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Escuela Francesa
Resumir Las características del
psicoanálisis de la corriente llamada francesa (continuador de las lecturas de
J. Lacan), es quizás una tarea imposible, porque cierta trasmisión teórica se
apoya en la retórica y la experiencia. Además se trata de una corriente de pensamiento
compleja, y la mayoría de las personas, incluso pertenecientes al campo “psi”
no logran captar la lógica de trabajo.
Sigmund Freud, es el fundador del psicoanálisis. Su clínica acompañó sus investigaciones,
y su obra se extendió y desarrolló durante muchos años. Es indudable que el
campo “psi” cambió a partir de sus escritos. Muchos autores lo han continuado.
Pero la obra de Freud es tan basta y polémica que incluso entre sus seguidores
no hay acuerdos. Así, diferentes líneas de trabajo (incluso opuestas entre sí)
afirman entonces que si Freud hubiera continuado vivo, hubiera llegado a postular
lo que esas mismas líneas plantean. Por otro lado existen diferentes interpretaciones
de lo que dijo Freud.
El psicoanálisis rompe con la idea de un individuo que se propone un objetivo
y se prepara para cumplirlo (como otros postulados sostienen). Entonces comienza
a plantear la noción de un “sujeto” como sujetado a una estructura que lo preexiste.
Así la sensación de autonomía de una persona, su mismidad, (el yo, moi), no resulta
confiable, sino que autoengaña, en el sentido de realizar acciones que no coinciden
con lo que esa persona quisiera realizar. De esta manera las personas realizan
maniobras tales como no poder estudiar a pesar de proponérselo, decir algo que
no se quería, fracasar al triunfar, olvidos, actos fallidos, errores, etc. El
psicoanálisis se diferencia de otras posturas porque cree en estos actos fallidos,
dan lugar a la expresión inconsciente. Esta postura contradice otras teorías,
porque afirma que un individuo, estudiando sus problemáticas personales, su
padecer, comprendiéndolo, haciéndolo notar, generando nuevos vínculos, o rompiendo
las estimulaciones, no logrará modificar la situación.
El psicoanálisis postula la noción de representaciones inconscientes. La corriente
llamada inglesa sostiene que un sujeto se propondría conscientemente una cosa
pero inconscientemente otra. Pero el psicoanálisis de la corriente llamada francesa
(partiendo de la lectura de J. Lacan). Rompe con la idea de una vida inconsciente
y otra conciente. Porque no acepta que exista una vida inconsciente separada,
como si se tratara de un psiquismo paralelo. Por el contrario postula que el
inconsciente no está ni se ubica en ningún lado, sino que este se produce. Por
lo tanto, los fallidos no son una expresión de una cuestión que se cree inconscientemente
pero por la represión el sujeto no se entera (corriente inglesa) sino que es
la irrupción de una representación inconsciente que no estaba en ninguna parte,
sino que se produjo en ese momento. Por lo tanto hipnotizar a un individuo para
averiguar los motivos interiores de su malestar, resulta inconsistente. Aunque
uno de los libros escritos por S. Freud se llamó “la interpretación de los sueños”,
los sueños no se interpretan, sino que lo que cuenta es lo que un sujeto puede
decir sobre ellos. Entonces cobra importancia los dichos de un sujeto, su padecer,
y también las irrupciones del inconsciente.
![]() Se formó en medicina y psiquiatría pero poco después se convirtió en el más importante exégeta de la herencia que había dejado Sigmund Freud. Lacan reinterpretó y amplió la teoría psicoanalítica desde un enfoque estructuralista. Incorporó además nociones de origen lingüístico y filosófico que lo llevaron a redefinir muchos de los principales términos del léxico psicoanalítico y a formular la tesis por la que se lo identifica, según la cual el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Saussure, Jakobson, Platón, Spinoza, Hegel, Kant, Heidegger, Husserl, Kojeve, Koyré, Lévi Strauss y Althusser, quien además fue su paciente, fueron algunas de las fuentes de las que se nutrió. En su permanente reivindicación del pensamiento de Freud solía decir, con la ironía que lo caracterizaba, que quien quiera ser lacaniano es libre de serlo, pero que él mismo se consideraba freudiano. Slavoj Zizek y Alain Badiou suelen defender sus ideas. Entres sus detractores se encuentran Alan Sokal y Noam Chomsky. Fue un seductor y un mujeriego implacable, estuvo casado con Marie-Louise Blondin, con quien tuvo tres hijos, y con Sylvia Bataille, con quien tuvo a Judith, casada con Jacques-Alain Miller. |
El psicoanálisis se basa en la idea de estructura, de cómo un sujeto es determinado
por la relación con los demás, de cómo esta relación constituye una verdadera
matriz (fantasma) que marca maneras de comportarse basadas en rasgos estructurales.
