26 de julio: que nos queda de Evita y del Moncada

Por Jorge Falcone

Para la mayoría de l@s argentinos el 26 de Julio es una fecha de recordación del fallecimiento de Eva Perón, insigne mujer que supo defender la causa de nuestro pueblo.

El 26 de Julio para los cubanos es el Día de la Rebeldía Nacional, cuando el compañero Fidel inició la batalla por la verdadera independencia por la cual aún lucha la heroica isla del Caribe enfrentando a la mayor potencia imperialista de este planeta.

La ocasión es propicia pues para revisar el imaginario en vigencia, cuestionándonos qué ha sido de los ideales revolucionarios en esta latitud.

En mayo de 2009 el diario Página 12 publicó un agudo artículo titulado “Bombita Rodríguez: Broma anacrónica o verdad evidente?”, firmado por el periodista Adrián Viale. A propósito del carismático personaje televisivo creado por el comediante Diego Capusotto, el autor de dicho texto se interrogaba porqué su discurso setentista categórico y sin mediaciones produce hilaridad en tiempos de posmodernidad signados por una enorme relatividad moral. El analista atento concluirá que cada época engendra su propia discursividad, más próxima o más distante de la realidad a la que alude, según sea la correlación de fuerzas reinante entre el Pueblo y Oligarquía: El documental “La Revolución Justicialista”, realizado por Pino Solanas en 1971 en el contexto de una ofensiva de masas contra la dictadura militar de entonces, comenzaba con la frase - inconcebible en estos días pese a los fastos del Bicentenario - “La guerra por la definitiva independencia aún no ha concluido”. El concepto de Guerra Integral ya había aparecido en la hoy escamoteada y escasamente revisada “Actualización política y doctrinaria para la toma del poder”, documento elaborado por el propio General Perón para incentivar la resistencia popular, durante el mismo año en que comenzó a circular el filme anteriormente citado. Sin embargo, en los días que corren - de equilibrio inestable entre los polos de aquel enfrentamiento histórico y amnesia de ciertas rebeldías - los organismos de DDHH reniegan de esa idea con el beneplácito de la mayor parte de la militancia, confinándola así a la destemplada diatriba de los represores. Y resulta lógico que así suceda, en una democracia formal capaz de tributar a los 200 años de la Gesta de Mayo con un ampuloso desfile destinado a instalar la imagen de madres desoladas y soldaditos derrotados - ninguna porteña volcando desde los tejados agua hirviente sobre los hijos de la Rubia Albión, ni obreros y estudiantes acuartelados en el Barrio Clínicas de La Docta haciendo retroceder al Onganiato -, como si la única Revolución posible fuera fatalmente la que zozobró en 1810.

Tercera Guerra Mundial: EEUU e Israel, enemigos de la humanidad

En su reciente y saludable reaparición pública internacional, el Comandante Fidel Castro reflexionó sobre la situación política del Medio Oriente. Entrevistado por el periodista y conductor televisivo Randy Alonso, comentó sobre las relaciones conflictivas de EE.UU. e Israel con Irán, así como de las amenazas nucleares que afectan a esa región y el resto del mundo. El líder de la Revolución citó datos de organismos internacionales como el Instituto de Investigaciones para la Paz de Estocolmo, la opinión de expertos y analistas políticos, e información recientemente publicada en la prensa internacional, con el objetivo de analizar el momento de tensión que vive el planeta, al borde de una guerra alentada por el imperialismo norteamericano.

Para ilustrar las ambiciones yanquis, dio cuenta del presupuesto dedicado por ese gobierno a gastos militares - este año el mayor de toda su historia -, y citó las cifras correspondientes al 2009, que junto a posturas expresadas por algunos sectores del Congreso, demuestran el desenfreno de una carrera militar que encuentra su blanco más próximo en el Oriente Medio. El estadista cubano comentó un artículo del intelectual estadounidense Noam Chomsky, quien considera a esta crisis la más grave que en asuntos extranjeros enfrenta el gabinete de Barack Obama (como se recordará, galardonado con el Premio Nóbel de la Paz que otrora recibiera el impune criminal de guerra Henry Kissinger). Ese es el escenario al que hoy nos arrastra la globalización imperial.

