Nuevos actores políticos

Por Natalia Monterubbianesi

Christian Boyanovsky Bazán es el autor de El aluvión, que analiza el recorrido de las organizaciones sociales que se consolidaron luego de la crisis de 2001

Rodeado por fuertes movilizaciones y piquetes, el 4 de agosto de 2004 el entonces presidente Néstor Kirchner convocó a la Casa Rosada a los líderes de cuatro organizaciones sociales y los invitó a diferenciarse y convertirse en “actores políticos”. Dos meses antes, en la Primera Asamblea Nacional de Organizaciones Populares, Emilio Pérsico (Movimiento Evita), Luis D’Elía (Federación Tierra y Vivienda), Edgardo Depetri (Frente Transversal) y Humberto Tumini (Movimiento Libres del Sur, hoy alejado del kirchnerismo) habían pronunciado por primera vez su apoyo al Gobierno. El segundo -y último- encuentro conjunto con Kirchner fue en Puerto Madero, en febrero de 2008.

En El aluvión Christian Boyanovsky Bazán recorre, desde una óptica diferente a la de los medios hegemónicos, el universo de estas organizaciones que constituyeron la base social del proyecto kirchnerista.

¿Cuáles son los principales ejes de análisis del libro?
Una primera idea es que estas organizaciones sociales que se alinearon al kirchnerismo terminaron constituyéndose en su militancia organizada. Otra hipótesis refleja que en un momento se produjo una especie de avanzada aluvional de estos movimientos populares dentro de lo que es la institucionalidad política, inédita hasta el momento. No sólo en cuanto al ingreso de militantes en el Estado, sino también porque este acercamiento al Gobierno les permite cobrar una entidad que no tenían. Antes eran manifestantes callejeros, ése era su rol y, de pronto, muchos de ellos se convirtieron en figuras públicas. Otro eje es que estas agrupaciones no son de surgimiento espontáneo con el piquete. Se fueron construyendo dentro del proceso de crisis de los noventa pero en realidad tienen una orientación política y están dirigidas por militantes de muchos años.

¿Cómo se componen estas organizaciones?
Hay tres vertientes. Una es la de los dirigentes que vienen militando históricamente, algunos desde los setenta, como Pérsico y Tumini. Otra muy clara es la de los reclutados en los barrios, la gente que desde la situación de crisis se incorporó a las organizaciones para lograr reivindicaciones puntuales. Por último, la vertiente más nueva y que crece cada vez más es la de la juventud. En este sentido, un punto de inflexión muy importante es la crisis con el campo, en 2008.

¿Por qué?
Ése fue el momento de quiebre, se empezó a polarizar todo entre antikirchneristas y kirchneristas. La polarización atrajo nuevos militantes y hay frentes de juventud, de organizaciones preexistentes, que se formaron el 25 de marzo, en Plaza de Mayo. Fue un momento muy importante para la militancia del kirchnerismo. Los militantes cuentan que, por primera vez, tomaron una acción por decisión propia, sin esperar que la sostuviera el líder del espacio, porque vieron que había una situación que podía dar lugar a una de-sestabilización importante de un gobierno con meses de asumido. Salieron por su cuenta a hacer lo que consideraron que tenían que hacer.

Los primeros piquetes, a fines de los noventa, estaban compuestos por desocupados con un objetivo de subsistencia, ¿eso mutó hacia el kirchnerismo?
Sí, mutó porque, a raíz del gobierno de Kirchner, hubo un cambio de abordaje del problema social representado en los movimientos. Lo que hizo fue tratar de reconvertir los planes en otro tipo de asistencia, y lo fue logrando. Entonces aparecieron los emprendimientos productivos, que son subsidios para que los grupos armen desde una panadería comunitaria hasta un taller de costura; y las cooperativas de trabajo para viviendas o arreglo de veredas. La masa de desocupados -gente de los barrios ligada a la organización por el acceso a un beneficio como un Plan Trabajar, aunque no sólo eso- se fue transformando en personas con un trabajo concreto. Con sus dificultades, porque es un trabajo en cooperativa, pero con una dirección. Muchos siguen vinculados a las organizaciones.

