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El fiscal de la
década infame
Estudio introductorio a José Luís Torres, el fiscal de la década
infame
Por Alberto Buela (*)
A la memoria de mi maestro
Dicen que la ocasión es queda, así, la reedición de las obras de José Luís
Torres nos es propicia para rescatar del olvido algunos datos sobre la vida y
obra de un pensador del campo nacional.
Sus trabajos se destacaron por ser una “producción de denuncia” en torno a los
grandes negociados que signaron la, bautizada por él, Década Infame, aquella que
va desde 1930 hasta la revolución de 4 de junio de 1943 que reemplazó al régimen
político “falaz y descreído” de la oligarquía maléfica y los perduellis=
enemigos internos de la Patria.
El motivo y motor de toda su vida fue la lucha contra la injusticia y con su
producción periodística y de ensayista buscó su erradicación tratando de influir
siempre sobre los acontecimientos que denunciaba para modificarlos.
La Gran Prensa internacional, los mass media diríamos hoy, (la nacional es un
epígono de ella) tiene dos armas contundentes: una, la propaganda mediante la
cual vende lo que quiere, crea arquetipos de hombres e insufla ideales que solo
benefician al poder financiero que las sustenta. La otra es el silencio.
Silenciar la denuncia que la afecta, omitir una noticia que la daña, ignorar la
voz de un hombre que dice: lo que todos quieren decir. Es esta última la mejor
arma, la más poderosa de las dos.
Así, en el momento de la propaganda la Gran Prensa se mueve con soltura, con
agilidad, es el momento del ataque a las conciencias, de su manifestación y
consecuentemente, de idiotización del lector. En el segundo momento, el del
silencio, ella se halla abroquelada. Ha sido afectada en su poder. Le han
cortado algún tentáculo. Su detractor no ha podido ser sobornado de ninguna
manera, pues él es un hombre con principios y que vive en función de un ideal.
Luego, hay que evitar que se lo conozca, pues reconociéndolo, sus principios y
sus ideales se tornarán peligrosos para el statu quo reinante, hoy expresado a
través del llamado pensamiento único y políticamente correcto.
Es este, sintéticamente, el mecanismo de los embaucadores de conciencias y José
Luís Torres con su vida y su muerte, es un ejemplo irrevocable de lo que este
enfrentamiento acarrea. Sobre Torres escribió Arturo Jauretche: “No hay ningún
periodista argentino que no haya querido escribir su necrológica. Pero no hay
ningún periódico argentino que haya querido recogerla. Este silencio que ha
habido para la muerte de José Luís Torres, prueba simplemente que murió en su
ley. Esto es lo que se llama aquí “libertad de prensa”. Libertad de los
intereses antinacionales y antipopulares, para impedir que tenga medios de
expresión lo nacional y popular” 1.
Vida y obra de Torres
Nació en la ciudad de San Miguel de Tucumán el 21 de enero de 1901, fue su madre
una mujer de condición humilde, siendo su padre, Domingo Torres, un ingeniero
del ferrocarril que lo reconoció como hijo cuando el tenía ya treinta años. Sus
estudios llegaron a cuarto grado del colegio primario, lo que habla a las claras
del carácter autodidáctico de su formación.
“Ya a los 14 años, recuerda la señora de Torres, se unió a la acción anarquista
para realizar la primera huelga violenta en el Ingenio Ledesma de Tucumán, a fin
de conseguir el salario de 3 pesos para los obreros del surco”. A los dieciséis
años va preso por primera vez. La niñez y adolescencia de Torres están marcadas
por la experiencia concreta de la mísera existencia y salarios de los obreros
del surco azucarero. La primera influencia ideológica es la de un anarquista
“Era mi compañero de lucha, en ese entonces, un anarquista, peluquero de
profesión”2.
Al poco tiempo comienza a trabajar para el periódico tucumano El Orden. Es allí
donde aprende el oficio de periodista y desde donde empieza, ya a los 18 años,
su primera campaña periodística contra los que serán sus enemigo de por vida: la
oligarquía maléfica y los perduellis, como los identificará años más tarde en
libros homónimos.
Pasados los 20 años se trasladó al norte donde contrajo enlace con una mujer del
lugar de quién tuvo un hijo, llamado Domingo, como su padre. Ahí, nos cuenta
Torres “En Salta y Jujuy fui director de diarios, obrero de ingenio, motorista
de automóviles de alquiler (tachero, diríamos hoy), y siempre por temperamento,
por vocación y por deber, agitador de rebeldías” 3.