De esta manera poco importa un síntoma aislado, ni sirve de nada proponerse
corregirlo de por sí solo, sino que un síntoma es un anudamiento significante
que dice mucho más de lo que aparentemente dice. Por lo tanto los síntoma no
son equivalentes a una estructura, por lo que los manuales de diagnóstico tales
como el DSM-IV y el CIE 10, pierden importancia. Cobra entonces significación
los trazos simbólicos que operan estructuralmente. Es clave la noción de falo
(no confundir con pene), caracterizada por la presencia de una ausencia, falo
como representable simbólicamente aunque no perteneciente al orden de las representaciones.
La noción de falo implica la circularidad y significación de las funciones que
permiten la constitución subjetiva de un sujeto.
Esta postura traza una línea divisoria entre la psicología, basada en el aprendizaje,
la reeducación, el dominio, el aprendizaje, el acomodamiento, etc., y el psicoanálisis
preocupado por el deseo del sujeto. Aquí se habla de sujeto, del deseo, y de
un más allá que implica la noción de "goce" como un más allá del principio de
placer.
El yo divide al sujeto. En este sentido Lacan toma una frase de Descartes: ”Pienso
luego Soy” y la modifica en: “Soy allí donde no pienso pensar”. En el sentido
que si el sujeto piensa, entonces no es y si es no piensa. Por lo tanto en el
psicoanálisis se evita la especulación consciente, y se habla de modificar el
posicionamiento estructural y fantasmático.
Esquematizando sobre el campo "psi" en general puede decirse que las corrientes
apoyadas en la reflexión conductual, se basan en el esquema de estímulo – respuesta
– estímulo. A partir de allí se explican patologías y se proponen su resolución
desde ese esquema. Así las cosas, si alguna persona no come estará marcada por
la influencia cultural de la estética de la delgadez, si un niño observa violencia
por televisión este hecho contribuirá a una actitud violenta, y si un caballero
eyacula precozmente, será por su habito de hacerlo así. Para el psicoanálisis
este esquema es completamente insuficiente, y lo demuestran día a día todas
aquellas personas que no responden de manera similar ante estímulos comunes.
De igual manera, otros enfoques no conductuales como la gestalt, o las terapias
focalizadas, también se apoyan en un razonamiento donde hay algo que cambiar
con relación a “comprender” el punto conflictivo, por lo que se toma nuevamente
distancia del psicoanálisis. Al igual que las corrientes basadas en un enfoque
sistémico y social, que postulan la circularidad de esquemas de roles que enquistan
maneras de comportamiento o de organización, pero no dejan de basarse en el
pensar o razonar conciente.
El psicoanálisis sostiene que una cuota de libertad se adquiere al analizar
el posicionamiento subjetivo que posee un sujeto y los significantes que lo
determinan. Significantes organizados en una cadena basada en la diferencia.
Fuente: www.clinicapsi.com
A 25 años de la muerte de Lacan
Por Germán García
Cuando en 1981 moría Jacques Lacan
en París, hacía más de dos décadas que Oscar Masotta había comenzado su difusión
en Buenos Aires. Cuando en 1974 Masotta se exilia, la difusión se había convertido
en una actividad organizada, con traducciones y publicaciones de trabajos propios.
El terrorismo de Estado que sofocó el psicoanálisis en el país fue el que también
causó su involuntaria dispersión tanto en Iberoamérica como en España, tanto
en Israel como en Australia.
En 1984, con el retorno de la democracia, se realiza en Buenos Aires el tercer
encuentro del campo freudiano y en esta "segunda fundación" llega lo que Jacques-Alain
Miller llama la orientación lacaniana, que produce la renovación de la enseñanza
de Lacan entre nosotros.
Exotismo
La constelación del Sur, el excelente libro sobre la traducción de Patricia
Willson, describe diversas estrategias de traslación de una lengua a otra. Las
mismas valen para la inmersión de una disciplina en un paisaje cultural diferente.
En el caso del psicoanálisis de Lacan, en consonancia con su propia estrategia,
Oscar Masotta comenzó por marcar lo exótico de esa enseñanza a la vez que afirmaba
que existía un rigor lógico: ahí se encontraba, decía, tanto el retorno a Sigmund
Freud como la conservación, negación y superación de Melanie Klein. Un estilo
epigramático, oracular, que fascinaba a la audiencia.
El segundo paso fue la explicación a los que quedaron, a los que la transferencia
no les ahorraba ningún trabajo. Masotta se vuelve cada vez más claro.
Aclimatación
Así que el encuentro de 1984, inverso al exotismo, propone la operación de aclimatación:
los que rechazan a Jacques-Alain Miller dicen que simplifica, los que aceptamos
su propuesta elogiamos su claridad.
