Freud,
Sigmund; médico austríaco (Freiberg, hoy Pribor [Moravia], 6
de mayo de 1856 - Londres, 23 de septiembre de 1939)
Con el descubrimiento
del psicoanálisis, Freud inaugura un nuevo discurso que procura
dar un estatuto científico a la psicología. En realidad, lejos
de agregar un capítulo nuevo al dominio de las ciencias llamadas
positivas, introduce una ruptura radical con lo que después
se llamará las ciencias humanas y también con lo que constituía
hasta entonces el centro de la reflexión filosófica, es decir,
la relación del Hombre con el mundo.
ALGUNOS ELEMENTOS
BIOGRAFICOS. Se tiende a creer que el psicoanálisis ha renovado
el interés tradicionalmente atribuido a los acontecimientos
de la existencia para comprender o interpretar el comportamiento
y las obras de los hombres excepcionales. Esto no es así, y
Freud es categórico al respecto: "Quien quiere hacerse biógrafo
se compromete con la mentira, con el disimulo, con la hipocresía,
e incluso con el disimulo de su incomprensión, pues la verdad
biográfica no es accesible, y si lo fuera, uno no podría servirse
de ella" (carta a A. Zweig, autor de La confusión de los sentimientos,
del 31 de mayo de 1936).
Freud nació en una
familia de comerciantes judíos bastante acomodados. Siempre
se señala la complejidad de las relaciones intrafamiliares.
Su padre, Jakob Freud, se había casado por primera vez a los
diecisiete años y había tenido dos hijos, Emmanuel y Philippe.
Viudo, se vuelve a casar con Amalia Nathanson, que tiene veinte
años, edad del segundo hijo de Jakob. Freud será el mayor de
los ocho hijos del segundo matrimonio de su padre y su compañero
de juegos preferido, apenas un año mayor que él, es su sobrino.
Cuando tiene tres años, la coyuntura económica provoca una caída
de los ingresos familiares y la familia debe dejar Freiberg
para instalarse en Viena, donde nunca volverá a encontrar la
holgura anterior. Esta partida será siempre dolorosa para Freud.
Un punto que él mismo destacó merece ser recordado: el amor
sin desfallecimientos que su madre le dedicó siempre, al que
atribuyó la confianza y la seguridad de las que dio pruebas
en todas las circunstancias. Fue muy buen alumno durante sus
estudios secundarios y, sin una vocación particular, se puso
a estudiar medicina. Dos cosas deben destacarse: una ambición
precozmente formulada y reconocida y "la aspiración de aportar
algo, durante su vida, al conocimiento de la Humanidad" (Sobre
la psicología del colegial, 1914). Su curiosidad, "que apuntaba
más a las cuestiones humanas que a las cosas de la Naturaleza"
(Presentación autobiográfica, 1925), lo lleva a seguir al mismo
tiempo, durante tres años, las conferencias de F. Brentano,
varias de ellas dedicadas a Aristóteles. En 1880 publica la
traducción de varios textos de J. S. Mill: Sobre la emancipación
de la mujer Platón, La cuestión obrera, El socialismo. En setiembre
de 1886, después de un noviazgo de varios años, desposa a Martha
Bernays, con quien tendrá cinco hijos. En 1883 es nombrado Privatdozent
(profesor libre, dictante de conferencias), y en 1902, profesor
honorario. A pesar de la hostilidad y las dificultades de toda
índole, Freud rehusará siempre dejar Viena. Sólo bajo la presión
de sus alumnos y amigos, y tras el Anschluss (anexión compulsiva
de Austria por la Alemania nazi) de marzo de 1938, se decide
al fin, dos meses después, a partir hacia Londres.
EL NEUROLOGO. En 1876, después de cursar tres años de estudios
médicos, Freud ingresa en el Instituto de Fisiología dirigido
por E. Brücke. Su primera publicación aparece en 1877: Sobre
el origen de las raíces nerviosas posteriores en la médula espinal
del amocetes (Petrornyzon planeri); la última, concerniente
a La parálisis cerebral infantil, es de 1897. En el lapso de
esos veinte años, pueden contarse cuarenta artículos (fisiología
y anatomohistología del sistema nervioso).