Enviudó relativamente pronto, hecho que lo movió a retornar a Tucumán. La gran
huelga azucarera de 1923, que estuvo dirigida por la FORA local de carácter
anarquista, lo encuentra militando activamente.
De allí en más su figura comienza a adquirir dimensión política propia, y así lo
vemos 1928 en una gira por Jujuy y Salta junto con Alfredo Palacios y Juan
B.Justo investigando el accionar de la Standard Oil Company. Ese mismo año
integró la comitiva que viajó con el General Enrique Moscón al campamento
petrolero Vespucio sobre el que Torres escribe un informe4 donde denuncia por
primera vez con pelos y señales “al imperialismo situado” y enaltece la función
industrial y tecnológica del Ejército como factor principalísimo de la
recuperación nacional.
Lo vemos en 1932 cumpliendo funciones de ministro de gobierno de Juan Luís
Nogués, quien a juicio de un oligarca de la talla de Juan Simón Padrós:
“Renunció a la tradición legada por sus mayores, junto con su sangre y su
apellido”. Y ello por qué. Porque Nogués y Torres como su ministro, llevaron a
cabo el único gobierno de provincia que defendió la autonomía federativa de la
misma contra la voluntad inconstitucional del testaferro Agustín P.Justo y su
patrón el requeteoligarca Centro Azucarero Tucumano. Este enfrentamiento motivó
la intervención de la provincia ante el silencio cómplice del Congreso de la
Nación.
Después en 1933, el que va a ser reconocido como El fiscal de la década infame,
viaja a Buenos Aires donde se radica definitivamente, pues consideraba que “la
cabeza de la hidra estaba aquí”.
Llega entonces a la gran Capital munido de un raigal sentido
popular-criollo,”siempre fue un demófilo”, una formación anarco-socialista y un
nacionalismo militar-desarrollista. Tres rasgos que no poseía en la época el
nacionalismo urbano y elitista. En Buenos Aires consolidad su amistad con el
senador por Salta Benjamín Villafañe a quien ya conocía de su primera estadía en
el Norte cuando anduvo junto al poeta y gobernador Joaquín Castellanos, con
Alfredo Palacios, y traba amistad estrecha con el radical yrigoyenista Diego
Luís Molinari, con el nacionalista popular Raúl Scalabrini Ortíz y con el
General popularista Juan Bautista Molina quien fuera a la postre el padrino de
su hija menor Julia.
Comienza entonces su período más fértil y combativo, pues junto con las
denuncias del negociado de la venta de tierras de El Palomar; de la estafa de la
conversión de la deuda pública externa de la provincia de Buenos Aires en 1935;
del Instituto Movilizador; de la ley de Coordinación de Transportes; de los
monopolios del gas y teléfonos, hace campaña periodística contra la CADE, el
grupo Dreyfus, el engendro de creación del Banco Central por parte de Inglaterra
y la denuncia de la Banca Bemberg, prepara el clima de lo que él llamaba la
Revolución Nacional de 1943 y el posterior gobierno del General Perón.
En cuanto a su vida privada, el hecho más significativo por esa época es su
enlace en 1940 con una mujer. Beatriz Sal5, que lo acompañará hasta el resto de
sus días y de quien tendrá una hija que agregará alegría a su carácter ya
jovial.
Si bien en ese año publicó su primer libro Algunas maneras de vender la patria.
Libro que agotó su primera edición en tres días, es en 1941 cuando “El Loco”
Torres lanza tres manifiestos muy importantes que, de alguna manera, van a
signar ideológicamente la revolución del 4 de junio de 1943: a) A las fuerzas
armadas de la república(17/3), b) Carta (redactada por Torres) del general Juan
Bautista Molina a la Alianza de la juventud nacionalista(25/5), y c) La nación
debe ser salvada al presidente Castillo (9/7). El primero es un llamado al
ejercito para que reaccione vigorosamente en contra de la desvergüenza
organizada y que desobedezca como San Martín para salvar la patria. La segunda
es un llamamiento a la juventud para que se movilice a favor de una revolución
justa, libre y soberana. Y en la tercera le llega a decir al presidente de la
nación, Ramón Castillo, con el que además tenía una buena amistad, que debe
iniciar una indispensable acción liberadora que debe comenzar por “la liberación
de Ud. mismo”.