Por ende, pese a atravesar un momento sumamente auspicioso, Nuestra América aún encuentra grandes dificultades para conjurar asonadas de nuevo cuño como la que viene de padecer Honduras, o enfriar la recalentada frontera Colombia-Venezuela, circunstancias ambas que ponen en evidencia cuánto respeta el complejo militar-industrial estadounidense la formalidad democrática encarnada por un presidente demócrata y afro descendiente.

Oportunidad histórica y cambio de paradigma en la construcción del poder popular

En aportes anteriores hemos sostenido que, a pesar de su doble discurso y de la mora en desmontar por completo el modelo de exclusión instalado por el neoliberalismo, nuestro gobierno es el más audaz desde la recuperación de la democracia. Cualquier argentino de bien debería ver con buenos ojos la sanción de la Asignación por Hijo aunque aún no sea todo lo universal que debiera; lo propio en relación al Juicio y Castigo a los faenadores de una generación que entregaron la Nación… aunque aún más ecuánime resultaría encarcelar también a Reutemann por el fusilamiento a cargo de su policía del activista social Gustavo Lepratti en comedor comunitario santafesino, a Duhalde por la Masacre de Puente Pueyrredón, y a Sobisch por el asesinato en las rutas patagónicas del maestro Carlos Fuentealba (sólo por enumerar a unos pocos bueyes contra los que aún no hay cornada); igualmente de auspicioso resulta escuchar a la Presidente hablar de desarrollo sustentable, aunque cueste confiar en sus palabras siendo testigo de sus floreos con los gerentes del Ingenio Ledesma o la minera Barrick Gold; otro tanto ante la Nueva Ley de Medios, aunque muchos de los que nos congratulamos con la interpretación de Rodrigo De la Serna encarnando a San Martín o la de Pablo Rago a Belgrano también desearíamos asistir a la difusión masiva de producciones independientes como el trascendentalísimo e insumiso largometraje de Nemesio Juárez basado en la novela de Andrés Rivera “La Revolución es un sueño eterno”, hoy curiosamente ausente de la conmemoración en curso; y lo mismo en relación a la flamante Ley de Matrimonio Igualitario, que ojalá siente las bases para un gradual pero definitivo divorcio entre la Iglesia y el Estado.

Con sus luces y sus sombras, indudablemente el que atravesamos es un excelente momento local y continental para reflexionar sobre la larga marcha del pueblo hacia su emancipación total, abrevando en las riquísimas experiencias latinoamericanas donde este es verdaderamente soberano.

Pese a las contradicciones enumeradas, en Argentina hay una valiosa porción de la militancia empeñada en acompañar al oficialismo, aunque el 2001 dejó como saldo el agotamiento de la democracia formal de la que este proviene, y demostró la imposibilidad de que las transformaciones de fondo emanen de un Estado encorsetado por los límites que impuso el patriciado que lo gestó. Es de esperar que mientras es@s compañer@s - en todo su derecho - transitan la experiencia en curso, quienes sin ser gorilas nos ubicamos por fuera del paradigma demoliberal electoralero, y apostando a la construcción de poder popular autónomo, redoblemos esfuerzos para confluir pese al descomunal despliegue seductor de un pensamiento hegemónico que no escatima recursos para que el árbol de la coyuntura nos tape el bosque del largo plazo.

Se puede ser nacional y popular sin ser revolucionario?