En verdad, no se trata de una cosa ni de otra. En tanto la enseñanza supone
algo más que el saber porque es también la circulación de un goce, su dimensión
política entra en discusión. "La política no me interesa", repiten voces candorosas.
No importa, eso no le impide existir.
La política de Jacques-Alain Miller extrae las consecuencias institucionales,
epistémicas y clínicas de la enseñanza de Lacan. No es el único que lo hace,
pero es quien extendió esta orientación por diversos países y lenguas mediante
la consolidación de una red que se conoce como Asociación Mundial de Psicoanálisis
(AMP).
Ahora la enseñanza de Lacan está aclimatada, a cualquiera le parece tan clara
que nadie teme enseñarla. Otra cosa es explicarla. Pero no importa, el encanto
del estilo crea audiencias mudas que después de un tiempo irán a repetir el
truco en otro ámbito (esto podría explicar la clonación de pequeños grupos).
Esta simpática proliferación no podría decir mucho del futuro de la enseñanza
de Lacan, pero verifica un aserto de la misma: "las palabras se desplazan sin
que se entienda nada".
Lacan ausente
Hace 25 años que Lacan murió pero la increíble fecundidad de su enseñanza formada
por 26 Seminarios y dos gruesos volúmenes de "escritos", sin contar su excelente
tesis doctoral, es una cantera inagotable de propuestas clínicas iluminadas
por argumentos que movilizan recursos lógicos y retóricos para ordenar su legendaria
erudición. Por otro lado, el movimiento interno de esa enseñanza que transcurrió
durante tres décadas supone una constante transformación que la topología de
sus últimos años pone de manifiesto.
La ausencia de Lacan, al privarnos de "la pantalla de su cuerpo" (para usar
su expresión en Caracas) dejó a cada uno frente a la soledad de esa enseñanza,
lo que conduce más de una vez a un discurso colectivo que vela el deseo de quien
lo enuncia en cada ocasión.
Es por eso que, más allá de la universidad y sus mantras, hace falta que exista
el análisis de cada uno y lo que se transmite de ese análisis. Esta es la finalidad
del pase, ese dispositivo de escuela que posibilita que la singularidad de cada
uno ponga en palabra la posición alcanzada en relación a la práctica de la que
quiere ser responsable. Es por esto que la "Escuela" es la clave de la política
del psicoanálisis y del deseo del analista.
Siglo XXI
Si el siglo XX fue problemático y febril, según Discépolo, el actual quisiera
retroceder frente a esa pasión de lo real (como le llama Alain Badiou) que arrasó
con tantas cosas. Es por eso que ciertos analistas conservadores adoptan aires
progresistas para volver a poner en circulación una serie de ideales irremediablemente
muertos. Pero no basta llamar "utopía" al fracaso para generar nuevas esperanzas
de triunfo, esta vez democráticos.
Si el capitalismo programa sus terapias al paso, que las empresas aceptan como
una forma más sofisticada de selección de personal, el psicoanálisis responde
con una política del síntoma que pone de manifiesto que la promesa de felicidad
está alimentada por un tráfico de goces bastante mortíferos. Que la palabra
trauma y la palabra adicción se hayan generalizado, no debe hacer olvidar que
sólo son apodos respectivos del goce y la repetición que el psicoanálisis descubrió
después de la Primera Guerra Mundial en ese trabajo insuperable de Sigmund Freud
que se llama Más allá del principio del placer.
Las terapias cognitivas-conductuales (TCC) que se proponen resucitar al conductismo
en nombre de unas ciencias cognitivas que no exploran, no estarían frente al
psicoanálisis sin las políticas sanitarias que las promueven. No estamos frente
a una discusión clínica, sino ante la manipulación a gran escala de los temores
y las esperanzas de unos ciudadanos teleorientados por una trivialidad angustiada
que los norteamericanos, con ese gusto por los títulos catástrofes, bautizaron
Panic-Attac (esta vez sin soviéticos ni marcianos).
Esta década
1910. En los festejos del Centenario Germán Greve expuso, en un Congreso de
Medicina realizado en Buenos Aires, la primera versión del psicoanálisis de
Sigmund Freud. Dentro de poco, en el Segundo Centenario de nuestra patria, celebramos
el primer Centenario del psicoanálisis. La fecha sería propicia para debatir
lo que se ha realizado y lo que falta. Por ejemplo, la falta de ese humor que
encontramos en Freud. O la falta de ironía de Lacan que llevó a Jacques-Alain
Miller a una afirmación inquietante que se prefiere pasar por alto: "Todavía
no estamos curados del psicoanálisis, a pesar de la ironía de Lacan y, sin duda
alguna, de lo que era su deseo".
¿El futuro será curarse del psicoanálisis para enfermarse de esas terapias milagrosas
que llegaron a inventar el término "neuroteología"?
Espero que Dios no lo permita. Sepamos que todavía no estamos curados de la
religión.