Torres vive estos años en una vorágine político-ideológica extraordinaria, su
vocación por influir sobre los acontecimientos políticos diarios está en su
plenitud. Su domicilio de Perú 971 es visitado desde Perón a Ramírez y de
Scalabrini a Molinari. Los jefes del GOU son sus amigos y discípulos. Torres es
el verdadero ideólogo de la revolución del 4 de junio de 1943.
Pasada la revolución halla relativa tranquilidad hasta 1955 para dejar por
escrito sus experiencias, luchas e ideales. Así, Los perduellis(1943), La Década
Infame(1945), La Patria y su Destino(1947), Seis Años después(1949), Nos acechan
desde Bolivia(1952), La Oligarquía Maléfica(1953) son algunos de los títulos más
salientes de su producción.
Pero José Luís Torres no es un hombre de partido sino de la Nación y ante la
burocratización del peronismo, compuesta por esa camándula de adulones y
alcahuetes que siempre rodearon a Perón, alzará nuevamente su pluma, o
colaborará con sus pocos ahorros, como en la publicación de su último trabajo,
en defensa de los intereses nacionales y populares.
Su relación con Perón es ambivalente, lo apoya y lo critica. Ejerció como nadie
una de las mayores creaciones del peronismo, que él bautizó como: “el apoyo
crítico”.
Pero es, por lo demás conocida, la colaboración desinteresada que prestó al
gobierno de Perón, quien incluso más de una vez lo mandó llamar a fin de que lo
informara sobre temas de vital importancia para el país. Es plausible que haya
sido Torres, quien redactó el borrador de la proclama del GOU del 4 de junio de
1943.
Con posterioridad a la revolución del 55 edita la revista Política y Políticos,
que tenía como leyenda “ni con unos, ni con otros”, de la que logran salir ocho
números hasta que es cerrada por orden del almirante Rojas. En ella Torres, que
era su único redactor y escribía con estilos diferentes para darle mayor
relieve, estigmatizó la revolución triunfante desde todos los ángulos,
bautizándola como “revolución fusiladora”, nombre con que años más tarde se la
identificó definitivamente. Es éste, otro de los rasgos del “Loco Torres” como
lo llamaban sus amigos, el poder sintetizar en un nombre preciso y apropiado
hechos, personas y épocas. Así, a él se debe la caracterización de “Década
Infame” al período del 30 al 43; “Oligarquía maléfica”, al sector social de
mayores recursos que se enriqueció a costillas del pueblo en ese período y “Perduelio”,
al aparato financiero y legal montado por los enemigos internos de la patria
para su liquidación.
Clausurada la revista viaja a España, “admiraba todo lo español” cuenta su
mujer, pues sostenía que: la cabeza de la hidra está en Europa y yo tengo que ir
a cortarla allá. Se entrevista con Pío Baroja, el inconformista ibérico autor
del inhallable ensayo Comunistas, judíos y demás ralea.
Sin embargo, a los dos meses, él que había sido un hombre todo vigor y
dinamismo, regresa desanimado y sin fuerzas. Ya había comenzado a desarrollarse
la larga y penosa enfermedad que le resultará mortal. Y así, mostrando un
desinterés total, confiesa: Como Carlos Guido Spano, me corto la coleta y me
meto en la cama a leer. No escribo más.
Luego de casi una década de oscuridad y silencio, fallece en Buenos Aires, el 5
de noviembre de 1965, en la pobreza más absoluta. Sus amigos entre ellos Pepe
Taladriz, realizan una colecta para comprar el cajón. Sus restos descansan en el
osario público del cementerio de la Chacarita.
Mas, como el mismo lo previera, no murió del todo, pues “Hasta después de muerto
ha de prolongarse en el tiempo la consecuencia de mi esfuerzo”.
Torres y el imperialismo
Hace unos días, más precisamente el miércoles 2 de mayo tuvimos la ocasión de
brindar el primer homenaje público que se le hizo a José Luís Torres (1901-1965)
6 luego de 42 años de fallecido.
Y lo hicimos en el marco de un acto oficial del Instituto Nacional Juan Manuel
de Rosas con motivo de la instalación de un cuadro que donamos con la única
fotografía que existe sobre el mencionado autor y que me regalara su segunda
esposa Brígida Sal hace más de treinta años.
El primer homenaje en 42 años muestra la conspiración del silencio que hubo para
con él, quiere decir que algún tentáculo le cortó a la “hidra internacional”,
según gustaba caracterizar él al imperialismo. Es por ello que, como relatamos,
Jauretche pudo escribir a su muerte: “Ningún periódico argentino quiso recoger
su necrológica pero este silencio que ha habido para su muerte, prueba
simplemente que murió en su ley”
Este silencio sigue vigente como mecanismo del “ninguneo”, pues esta misma
conferencia sólo fue publicitada por una sola agencia de internet, “Rebanadas de
realidad”, el resto de las supuestamente “nacionales” no se dieron por
enteradas.
