Sobre eso intervinieron factores exógenos,
provocaciones exógenas, estrategias exógenas de provocación. A mi juicio hay
bastante documentación al respecto inclusive por servicios de inteligencia
extranjeros que tuvieron a través de López Rega... nadie puede formar una fuerza
de choque, de provocación que convirtió las diferencias políticas y de criterio
en una guerra interna del peronismo.
En
primer lugar, en el '74 hace eclosión todo este proceso de discusión que no
tenía fluidos canales de diálogo, porque como Perón sabía cual era nuestra
posición, pretendía impedir por vía administrativa la expresión de nuestros
planteos. Concretamente se tomó la disposición que no se podía ir con banderas
políticas a la Plaza de Mayo el 1°, cosa que es absurda. En cambio sí se podía
ir con banderas sindicales, cosa que era una manifiesta parcialidad a favor del
sector ortodoxo del peronismo que predominaba en otra generación y en otro
sector a nivel sindical. El sector ortodoxo iba a tener su representación con su
bandera de las 62 organizaciones, de los sindicatos y el sector nuestro que era
fundamentalmente juveniles no iba a poder tener esa expresión, porque en el
plano sindical inclusive tenemos habitaciones sindicales y ello no era
considerado político, no era una institución sindical. Entonces se nos pretendió
prohibir la expresión y nosotros recurrimos a una triquiñuela para tener
expresión. Recurrimos a la vieja imagen del caballo de Troya. En los grandes
bombos –se usaron bombos gigantes para esa ocasión- con los que se accedía a la
Plaza de Mayo para acompañar los cánticos, llevamos dentro de ellos banderas,
aerosoles, letras de las insignias que queríamos poner y concurrimos con grandes
banderas argentinas sin inscripciones. De modo que la valla policías que estaba
puesta para impedir el acceso a la Plaza de Mayo a lo que tuvieren agrupación
política, tuvieron que dejarnos pasar porque nuestra única identificación eran
banderas argentinas. Pero, una vez adentro de la Plaza, cuando Perón salió al
balcón, las banderas argentinas súbitamente se convirtieron en banderas con las
inscripciones políticas que habitualmente llevábamos a todas las movilizaciones.
Esto enardeció a Perón. Para el prototipo de la cultura política argentina,
Perón era el prototipo del político racional, del estratega, del hombre frío, el
hombre que tomaba decisiones sin emociones. Y ese día Perón fue el hombre, no
fue el estratega frío, fue el hombre emocionado y reaccionó emocionalmente,
reaccionó con insultos que no forman parte del discurso político. Esto
desencadenó una tragedia, esa es la verdad. Nosotros manifestamos nuestra
posición con la triquiñuela de eludir el recurso administrativo de impedir
expresarnos, y lo reivindico, porque no hay derecho a impedir expresarse a
nadie. Perón se salió de las casillas y esto desencadenó lo que eran ya
diferencias políticas muy duras e incluso con enfrentamientos violentos dentro
el peronismo, desencadenó en la Plaza de Mayo una batalla campal entre la media
plaza espantada que nunca decidió retirarse con los compañeros que formaban
parte de nuestro sector y la media plaza que quería quedarse, que era el sector
ortodoxo. Pero la media plaza que quería quedarse también se iba persiguiendo a
los nuestros o sea que el acto duró escasos minutos y en buena medida este hecho
fue tomado por la estrategia represiva sobre la cual se desarrollaría el
"Proceso de Reorganización Nacional" para profundizar el aislamiento político de
los militantes de nuestro sector al efecto de procurar consenso social para el
exterminio físico.
Inclusive hubo un documento reservado a pedido del
senador Martearena por Jujuy (que era el presidente del Partido Justicialista en
aquella época) en una reunión reservada del consejo nacional del Partido
Justicialista, Martearena firmó un documento donde prácticamente exhortaba al
exterminio físico en una represión del tipo que se desarrolló con las tres A.
Pero también hay que tener en cuenta que Perón era un anciano. Lúcido, pero un
anciano. ¿Qué quiero decir con esto? Que él tenía pensamiento propio, pero no
tenía capacidad de acción prácticamente. Y en este sentido Perón era en cierto
modo un prisionero de la edad. Y la persona que podía mantener la situación, que
ha sido su esposa era la aliada más estrecha de López Rega. De modo que Perón
tenía serias limitaciones reales a su capacidad de acción. Y de todas maneras,
evidentemente él no estaba de acuerdo con nuestros planteamientos políticos. De
otro modo no hubiera dejado que López Rega hiciera las tres A. El modo hubiera
sido "muchachos los llevo a la interna, ustedes hagan su planteo, yo hago el mío
y vamos a ver quién gana. Evidentemente nos iba a ganar él, eso estaba fuera de
discusión. "O hagamos un debate político nacional o hagamos lo que fuere
necesario". Pero Perón no estaba acostumbrado a la metodología de la discusión
política. No aceptaba nuestra discusión política. Esta era la cuestión. López
Rega no nos discutía nada.
Resistir (fragmento). En este
fragmento Mario Firmenich, que entonces tenía 29 años, se refiere al
salvajismo de las torturas de la dictadura militar.
Ver completa
Antes de que muriera el General
Perón todo el mundo sabía que aquella situación creada con el triunfo electoral
del '73 era una situación precaria, no era una situación estable. La historia
argentina preexistente demostraba que las democracias o los períodos
democráticos eran breves intermedios entre un continuo poder militar que
representaba al stablishment, que se le llamaba el partido militar,
concretamente, y que políticamente se los llamaba "gorilas". Eran "gorilas" en
ejercicio del poder armado que controlaban todo el poder armado y el poder
económico y del Estado. Esto era lo recurrente. Inclusive cuando Perón vuelve en
el año '72 se suponía que iban a matar. Entre las hipótesis que existían era que
iban a derribarle el avión. O sea que el proceso que da lugar al triunfo del
justicialismo no venía precedido por "un gran acuerdo nacional", como le llamaba
la ¿??. Había sido presidido por una guerra en la cual no hubo una victoria
militar, un embate militar, un status quo, un armisticio. Inclusive durante la
campaña electoral no se sabía si se iba a llegar a las elecciones del 11 de
marzo. Y cuando Cámpora triunfa con el 50 por ciento de los votos y anula la
maniobra de lealtad que había ideado Lanusse, se pensaba que lo le iba a
entregar el gobierno el 25 de mayo.
Todo el mundo sabía que aquella
situación era inestable, que había un poder político popular que tenía un
equilibrio inestable con el poder económico y militar del establishment y que
estas dos cosas eran incompatibles. Este precario equilibrio, que es un
equilibrio de fuerzas existía en virtud de la existencia de Perón. Perón
aglutinaba las suficientes fuerzas sociales, políticas y económicas, que eran
desde la CGT hasta la CGE como para equilibrar el otro poder. Si Perón
desaparecía y este poder, este frente nacional se resquebrajaba el equilibrio de
poder se rompía automáticamente y volvía una vez más el golpismo militar
recurrente en la historia argentina. Todos sabíamos esto.
Cuando Perón se muere no había más
que esperar que esto ocurriera. Y todos sabíamos, por la lectura de la historia,
que cada golpe de Estado era más sangriento y salvaje que el anterior. Duraba
más tiempo que el anterior. De modo que lo único que podíamos esperar con la
muerte de Perón y con el poder en las manos de Isabel Perón y López Rega era que
llegara el momento del golpe de Estado en donde nosotros íbamos a ser la víctima
¿??. Y en estas condiciones... Además se esperaba que esto fuera muy pronto.
Cualquier hombre de la calle podía decir en aquella época que Isabel no iba a
durar tres meses. De modo que antes de esos tres meses nosotros decidimos
preservarnos pasando a la clandestinidad. Y esto fue un grave error estratégico,
un error político, porque de última priorizó el intento de una defensa técnica
que desde la clandestinidad hicimos una defensa política, que es la ampliación
del consenso. Entonces aquel hecho del 1° de Mayo del '74 se agudiza con el pase
a la clandestinidad. Nuestro elemento político se agudiza. Y si bien un tiempo,
que fue el año '75, en donde la represión era débil, porque era una represión de
las tres A y no la represión del poder totalitario del Estado como fue después,
y que este tiempo nos permitió construir reparos logísticos para la autodofensa,
la orfandad del movimiento político lo terminó con la magnitud de los
desaparecidos después.
El Descamisado Nº
15, 28 de agosto de 1973. Discurso de Firmenich en el estadio de
Atlanta. Clic para descargar.
Roberto Quieto, a lo mejor los
chicos no saben quién es, era el máximo referente de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias, que era una organización –entre las múltiples organizaciones
que ¿? en los años '70. Había organizaciones que nacieron como peronistas, otras
que nacieron como marxistas leninistas, un partido comunista armado, otras con
posiciones maoístas y otras con posiciones troskistas. Y surgió una con una
posición intermedia de naturaleza guevaristas que eran las FAR, las Fuerzas
Armadas Revolucionarias. Las FAR luego de un corto proceso de existencia como
organización pública, a través de un debate interno define como tesis central el
tema del nacionalismo popular revolucionario. Su dirigente máximo en ese
entonces era Olmedo, que murió en un enfrentamiento en Córdoba poco después.
Olmedo desarrolló esta tesis de que la estrategia y la identidad política del
proceso que requería una formación social como la Argentina era de naturaleza
nacionalista-popular-revolucionaria. Y qué movimiento político y social que
expresaba en la realidad concreta esto era el peronismo. De modo que las FAR
convergieron en peronistas. Se dio un proceso de fusión de organizaciones en el
cual las organizaciones eran convergentes en la medida que había mayor afinidad
política. Las FAR convergieron más tardíamente al peronismo y, en ese sentido
fue la última organización que se fusiona dentro de la organización Montoneros.
El máximo referente de esta organización era Roberto Quieto. Y Roberto Quieto
formó parte de la conducción integrada de algunas organizaciones. Si bien no era
el número uno de la organización –era el número tres-, pero públicamente era el
número dos, por ser el número uno de la FAR. De modo que aparecíamos bastante en
público juntos porque hubo un proceso de ¿? política antes de la fusión en donde
al no haber una organización unificada, la representación pública se hacía
bicéfala, por decirlo así: cada uno representaba su propia posición. Pero
Roberto Quieto tuvo una significación política importante en los años ‘73/'74.
