Rentabilidad empresaria y ganancias de los trabajadores

Arturo H. Trinelli *

¿Cuál es el origen de la ganancia y cómo debe distribuirse? En la respuesta a este interrogante parece estar planteado el debate para repartir utilidades de las empresas entre los trabajadores, a partir del proyecto presentado por el Diputado Recalde en la Cámara de Diputados semanas atrás. Como se esperaba, la protesta de la cúpula empresarial no tardó en llegar, con declaraciones desopilantes que incluyeron desde comparaciones con Cuba hasta sospechas de “inseguridad jurídica” que se sostienen sobre el país cada vez que se afectan grandes intereses.

Sin embargo, es interesante analizar en profundidad lo que está detrás del debate en torno al proyecto, que como se dijo compete a la noción misma de ganancia y la manera en que ésta se genera y reparte.
Es que para parte del empresariado argentino, y medios de comunicación que son parte de su patrimonio, discutir las ganancias empresarias es casi avanzar sobre la propiedad privada (de ahí, tal vez, las comparaciones con Cuba). En cambio, cuando se trata de discutir el nivel de salarios de los trabajadores, los empresarios piden “racionalidad” como para atenuar los pedidos sindicales. Este doble standard de interpretación de lo que en definitiva es la renta generada por empresarios y trabajadores descansa en la idea de que la rentabilidad de los primeros es un signo de estabilidad y crecimiento económico, pero la ganancia de los segundos debe ser discutida interpretándola como un beneficio no de todos sino de quienes están interesados en conseguir mejoras. Es decir, lo que subyace es entender a la rentabilidad empresaria como un bien social y la mejora de los ingresos de los trabajadores como una reivindicación sectorial y siempre incómoda para los empresarios.

Quizás como consecuencia de lo que ha sido su trayectoria histórica, quienes más se han opuesto a debatir la distribución de las ganancias de las empresas han sido aquellas entidades empresarias agrupadas en el conocido Grupo de los 7. Como afirma Pablo Galetti (Líneas contrapuestas en la evolución de las entidades empresarias, Realidad Económica Nº 174), históricamente las entidades empresarias han integrado lugares opuestos: de un lado, las entidades que siempre han defendido las minorías de privilegio, de las oligarquías y del capital extranjero, teniendo como eje a la “patria financiera” y a la Sociedad Rural Argentina, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la Cámara de Comercio y gran parte de la dirigencia de la Unión Industrial. Por otro lado, la defensa de la producción nacional y del mercado interno que ha sido sostenida en su mayor parte por las pymes y los grandes empresarios que supieron encontrar canales de comunicación con partidos políticos populares y movimientos cooperativos.

Números

Sin embargo, la resistencia del establishment empresarial a discutir una medida redistributiva como la propuesta, se hace más necesaria cuando se advierten los números que indican sus exorbitantes ganancias. Así, de acuerdo al último informe elaborado por el Instituto Argentino de Mercado de Capitales (IPC), los resultados acumulados al segundo trimestre de 2010 de empresas representadas en las entidades que componen el Grupo de los 7 mostraron una ganancia de $8.590 millones, lo que representó un aumento del 93% en relación al mismo período del año pasado. Esto equivale a u$s 2.183 millones, con un incremento interanual del 86%. Este estudio, elaborado en función de los propios balances de las empresas, también agrega que de los 25 sectores económicos en que dichas empresas son clasificadas, 18 presentaron ganancias mientras que apenas 7 presentaron pérdidas, en una clara ventaja en relación al año pasado cuando la relación era de 15 a 10.

Los bancos, por su parte, también obtuvieron notables ganancias, pese a que la UIA, La Asociación Empresaria Argentina y la Cámara de Comercio continúen oponiéndose a la ley de Entidades Financieras que busca reemplazar la normativa vigente de la época de la dictadura militar, en un intento por modificar el marco regulatorio del sistema financiero declarándolo de interés público para facilitar el acceso al crédito. En este sentido, los bancos incluidos en el informe revelan que durante el primer trimestre han acumulado ganancias por 1.937 millones de pesos, un 64% más que en el mismo período del 2009.

Tampoco el debate de repartir ganancias entre trabajadores está exento de lo que se discute en otros países. En la actualidad son al menos cinco los que tienen legislación en la materia: Perú, México, Chile, Ecuador y Venezuela. El caso azteca tal vez sea el más parecido al que se quiere aplicar aquí, y que ha sido fuente de inspiración del proyecto de Recalde. Según el informe de Cepal “Participación de trabajadores en las utilidades de las empresas” elaborado por el especialista Andrés Marinakis, la mitad de las utilidades en las que participan los trabajadores en México se distribuyen en proporción a los salarios de cada trabajador, y el resto en montos idénticos entre todos.

Importancia de las pymes

Quizás, volviendo una vez más a esa tensión histórica que ha marcado la evolución de las entidades empresarias, una tendencia a profundizar a futuro sea la de fortalecer a las pymes, cuya importancia a nivel ocupación de mano de obra es fundamental, y sin estar históricamente alineadas a lo más conservador del empresariado argentino, son el verdadero motor del desarrollo nacional. No por casualidad el Gobierno ha decidido hace poco la creación y puesta en marcha de la Secretaría PYME y Desarrollo Regional, a cargo de Horacio Roura. En un intento por ratificar la continuidad de políticas destinadas a agregar valor a la producción primaria bajo el concepto de cadena de valor, en base al eslabonamiento de las distintas etapas de la producción, se buscó con esta medida dinamizar un sector tradicionalmente respaldado más con los discursos que con políticas concretas. Pero sin dudas ha constituido una medida tendiente a fortalecer a pymes que nuclean casi el 99% de las empresas en la Argentina, que generan el 40% del valor agregado, el 50% de las ventas y dan empleo a gran cantidad de trabajadores, casi un 70 por ciento de la mano de obra ocupada.
En este sentido, es auspicioso el lanzamiento de créditos blandos para las pequeñas y medianas empresas anunciado recientemente, que triplicará el financiamiento del sector. Según datos de Sepyme, hay en la actualidad unas 985 mil pymes en el país, de las cuales la mayoría, 85 por ciento, son micro, con una fundamental y estratégica importancia para la estructura productiva y el encadenamiento de valor a nivel local. Como sostiene el presidente de la Comisión de Valores (CNV) Alejandro Vanoli (Buenos Aires Económico, 3 de octubre), durante la Convertibilidad, con un mercado reducido y un tipo de cambio poco competitivo, el contexto para el desarrollo de las pymes era muy poco favorable. Hoy el marco es otro y el Estado genera condiciones para el progreso de emprendimientos orientados al desarrollo con producción nacional.

Por lo tanto, retomando la pregunta inicial, en el debate por la distribución de utilidades de las empresas entre los trabajadores se juega un mecanismo redistributivo inscripto en el clivaje capital-trabajo y la discusión por cómo interpretar la ganancia empresaria. En los extremos de dicha interpretación, si la rentabilidad es fruto del esfuerzo de los trabajadores, pues entonces la ganancia de los empresarios es una expropiación al trabajador. En cambio, si como sostiene el Grupo de los 7, la ganancia es competencia exclusiva de los empresarios, los salarios de los trabajadores son una amenaza constante de esa rentabilidad. En torno a esta definición se juega, pues, el proyecto que se está debatiendo en la actualidad, mientras una Argentina necesitada de la profundización de políticas redistributivas aguarda expectante, con indicadores de ganancias empresariales que deberían servir a la hora de posicionarse en uno u otro lugar.

* Politólogo UBA-CLICeT
 

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