El trabajo de Freud sobre la afasia (Una concepción de la afasia,
estudio crítico [Zur Auffassung der Aphasien], 1891) permanecerá
en las sombras, aunque ofrece la elaboración más acabada y más
notable de la afasiología de la época. Sus esperanzas de notoriedad
tampoco fueron satisfechas por sus trabajos sobre la cocaína
publicados de 1884 a 1887. Había descubierto las propiedades
analgésicas de esta sustancia, descuidando las propiedades anestésicas,
que serán utilizadas con éxito por K. Koller. El recuerdo de
este fracaso será uno de los elementos de la elaboración de
un sueño de Freud, el de la "monografía botánica".
Las circunstancias inmediatas del descubrimiento del psicoanálisis.
A comienzos de la década de 1880, Freud se encontraba en la
posición de investigador en neurofisiología y de autor de trabajos
de valor, pero que no podían permitirle, en ausencia de toda
fortuna personal, asegurar la subsistencia de una familia, A
pesar de sus reticencias, la única solución que se le ofrecía
era abrir un consultorio privado como neurólogo, lo que hizo
sorpresivamente el domingo de Pascuas del 25 de abril de 1886.
Algunos meses antes había obtenido una beca gracias a la cual
pudo realizar uno de sus sueños: ir a París. Fue así como tuvo
en la Salpêtrière un encuentro determinante, conoció a J. M.
Charcot. Debe destacarse que Charcot no se mostró interesado
ni por los cortes histológicos que le aportó Freud como testimonio
de sus trabajos ni por el relato del tratamiento de Anna O.,
cuyos elementos principales le había comunicado su amigo Breuer
desde 1882. Charcot no se preocupaba casi por la terapéutica,
sino por describir y clasificar los fenómenos para intentar
dar cuenta de ellos racionalmente.
Freud comenzó utilizando los medios entonces a su disposición:
la electroterapia de W. H. Erb, la hipnosis y la sugestión.
Las dificultades encontradas lo llevaron a acercarse a A. A.
Liébault y H. M. Bernheim en Naney durante el verano de 1889,
Por otra parte tradujo las obras de este último al alemán, encontrando
allí la confirmación de las reservas y las decepciones que él
mismo experimentaba frente a esos métodos.
En 1890, logra convencer a su amigo Breuer para escribir en
conjunto una obra sobre la histeria. Su trabajo en común dará
lugar a la publicación en 1893 de la "Comunicación preliminar"
que servirá luego de introducción a los Estudios sobre la histeria,
ya se encuentra allí la idea freudiana de la defensa para proteger
al sujeto de una representación "insoportable" o "incompatible".
El mismo año, en un artículo titulado "Algunas consideraciones
para un estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas
e histéricas", publicado en francés en los Archives Neurologiques,
Freud afirma que "la histeria se comporta en sus parálisis y
otras manifestaciones como si la anatomía no existiese, o como
sí no tuviese ningún conocimiento de ella".
Los Estudios sobre la histeria, obra común de Breuer y Freud,
aparecen en julio de 1895. Además de la "Comunicación preliminar",
comprenden cinco observaciones de enfermos: la primera, la de
Anna O. (Bertha Pappenheim), está redactada por Breuer, encontrándose
allí la tan feliz expresión de talking cure propuesta por Anna
O.; las cuatro siguientes se deben a Freud. La obra termina
con un texto teórico de Breuer y un texto sobre la psicoterapia
de la histeria de Freud, en el que puede verse esbozado lo que
separará a los dos autores el año siguiente. En La herencia
y la etiología de las neurosis, publicada en francés en 1896
en la Revue Neurologique, Freud afirma en efecto: "Una experiencia
de pasividad sexual antes de la pubertad; esta es la etiología
específica de la histeria". El término psicoanálisis es empleado
allí por primera vez. También en el trascurso de esos años,
la reflexión de Freud sobre la interrupción brutal por Breuer
del tratamiento de Anna O. lo lleva a concebir la trasferencia.