Así en el '75, nosotros estábamos recientemente radicados en Buenos Aires, con
la conducción nacional habíamos estado durante todo el año '75 en Córdoba y
Quieto tenía una situación familiar y ¿? que estaba envuelto en una crisis,
porque estaba separado de su esposa, su esposa no era militante, pero tenía sus
hijos a los que como todo padre quería ver, tenía su madre y sus hermanos. Y él
cometió la grave imprudencia de ir un día ¿?? a una playa de Vicente López con
toda su familia: la madre, los hermanos, la esposa, los hijos, etc. Y
aparentemente fue reconocido por alguien que lo denunció y fue detenido en la
playa. Exigió la identificación de los que lo detenían –todavía estaba el
gobierno de Isabel en el año ‘75-, si bien había represión, algún marco jurídico
y más o menos los marcos formales existían, distinto a lo que fue le proceso
después. Quieto exigió en público delante de sus familiares la identificación de
quiénes lo detuvieron. El jefe procedimiento era de policía federal. Pero al día
siguiente de estar detenido Quieto desapareció y las fuerzas policiales negaron
la detención y no hubo más como ubicarlo. Y fue, en cierto modo, el primer
desaparecido de lo que sigue después. Yo creo que hubo otros desaparecido antes,
otros casos aislado antes. Pero como hecho notorio, un caso de gran repercusión
periodística y esto fue un desaparecido que anticipaba lo que iba a ser el
método de las desapariciones después. Evidentemente como todos los desaparecidos
Quieto fue sometido a las peores torturas que uno se pueda imaginar. Nosotros no
tuvimos nunca más información de él, pero sí tuvimos evidencia de delaciones de
él durante la tortura. Cayeron cosas conocidas por él en la tortura. Y este fue
un impacto político y emocional muy fuerte para nuestra fuerza. Nuestra fuerza
en su ideología tenía como un elemento significativo, importante del tema del
"hombre nuevo". No era sólo una sociedad nueva, un cambio de estructura, un
cambio de marco jurídico o un mero cambio de propiedad de los medios de
producción. Una sociedad nueva también culturalmente, espiritualmente, si se
quiere. Una sociedad que construya un hombre nuevo y ese hombre nuevo era el
futuro de la sociedad. Y se suponía que los militantes revolucionarios tenía que
aproximarse o ser casi ese hombre nuevo. De modo que la evidencia de un quiebre
en la tortura de un cuadro en la jerarquía de Quieto ponía en crisis estos
conceptos. Cómo era posible que aquel que tenía que ser el hombre nuevo pudiera
cantar en la apertura. Este fue el problema. Nosotros establecimos a partir de
ahí dos cosas: un juicio, una ausencia a Quieto que tenía un valor realmente
simbólico. Sabíamos que no tendríamos ningún rastro de él. Era un juicio que en
definitiva implicaba establecer jurisprudencia para la conducta ante la
represión que se avecinaba. En ese juicio Quieto fue condenado por cantar en la
tortura, condenado por delación. Que tenía el efecto de decir no admitimos la
delación, no nos parece razonable que alguien delate, aunque las torturas puedan
ser muy tremendas. Porque la delación es el verdadero óxido que destruye una
organización clandestina. Si no existiera la posibilidad de la delación, no
sería posible destruir una organización clandestina. Esta es la realidad. Eramos
todos muy conscientes de eso. Además hay una película muy famosa que es "La
batalla de Argel" que muestra como la tortura destruye el Frente de Liberación
Argelino. Entonces a raíz de ese proceso nosotros decidimos establecer que los
medios de conducción no tenían que ofrecer el margen de la delación en la
tortura, porque por más que todos aspirábamos a ser "hombres nuevos", vamos a
decirlo en términos bíblicos ¿quién podía decir que no iba a ser Pedro para ¿??
Veces. Este es el asunto. Y la única forma de evitar eso y nadie puede
garantizar antes de pasar por la tortura que no va a hablar era morir antes de
la tortura. Y allí fue que se estableció para los miembros de la conducción la
obligatoriedad de la pastilla de cianuro, para no entregarse vivo. ¿Para qué la
pastilla de cianuro? Porque uno podía estar armado y combatir, pero eso no
garantiza que no caigas vivo. Uno puede ser capturado vivo.
Uno puede
caer herido, y se te acaban las balas y a pesar de estar armado y de combatir se
puede caer vivo. Todos tenemos un ejemplo muy claro: el Che Guevara fue
capturado vivo, y si el Che Guevara fue capturado vivo ¡Quién podía garantizar
que no? De modo que establecimos la pastilla de cianuro. Y como esto fue un gran
debate dentro de la organización, en realidad la conducción recibió una crítica
generalizada de la organización. Y la crítica que consistía en decir que se
establecía un privilegio para lo miembros de la conducción. Los miembros de la
conducción teniendo pastillas de cianuro tenían el privilegio de no ir a la
tortura y el resto de los militantes no tenían esos privilegios. Y allí fue
entonces que se decidió generalizar la pastilla de cianuro para evitar la
delación en la tortura.
Lo que ocurrió fue que cuando
nosotros paramos en la clandestinidad, como dije antes, esperábamos que el golpe
de estado se produjera inmediatamente y eso no ocurrió. Ocurrió una estrategia
política del golpismo que fue conocida como la estrategia del fruto maduro que
era dejar al gobierno de Isabel hasta el hartazgo, hasta el hartazgo de la
sociedad, hasta que hubiera casi un clamor golpista y entonces esto nos puso en
la situación de haber pasado a la clandestinidad y no obstante que seguía en
curso un proceso político con depresión, con violencia, una guerra civil que a
cualquiera lo podían matar en la calle, pero un proceso político al fin. Y como
nosotros no habíamos pasado a la clandestinidad solamente para un
autopreservación personal, sino como parte de una organización que pretendía
tener una estrategia política, pues no podíamos tener una estrategia política
que ignorara la existencia de un parlamento, de un margen de libertad de prensa,
que ignorara la existencia de elecciones periódicas, etc. De modo que se hizo
necesario en cierto modo un paso atrás la idea de pasar a la clandestinidad y
construir estructuras políticas legales. E inclusive hubo un momento, cuando
Rocamora fue ministro del Interior del gobierno de Isabel , que hubo un discurso
del gobierno que intentaba una especie de apertura del diálogo y nosotros
tomamos el guante, buscamos el diálogo con el gobierno planteando como requisito
que terminara el accionar de las tres A, ese era nuestro requisito básico y esto
implicaba desplazar a López Rega que no tenía absolutamente ningún consenso
político. Uno podía tener diferencias con Lorenzo Miguel, pero él representaba
una base social, tenía poder político, era una cosa perfectamente reconocible.
Uno podía tener diferencias políticas con Martiarena, pero él era un líder
político en Jujuy. Uno podía tener diferencias políticas con cualquiera, y le
tenía que reconocer, aún con sectores como el Comando de Organización o Guardia
de Hierro y eran sectores de activismo político reconocibles. Pero la Triple A
no era activismo político reconocible, era una organización de mercenarios y
López Rega no tenía ninguna base de representación política.. El único requisito
nuestro era "cortemos con la Triple A y quitémosle poder político a López Rega
que no representa a ningún poder político". Y esto es cuestión de discutir y
dirimirlo con el juego político de ¿??. De modo que intentamos introducir eso
pero no fue factible, no hubo eco, porque había ya una presión militar sobre el
gobierno de Isabel, que de algún modo solamente toleraba al gobierno a pesar de
todas sus inconsistencias en la medida en que fuera una avanzada de represión de
lo que iba a ser después el proceso. Si el gobierno de Isabel hubiera querido
dar marcha atrás a esta represión, automáticamente perdía el mínimo respeto,
podríamos decirlo así, que el sector golpista tenía sobre él.
No, y en
esto hay un mito: como dije antes, la represión no se da por la legalidad, las
bajas no se dan por la legalidad, las bajas de dan por la delación durante la
tortura. E inclusive retomo el argumento de la autocrítica del pase a la
clandestinidad: ampliar el espacio político favorece la seguridad, no la agrava.
La seguridad no es un problema técnico, es un problema político. La orfandad
política es lo que hace fácil que una fuerza sea reprimida con cierta impunidad.
La gran amplitud de un proceso político en estado de plenitud impide eso. De
modo que abrir el proceso político no generaba problemas de seguridad. Al
contrario, los alivianaba. Era más grave haberse ido, como lo hechos demuestran.
Hubo otra gente que hizo algo distinto que nosotros: hablar, y desapareció
antes.
Vamos a empezar por un principio. La estrategia no era también
salvar gente. Si hubiésemos tenido esa estrategia directamente no empezábamos.
La estrategia nuestra era transformar la estructura del poder en la Argentina,
no salvar gente.
Los servicios ¿?? de seguridad hicieron lo imaginable y
lo inimaginable desde el punto de vista de la seguridad. Desde un inmenso
desarrollo logístico, una gran base de sustentación política que existió, la
utilización del espacio exterior, el recurso al amparo político desde el
exterior, el apoyar la política de Derechos Humanos de Carter, por ejemplo.
Desde el punto de vista de la preservación se hizo todo lo posible, porque era
una cuestión que sin preservación tampoco podías levantar ninguna estrategia.
Pero desde ese punto de vista hay un error: una cosa es concebir una política
desde el punto de vista de lo que podemos llamar "Amnesty International", que se
dedica a salvar gente y otra cosa es una política planteada desde el punto de
vista de una estrategia de poder que pretende modificar la estructura de toda la
sociedad. El objetivo de una organización humanitaria es salvar gente. El
objetivo de una organización política no es salvar gente, es tomar el poder con
el mínimo costo posible. Estando legitimado en aquellas circunstancias a nivel
mundial el planteamiento el carácter bélico de guerra revolucionaria,
planteamiento como universalmente se han desarrollado entre guerra popular y ¿??
de Mao Tse Tung, o la guerra de guerrillas, en la que podemos tomar el caso
cubano o la guerrilla urbana con insurrección final del caso argelino, o la
guerra denominada guerra regular o irregular, en la guerra de Vietnam. El
general Perón en sus escritos y en las películas desarrollaba con toda claridad
estos conceptos, el concepto del desarrollo de la resistencia a la opresión,
legitimada por la propia Iglesia, está legitimado por el Derecho Internacional,
que estuvo expresado con toda claridad en los fundamentos de la Ley de Amnistía
del año '73. Lo que no sabe que se encara una estrategia de toma de poder que
presupone un enfrentamiento violento, hay bajas, hay costos humanos y cualquier
militante que participa voluntariamente en esto sabe que se juega su vida. No es
lo mismo si uno recurre a una leva obligatoria, a un servicio militar
obligatorio, etc., a cosas que obligan a una persona a jugar su vida al margen
de su voluntad. No es el caso de una organización política clandestina, que
solamente cuenta con el consenso absolutamente explícitamente voluntario de cada
uno de sus militantes, minuto a minuto. No hay nada más fácil que desertar de
una organización clandestina: nadie sabe tu nombre, si conocían tu nombre legal,
nadie sabe el nombre de tu documento falso, nadie sabe tu domicilio, nadie sabe
tu cobertura, cómo te presentás frente a la sociedad, frente a tu barrio. Es muy
fácil, no concurrir a una cita y separarse de la organización. Eso es todo lo
que hay que hacer. De modo que el concurso explícito de la voluntad cotidiana de
los militantes es lo único que hace posible el desarrollo de esa estrategia de
lucha. Y son esos mismos militantes que tienen esa voluntad los que corren
riesgo de muerte. De modo que si alguien hubiera planteado en la organización
"decidamos salvarnos", éste no hubiera tenido consenso político, hubiera sido
una deserción de la lucha, una deserción de la historia, una deserción de la
razón de ser que había dado comienzo y que no había cambiado la situación,
excepto que ser había hecho más peligrosa, no había cambiado la situación que
había dado origen a la lucha. Al contrario, se había agravado. De modo que el
planteamiento de salvar gente hay que tomarlo en aquel contexto, como
planteamiento de la mayor seguridad posible de los militantes. Se los sacaba del
país, volvían a entrar, no estaban todo el tiempo adentro, se hacían todas las
operaciones logísticas que permitieran garantizar su seguridad. Se buscaba la
mayor ampliación de espacio posible porque éramos conscientes de que esa
ampliación de espacio político hacía a la seguridad y hacía a la eficacia de la
lucha. En este contexto está planteada.
