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Los
medios mapean a los jóvenes como feos, sucios y malos
Por Gabriel Brener *
“Los chicos de ahora no son como los de antes”, “esta juventud está perdida”,
suele escucharse en la mesa de un bar, en alguna fila que hacemos a la vuelta de
cualquier esquina. Ideas que se aferran, frases hechas entre algunos adultos
cuando son testigos del paso, la palabra, o la estética de un grupo de
adolescentes.
“Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de
hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada,
simplemente horrible.” Esta confesión nos confirma que este tipo de ideas sobre
los jóvenes no son recientes sino una construcción histórica. Su autor es
Hesíodo y se remonta al 720 a. C, aunque podría pertenecer al oscuro e
inquisidor repertorio de frases que forman parte de ciertas representaciones
sobre los jóvenes en esta época. Violentos, desinteresados, vagos, imágenes que
se desparraman por los medios de comunicación en cadena nacional. Hace muy poco
veía un informe televisivo (GPS, en América TV) que mostraba algunos
adolescentes fumando marihuana en la puerta de una escuela secundaria del barrio
de flores. La hija de un amigo, alumna de esa escuela, me cuenta que se trató de
una cámara oculta desde la casa de un vecino que, evidentemente, no los quiere
mucho. Y agregó un elemento interesante: “En el año hacemos dos eventos
culturales en que mostramos nuestras producciones artísticas y están rebuenos,
nunca nadie vino a publicar eso”.
La hija de mi amigo me hizo pensar en la importancia que tienen los modos de
mapear a los otros. De la misma manera en que un mapa de rutas nos da pistas
sobre los caminos a seguir, y nos ayuda a viajar, los modos de mirar y
representar a los adolescentes no solo los describen sino también orientan
nuestras acciones frente a ellos. Mapeos que etiquetan y estigmatizan a los más
jóvenes, que los congelan en imágenes temerarias y amenazantes abonando a la
construcción social de diversos miedos. Los medios masivos de comunicación son
dispositivos estratégicos en la construcción de mapeos en torno de los jóvenes,
las escuelas, las violencias y nos confirman una potente idea que el destacado
sociólogo Pierre Bourdieu anticipó hace algunos años: los medios muestran
ocultando. Una cámara escondida para estigmatizar adolescentes de una escuela,
con la complicidad de un vecino, que mapea solo peligro, me obliga a poner de
manifiesto algo de mi condición pedagógica como docente, como adulto, tratando
de pensar en la formación de nuestros jóvenes alumnos desde una posición de
responsabilidad y no de culpabilización. Se trata de pibes que están atravesando
un momento clave y frágil en su propia constitución como sujetos y nosotros, los
adultos, podemos posicionarnos de muy diferentes maneras frente a ello. Las
cámaras que los señalan como feos, sucios y malos en mapeos que abonan la
construcción del otro como una amenaza permanente, cuando lo cierto es que estos
jóvenes están en plena construcción, ensayan personajes, se equivocan, se
apasionan, provocan, aunque esto resulte incómodo e incluso desconcertante para
los adultos que estamos allí.
Hay quienes dicen que algunos alumnos hacen política, discurso que intenta
desacreditarlos, paralizarlos, pero oculta por lo menos dos cuestiones clave. Si
luchar por mejores condiciones educativas, por un mejor convivir, es algo
político, entonces animemos las esperanzas de reponer y jerarquizar el lugar de
la política, tan ninguneado por propios méritos de muchos políticos y amarga y
pesada herencia de los ‘90.
El asunto quizá se convierta en un valioso desafío si en vez de mirarlos
(espiarlos) desde una ventana sin ser vistos, podemos ofrecerles una mirada de
frente, que se hace presente y se anima a posicionarse como adulto referente, a
pesar de lo incierto del resultado de cada apuesta. El asunto es hacernos cargo
y recoger el guante y animarnos a enseñarles, cuidarlos, y ponerles los puntos,
con la certeza de que ellos casi siempre harán algo distinto con aquello que les
damos, y esa diferencia es nuestro límite, y su fortaleza.
* Investigador, capacitador de docentes y directivos, ex director de escuelas y
coautor de Violencia escolar bajo sospecha, de Editorial Miño y Davila.
Página|12, 17/09/10