Hay que señalar, por último, la redacción en algunas semanas,
a fines de 1895, del Proyecto de psicología (Entwurf einer Psychologie),
que Freud no publicará nunca y que constituye en principio su
última tentativa para asentar la psicología sobre los enunciados
más recientes de la neurofisiología. En esta época, entonces,
Freud ha abandonado la hipnosis y la sugestión, en tanto que
inaugura la técnica de la asociación libre. Su posición doctrinal
está centrada en la teoría del núcleo patógeno constituido en
la infancia con ocasión de un trauma sexual real resultante
de la seducción por un adulto. El síntoma es la consecuencia
de la represión de las representaciones insoportables que constituyen
este núcleo, y el tratamiento consiste en volver a traer a la
conciencia sus elementos como se extrae un "cuerpo extraño",
siendo la desaparición del síntoma la consecuencia del levantamiento
de la represión.
LOS TRES LIBROS FUNDAMENTALES SOBRE EL INCONCIENTE. Durante
los años que preceden a la publicación de La interpretación
de los sueños, Freud introduce en la nosografia, a la que no
es indiferente, algunas entidades nuevas. Describe la neurosis
de angustia separándola de la categoría bastante heteróclita
de la neurastenia. Aísla por primera vez la neurosis obsesiva
(al. Zwangsneurose) y propone el concepto de psiconeurosis de
defensa en el que es integrada la paranoia.
Pero la tarea principal es la de su autoanálisis, término que
no empleará durante mucho tiempo. He aquí lo que dice de él
en la carta a W. Fliess del 14 de noviembre de 1897: "Mi autoanálisis
sigue interrumpido. He echado de ver por qué. Sólo puedo analizarme
a mí mismo con los conocimientos adquiridos objetivamente (como
a un extraño). Un autoanálisis genuino es imposible, de lo contrario
no habría enfermedad".
El encuentro con Fliess se remonta a 1887. Freud comienza a
analizar sistemáticamente sus propios sueños a partir de julio
de 1895. Todo pasa como si Freud, sin darse cuenta, hubiese
usado a Fliess como intermediario para su propio análisis. El
23 de octubre de 1896 muere su padre. Puede pensarse que este
acontecimiento no es extraño al descubrimiento del complejo
de Edipo, del que, un año después, en la carta a Fliess del
15 de octubre de 1897, encontramos la siguiente formulación:
"Sólo se me ha ocurrido una idea de valor general. He encontrado
en mí, como por otra parte en todos, sentimientos de amor hacia
mi madre y de celos hacia mi padre, sentimientos que son, pienso,
comunes a todos los niños, aunque su aparición no es tan precoz
como en los niños que se han vuelto histéricos (de una manera
análoga a la "novela de los orígenes" en la paranoia -héroes
y fundadores de religiones. Si esto es así, se comprende, a
pesar de todas las objeciones racionales que se oponen a la
hipótesis de una inexorable fatalidad, el poder cautivante del
Edipo rey. También se comprende por qué tenían que fracasar
miserablemente todos los posteriores dramas de destino (...)
pero la leyenda griega ha captado una compulsión que todos reconocen
porque todos la han sentido. Cada espectador fue un día en germen
y en su fantasía un Edipo, y se espanta retrospectivamente ante
el cumplimiento de su sueño traspuesto en la realidad, con todo
el aporte de la represión que separa su estado infantil de su
estado actual". La ruptura definitiva con Fliess ocurrirá en
1902. En 1900 aparece La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung).
El postulado de partida introduce una ruptura radical con todos
los discursos anteriores. El absurdo, la incongruencia de los
sueños no es un accidente de orden mecánico, el sueño tiene
un sentido, ese sentido está oculto y no se desprende de las
figuras que utiliza el sueño, sino de un conjunto de elementos
propios del soñante mismo, es decir que dependemos, para descubrir
ese sentido oculto, de las "asociaciones" producidas por el
sujeto. Queda entonces excluido que ese sentido pueda ser determinado
sin la colaboración del soñante.