Nosotros
tomamos una decisión política. En todo caso la pregunta apunta a un
cuestionamiento. Pero yo le plantearía a todos aquellos que tienen ese tipo de
cuestionamiento que lo centren exactamente en lo siguiente: nosotros tuvimos la
decisión política de resistir hasta el final, podíamos haber podido tomar la
decisión política de no resistir. Esto es lo que hay que discutir, si es
correcto o incorrecto. Yo creo que fue correcta la decisión y que fue moralmente
la única que podíamos tomar, después de iniciada la lucha. No hubiera sido
moralmente legítimo iniciar la lucha en el año '70 y en el año '77 decir "No,
como se puso muy fea, ahora nos borramos". No era decoroso, eso no es
consistente. Nosotros tuvimos una decisión que la tomamos desde el primer día,
desde que se funda la organización. No en vano teníamos una consigna "Perón o
muerte" al principio, "Patria o muerte".
Tomada la decisión política de
resistir hasta el final, una consigna del tipo "Patria o muerte", al hacer una
evaluación histórica de ese tipo de conducta debemos hacer algún grado de
comparación, cuál es el patrón de medida del error o del acierto. Y hay grado de
comparación. No hay diferencia ideológica entre Videla, ¿? en Brasil, Pinochet
en Chile, Banzer en Bolivia. Hay diferencias ideológicas en el golpismo de la
doctrina de la seguridad nacional. Sin embargo, el golpe de Brasil duró veinte
años y cuando se evaluó el golpe se salió con la transición y los gobernadores
civiles y presidente dictatorial. Pinochet, después de más de 20 años sigue en
el poder. Hay un poder civil que tiene que contemporizar con el poder
constitucional de Pinochet frente a las Fuerzas Armadas. Videla no es ni
siquiera un militar en retiro. ¿Qué hizo la diferencia? ¿La ideología? No. ¿Por
qué un proceso duró siete años y terminó en una catastrófica derrota política de
sus dirigentes? Otro dura 20 años y no hay derrota política de sus dirigentes y
otro se da el lujo de desarrollar una transición con sus adversarios del pasado
en el poder y permanecer en el poder como Pinochet ¿Dónde está la diferencia? La
diferencia está en la resistencia y esa resistencia, es la resistencia social,
es la resistencia que desarrolló el movimiento obrero contra la dictadura
argentina, y que no se vieron claramente en Brasil o en Chile. Es la resistencia
de los organismos de derechos humanos planteados como estrategia de resistencia
dentro del país, y no solamente como denuncia por violación de derechos humanos
en el exterior, que es los que ha distinguido a las organizaciones de derechos
humanos en la Argentina frente a sus similares en la región. Es la resistencia
armada contra ellos. Los chilenos, al poco tiempo del golpe de Estado, no
tomaron la decisión de resistir hasta el final, tomaron la decisión de irse
todos. Pinochet todavía está en el poder. Este elemento como patrón de medidas,
si digo que lo que hay que optimizar es el mínimo tiempo posible de poder
dictatorial, entonces la estrategia que se siguió en la Argentina era preferible
a la que se siguió en sus países vecinos.
Firmenich y
Quieto, 1973
El golpe de Estado, como dije antes,
era una cosa perfectamente previsible. Para nosotros no es una sorpresa el golpe
de Estado. Es una sorpresa el día en que uno se despierta y está la marcha de
San Lorenzo. El estado de sitio ya existía de antes. No es una sorpresa que se
plantee la pena de muerte, como se planteó al principio del golpe, una serie de
encrudecimientos represivos, la prohibición de la actividad política, etc., etc.
Nada de eso nos sorprendía en la medida de lo lógico, lo que cabía esperar de un
golpe de estado. De modo que en ese sentido no hay sorpresa y las expectativas
simplemente son confirmadas al día siguiente al golpe de Estado. No obstante al
tiempo sí se nos revela un dato no imaginado. Un par de datos no imaginados: uno
de naturaleza económica y el otro de naturaleza represiva. Desde el punto de
vista económico, los golpes de estado en la Argentina estaban vinculados a un
ciclo económico conocido en la jerga de los economistas como ¿???. Hay cierto
desarrollo económico, estrangulamiento de la balanza de pagos. El
estrangulamiento de la balanza de pagos produce una crisis económica que se
convierte en crisis política que en el caso argentino se resuelve por transferir
la hegemonía a los sectores terratenientes, agroexportadores, devaluación típica
con gran miseria de los asalariados, etc. Con la gran devaluación, esto
equilibra la balanza de pagos y luego se produce una nueva expansión del
desarrollo industrial, manejado por los sectores trasnacionales, lo cual incuban
en el futuro nuevamente el estrangulamiento de la balanza de pago. Pero la
expansión industrial fortalece al movimiento obrero, fortalece al movimiento
popular y eso se trasunta en términos políticos en una capacidad de
contraofensiva en el movimiento popular. Nosotros esperábamos este mismo ciclo
con el golpe del '76. E inicialmente las expectativas son confirmadas, porque al
inicio hay hegemonía del sector terrateniente, un traslado brusco de ingresos en
el sector terrateniente por la grave crisis de la balanza de pagos que dejó el
gobierno de Isabel. Durante el año '76 esto juega de acuerdo a las expectativas.
En el año '77,a un año del golpe que tenía que empezar el ciclo inverso
descubrimos el dato sorprendente: en lugar de transferirse la hegemonía al
sector industrial transnacional, se transfiere al sector financiero y en
entonces se pone en marcha un proceso de desindustrialización, un proyecto
explicitado por algunos voceros militares como necesidad de mantener la
industria, que era la causa de existencia del peronismo, que eran entonces la
cuasa de los males políticos del país. Hay un proceso explícito de
desmantelamiento del aparato industrial favoreciendo la especulación financiera.
La época de la plata fácil, que desmantela el aparato industrial así debilita
cada vez más la capacidad de resistencia del movimiento obrero. Esto no estaba
en los cálculos y modifica las expectativas con que se podía luchar frente a una
dictadura. El otro elemento: nosotros imaginábamos que la represión, para
decirlo de algún modo burdo, sería igual que las dictaduras conocidas, pero un
poco peor, multiplicado por algún factor. Si antes había cámara federal especial
que se conocía como "el camarón", bueno ahora habrá leyes más duras, más rígidas
y más cámaras especiales. Si antes había diez días de incomunicación del
detenido, ahora habrá veinte o treinta. Si antes había limitaciones al derecho
de defensa, ahora habrá más limitaciones. Si antes había menos muertos, ahora
habría más muertos en combate. O sea algunos de los heridos los dejarían morir.
Una represión de la misma calidad, pero en mayor cantidad.
Conducción de Montoneros en 1974. De izquierda a derecha: Vaca
Narvaja, Perdía, el cura Elvio Alberoni, Firmenich, Puigrrós,
Obregón Cano, Pereyra Rossi.
Cristina Zuker es hija del recordado Marcos Zuker y hermana de
Ricardo Zuker, uno de los 15 militantes secuestrados y asesinados por la
represión militar en marzo de 1980 cuando intentaban desarrollar la
"Contraofensiva" contra la dictadura resuelta por los Montoneros en el exilio.
Fue una de las que iniciaron la causa por la que el juez Bonadío procesó y
detuvo primero a decenas de uniformados y después reclamó la detención de los ex
jefes montoneros. Buscando la verdad sobre lo ocurrido, Cristina Zuker
entrevistó a Firmenich en su casa, poco tiempo antes de la orden de detención
que lo hizo ocultarse. En esa reunión, el ex guerrillero le dio su opinión sobre
los puntos que desatarían más polémica tras la última resolución de Bonadío.
Cómo y por qué se tomó la decisión de hacer la contraofensiva, si hubo
entregadores, en qué condiciones se envió a los militantes (incluso a los dos
menores), el papel de los medios y la Justicia, el rol de los delatores e
infiltrados y hasta las críticas que recibe por su soberbia. El reportaje que se
transcribe a continuación es un adelanto exclusivo del libro El tren de la
victoria, de próxima aparición.
Por Cristina Zuker
El
Descamisado Nº 23, 23 de octubre 1973. Discursos de Quieto y
Firmenich el 17/10/73. Clic para descargar
"No voy a contestar nada que tenga
que ver con esa causa judicial", fue lo primero que me dijo Mario Eduardo
Firmenich cuando lo llamé por teléfono, y agregó que debía sufrir ilusiones
ópticas si pensaba que podía contarme algo de mi hermano que yo no supiera. "Es
esa típica costumbre nacional: ‘así que usted es de Buenos Aires..., entonces
debe conocer a Fulanito’", cerró con una carcajada que por teléfono sonó
demasiado hueca. No me reí, ni le recordé su responsabilidad última sobre los
hechos. Tenaz en mi propósito, quedamos en vernos en su casa. Le anticipé que
iría con mi hija. Así que el día señalado ambas fuimos al Apeadero de Gracia
para subirnos al confortable tren que nos llevaría a la vera del Mediterráneo
hasta Vilanova i la Geltrú, un puerto bucólico de la costa catalana, donde los
Firmenich viven hace seis años un presente más sosegado, desde que el jefe de la
familia se gana la vida como profesor de economía en la Universidad Central de
Barcelona. Aunque tenga una página en Internet cuya dirección es
www.movimientomontonero.org, y en ella se sigan publicando documentos con pie de
página en forma de consigna: "habrá patria para todos o no habrá patria para
nadie".
Su mujer de toda la vida, María Elpidia, "la negrita", cordobesa,
madre de sus cinco hijos, y encargada hoy como siempre de llevar las directivas
de su marido en frecuentes viajes a la Argentina o de allanar los embates del
pasado, había atendido mi primer llamado. Rápidamente, me anticipó que la
intransigencia de Firmenich seguía incólume, a pesar de las tantas cosas que se
han dicho de él a lo largo de los años. En aquella primera charla telefónica con
María Elpidia, aprovechó para contarme que cuando fue secuestrada en junio de
1976, con un tiro de FAL en un brazo, no sabía que estaba embarazada, que las
palizas fueron demoledoras y que Mario Javier nació seis meses y medio después
de su gestación. Es justamente él quien nos abre la puerta. De acuerdo con lo
convenido, Firmenich llega tras mi plática con su hijo. Unos kilos de más
delatan el paso del tiempo, igual que las canas que le han ido cubriendo la
cabeza, y sus pobladas cejas. De todos modos lleva con hidalguía sus 54 años.
Despojado de la marcialidad con que posaba allá por los setenta desde las tapas
de Evita Montonera, viste unos vaqueros, un pullover azul de cuello redondo por
el que asoman los cuadros escoceses de la camisa.
–¿Por qué no hablamos
de la contraofensiva, de la derrota previsible, de las muertes inútiles?
–¿Qué es la contraofensiva? ¿De qué me hablás?
