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Convergencias
Por Diego Nieto
Decía José Pablo Feinmann, en su ensayo La Sangre Derramada, que uno de los
grandes problemas contemporáneos en la lucha de los oprimidos es el
desconocimiento de aquellos que transitan las mismas epopeyas en frentes
distintos.
El piquetero que corta la ruta para defender su empleo sin auxiliar al docente
en paro que defiende su sueldo. El docente en paro que no apoya al estudiante
que toma un colegio en reclamo de mejoras edilicias. El estudiante que no
defiende al piquetero. Un círculo vicioso donde distintas guerrillas combaten
las nefastas actitudes de la hegemonía sin unificar fuerzas; sin comprender que
su adversario es uno, como uno es el problema.
En el panorama actual el Hombre En Serie, ese, el que José Ingenieros llamara
mediocre, se desentiende del Todo. No es de su incumbencia el destino de
piqueteros, docentes ni estudiantes. Ni de inmigrantes, ni de villeros, ni de
nadie que no sea él mismo. Es un indiferente. Le da igual todo lo que no le
afecte de modo directo. Un producto de la globalización que tanto aterrara a
Feinmann en su libro antes mencionado.
Pero por otros lares suenan los tiros. El filósofo publicó su obra en 1998. Un
año antes de La Batalla de Seattle. Un año antes que los norteamericanos ganaran
las calles para protestar contra la Organización Mundial de Comercio, un año
antes de la eclosión del Movimiento Antiglobalización. A raíz del llamado de
sindicatos, ecologistas, docentes, periodistas, feministas, anarquistas y
algunos individuos sin mayor ostento de ideas que la pura consciencia y
solidaridad, el pueblo (y esto no es retórica populista) pisó el pavimento y
dejó oír su voz.
No se triunfó, pero se sentó un precedente. Desde 1999 hasta la fecha las
convocatorias han aumentado progresivamente. Los activistas de distintos
sectores comienzan a comprender que el problema de uno es de todos; que el
enemigo de mi enemigo es mi amigo, por usar un cliché.
Hoy Europa sufre las consecuencias de la globalización: la crisis económica. Y,
como ayer, se busca un chivo expiatorio; y, como ayer, el responsable a juicio
de los necios es el extranjero, el inmigrante, el gitano. El único que en el
siglo XXI puede ser considerado El Otro, ahora que, al menos en teoría, hemos
superado la imbecilidad del juicio de valor ligado a la raza, la clase y la
sexualidad.
Y hoy Francia remite a 1944. La Francia Libre y la Francia de Vichy; los que
pretendían aplastar a la sanguijuela nazi y los colaboracionistas. Nicolas
Sarkozy se queja de los extranjeros y su pueblo se queja de él.
El fin de semana pasado hubo manifestaciones en más de 130 ciudades en defensa
del oprimido. Y, como ocurrió en Seattle, se reunieron activistas de espacios
distintos: gente de derecha, gente de izquierda, militantes por los derechos
civiles, militantes por los derechos de los inmigrantes, socialistas,
anarquistas, Amnistía Internacional, incluso cantantes, como Jane Birkin.
¿Por qué? Memoria, quizás. Tal vez el hombre comienza a comprender las palabras
de Niemöller, atribuidas a Bretch: “Primero vinieron por los comunistas, y yo no
hablé, porque yo no era comunista”. Hoy vienen primero por los inmigrantes. Y
los nativos gritan, porque luego vendrán por ellos. O no.
Gritan por solidaridad. Gritan por el gobierno, responsable de la crisis, que
pretende culpar al inocente por sus propios errores. Gritan porque vimos esto
hace setenta años. Gritan para consolidar una sociedad inclusiva. Gritan.
Y acá el obvio, y necesario, paralelismo es la referencia al Matrimonio
Igualitario sancionado en julio en Argentina.
Fue militado por homosexuales, sí, pero también por personas de izquierda, por
activistas de toda bandera y, especialmente, por ateos. Porque en la vereda
opuesta se encontraba la ignominiosa cúpula de la Iglesia Católica. ¿Cuando el
ateo será sujeto de hecho para la ley, que no contempla su existencia en ningún
documento y por ende no lo protege del mismo modo que sí protege a los
practicantes de todos los cultos? Nunca, si no se limita la esfera de influencia
de la institución católica, histórica arpía metida en cuestiones de Estado, soez
manipuladora conservadora, que pretende limitar los contornos de la sociedad,
entidad dinámica si las hay.
La suma del ateo a la causa del homosexual es necesaria. Es la misma situación
vista en Francia el fin de semana. Y en Grecia durante los disturbios de
mediados de año. Y en Génova en 2003. Y en Seattle en 1999.
Similar al Matrimonio Igualitario es la nueva ley que regula los medios de
comunicación. No es necesario repetir lo antes dicho, pero sí hay una nota
obligada de por medio: el enemigo tergiversa los hechos. Miente, inventa
motivaciones irreales.
La vieja ley dictatorial fue una herramienta imprescindible para el control de
Argentina por parte de Videla y sus correligionarios de la Secta de la Tortura.
Hoy cae. Y no es un asunto menor, no atañe sólo a los obreros de los medios de
comunicación. Quien se suma a su lucha no lo hace necesariamente por
oficialismo, como afirman algunos. Se hace por consciencia.
Pluralizar las manos que manejan los medios (desde donde se construye el
consenso; desde donde se vende ficción como realidad y hechos como fábulas) es
imprescindible para ampliar las voces que se alzan. Todos los diarios, radios y
estaciones de televisión son funcionales a quienes los sustentan económicamente,
pero si ya no es un único lobby quien maneja la totalidad del negocio, si las
distintas facciones pueden prepararse en condiciones de igualdad para el
combate, nuevos puntos de vista, antes excluidos, pueden ingresar en la
hegemonía y transformarla, al menos en parte. Porque lo que entendemos como
realidad desde la concepción metafísica está dado por el consenso. Desde el
concepto estético que hace de un par de tetas un BUEN par de tetas hasta la
xenofobia.
Así las fuerzas afines comienzan a converger. Así se unifican los frentes. Así
comienza a menguar el desconocimiento del otro.
Así el señor Feinmann puede estar más tranquilo. Quizás el panorama global en el
futuro inmediato no sea tan oscuro como los agoreros vaticinan. No hay nada
obligatorio en la historia, ya se ha dicho, pero sí existen agendas para
determinados intereses. Intereses que tienden a explotar a los muchos para
beneficio de unos pocos.
Hoy los muchos comenzamos a caminar juntos. Nos aguardan años interesantes.
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