Debemos ocuparnos, pues, de un texto. Sin duda el sueño está
constituido principalmente por imágenes, pero no hay otro acceso
a ellas que el relato del soñante, que constituye el "contenido
manifiesto" que se trata de descifrar, como lo hizo Champollion
con los jeroglíficos egipcios, para descubrir el "contenido
latente". El sueño está constituido con ayuda de los "sueños
diurnos", a los que son trasferidos los investimientos afectados
a las representaciones de deseo. Así, al mismo tiempo que protege
el dormir, el sueño asegura, bajo una forma camuflada, cierto
"cumplimiento de deseo". La elaboración del sueño se efectúa
con ayuda de técnicas especiales, extrañas al pensamiento conciente:
la condensación (un mismo elemento representa varios pensamientos
del sueño) y el desplazamiento (un elemento del sueño es puesto
en lugar de un pensamiento latente).
De esta concepción del sueño resulta una estructura particular
del aparato psíquico que es objeto del séptimo y último capítulo.
Más que la división en tres instancias, conciente, preconciente
e inconciente, que especifica lo que se llama la primera tópica,
conviene retener la idea de una división del psiquismo en dos
tipos de instancias, que obedecen a leyes diferentes y separadas
por una frontera que no es franqueable sino en condiciones particulares:
de un lado, conciente-preconciente, del otro, inconciente. Este
corte es radical e irreductible, jamás puede haber allí síntesis,
sino "tendencia a la síntesis". Por lo tanto, el sentimiento
de la unidad de lo mental que es propio del yo no es sino una
ilusión. Este aparato hace problemática la aprehensión de la
realidad, que tiene que ser constituida por el sujeto. La posición
de Freud aquí es la misma que la expresada en el Proyecto: "Lo
inconciente es lo psíquico mismo y su esencial realidad. Su
naturaleza íntima nos es tan desconocida como la realidad del
mundo exterior, y la conciencia nos informa sobre ello de una
manera tan incompleta como nuestros órganos de los sentidos
sobre el mundo exterior".
El sueño, para Freud, resulta ser una encrucijada entre lo normal
y lo patológico, y las conclusiones concernientes al sueño serán
consideradas por él como válidas para dar cuenta de los estados
neuróticos.
La Psicopatologia de la vida cotidiana (Zur Psychopathologie
des AlItagslebens) aparece al año siguiente, en 1901. Se abre
con el ejemplo de un olvido de nombre, el de Signorelli, análisis
ya publicado por Freud en 1898; este olvido asocia en sus determinaciones
motivos sexuales y la idea de la muerte. La obra reseña toda
una serie de pequeños accidentes, a los que de ordinario apenas
se les presta atención, como los olvidos de palabras, los "recuerdos
encubridores", los lapsus del habla o de la escritura, las torpezas,
los actos fallidos, etc. Estos hechos pueden considerarse manifestaciones
del inconciente bajo las siguientes tres condiciones: 1) no
deben superar cierto límite fijado por nuestro juicio, es decir,
lo que llamamos "los límites del acto normal"; 2) deben tener
el carácter de un trastorno momentáneo; 3) sólo pueden ser caracterizados
así si sus motivos se nos escapan y nos vemos reducidos a invocar
el "azar" o la "inatención".
"Al poner a los actos fallidos en el mismo nivel que las manifestaciones
de las psiconeurosis, les damos un sentido y una base a dos
afirmaciones que a menudo escuchamos repetir, a saber, que entre
el estado nervioso normal y el funcionamiento nervioso normal
no existe un límite nítido y tajante (...) Todos estos fenómenos,
sin excepción alguna, se dejan reducir a materiales psíquicos
incompletamente rechazados que, aunque reprimidos por la conciencia,
no han perdido toda posibilidad de manifestarse y expresarse".
El tercer texto, El chiste y su relación con lo inconciente
(Der Witz und seine Beziehung zum Unbewuflten), se publica en
1905. Ante este largo y difícil texto, algunos se han preguntado
por qué juzgó Freud necesario acumular una cantidad tan grande
de ejemplos a través de una complicada clasificación. Sin duda,
porque sus tesis eran difíciles de demostrar. He aquí las principales.
"La gracia sólo reside en la expresión verbal". Los mecanismos
no son otros que los del sueño, la condensación y el desplazamiento.