Sentí que de aquí en más
el diálogo iba a ponerse tenso. Le explico que no pude entender la decisión de
mi hermano de sumarse a la contraofensiva. El, que había conocido ya el
infierno, volvía a engancharse con la muerte, cuando la vida todavía le prometía
tantas cosas. Que entonces tenía veinticuatro años, y que desde entonces
habíamos discutido todos los días, con los resultados conocidos.
–¿A vos no te parece que fue una empresa suicida? –En la contraofensiva
no murieron más de 20 o 22 compañeros.
Le rebato con vigor el número de muertos. Cuento con los datos minuciosos
del Equipo de Antropología Forense, que me proporcionó el invalorable Marco
Somigliana. Fueron más de 40 en el ‘79 y menos de 40 en el ‘80, que suman arriba
de ochenta. De hecho, en la causa que investiga el juez Claudio Bonadío casi se
alcanza el número mal estimado por Firmenich. Me indigna que todavía le cueste
aceptar las dimensiones de la derrota.
–Después cayó el Turco Haidar –su
cuñado– en el ‘82, y cayó Yaguer en el ‘83. ¿Y qué? –me interpela de manera
agresiva, como provocándome—. Nosotros nunca tuvimos la voluntad de dejar de
luchar. ¿Y en el ‘76, en el ‘77? Caían siete compañeros por día. La
contraofensiva es un juego de niños al lado de eso. –Sí, yo creo que fue un
juego de niños porque incluso hubo una niña de 16 años que estaba en el grupo de
mi hermano, Verónica Cabilla –digo dispuesta a profundizar la confrontación.
El Descamisado Nº
38, 5 de febrero 1974. Reunión de la JP con Perón. Clic para
descargar.
–Con el consentimiento de los padres
por escrito y por separado –y lo repite–. Lo exigí por escrito y por separado,
más allá de que la patria potestad en esa época era sólo del padre. Así como yo
a la ley de sangre no me opongo, frente a la ley de padre y madre por escrito
tampoco. Además, no lo considero una irresponsabilidad, porque tampoco el
Tamborcito de Tacuarí es un crimen. A mí nadie me enseñó que lo del Tamborcito
de Tacuarí fue un crimen, y era un niño también. Ahora, si vos decís para qué
mierda empezaron a luchar, que era un proyecto fracasado desde el principio, esa
es otra discusión. Bueno, a posteriori... Es como hablar de los resultados de
los partidos de fútbol del domingo con el diario del lunes bajo el brazo. Ya
sabemos el final de la historia. Podés decir lo que quieras, pero que nuestro
proyecto era creíble para nosotros y para nuestros enemigos, claro que era
creíble, si no, no nos hubieran matado, se hubieran cagado de risa –él también
se ríe–. Lo hicimos con la mayor seriedad que pudimos, con toda la inexperiencia
e ignorancia que podíamos cargar a cuestas, y la mayoría de la sociedad
argentina en un momento apoyó hasta que nos quitó su apoyo. Hasta ese momento
nunca colectivamente nos planteamos la opción de dejar de luchar. Al plantearnos
la opción de continuar resistiendo, era obvio que corríamos con todos los
riesgos. Fue una decisión colectiva –recalca–. En lo individual, algunos se lo
plantearon y se fueron. –¿No te parece que para el proyecto de la contraofensiva
eran demasiados los riesgos a correr, suponer que se iba a contar con el apoyo
del pueblo argentino no era también una ilusión óptica? –¿Suponer qué? Nosotros
hicimos la contraofensiva a partir de la huelga general de abril, y tuvimos ese
apoyo. Y nos planteamos la movilización de una fábrica grande, la Peugeot, y la
tuvimos a punto de salir. Les dieron todas las reivindicaciones para que no
salgan. Y sabíamos que iban a estallar las contradicciones internas del Ejército
y estallaron. Se sublevó Menéndez en ese momento. Y sabíamos que iba a venir la
Comisión de la OEA y que esto era romper la coraza de protección que tenía la
dictadura en el exterior, y también ocurrió. Y suponíamos que después de eso
iban a tener que retirarse y llamar a elecciones, y también ocurrió. Ahora si
vos decís: ¿ustedes pensaban tomar el poder en el ‘79, como se tomó el Palacio
de Invierno? Nunca pensamos eso, y si nos lo hubiéramos planteado, ¿qué? –me
vuelve a prepotear–. Esta es la otra cuestión. Suponiéndolo, ¿y qué? Se trató de
una decisión política discutida democráticamente, votada en todos los ámbitos y
asumida por todos. ¿Y qué? Los votos fueron cantados, hay actas. No hubo
papelitos, o por lo menos yo no me enteré. Se votó en el Consejo Superior del
Movimiento Peronista Montonero, se votó en lo que se llamaba en aquella época
Comité Central del Partido. Todo el mundo sabía que era una decisión política
que venía de mucho tiempo antes, no era una maniobra intempestiva ni secreta. Se
empieza a discutir la necesidad de cambiar la situación estratégica de
resistencia en julio del año ‘78. No era la contraofensiva de los montoneros
sino la contraofensiva popular. Que era un estadio de un momento social que
nosotros analizamos y que estaba basado en la realidad. Y si no lo estuviera,
¿qué? –otra vez la muletilla–. Fue una decisión política de centenares de
personas conscientes de los riesgos que corrían.
–¿Quiénes eran los centenares de personas? –Todos, todos los montoneros,
ni uno dejó de participar. El que no quiso tuvo la opción de discutir, votar en
contra o irse, y no pasaba nada. Todos los montoneros participaron de la
contraofensiva de una u otra forma. Algunos en tareas logísticas y políticas en
el exterior, otros en tareas políticas en la Argentina, otros en tareas
propagandísticas. Todos, incluyendo a personas como Oscar Bidegain, participaron
de la contraofensiva. Vos podés juzgarla como una decisión política incorrecta
pero no podés decir que la conducción mandó a alguien a la muerte, porque además
se pone en duda la integridad de los compañeros. Era imposible obligar a alguien
a hacer algo si no quería. Desde un punto de vista material, si un compañero
tenía que salir de Madrid y tomarse un avión con escala en Panamá, y después
aterrizar en Chile y de ahí cruzar por tierra a la Argentina, en Panamá o donde
querías podías no seguir viaje. Para el Mundial del ‘78, un muchacho que iba
rumbo a la Argentina desapareció, se arrepintió. No me acuerdo el nombre.
–¿Cuánto tiempo duraba el entrenamiento militar en el Líbano? –Yo no te voy a
contestar preguntas policiales. No te voy a contestar nada que tenga que ver con
causas judiciales, porque yo no soy policía.
Firmenich desconoce que en
la causa que lo pone tan nervioso se han ido acumulando documentos secretos de
la inteligencia militar que responden con exceso a mi pregunta. Incluso uno de
ellos se refiere al escepticismo del jefe militar de la contraofensiva montonera
Raúl Clemente Yaguer, tras salir del país después de presenciar el atentado
contra Francisco Soldati, donde hubo bajas propias considerables. "Los cursos
Pitman no van", aparece diciendo en un documento, refiriéndose a los cursos de
entrenamiento militar que se impartían en Siria o en el Líbano, donde los
aviones israelíes volando sobre sus cabezas aseguraban un escenario de guerra
permanente, un paisaje bastante diferente al del alicaído Buenos Aires. Aunque
en otro documento Yaguer señalara que las operaciones ahora era necesario
planificarlas en función del objetivo, y que la retirada era secundaria, una
caracterización que convertía a los combatientes en émulos de los comandos
suicidas palestinos. También estimaba Yaguer que el entrenamiento con armas de
guerra, que duraba dos meses, debía ser duro para que el posterior combate fuera
blando. Firmenich se niega enfáticamente a hablar sobre este tema. Sigo
adelante: –¿Estuvo Videla en la mira de alguno de los grupos?
–Que yo
sepa, no. De todos modos, si a algún grupo se le hubiera ocurrido pensar por su
cuenta en atacar sobre Videla, no hubiera sido un disparate.
–Tendrían
que haber estado bien pertrechados. –Había autonomía de táctica. De todos
modos, si alguien hubiera podido matar a Videla en ese momento se hubiera
llevado unos cuantos aplausos. De hecho, el general Cristino Nicolaides
anunció en 1981 que habían secuestrado carpetas con la más completa información
sobre cada uno de los funcionarios nacionales, en los que constaban horarios,
movimientos, custodias y fotografías. En una carpeta dedicada al entonces
presidente Videla había hasta una película que mostraba sus itinerarios y
movimientos habituales.
El Descamisado Nº
45, 26 de marzo 1974, detención y liberación de Firmenich. Clic para
descargar.
–¿Roberto Perdía también estuvo en
el país durante la contraofensiva? –No, no, vos me estás haciendo las
preguntas de la causa Bonadío, y esa causa es una canallada donde me han metido
a mí como testigo por mala leche –dice–, y ninguno de los dos podía imaginar que
meses después Bonadío ordenaría su detención a Interpol, como implicado en la
causa, junto a Roberto Perdía y Fernando Vaca Narvaja.
–¿Se te convocó
para declarar lo que sabías sobre el Plan Cóndor? –Sí. Pero también me
preguntaron sobre el tesoro de los montoneros. ¿Qué mierda tiene que ver el Plan
Cóndor con el tesoro de los montoneros? Y me preguntaron por una nota publicada
en el diario Clarín y otra en Página/12. Son canalladas que no son inocentes.
Hay servicios de inteligencia que les están pagando. La jugada consiste en decir
que los montoneros son una mierda, que los que murieron eran unos pobrecitos
buenos, que los que quedaron vivos son todos unos hijos de puta y que los de la
conducción eran todos de los servicios de inteligencia. Este crimen contra los
que estamos vivos mata a todos los argentinos, y mata dos veces a los que están
muertos.
–¿Por qué no me contestás si Perdía estuvo en el país?
–Porque las preguntas que me hacés están en esa dirección. Me estás preguntando
si Perdía ha sido el entregador porque ha salido en los diarios. Hablan de
Silvia Tolchinsky, que tampoco pudo haber entregado nada.
El origen de la
causa
Firmenich tampoco sabe demasiado acerca de esta causa judicial cuyo
origen se remonta a febrero de 1983, cuando un grupo de familiares interpuso un
recurso de hábeas corpus a favor de quince militantes desaparecidos, que
intentaban regresar al país a principios del ‘80. La cacería había recibido el
siniestro nombre de Operativo Murciélago, y se basaba en información obtenida en
base a tormentos.
Todo comenzó con la Operación Guardamuebles,
planificada durante una reunión celebrada el 8 de enero de 1980 a las ocho de la
mañana, en el Regimiento de Patricios N 1. Alguien había "confesado" que a
partir de marzo se reanudarían las operaciones de las TEI (Tropas Especiales de
Infantería, en la jerga montonera), cuya conducción táctica estaría esta vez a
cargo de Roberto Cirilo Perdía. Para llevarlas a cabo debían primero recuperar
el armamento dejado a fines de 1979 en distintos guardamuebles de la Capital y
el Gran Buenos Aires, embutidos en televisores, banquetas, sillas o sillones
tapizados, wafles, televisores, termotanques, cajas o cajones forrados con papel
contact, como dice textualmente el informe.