Dado que sobre Torres tenemos varios trabajos ya sobre su vida y su obra
publicados en diferentes ocasiones7decidimos detenernos ahora a investigar la
idea de imperialismo-antiiperialismo en el pensador tucumano, idea de la que nos
sentimos herederos del viejo ensayista y periodista, no sólo por el trato que
hemos tenido con él sino también porque formamos parte de esa tradición de
pensamiento.
Si seguimos el hilo conductor de la categoría de imperialismo a través de sus
siete libros publicados desde Algunas maneras de vender la patria (1940) pasando
por Los perduellis(1943), La Década Infame(1945), La Patria y su Destino(1947),
Seis Años después(1949), Nos acechan desde Bolivia(1952) hasta terminar en La
Oligarquía Maléfica(1953) vemos que en Torres se va desplegando la idea de
imperialismo en sus distintas facetas o matices: 1) en su manejo interno de la
economía nacional con la creación del Banco Central desde Inglaterra. 2) en su
manejo de la política internacional con la firmas de las Actas de Chapultepec y
la Carta de las Naciones Unidas. 3) en el sostenimiento de grupos de poder
nacionales a su servicio(los cipayos) como los grupos Bemberg o Bunge y Born. 4)
Los negociados en detrimento de la soberanía nacional y en función del
imperialismo del dinero como los del Palomar, la CADE, la Corporación de
Transportes, la Conversión de la deuda pública de la provincia de Buenos Aires.
5) la forma de operar de los distintos grupos financieros internacionales de su
tiempo: Morgan, Deterding, Gugenhein, Mellen, Kripp, Mitsui Okura, Wendel,
Warburg, Lazard, Khun & Loeb.
El estudio pormenorizado de estas diferentes manifestaciones o aspectos del
imperialismo le permiten concluir en su obra más lograda y de mayor despliegue
intelectual “Nos acechan desde Bolivia, escrita para denunciar la intervención
de la ONU, como organismo clave de dominación mundial, para invalidar las
elecciones del 6 de mayo de 1951 que otorgaron en Bolivia el triunfo al
Movimiento Nacionalista Revolucionario de Paz Estensoro.
Torres y con él todo lo que fue “el nacionalismo antiimperialista
hispanoamericano” 8 compuesto en la época por pensadores como Scalabrini Ortíz,
Ramón Doll, Carlos Montenegro (Bolivia), Gonzalo Zaldumbide (Ecuador) Julio
Ycaza Tigerino (Nicaragua) pensaron a la nación como una realidad anterior al
Estado y al imperialismo como un poder compuesto por distintas facetas y
corrientes ideológicas para instauración de un gobierno mundial.
Años después, Perón va a caracterizar al imperialismo como “sinarquía
internacional” y así afirmará: “El problema es liberar el país para seguir
libres. Es decir, que nosotros debemos enfrentar a la sinarquía internacional
manejada desde las Naciones Unidas, donde están el comunismo, el capitalismo, la
masonería, el judaísmo y la Iglesia católica- que también cuando le pagan entra
-. Todas estas fuerzas que tienen miles de colaterales en el mundo son las que
empiezan a actuar” 9.
Es interesante notar como en Iberoamérica luego del triunfo de la revolución
cubana, el marxismo se apodera del monopolio del antiimperialismo al menos en su
aspecto mediático y propagandístico, mientras que el nacionalismo se refugia más
bien en la batalla por la restauración cultural de nuestros pueblos.
Triunfa así la versión marxista del imperialismo como etapa superior del
capitalismo, la del imperialismo como una categoría universal plasmado en una
sola nación: los Estados Unidos.
Se abandona, entonces, la idea del nacionalismo hispanoamericano del
imperialismo como un “internacionalismo situado”, el imperialismo con pelos y
señales, donde, si bien existe una primacía “de la alta delincuencia financiera
internacional con presencia cierta de lo hebreo en el imperialismo apátrida”
10,también convergen regímenes comunistas, liberales y dictatoriales.