El placer que el chiste engendra está ligado a la técnica y
a la tendencia satisfecha, hostil u obscena. Pero, sobre todo,
"el tercero" ocupa en el chiste un papel preferencial, cosa
que lo distingue de lo cómico. "El chiste necesita en general
la intervención de tres personajes: el que lo produce, el que
paga el gasto de la verba hostil o sexual, y por último aquel
en el que se realiza la intención del chiste, que es producir
placer". Finalmente, "sólo es chiste el que acepto como tab.
Se comprende entonces la dificultad de traducir la palabra alemana
Witz, pero también la dificultad de su manejo en alemán, por
lo que se acaba de mencionar y la diversidad de los ejemplos
utilizados: historias extrañas, chistes, retruécanos, juegos
de palabras, etc. La especificidad del Witz explica la atención
que Freud pone en distinguirlo de lo cómico, distingo que se
resume así: "el chiste es para lo cómico, por así decir, la
contribución que le viene del inconciente".
El mismo año aparecen los Tres ensayos de teoría sexual (Drei
Abhandlungen zur Sexualtheorie), donde se afirma e ilustra la
importancia de la sexualidad infantil y se propone un esquema
de la evolución de la libido a través de fases caracterizadas
por la dominancia sucesiva de las zonas erógenas bucal, anal
y genital. En este texto es donde, respecto de la sexualidad,
el niño es definido como un "perverso polimorfo" y la neurosis
es situada como "negativo de la perversión". Entre 1905 y 1918,
aproximadamente, van a sucederse un gran número de textos concernientes
a la técnica, por una parte, y a su ilustración a través de
la presentación de casos clínicos, por otra. Entre estos últimos
figuran los clásicos cinco historiales clínicos psicoanalíticos:
1905, Fragmento de análisis de un caso de histeria: es la observación
de una paciente llamada Dora, centrada en dos sueños principales
cuyo trabajo de interpretación ocupa la mayor parte;
1909, Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño
Hans o Juanito): Freud verifica allí la exactitud de las "reconstrucciones"
efectuadas en el adulto;
en 1909 también, A propósito de un caso de neurosis obsesiva
(el Hombre de las Ratas): el análisis está dominado por un deseo
de muerte inconciente y Freud se sorprende de verificar "aún
mejor" en un obsesivo sus descubrimientos hechos en el estudio
de la histeria;
1911, Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia
descrito autobiográficamente (el presidente Schreber): la particularidad
de este análisis consiste en el hecho de que Freud nunca se
encontró con el paciente, conformándose con trabajar sobre las
Memorias escritas por este para exponer su enfermedad y hacer
valer su interés científico;
1918, finalmente, De la historia de una neurosis infantil (el
Hombre de los Lobos): esta observación presentaba para Freud
una importancia muy particular. Aportaba la prueba de la existencia,
en el niño, de una neurosis perfectamente constituida, patente
o no; y la del adulto es sólo la exteriorización y la repetición
de la neurosis infantil; demostraba la importancia de los motivos
libidinales y la ausencia de aspiraciones culturales, contra
Jung; daba una ilustración precisa de la constitución del fantasma
y del lugar de la escena primaria.
Conviene señalar que la soledad de Freud, que duró muchos años,
cesó cerca de 1906 con la constitución de la Sociedad de los
Miércoles, día de reunión de los primeros adeptos, rápidamente
trasformada en Sociedad Psicoanalítica de Viena.
En 1910, Freud funda la Sociedad Internacional de Psicoanálisis,
cuyo primer presidente es Jung.
LOS COMPLEMENTOS NECESARIOS. Intentemos reunir bajo este título
algunos temas que, aunque presentes muy a menudo en los primeros
escritos, fueron elaborados por Freud bastante tardíamente.