Cada comando militar, de los
cinco que actuarían, saldría a controlar todos los guardamuebles de Capital
Federal y provincia de Buenos Aires, pertrechados con uniforme de combate,
cascos y agujas colchoneras, para "introducirlas por la parte inferior del
elemento y no romper los mismos", reza el informe de inteligencia que también
llamaba a "tener en cuenta que pueden existir trampas cazabobos". Lo demás fue
coser y cantar, como hubiera dicho mi abuela. Cuando llegaron al
guardamuebles de la calle Malaver 2851, en Olivos, y encontraron lo que
buscaban, invitaron a Victorio Graciano Crifacio, el aterrado propietario del
depósito, a retirarse a su casa. De aquí en más, el Ejército Argentino atendería
el negocio que hacía años daba de comer a la familia del inmigrante llegado del
sur de Italia.
Establecida la vigilancia, y "como resultado de la misma,
se procedió a la detención de un DT (delincuente terrorista) en circunstancia en
que intentaba retirar dicho armamento". Era Angel Carvajal, y tras él fueron
cayendo todos los integrantes del grupo. Ocho días después caía mi hermano: "
(NG) PATO o ESTEBAN, Nivel: miliciano, funcionaba en el grupo TEI a asentarse en
la Zona Norte del Gran Buenos Aires, fue detenido el 29FEB80, en una cita con un
miembro de la BDT en Plaza Once".
Le falta una materia para ser
bachiller, y tiene aprobadas dos materias en la Facultad de Derecho. Militante
estudiantil secundario de la JP en 1972. Estuvo en la Conducción Regional I de
la UES. Pasó a la agrupación estudiantil universitaria en 1974. Se incorpora a
la BDT en 1975. Ese año es separado a raíz de que él voluntariamente había
perdido el contacto con la BDT. Es detenido en 1977 y posteriormente liberado,
sale a Brasil, de donde pasa a España. Allí es reclutado por la BDT a principios
de 1979. Realizó curso de TEI en el Líbano en ABR79 hasta MAY79. Ingresa al país
con el grupo TEI N 1, y participa en el atentado contra el Dr. Klein. Volvió a
salir hacia España a fines del año 1979, reingresando en FEB80 nuevamente en
TEI", jalonaba a grandes rasgos la vida de Ricardo este documento que se
constituyó en elemento de prueba en la investigación.
Tosco, Salamanca, Firmenich y Medina.
Volviendo a los orígenes de la
causa, la aparición del sargento Nelson Ramón González en un programa conducido
por Mauro Viale, diciendo que había presenciado el fusilamiento del hijo de
Marcos Zuker la sacó del letargo a fines de 1997. Mantuve una reunión con él,
junto a la doctora Alicia Oliveira, que por entonces integraba el cuerpo de
abogados del Centro de Estudios Legales y Sociales, y Maco Somigliana, del
equipo de antropólogos forenses, más aptos que yo para desbrozar la verdad de la
mentira, entre la locuacidad excesiva del suboficial González, que se presentó a
sí mismo como un inofensivo "cadenero". Yo le creí cuando me contó que mi
hermano no aceptó vendarse los ojos ante el pelotón de fusilamiento. Cayó junto
a "un tal Frías", que bien pudo ser Federico Frías, secuestrado en mayo del ‘80.
Según González, murió puteándolos por no haber cumplido con la reiterada promesa
de liberarlo.
–Todos conocíamos el nombre de su hermano, porque se sabía
que era el hijo de Marcos Zuker —trata de despejar González cualquier duda sobre
la veracidad de su relato.
Aún conmovida por la descripción del
fusilamiento, y la afirmación de que sus restos estaban en el Polígono de Tiro
de Campo de Mayo, recibí en mi casa un sorpresivo llamado. Se trataba del
general Martín Balza, pidiéndome que le trasmitiera a mi padre, "un hombre al
que todos queremos", que él no sabía nada del caso. Le sugerí que hablara con
Nicolaides o Galtieri, aún con vida, que seguramente podían informarlo. Me
contestó que había gente "con la que es imposible hablar". Por último, me
anunció que al día siguiente se presentaría ante la Justicia junto con la
subsecretaria de Derechos Humanos Alicia Pierini para que González hiciera sus
declaraciones en el ámbito que correspondía. La presentación recayó en el
juzgado de Norberto Oyarbide. Tras los hechos conocidos, que involucraron al
juez Oyarbide en un oscuro episodio sexual, pasó a manos del doctor Claudio
Bonadío. Desde entonces, la investigación empezó a nutrirse de teorías
conspirativas que tiraban sus dardos al corazón de la conducción montonera.
Cristino Nicolaides, ex jefe del Ejército, atacó en el mismo sentido, como
informó la nota del diario Clarín a que alude Firmenich. En ella se afirmaba que
había sido una integrante de la cúpula de la organización, asistente personal de
Firmenich, quien entregó información para desarticular la operación de regreso
al país de los montoneros. A cambio, la eficaz colaboradora sería preservada
tanto en lo físico, como en lo psíquico y económico. Justamente, el entonces
comandante del III Cuerpo de Ejército se había jactado en una conferencia de
prensa brindada en la capital de Córdoba en 1981, donde asistieron más de 400
representantes de las "fuerzas vivas" cordobesas, de haber desarticulado dos
células guerrilleras que habían logrado ingresar al territorio pese al férreo
control de fronteras. "He tenido la oportunidad de hablar con uno de esos
delincuentes, y puedo asegurar que tienen un alto nivel de preparación en todos
los sentidos", había declarado en medio de una diatriba de tres horas y media
contra la subversión, "que está enquistada y agazapada en todos los sectores de
la vida nacional".
Firmenich no sale de la indignación:
–Me parece terrible que algunos periodistas repitan la versión urdida por el
enemigo. Todo esto es un juego sucio. Nos hicieron la guerra sucia y ahora nos
hacen la política sucia con el periodismo sucio y los juicios sucios. Eso está
claro. Venir a decir que los culpables de las muertes somos nosotros es una
canallada criminal. Te repito, el fondo de la cuestión es muy simple: acá hubo
un grupo de gente que luchó por un proyecto político que se perdió —reconoce por
fin, aunque con medias tintas—. Desde el balance histórico hay que hacer dos
tipos de razonamientos: una cosa es el proyecto político en términos subjetivos
y otra cosa la funcionalidad de la resistencia. Si bien el proyecto político
fracasó, la resistencia triunfó. Yo creo que en la Argentina hubo siete años de
dictadura y no veinte como en Chile, gracias a nosotros. Pudo haber delaciones,
pero no hubo casos graves de infiltración. El tema de fondo es que la Argentina
y los intelectuales argentinos se empeñan en seguir haciendo la guerra sucia
contra los montoneros, y vos con estas preguntas colaborás en eso. Lo más grave
es que pienses que tu hermano murió inútilmente. –-Por teléfono me dijiste que
no te acordabas si lo habías conocido.
–Yo no tuve trato personal con tu
hermano. Creo que participé de una reunión donde él estaba. Evito preguntarle
cuándo y dónde porque no me lo va a decir. Se refiere seguramente a su paso por
Damour, en el Líbano, reunión de la que también dieron cuenta con precisión los
servicios de inteligencia.
Le cuento que cuando supe de la caída de mi
hermano nunca imaginé que lo mantendrían con vida tanto tiempo. Sin embargo, uno
de los secuestrados en Campo de Mayo le cuenta ilusionado a Silvia Tolchinsky,
en un encuentro fugaz, que están seguros de que van a vivir, que han conseguido
una guitarra, que la zamba preferida por todos es "La Pasto verde", esa que dice
"mil soldados te quisieron...". Firmenich no está al tanto del tema. Ni siquiera
sabía que María Antonia Berger o Adriana Lesgart, dos históricas, también
estaban vivas en Campo de Mayo, pese a haber sido secuestradas a mediados del
‘79.
–Primera noticia que tengo. Yo me enteré que Silvia Tolchinsky
estaba viva en el año ‘91, después de salir de la cárcel. Justamente Silvia
Tolchinsky me envió una carta poco después de conocernos, donde volcaba
sentimientos acerca de su condición de sobreviviente.
Las razones de la
caída
Frente a mí tenía al responsable máximo de la organización
montonera para tratar de abrir alguna brecha hacia el pasado.
–¿Cómo te
explicás la caída del grupo que integraba mi hermano? –Las cosas son mucho
más simples y menos truculentas. Si vos vivías con él en Madrid, sabrás que se
trataba de un proyecto político por encima de todo y una ética de trascendencia
donde la propia vida se subordinaba a ese proyecto. Lo que pasa es que hay que
hacerse cargo de la verdad histórica. La dictadura tenía múltiples
procedimientos para reprimir. Ha habido casos de gente que cayó en una cita, y
bajo tortura, en condiciones extremas, cantó. Después los llevaban a la frontera
a marcar como "dedos". Se trata de una situación desgraciada, a alguna de esa
gente la mataron y a otra no. La mayoría de los compañeros cayeron así. Con que
haya un diez por ciento que cante, cada uno canta a diez, y entre esos diez, hay
otro que canta. Así se va haciendo la cadena. Aunque reconoce no ser un
cinéfilo, no puede dejar de mencionar aquella emblemática película de los
setenta, La batalla de Argel, para explicar la debacle: —Cualquiera que la haya
visto puede entender lo que pasó. Hubo un caso famoso de un tupamaro que entregó
a Raúl Sendic. Las cantadas que hemos tenido los montoneros creo que en
proporción son menos que las que hubo en otras organizaciones. También hubo
"chupados", pero había que ser un gran artista para fingir durante mucho tiempo.
Pensar en los compañeros como unos locos detrás de una cosa absurda es falso. Ni
lo del Che en Bolivia, ni lo de los Tupamaros, ni el MIR chileno se puede decir
que haya sido más serio. La gente luchaba y moría como en toda lucha a muerte,
como en cualquier movimiento de liberación que se planteó la lucha armada, y a
nadie se le ocurre decir que la conducción del Frente de Liberación Argelino
estaba formada por agentes de los servicios secretos. Por eso hablo de una
guerra sucia judicial contra la conducción montonera.
–¿Por qué se habla
de un encuentro tuyo en París con Massera? –Son inventos absolutos.
Interviene María Elpidia en su defensa: "Se trata del desprestigio permanente a
una persona que ha sido un símbolo de la historia heroica, de una juventud
maravillosa que entregó su vida sin más ni más". Su marido la interrumpe: "El
ataque sistemático y masivo de los medios no es inocente ni casual. Desde el
punto de vista estrictamente personal mi conciencia está absolutamente
tranquila".
–Se suele cuestionar también tu soberbia. –Pueden decir
que soy soberbio, que soy antipático, que tengo mal humor, pero eso no tiene
nada ver con esta guerra sucia. Mi personalidad es así. De última, si soy
soberbio o no, ¿qué? –vuelve a la carga–. Además esa calificación viene de un
panfleto miserable pagado por los servicios de Alfonsín para dar aire a la
teoría de los dos demonios que se llama "La soberbia armada", y es obra de otro
de los próceres del periodismo de nuestra bendita democracia que, aunque esté
muerto, sus larvas de podredumbre permanecen. Porque cuando me preguntás si soy
soberbio, también estás hablando de "La soberbia armada". Nunca escuché discutir
si Fidel es soberbio o no, si eso tiene que ver con los éxitos y fracasos de la
revolución cubana. Si mi carácter personal fuera tan deplorable como para
perjudicar a un proyecto político, me hubieran quitado del medio. ¿Por qué los
compañeros iban a tener de secretario general y líder a un soberbio? Habría que
suponer que los otros son estúpidos o que son todos soberbios. Por eso yo digo
que la Argentina algún día tendrá que volverse a enamorar de los Montoneros.