Esta primacía del marxismo sobre el nacionalismo hispanoamericano, incluso a
pesar que éste se adelantó en el tiempo con las denuncias pormenorizadas que
realizaron Torres y los autores mencionados, y a pesar de la firme, decidida y
clara definición de Perón del imperialismo como sinarquía. A pesar de todo ello
el peronismo o mejor aún los peronistas vergonzantes que hacen de ideólogos,
buscan en el movimiento de Forja el semental ideológico del peronismo. Olvidando
o peor aun desconociendo o tergiversando la verdad indudable que el peronismo
como nacionalismo antiimperialista de carácter hispanoamericano tiene su fuente
en la profundidad de dicho nacionalismo.
Y así, y esto es significativo a tener en cuenta, mientras el nacionalismo
europeo se identifica con la idea de Estado-nación, el nacionalismo
hispanoamericano tiende a identificarse con la idea de nación-pueblo.,
identificación que obedece a una doble exigencia histórica: a) a la integración
étnica y cultural en la formación de nuestra identidad a través del mestizaje y
b) el carácter revolucionario de nuestros propios pueblos expresado en la
movilidad social y política que se da en Iberoamérica a diferencia de Europa.11
Forja como su nombre lo indica (Fuerza de orientación radical de la joven
argentina) y sin desmedro de todos sus méritos que los tiene y muchos, fue un
movimiento de carácter radical con todas las taras modernas o modernosas que
tuvo y tiene el radicalismo argentino (una especie de socialdemocracia criolla).
Así sus mejores autores, como el mencionado Jauretche o García Mellid (hay que
decirlo una vez más, Raúl Scalabrini Ortiz no formó parte de Forja pues no era
radical sino nacionalista antiimperialista) tienen una visión y versión del
imperialismo como potencia de dominación capitalista, y por lo tanto afin al
marxismo como consecuencia de sus orígenes socialdemocráticos o radicales.
Es por eso que hoy en día no hay funcionario kirchnerista=versión
socialdemócrata del peronismo, que no tenga diez citas de Jauretche a la carta,
y de las que hecha mano cada dos por tres.
Debemos observar además que tanto el marxismo, como el socialismo y sus
variantes socialdemócratas o socialcristianas han despreciado y minusvalorado la
idea del imperialismo como sinarquía o como gobierno mundial, utilizando una
astucia de la razón, diría Hegel, como lo fue la teoría del complot. Esta
teoría, á la limite, generada desde los propios centros internacionales de
poder, en este caso actuando como “productores de sentido”, sostiene la virginal
e ingenua afirmación que en la historia no existe el complot, como conciliación
de intereses de las partes(los diferentes lobbies) para dominar o derrocar a un
enemigo. Así para ellos la conocida sentencia de Benjamín Disraeli, ministro de
Inglaterra de 1868 a 1881 en su novela Coningsby : “El mundo está manejado por
otros personajes que no imaginan aquellos cuya mirada no llega hasta detrás de
los bastidores” es un juicio literario y no una realidad politológica.
Pero unos son los caminos de los intelectuales y otro el de las realidades
políticas y así hoy este nacionalismo antiimperialista hispanoamericano ve a
través de los bastidores con los ojos del boliviano Andrés Solíz Rada el
imperialismo en la petroleras Repsol y Petrobras, nosotros lo vemos en los
grupos financieros agropecuarios Eltzain y Grobocopatel, Jorge Báez Roa desde
Paraguay en el grupo de Energía Mindlin, Chávez en Venezuela lo ve en el grupo
de comunicación Phelps, y así podemos seguir poniendo casos de cada uno de
nuestros países americanos.
Desde la implosión de la Unión Soviética a principio de los 90, momento a partir
del cual los marxistas quedan “perdidos como turco en la neblina”, toma
nuevamente la palabra el nacionalismo antiimperialista de carácter
hispanoamericano con su teoría del imperialismo como un poder compuesto por
distintas facetas y corrientes ideológicas que actúa como un gobierno mundial,
donde la economía está controlada en su aspecto financiero por el Banco Mundial
y su aspecto comercial por la OMC, su parlamento es el foro de Davos, su poder
ejecutivo el Grupo de los 8 a través de las decisiones que generan en las ON y ,
su ejercito el de la OTAN. Así este nacionalismo, para el cual la nación en
América es una realidad histórica y social anterior al Estado, que tiende a
identificarse con la idea de nación-pueblo y no Estado-nación según el chliché
europeo, es el que posee no solo los mejores niveles de análisis politológicos
sino quien se aproxima más a la verdad de lo que sea el imperialismo.