En primer lugar, la cuestión del padre, tratada con una amplitud
excepcional en Tótem y tabú de 1912-13 y retomada para un ejemplo
particular en Moisés y la religión monoteísta (1932-38). Este
es uno de los puntos más difíciles de la doctrina de Freud,
debido al polimorfismo de la función paterna en su obra. Luego,
está el concepto de narcisismo, que es el objeto del gran artículo
de 1914 Introducción del narcisismo, necesario para superar
las dificultades encontradas en el análisis de Schreber e intentar
dar cuenta de las psicosis, pero también para esbozar una teoría
del yo. Lo siniestro (Das Unheimliche), publicado en 1919, atañe
más especialmente a la problemática de la castración. Pero la
conmoción más importante viene de la conceptualización del automatismo
de repetición y del instinto de muerte, que son el tema de Más
allá del principio de placer (Jenseits des Lusiprinzips, 1920).
La teoría del yo y la identificación serán los temas centrales
de Psicología de las masas y análisis del yo (Massenpsychologie
und Ich-Analyse, 1921). La negación (Die Verneinung, 1925),
por último, viene a subrayar la primacía de la palabra en la
experiencia psicoanalítica, al mismo tiempo que define un modo
particular de presentificación del inconciente.
LAS MODIFICACIONES DOCTRINALES. Freud nunca dejó de intentar
reunir, en una perspectiva que él denominaba metapsicológica,
los descubrimientos que su técnica le permitió hacer y las elaboraciones
que no dejaron nunca de acompañar su práctica, subrayando al
mismo tiempo que este esfuerzo no debía ser interpretado como
la tentativa de constitución de una nueva "visión del mundo"
(Weltanschauung).
Ciertas modificaciones valen como correcciones de posiciones
anteriores. Este es el caso de la teoría del fantasma, que reemplazará
alrededor de 1910 a la primera teoría traumática de la seducción
precoz (Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci, 1907; Formulaciones
sobre los dos principios del acaecer psíquico, 1911; "El Hombre
de los Lobos", 1918).
Este es el caso también del masoquismo, considerado primero
como una inversión del sadismo. Las tesis de Más allá del principio
de placer harán concebible la idea de un masoquismo primario
que Freud se verá llevado a hacer equivaler, en El problema
económico del masoquismo (1925), al instinto de muerte y al
sentimiento de culpa irreductible e inexplicado que revelan
ciertos análisis.
De un modo sin duda arbitrario, se puede contar entre las modificaciones
requeridas por el desgaste de los términos (sobreentendiendo
que muchos otros motivos las justifican) la introducción de
la segunda tópica, constituida por tres instancias: ello, yo
y superyó (El yo y el ello [Das Ich und das Es], 1923), las
nuevas consideraciones sobre la angustia como señal de peligro
(Inhibición, síntoma y angustia [Hemmung, Symptom und Angst],
1926), y el último texto, inacabado, de La escisión del yo en
el proceso defensivo (Die Ichspaltung im Abwehrvorgang, 1938).
En este texto, Freud anuncia que, a pesar de las apariencias,
lo que va a decir, retornando la observación del artículo de
1927 sobre el fetichismo, es, también en este caso, totalmente
nuevo. En efecto, las formulaciones que allí se proponen se
presentan como el esbozo de una remodelación del conjunto de
la economía de su doctrina.
Dos textos tienen aparentemente un estatuto un poco particular
en la obra de Freud: El porvenir de una ilusión (Die Zukunft
einer Illusion), publicado en 1927, que examina la cuestión
de la religión, y El malestar en la cultura (Das Unbehagen in
der Kultur, 1929), dedicado al problema de la felicidad o el
bienestar, considerada por Freud inalcanzable, y a las exigencias
exorbitantes de la organización social hacia el sujeto humano.
Se trata, en efecto, de la consideración de los fenómenos sociales
a la luz de la experiencia psicoanalítica. En realidad, como
siempre en Freud, el ángulo elegido para tratar cualquier cuestión
le sirve ante todo para aportar precisiones o para poner a punto
aspectos importantes de la experiencia. En El porvenir, es la
cuestión del padre y de Dios como su corolario; en El malestar,
es la maldad fundamental del ser humano y la comprobación paradójica
de que cuanto más satisface el sujeto los imperativos morales
del superyó, más exigente se muestra este.
[Fuente: Diccionario de psicoanálisis, de Elizabeth Roudinesco
y Michel Plon]