Para después descubrir que no se casan. No importa. Pero hay que blanquear la
situación. Esto no fue una historia de servicios de inteligencia, fue una
historia nacida del pueblo argentino, apañada por el pueblo argentino, aplaudida
y votada por la mayoría del pueblo argentino, y después masacrada por la mayoría
del pueblo argentino. Es una conducta social que ha tenido en particular la
clase media con sus conductas oscilantes, llenando todas las plazas para todos
los colores. Llenó la plaza por la Patria Socialista, por Videla con el Mundial,
por Galtieri con Malvinas, después la llenó para Alfonsín contra todos los
anteriores. También la llenó para Menem, a pesar de las privatizaciones y
después la llenó con el cacerolazo. Si se quiere encontrar una salida hay que
desterrar esa conducta. Hay que mirar las cosas de frente, que son tan limpias
como la guerra del general Belgrano, que nunca fue general de nada porque no fue
nunca a una academia militar, pero que se subió a un caballo y peleó como pudo.
Organizó ejércitos con su poderosa voluntad, y ahora le ponemos una estatua, lo
llamamos General Belgrano, pero él era un abogado con una ideología política,
era un militante político. Cuando tuve que declarar en los juicios aclaré que yo
era tan comandante como Belgrano general. Las luchas de los pueblos
hispanoamericanos tienen una cultura de herencia hispana, quijotesca, con
figuras como el Cid Campeador. Todos los próceres tienen estatuas ecuestres,
pero eran hombres de carne y hueso. Somos hijos de esa historia. ¿Sabés cuáles
fueron las últimas palabras de Bolívar? "He arado en el mar." ¿A vos te parece
que el balance histórico de Bolívar es el de un estúpido que aró en el mar? Es
una constante en la lucha de los pueblos: un nivel de idealismo en el objetivo
que no se alcanza en la práctica. Mi hija, que como casi todos sus coetáneos
está enemistada con los políticos, ha seguido con atención las palabras de
Firmenich. Mujer al fin, le pregunta qué significa volver a enamorarse de los
Montoneros. El ex comandante montonero se pone más a gusto. —Tras la apertura
democrática hubo una clase política que le dio continuidad a la dictadura
durante 20 años, y esta es la tragedia que vive la Argentina. Tiene que ver con
lo que yo llamo la guerra sucia por otros medios. Antes decíamos que la guerra
era la continuación de la política por otros medios, según la frase de Karl von
Clausewitz. A nosotros nos hicieron la guerra sucia y ahora nos hacen la
política sucia como continuación de esa guerra sucia. El tema de fondo es que la
Argentina no ha tenido Constitución durante décadas. La constituyente del ‘94
era la ocasión de superar nuestro trauma histórico, de plasmar un proyecto de
nación de largo alcance que satisfaga a todos. Era posible, pero la clase
política no estuvo una vez más a la altura de las circunstancias. Fue el pacto
de Olivos famoso, y todos ellos se hicieron cómplices. Con la oligarquía se
estableció el siguiente pacto: la clase política ejerce el poder al servicio de
los intereses dominantes con las mismas políticas de la dictadura. Y la
oligarquía se aguanta la corrupción, el enriquecimiento ilícito porque le
conviene. Y el pacto incluye la versión sucia de la historia, que le es
funcional. Y deviene en esta estabilidad macabra, cuando debió dar lugar a la
mayor prosperidad porque nunca hubo una continuidad de 20 años en democracia. No
ha servido para nada. Y mucho menos para revisar la historia. La versión
acordada es la teoría de los dos demonios, y no hay solución sin rever eso.
Porque para cuestionar a la clase política hay que cuestionar la profundización
de un proyecto económico que generó tanto dolor y muerte. Entonces hay que
decir: "está bien, todo lo que dijimos sobre los montoneros vale como parte del
enfrentamiento. Pero fue una generación que luchó genuinamente por sus ideales,
que su proyecto no fue compartido por la mayoría de la sociedad, y por
consiguiente resultó inviable". Pero como resistencia es tan legítima como
cualquier otra resistencia que ha habido en el mundo. Así se blanquearía la
situación. Y todos los que fueron montoneros no tendrían más el complejo de
serlo. Está llena de montoneros la política, pero yo digo que están castrados.
Ninguno se anima a cuestionar la situación para que no le saquen a relucir lo
que fue en el pasado. Tipos como Roberto Perdía, Luis Prol, Dante Gullo, Jorge
Obeid. Y Perdía no llega a negar que fue montonero, pero los otros lo han
negado. Y han ejercido cargos importantes: Obeid ha sido gobernador, Prol ha
sido ministro e interventor en Catamarca, pero ninguno de ellos en el ejercicio
de su poder reconocen su pasado montonero. ¿Por qué? Porque negociaron su
pensamiento crítico a cambio de poder estar en los cargos y cobrar sueldos. Pero
si no se blanquea la historia, la Argentina no tiene solución. Se lo nota más
que satisfecho. Tanto que me dice: –Disculpame si fui muy duro en algún momento,
pero soy así.
Podría haber agregado "¿y qué?", pero hubiera sonado casi
tanguero. En cambio, relata una anécdota: "El día en que se cumplieron 25 años
de mi ingreso al Colegio Nacional Buenos Aires alguien se puso a dar un
discurso, y de repente saca de la galera una parrafada contra mí. Yo estaba
recién indultado. Cuando termina, sólo un tercio de los presentes se pone de pie
y lo aplaude. Entonces los compañeros de mi división se ponen de acuerdo. A
Viviana Rubinstein le tocaba pasar lista para la entrega de medallas y diplomas,
pero antes dijo: ‘nosotros queremos recordar a tres personas que van a estar
ausentes hoy porque han sido asesinados por la dictadura por ser militantes
montoneros. O sea que lo primero que pedimos es que se ponga todo el mundo de
pie y se haga un minuto de silencio’. Me doy por cumplido y no hago ningún
reclamo personal. Después se acercó el presidente de la Asociación de Ex Alumnos
para disculparse. ‘Este hombre ha estado fuera de lugar, pero no lo tome a mal.
Mire, si usted no se ofende, le voy a contar algo: en una oportunidad me
invitaron a dar una conferencia sobre el colegio en la Peña El Ombú. Cuando me
refería a todos los próceres que habían pasado por las distintas aulas, el
fiscal Juan Martín Romero Victorica, que estaba presente entre el público me
interrumpió: Bueno, termínela, no sé de qué se vanaglorian tanto, que de esas
aulas han salido Firmenich, Abal Medina, Ramus y muchos más. ¿Sabe qué le
contesté?: Mire, doctor, no se equivoque. Nosotros de los buenos tenemos a los
mejores, y de los malos también’".
"El tren de la victoria", un libro
que recomendó el presidente Néstor Kirchner, reconstruye entre la historia y la
ficción la ofensiva montonera de fines de los 70
Rodolfo Montes / La
Capital
Cristina Zuker, autora de "El tren de la victoria, una saga familiar"
(Sudamericana), se enteró que el presidente Kirchner andaba con su libro bajo el
brazo. Y a los pocos días la convocaron a la Casa Rosada. Allí el Lupo le
confesó que se había emocionado con el relato y que iba a proponer que su libro
se leyera en las escuelas. Desde entonces se puso un poco mística, de tanto goce
por el afecto que recibe de muchos argentinos conmovidos con su libro, incluido
el presidente de la nación. "Es mágico esto que me está pasando. El libro fue
una cura para mí, y la posibilidad de salir de un lugar muy trágico. También
pudo generar emoción, algo muy valioso para los argentinos", dice Cristina a
Señales.
Cristina es hija del famoso actor, ya fallecido, Marcos Zuker. Y
hermana de un militante montonero, Ricardo Zuker, muerto a fines de 1980 luego
de reingresar clandestinamente al país junto a un centenar de militantes, para
llevar adelante la operación pomposamente denominada "contraofensiva" de los
montoneros. Por supuesto, fue la crónica de una tragedia anunciada.
"El
tren de la victoria", una frase estertórea y raquítica de contenidos a la vez,
fue la consigna con que los jefes montoneros en el exilio convocaron militantes
para la aventura de los años 79 y 80. Junto a "Recuerdos de la muerte", de
Miguel Bonasso, el libro de Zuker tiene un punto en común: cuenta la tragedia
desde un personaje protagónico, Jaime Dri, en la famosísima obra de Miguel
Bonasso y Ricardo Zuker, en el trabajo de Cristina Zuker. Son libros que están
en los márgenes, entre la ficción, el periodismo y el relato histórico. "En los
setenta, la realidad superó a la ficción", dice Cristina Zuker de la época
trágica de su hermano Ricardo.
-Sorprende el relato crítico sobre tu
padre, Marcos. ¿Del artista al padre había una distancia?
-Lo de Zuker
generó mucha polémica en los ambientes psi de Buenas Aires. Mi viejo, para la
mayoría de la gente, fue un tipo bárbaro. En la calle era el prototipo del
porteño, fue Garufa, ese personaje que decía, como el tango, "Pucha que sos
divertido...". Y parecido a tantos hombres anónimos, sumamente queridos en la
vida pública, pero que cuando entran en sus casas maltratan a sus mujeres.
Clarín, 25 de julio de 1985, García Márquez
presta declaración sobre la entrevista. Clic para descargar el
archivo en tamaño legible.
Una tristeza fundacional
El relato de Zuker, en clave de saga familiar,
excede en mucho a la literatura política de los setenta. "Si bien se trata de
recuperar las huellas de una vida, la de mi hermano desaparecido, recogí
testimonios e historias de vida de familiares que nos remontan a principios de
siglo", dice Cristina. Por eso se entiende que el libro esté impregnado de
nostalgia. "Cada uno que lo lee se identifica con un perfume diferente. Los
argentinos tenemos una tristeza fundacional porque en el fondo, somos hijos de
inmigrantes que bajaron de los barcos", agrega Cristina, en la intimidad del
café La Comuna, un pequeño bar del barrio de Palermo.
-¿Por qué le
reprochás a tu papá que le haya faltado "decisión" para convencer a tu hermano
que no volviera?
-Mi padre se dejó mentir por mi hermano. Y allí me quedó
la sensación de falta de firmeza por parte de mi papá. De todos modos, fue parte
del tipo de relación que tenían entre ambos, iban maniobrando la realidad,
hablaban de ciertos temas en común, pero de otras cosas no hablaron nunca.
-Faltó comunicación, un clásico entre padres e hijos.
-Un clásico de nuestra generación. Mi padre fue también parte del
autoritarismo de la sociedad, nuestra sociedad. El libro busca no ser maniqueo y
dar lugar a los matices. El hombre es un ser escindido entre el bien y el mal.
Mi papá tuvo una niñez muy difícil y quizá eso explique porqué fue un hombre
vidrioso "en el placard", como dicen los americanos.
-¿Fue muy difícil
traducir el drama de tu hermano en un libro?