Y esto explica porque en nuestro país la denuncia antiimperialista más profunda,
fundada y contundente de los últimos 30 años la realizó otro tucumano, Alejandro
Olmos (1924-2000), coincidentemente el más destacado discípulo de Pepe Torres,
cuando denunció el fraude de la deuda externa Argentina.
Es que la teoría acerca del imperialismo que el nacionalismo hispanoamericano,
el peronismo es su forma ejemplar, no se agota en la metodología de denuncia de
la que tanto Torres, Scalabrini, Doll, Olmos fueron maestros consumados, sino
que ellos en tanto pensadores lograron unir en forma sustancial e indivisible,
algo que el marxismo nunca pudo hacer, el nacionalismo y el antiimperialismo. Y
en esto se destacó sobre todos Perón como el gran ejecutor.
Entendemos que esta breve meditación sobre un tema tan principal como la idea de
imperialismo para el nacionalismo hispanoamericano podría servir como disparador
para desarrollos y estudios futuros sobre una visión y versión dejada de lado
por los estudiosos contemporáneos del tema. Así por ejemplo, cuando Hart y Negri
en su publicitado libro Imperialismo caracterizan al actual como “un
imperialismo desterritorializado”, al no haber tenido en cuenta los trabajos
realizados en Nuestra América por ensayistas como Torres o Montenegro,
terminaron siendo una justificación de los poderes indirectos, y una meditación
que nació con intención progresista finalizó haciéndole el juego a la los
satisfechos del sistema de la sociedad opulenta.
Obras de Torres:
Algunas maneras de vender la patria (1940)
Los Perduellis (1943)
La Década infame (1945)
Una batalla por la soberanía (1946)
La Patria y sus destino (1947)
Seis años después (1949)
Nos acechan desde Bolivia (1952)
La oligarquía maléfica (1953)
Opúsculos:
Almas enfermas (Tucumán, Ed. Novelas del norte, año 1, nº 6, 1919). Bajo el
pseudónimo de Sergio Serna
Por los senderos del arte (Tucumán, Ed. del autor, 1923)
Comedores de pueblos (Tucumán, Ed. del autor, 1925)
1 Jauretche, Arturo: periódico “Prensa Argentina”, Bs.As. 5-11-65
2 Torres, J.L.: La década infame, Bs.As., Freeland, 1973, p. 25
3 Torres, J.L.: La Década infame, Bs.As., Freeland, 1973, p. 26
4 Torres, J.L.: La zona petrolífera del Norte argentino. Ligeras impresiones de
un viaje, Boletín de informaciones petroleras, Bs.As., junio 1928
5 Hay algunos ensayistas que la han bautizado como Brígida, pero nosotros la
conocimos estando Torres vivo y poseemos varias cartas de ella y en todas firma
como Bety Torres.
6 En estos días(mayo de 2007) viajamos a Tucumán por una conferencia en el
Centro de Estudios Alberto Rougés y pudimos conseguir la partida de nacimiento
de Torres, donde constan que fue hijo natural de Elvira Barrosa de 14 años,
cocinera, y anotado como José Luis Barrosa, reconocido en el acta por Domingo
Torres recién en 1932, año en que viaja a Buenos Aires por primera vez.
7 Noticias sobre José Luis Torres, en revista Bancarios del Provincia, Bs.As.
1974.- José Luis Torres: el fiscal de la década infame, Ed. Marcos, Buenos
Aires, 1975.- La sinarquía y lo nacional (apéndice sobre José Luis Torres), Ed.
Cultura et Labor, Buenos Aires, 1983.- Además de varios artículos en internet
8 Con la categoría de hispanoamericano, tal como se llamaban a sí mismos estos
pensadores (Manuel Ugarte, de la generación anterior también se llamaba así y no
“latinoamericano” como erróneamente lo hace aparecer Galasso y con él toda la
izquierda progresista) querían significar que el marco de pertenencia de su
nacionalismo era la Patria grande hispano o iberoamericana de San Martín y
Bolivar.
9 Diario La Razón de Buenos Aires, 4/7/72.
10 Torres, J.L.: Nos acechan desde Bolivia, Bs.As., Ed. Federación, p. 34
11 Quien más en profundidad ha trabajado esta idea en América ha sido uno de los
padres de la sociología indiana don Julio Ycaza Tigerino en su libro Perfil
político y cultural de Hispanoamérica, Madrid, Ed. Cultura Hispánica, 1971.
(*) arkegueta, eterno comenzante, mejor que filósofo- Univ. Tec.
Nacional (UTN)
alberto.buela@gmail.com
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