La dirigencia de uno de los movimientos sociales que apoya al gobierno, en estos días ha fundamentado el carácter supuestamente transformador del mismo con las palabras que siguen: “Cualquiera de nosotros puede evaluar leyendo los diarios que en un mundo donde va a haber decrecimiento económico y aplicación de políticas de ajuste para salvar a los bancos, que hará que buena parte del mundo entre en una recesión profunda, en ese mundo donde pocos países van a crecer a las tasas que se venía creciendo, la Argentina, Venezuela, China, algunos pocos países vamos a tener un crecimiento alto, producto fundamentalmente de la aplicación de políticas para el mercado interno. Así que hay que ponderar el proceso político que estamos viviendo porque es una revolución a nuestra forma, a nuestra manera. Nosotros estamos viviendo un proceso revolucionario entendiendo que el proceso actual, en el marco de la relación de fuerzas que se vive en el mundo, que se vive en la Argentina hoy, es el que da”. Con el respeto que merece toda militancia honesta, y a riesgo de sonar maximalistas, entendemos que la política de “desendeudamiento” K – por abordar un tópico aceptado en el mundo como generador de dependencia a los países centrales – acepta a libro cerrado la legitimación de la deuda fraudulenta, contraída por la dictadura saqueando hogares humildes y apropiando bebés, con el endeble argumento de que gobiernos democráticos precedentes la convalidaron tácitamente. Precisamente en circunstancias en que los países del hemisferio norte tiemblan frente a un Tsunami financiero de magnitudes conducentes a una nada descartable moratoria mundial, no encontramos mejor calificativo que posibilista para caracterizar la postura en cuestión, adoptada por un gobierno empeñado en promover organizaciones que apelan a los insignes nombres de Túpac Amaru, John William Cooke, o Héctor Cámpora. A nuestro humilde saber y entender, ser revolucionario hoy consiste en salirse de las reglas de juego fijadas por el sistema y animarse a una reforma constitucional capaz de instalar una Asamblea Constituyente que ensanche la representación parlamentaria de nuestro pueblo en favor de TODAS las organizaciones sociales. Para que NUNCA MÁS suene utópico - por ejemplo - asistir al debate pro democratización de la economía entre José "Pepino" Fernández, uno de los líderes de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) de Mosconi, y la diputada nacional Patricia Bullrich.

La asignatura pendiente de redefinir al sujeto histórico para la transformación social

La dirigencia de otro de los movimientos sociales oficialistas parece pasar por alto la evidente insuficiencia de la CGT y la CTA para abarcar al sujeto social transformador, cuando en la primera de las dos se vienen barajando candidaturas presidenciales mientras en la segunda, como bien describe Víctor De Gennaro, “lo que se discute es si la CTA va a ser la pata social de un proyecto político que además dicen que ya existe, o si la CTA va a ser la experiencia organizada de la clase con autonomía, de cualquier gobierno y cualquier patrón”. En momentos en que la historia supera el paradigma metalmecánico que determinara una sindicalización masiva, el sector K de marras sostiene: “No hay proceso de cambio si no empoderamos a los trabajadores y a los humildes en el Estado. El peronismo fue la máquina no sólo de resolver los problemas económicos a la mayoría de los compañeros sino que también les dio el protagonismo político que la clase trabajadora necesitaba. Hoy los marginados de este proceso político siguen siendo los humildes y los trabajadores”. Si bien coincidimos con este último diagnóstico, aunque suene ingenuo nos preguntamos de buena fe si es posible afirmar taxativamente que los protagonistas de las más aguerridas luchas de resistencia en curso contra la vigencia del legado neoliberal - insertos en o expulsados del aparato productivo - se concentran en la central obrera argentina y su alternativa, ahora que un peregrino incansable del mundo periférico como el indiscutible Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel nos recuerda que la transformación no surgirá desde el Estado hacia la comunidad sino a la inversa…

Hacia una nueva hegemonía social y el diseño de un Proyecto Nacional en falta

En resumen, nuestra percepción política estima que el presente de referencia instalado desde el oficialismo a partir de usinas como el voluntarioso magazine de la televisión pública 6,7,8 sigue tributando – aunque en su versión progre – al espejismo mediático de neto corte unitario que considera como realidad a todo acontecimiento que obtenga caja de resonancia en la megalópolis porteña.

Será preciso pues valerse de cada conquista popular asumida por el Estado evitando la crítica liviana o infundada, pero organizando a las bases sin prisa y sin pausa con absoluta autonomía y sin desviarnos un ápice del tránsito hacia una democracia social y participativa capaz de explorar los renovados caminos que ofrezca un socialismo no dogmático para este nuevo siglo, toda vez que lo que hoy se designa ampulosamente como Proyecto Nacional y Popular está mucho más cerca de constituir un paquete de medidas circunstanciales tímidamente proteccionistas que un modelo de país para el tercer milenio.

Saldar esa acuciante deuda será nuestro mayor homenaje a las grandes mujeres y hombres de Nuestra América, que nos legaron ideas-fuerza tan indelebles como “la Patria dejará de ser colonia o la bandera flameará sobre sus ruinas” y “no se puede confiar en el imperialismo ni tantito así, nada!”.

Julio 2010
 

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