-Yo quedé muy dolorida por la historia de mi hermano, un poco mi propia
historia. Cuando termine mi libro empieza mi infierno, pensé. Tuve que dejar
pasar un tiempo, desde que se produjeron los hechos que desembocaron en la
desaparición de mi hermano, hasta que me puse a trabajar en el libro.
-¿Cómo entendés la contraofensiva, con la ventaja que otorgan casi 25 años de
distancia?
-La contraofensiva montonera es el período más oscuro de
nuestra historia reciente. Fue un hecho luctuoso, que tuvo que ver con el
exterminio, cuando en realidad la derrota política y militar de los Montoneros
se había consumado mucho tiempo antes.
-¿Cómo se entiende que los
militantes se sumaran a un proyecto condenado al fracaso?
-Para mí
también, en un principio, fue incomprensible ver a mi hermano subirse a ese
tren. Yo participé de esa atmósfera, como simpatizante y no como militante,
cuando se armó la contraofensiva en Europa. Mi hermano decidió subirse al "tren
de la victoria", que prometía la conducción montonera. De algún modo siguió
timbeando, siguió jugando, como mi padre, pero de otro modo. En esto va también
la relación de Perón con los jóvenes, en aquello del "viejo", como le dijeron en
aquellos años. Había una trama psicológica muy interesante que sobrevolaba aquel
momento.
-¿Qué conclusiones sacaste?
-La decisión de sumarse a la
contraofensiva es políticamente incomprensible, pero hay que entenderla desde la
culpa por los compañeros que habían quedado aquí, muertos. Fue casi un suicidio,
no pudieron aceptar seguir vivos sabiendo que sus compañeros habían muerto.
Quisieron seguirlos hasta la muerte.
-La dictadura militar se ensañó con
ellos, y ocultó el crimen de casi un centenar de personas. ¿Qué pudiste
reconstruir de tu hermano?
-A mi hermano lo tuvieron preso casi un año,
durante todo el año 80, para luego ejecutarlo. Por eso les corresponde a los
responsables el cargo de crimen agravado por ensañamiento, que no prescribe.
-¿Es cierto, como dice Martín Caparrós, que tu hermano era "muy" montonero, que
iba a la movilizaciones con el brazalete ancho en el brazo y caminaba por fuera
de la columna?
-Absolutamente, mi hermano fue un tipo encantador, y como
su padre, tenía una cosa muy histriónica. Era famoso como imitador de las
películas nacionales de la época.
-Impresiona reparar en la edad que
tenían los militantes montoneros. Fueron increíblemente jóvenes, sobre todo
comparados con los adolescentes tardíos del siglo XXI. ¿Cómo lo ves desde aquí?
-Rescato una frase que me dijo el presidente Kirchner: son historias de pequeños
héroes, que actuaron de ese modo porque se la creyeron.
-¿En tu
entrevista con Mario Firmenich en el año 2003, terminaste de entender el por qué
de la conducción montonera?
-De la entrevista con Firmenich me fui muy
satisfecha, pletórica diría. Porque pude tomar distancia, escucharlo y manejar
la situación. Cuando me dijo, minimizando, "bueno, fueron veinte los muertos de
la contraofensiva", le dije "no Firmenich, fueron más de ochenta".
-Firmenich se graduó en Ciencias Económicas con altas calificaciones, pero sigue
teniendo problemas con los números...
-Es la imposibilidad que tienen
para aceptar la derrota. Todavía hoy creen que les faltó un poco de suerte. El
Pepe Firmenich es inefable, y como dice Horacio Verbitsky en el prólogo de mi
libro, esos muchachos (la conducción montonera) no fueron los grandes valores
del tango. Fueron políticamente limitados y más bien se caracterizaron por el
esquematismo.
Reproducimos aquí la introducción y
el epílogo del libro de Firmenich titulado Eutopía, publicado en su segunda
edición por el Instituto Municipal de Publicaciones de la Alcaldía de Caracas.
"En lugar de soñar con utopías, que son países que no existen, debemos asumir el
desafío teórico, político-técnico de diseñar la Eutopía, que es "la tierra del
bien" que podemos efectivamente construir".
INTRODUCCIÓN
De los paradigmas caídos a la Eutopía
Cuando éramos niños, cualquier
persona, incluso un conservador, podía decirnos: "el mundo marcha
inexorablemente hacia el socialismo, pero no tan rápido como pretende la
juventud". Por otra parte, el mismísimo Nixon llegó a decir "hoy todos somos
keynesianos".
Pero en los últimos veinte años se derrumbaron los
paradigmas ideológico-programáticos que alimentaban las políticas económicas de
todos los movimientos populares del mundo, ya sea que se expresaran como
movimientos nacionalistas revolucionarios, como movimientos populistas, como
partidos de izquierda comunistas, o como partidos de centroizquierda
socialdemócratas.
Con el surgimiento del fenómeno de la estanflación (estancamiento con
inflación) en los años ´70, se pusieron en crisis las políticas económicas
keynesianas y, en consecuencia, la posibilidad de administrar eficientemente el
Estado de Bienestar. Con la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 y el
desmoronamiento de la URSS, en 1991 se desmoronó también el modelo de economía
centralmente planificada y, por ende, la completa estatización de la propiedad.
Estas crisis, lógicamente, afectaron a los propios paradigmas teóricos
de dichos modelos socioeconómicos. la hegemonía conceptual y política pasó a
manos del viejo liberalismo económico remozado bajo la denominación de
neoliberalismo. Es en este contexto en que Fukuyama anuncia su malhadada buena
nueva: el mundo habría llegado al fin de la historia. En la eternidad terrena
que se iniciaba, el capitalismo puro, sin interferencia ninguna de las
instituciones del Estado, sería el sistema perfecto. Ya no harían falta
ideologías alternativas. En lugar de ser todos Keynesianos, al decir de Nixon,
seríamos todos neoliberales.
La crisis de los paradigmas que fundamentaban el progreso con justicia
social y redistribución de la riqueza arrastra a la mayoría de los políticos
hacia una versión moderna de la realpolitik: el nuevo pragmatismo pasa por el
endiosamiento del mercado o, como mínimo, la resignación ante el mismo. Se va
construyendo así una monotonía en el discurso político que da lugar al llamado
pensamiento único.
Sin embargo, no faltan los lúcidos que se dan cuenta
de que semejante uniformidad de pensamiento no es otra cosa que un totalitarismo
asfixiante. La juventud se retira masivamente de la actividad política. Las
inevitables expectativas de cambio rumian su frustración al margen del sistema
político y de la propia legalidad. En esto se incuba un evidente peligro.
Comienza entonces una exhortación a recrear las utopías. Muchos núcleos
juveniles y militantes toman este mensaje y lo asumen como propio, como si
nuevas utopías pudieran sustituir los paradigmas caídos.
Pero éste no
puede ser el camino. Los paradigmas caídos no eran utopías. Al contrario, eran
programas muy concretos que funcionaron aceptablemente durante décadas. El
Bloque Socialista era una expresión nada utópica del socialismo, al extremo que
se la diferenciaba de cualquier idealismo al respecto denominándolo "socialismo
real". Por su parte, el llamado Estado de Bienestar ha sido una realidad
perfectamente tangible hasta el día de hoy en los países desarrollados de
Europa. Inclusive en muchos países del llamado Tercer Mundo, como Argentina, el
Estado de Bienestar llegó a niveles muy avanzados. No podemos suplantar un
programa político y económico con décadas de experimentación social por una
utopía.
Centenares de miles de jóvenes en todo el mundo lucharon durante
las décadas de los años sesenta y sesenta por un ideal que de ningún modo
concebían como utópico. El hecho de que hoy se acepte que aquel proyecto resulta
inviable no quiere decir que haya sido utópico en su momento, sino que el mundo
ha cambiado a partir del desarrollo tecnológico hasta un extremo en que hoy hace
inviable proyectos basados en el poder del Estado-Nación.
Tecnológicamente hablando, estamos pasando del mundo industrial metalmecánico,
centrado en la producción del automóvil, con energía basada en motores a
explosión quemando combustibles de hidrocarburos, al mundo de la telemática, que
combina la industria de la navegación espacial propulsada con combustibles
sólidos, los satélites de comunicaciones, la telefonía de fibra óptica y unas
computadoras personales inimaginables hace dos décadas, integradas en una red
mundial on line. Ésta es la base tecnológica de la globalización.
Por
eso no se trata de reconstruir utopías. Se trata de reconstruir un modelo
factible de progreso económico y justicia social para el mundo de las próximas
décadas. Sin embargo, un nuevo modelo de desarrollo sustentable necesita bases
científicas y técnicas sólidas y diferentes de las prevalecientes, lo que
implica formular una teoría consistente que fundamente un modelo alternativo de
organización social y un conjunto de políticas sociales y económicas capaces de
construirlo y administrarlo sosteniblemente.
En lugar de soñar con
utopías, que son países que no existen, debemos asumir el desafío teórico,
político-técnico de diseñar la Eutopía, que es "la tierra del bien" que podemos
efectivamente construir. Construyendo la Eutopía -como un modelo compuesto por
un conjunto de reformas institucionales y políticas alternativas para un
desarrollo sostenible en los planos social, económico, político y ecológico,
apoyadas sobre fundamentos teóricos más sólidos que los supuestos de la economía
neoclásica-, acabará el reinado del pensamiento único y, gracias a la infundada
expresión de Fufuyama, iremos más allá del fin de la historia.
El
neoliberalismo
El subtitulo de este trabajo anuncia la pretensión de
presentar una alternativa al neoliberalismo. Cabe decir, entonces, algunas
palabras introducidas sobre este último.
El neoliberalismo no es un
hecho de la naturaleza ni un devenir estructuralmente inexorable de la historia.
Es un modelo en el doble sentido en que suele usarse esta palabra. Supone no
sólo una esquematización simplificada teóricamente acerca del correcto
funcionamiento del sistema económico, sino también una propuesta impregnada de
un sistema de valores, acompañada por políticas específicas para modificar la
situación imperante y construir una realidad diferente de la preexistente.
Desde principio de los años ´80, con la llegada al poder de Margaret Thatcher y
Ronald Reagan, se desarrolló un programa neoliberal-conservador que impulsó un
proyecto de sociedad integral y mundial, un intento de homogenización global. El
neoliberalismo conformó un programa cuya difusión y expansión mundial fue
impulsada por los estados del capitalismo avanzado, sobre todo, por los Estados
Unidos. Lo hicieron por la doble vía de la acción individual de los Estados y
por medio de las instituciones económicas-financieras multilaterales, como el
Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Estas instituciones se
convirtieron en la herramienta fundamental para la imposición de los ajustes
estructurales, primero en el sur y luego en el ex bloque soviético.
Un
rasgo característico del neoliberalismo ha sido la liberación de los mercados a
nivel mundial. Promueve así un modelo específico de globalización económica. En
efecto, no hay un único modo posible de integración económica mundial en el
actual estadio de desarrollo de la humanidad. Así, lo que conocemos en la
actualidad es el modelo particular de la globalización neoliberal,
homogeneizadora, iluminada por el pensamiento único.
¿Qué grado de
imposición ha logrado el modelo neoliberal en el mundo? No cabe duda de que es
hegemónico, pero su desarrollo no puede ser sino tan desigual como el propio
desarrollo capitalista. La Unión Europea no es todavía una sociedad plenamente
neoliberal, aunque sí lo es el pensamiento y el poder político-económico
dominante; dadas las barreras sociales que existen y la inercia de instituciones
fuertes y populares, la Unión Europea sigue siendo una sociedad mixta. Pero en
los llamados países emergentes, el neoliberalismo domina mucho más que en Europa
a sus respectivas sociedades.
Si bien es cierto que el activismo radical
del neoliberalismo no tiene los mismos bríos en los países centrales que en los
periféricos –la pérdida de soberanía estatal es mucho más acentuada en los
Estados con fuerte endeudamiento externo, donde tanto los grandes especuladores
financieros como las agencias multilaterales adquieren poder de decisión
política en los planes de ajuste-, la globalización del pensamiento tiende a
convertir al modelo socioeconómico propio del neoliberalismo en una propuesta
universal. Se le pide a Japón lo mismo que a Rusia; lo mismo se le pide a
Centroamérica, a Brasil o a España. La sensatez de que frente a situaciones tan
diversas cabría esperar políticas también diversas resulta amordazada por el
pensamiento único. La receta es regentada por el FMI, al que poco le importa que
esa receta sea la responsable en buena medida de la crisis financiera
internacional actual.
El FMI y el BM son protagonistas de primera línea
del denominado Washington Consensus. Este Acuerdo de Washington ha sido aplicado
sin cortapisas en América Latina. Puesto que este subcontinente, tiene un
conjunto de particularidades indentificatorias que lo diferencian del resto del
mundo, la situación actual, fruto de la realidad heredada más los efectos de las
políticas neoliberales, también tiene rasgos propios.
Por este motivo,
si bien el modelo que desarrollaremos a continuación tiene mucho de universal,
dado que no podemos pensar ya en términos locales al margen de la realidad de la
globalización, es necesario advertir que la perspectiva general desde la que
analizamos una alternativa al neoliberalismo es latinoamérica , con especial
énfasis en el análisis y perspectivas de la realidad argentina.
Una
propuesta de sistema socioeconómico es algo completamente abarcador. Seguramente
es una tarea imposible para una sola persona y sin duda escapa a una sola
disciplina académica. Pero, según entiendo, el "esqueleto" de un sistema
alternativo al actual puede definirse claramente recurriendo a sus rasgos
económicos, a sus rasgos políticos principales y a algunos de sus rasgos
sociales. En este sentido, esta propuesta es un modelo que, como tal, comprende
al conjunto del sistema, pero simplificando el análisis y exposición para
resaltar los aspectos considerados centrales.
EPÍLOGO
Hemos
formulado un modelo alternativo al neoliberalismo en lo referido a la
estructuración social, económica y política al interior del país, -esto último
desde una perspectiva básicamente latinoamericana, con particular énfasis en la
situación argentina- a la vez que hemos insinuado ciertos rasgos referidos al
proceso de globalización.
La propuesta alternativa, constituida por un
conjunto de políticas, se fundamenta en un enfoque teórico novedoso y diferente,
que no hemos desarrollado en esta obra, al que hemos denominado teoría de los
sistemas político-económicos. El análisis no ha podido basarse en el cuerpo de
la teoría aceptada como dominante, precisamente porque dicha teoría fundamenta
las políticas que se pretende cuestionar. Nuestro enfoque incursiona así por un
terreno con escasos precedentes, considerando que los paradigmas preexistentes o
son insuficientes, o de validez parcial, o son incorrectos. Al mismo tiempo -y
como no podía ser de otra manera-, el desarrollo del enfoque propuesto es lo
bastante incompleto como para dejar abiertos muchos problemas pendientes de
investigaciones y propuestas sectoriales futuras. El cambio de paradigma
científico para estudiar las realidades sociales involucradas en la "economía" y
en la "política". Pero: "Lo que ve un hombre depende tanto de lo que mira como
de lo que su experiencia visual y conceptual previa lo ha preparado para ver" .
Esta frase resume con brillante sencillez los problemas inherentes a un
cambio de paradigma, que no es otra que un cambio en la forma de ver la realidad
del mundo que nos rodea. Cambiar de paradigma para analizar la realidad y
proponer cosas sobre ella implica cambiar de punto de vista; coloquialmente
diríamos "cambiar la mentalidad". Cuando un paradigma se convierte en dominante,
su forma de ver el mundo parece sencillamente "natural". Sin embargo, la
naturaleza que nosotros vemos no depende sólo de cómo es ella, sino de cómo
estamos nosotros preparados para verla. Dicho de otro modo, eso que llamamos "la
realidad" es simplemente una forma subjetiva que tenemos de ver las cosas.
Hay miles de ejemplos ilustrativos muy significativos para comprender que una
nueva visión de las cosas, aunque nos cueste dolores de cabeza, no es una
negación de "la realidad evidente". Esa realidad evidente no es más que una
construcción teórica que hemos instalado en nuestro cerebro (socialmente
hablando, le hemos instalado en nuestra cultura) para darnos una interpretación
imaginaria de las cosas que nos rodean. Pero la historia de la humanidad enseña
que tales construcciones mentales sobre la realidad no son "la verdad sobre la
realidad". Para un genio como Aristóteles era absolutamente evidente que el sol
giraba alrededor de la tierra y que existían en la naturaleza sólo cuatro
elementos básicos: la tierra, el fuego, el aire y el agua. Los conocimientos
posteriores sobre astronomía, sobre la gravitación universal, sobre la
estructura molecular de las materias que conocemos y sobre la existencia de los
elementos químicos básicos cuyos átomos constituyen aquellas materias que nos
hacen ver hoy como infantil el paradigma con que miraba las cosas un genio como
Aristóteles. De modo semejante, las nuevas teorías fisicoquímicas tienden a
hacernos ver como infantil la idea que nos hemos hecho de la materia.
Nosotros tenemos en la actualidad una visión de las cosas sociales, económicas y
políticas: nos parecen verdades obvias y eternas; creemos que son "la evidente
realidad de la naturaleza social, económica y política". Pero no hay tal
evidente realidad ni tal entidad natural de las instrucciones y leyes con las
que vivimos.
Cuando las cosas van relativamente bien, la humanidad no se
cuestiona su forma de ver la realidad. El problema surge cuando las cosas van
mal y todos los intentos por poner remedio con los instrumentos del paradigma
conocido no dan buenos resultados. En tales situaciones no hay más remedio que
recurrir a una revolución en la forma de ver el mundo que nos rodea. Se hace
imprescindible tratar de ver las cosas desde otro punto de vista, y normalmente
son necesarios varios intentos alternativos hasta que un nuevo paradigma nos
convenza de que las cosas pueden ser diferentes y de que podemos encontrar
soluciones con el nuevo punto de vista que de otra forma ni siquiera se nos
hubiera imaginado.
Como hemos comentado, la caída de los paradigmas marxista y Keynesiano dejó
desnudos de soluciones a los movimientos populares del mundo. La entronización
del paradigma neoliberal, con sus consecuencias regresivas para el sistema de
valores con que juzgamos las nociones de justicia y equidad, generó respuestas
inconducentes, que abarcaron desde el vulgar oportunismo hasta la reiteración
nostálgica de un discurso convertido en anacrónico. Otro tanto podríamos decir
de los efectos que la globalización produjo sobre la soberanía del
Estado-Nación. El surgimiento alarmante de una nueva problemática existencial
relativa a la destrucción del hábitat que permite la subsistencia de la especie
humana puso en evidencia que la sostenibilidad "por los siglos de los siglos" no
estaba contemplada por ninguno de los paradigmas mencionados.
Por cierto
que las consecuencias de regresión en la equidad social, pérdida de soberanía
estatal a manos de la globalización financiera, descrédito no sólo de las
dictaduras sino también de la democracia representativa, la degradación del
medio ambiente, etc., son rangos podemos calificar de universales, ya que de un
modo u otro podemos observar este tipo de efectos en prácticamente todos los
países del mundo.
Pero es igualmente que la profundidad de la crisis, la
diferencia cualitativa del grado de crisis, es completamente diferente en los
países más industrializados que en los países periféricos. Toda América Latina
vive los rasgos de esta crisis con una profundidad que no tiene comparación con
lo puede observarse, por ejemplo, en Europa. En lo que toca a la Argentina, en
términos de retroceso comparativo con su propio pasado, probablemente sea el
caso más clamoroso del mundo actual.
Sería inútil continuar dándole
vueltas a la noria de los viejos paradigmas. Para encontrar soluciones novedosas
es imprescindible mirar la realidad con una mentalidad renovada.
Esta
obra tiene la osadía de internase en los caminos innovadores. Ello supone correr
conscientemente los riegos inherentes de hurgar en lo desconocido y en lo no
experimentado. Tengo la plena convicción de que vale la pena el intento, el cual
se justifica en el estado de necesidad de la humanidad en general, de los
pueblos latinoamericanos en particular y específicamente del pueblo argentino,
mi pueblo. Por otra parte, tengo también la total convicción de que ninguna
forma de ver el mundo es "la verdadera"; no hay ninguna forma de demostrar que
un paradigma es "la verdad". Es pues necesario abrigarse con los atuendos del
respeto a la diversidad, despojarnos todos de los absolutismos ideológicos o de
cualquier otro tipo de fundamentalismo. Diversos paradigmas pueden ser
concebidos para ver la misma realidad y de cada uno de ellos podría deducirse
con coherencia lógica un conjunto de políticas y soluciones instrumentales.
El cambio de estructuras necesario requiere el previo debate de ideas
innovadoras y, en este sentido, sería deseable que se rompiera el dique mental
de los viejos paradigmas para que un torrente de propuestas innovadoras en el
debate público (no sólo político sino también demótico) para repensar la
sociedad y construir un nuevo consenso sobre un futuro deseable, posible y
compartido.
La racionalidad del debate debe distinguir el consenso sobre
la visión general –o sea, el paradigma- de las diferentes propuestas
instrumentales; cabría proceder de un modo semejante al debate parlamentario
sobre una ley: primero se la aprueba o rechaza en general; luego, si se la
aprueba en general, se discute el detalle artículo por artículo.
La
decisión final sobre lo que se considere "correcto" dependerá de los valores
éticos que inspiren la voluntad general. El debate sobre la solución a la crisis
que nos agobia no puede centrarse en recetas técnicas sin especificar el
paradigma socio económico –político que engloba las propuestas y sin identificar
la ética que fundamenta al paradigma. La honestidad intelectual ha de ser la
carta de presentación para el debate necesario y eso significa exhibir a la luz
pública todos los supuestos iniciales, los postulados básicos y las hipótesis
originarias en los que se fundamentan las conclusiones propuestas.
Valga
pues la reiteración final resumida de lo que consideremos la Eutopía: el
desarrollo sustentable con un régimen de economía mixta y democracia
participativa, asentado en la ética de la sustentabilidad integral, la cual
exige justicia social, eficiencia económica, pluralismo político, sostenibilidad
ecológica y diversidad cultural. Estos principios deberían orientar un nuevo
contrato social de la Nación Argentina y la integración sudamericana, impulsando
una globalización justa, puesto que la sustentabilidad será global o no será.