En la campaña de 2003, las organizaciones, en general, se mostraban escépticas respecto de Kirchner. ¿Cuál es el momento de quiebre que origina el cambio de postura?
De las cuatro organizaciones, D’Elía fue el único líder que llamó a votar a Kirchner. Libres del Sur llamó a votar en blanco, aun ante el posible ballottage. Veía la cuestión de la continuidad de Eduardo Duhalde y Carlos Menem. El cambio de lectura empezó cuando escucharon el discurso de asunción de Kirchner y vieron quiénes eran los invitados, porque vinieron Fidel Castro y Hugo Chávez. En el discurso, Kirchner reivindicó los derechos humanos, la militancia y los setenta, en un punto, porque dijo “vengo de una generación diezmada por el terrorismo de Estado”. Repuso un paradigma que estaba agotado y habló de la independencia del poder económico. Ahí empezaron a hacer el cambio y, para fines de 2003, ya estaban convencidos. Incluso, fueron los primeros en asumir un cargo en el Gobierno. Mucho antes que quienes venían de la experiencia del peronismo revolucionario, como Pérsico, que tardaron más en ver qué hacían.

¿Qué medidas terminaron por convencerlos?
Algunas cuestiones ideológico-políticas, como lo de la Esma o la Corte Suprema. La derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, la promoción de los juicios a los represores... Creo que la lectura que hizo Kirchner fue que había una demanda de revivir ese paradigma en muchas capas de la sociedad. En términos concretos, los programas para combatir el desempleo, como las cooperativas, creo que tuvieron buenos resultados. Pese a sus limitaciones, fueron tomados con buen grado por parte de las organizaciones. Les permitió crecer. Y la institucionalidad política les permitió crecer también en otros lugares, como el gobierno bonaerense.

En las primeras semanas del gobierno de Kirchner hubo cortes de calles pero la decisión fue no reprimir. ¿Eso también jugó un papel importante?
Sí, influyó para que los movimientos leyeran que había algo distinto. Estaba muy fresco el recuerdo de la masacre de Avellaneda. Entonces, cuando Kirchner pensó en diferenciarse, una de las decisiones fue no reprimir. Eso, por la experiencia que venían llevando a cabo las organizaciones, generó que hubiera piquetes por todos lados. El primer día de gobierno, Kirchner tuvo una bienvenida de grupos que hacían piquetes y reclamos en el Ministerio de Desarrollo Social y en Plaza de Mayo.

Estas organizaciones, ¿son una base real del kirchnerismo o es una cuestión coyuntural?
Creo que la propia historia de muchos de estos dirigentes va a ir por delante de lo que quieran hacer. Entonces, me parece que, en un eventual escenario poskirchnerista, estas organizaciones van a mantener sus fundamentos, en la medida de lo posible. Seguramente, reivindicarán al gobierno de Kirchner como uno de los mejores y, si Kirchner mantiene un espacio con fuerte incidencia en la vida política del país, que todo hace pensar que va a ocurrir, creo que muchas de estas organizaciones van a seguir siendo parte de él. Puede pasar que venga un poskirchner con posturas superadoras. Pero en un escenario donde haya un gobierno de signo y dirección opuestos al de estos dos gobiernos, las fuerzas que hoy están distanciadas se van a aglutinar porque hay una cosa muy importante: estos movimientos no se van a olvidar de la experiencia de haber logrado un montón de cosas gracias a la agitación callejera, la demanda y el apoyo activo de un gobierno.

¿Cómo se están moviendo estas organizaciones, de cara a 2011?
Hay un posicionamiento muy fuerte del Movimiento Evita dentro del kirchnerismo, con más dirigentes insertos en el tejido del Estado. En el acto que se hizo en memoria de Evita, en la puerta de la CGT, en la foto, a los costados de Kirchner restaban, de un lado Hugo Moyano y, del otro, Pérsico. Eso es significativo. Es más, el Movimiento Evita nutrió ese acto, por lo menos, a la par de la CGT. En el Frente Transversal, Depetri, junto con otros dirigentes, está armando una agrupación más de superestructura, de cuadros, con militancia kirchnerista. Y D’Elía está orientado a la cuestión de la reivindicación social, de las tierras, desde una perspectiva política. Pero no se va a mover mucho de su organización. En un momento se expuso mucho y eso lo alejó de la cosa pública, se convirtió en una mala imagen para algunos sectores. Lo freezaron un poco, cosa que no le gusta nada, pero tiene una posición muy coherente. Dice que él es kirchnerista, aunque Kirchner no le atienda el teléfono, porque este Gobierno es el mejor de los últimos años.

Fuente: www.revistadebate.com.ar//2010/10/14/3284.php

El Aluvión. Del piquete al gobierno: Los movimientos sociales y el kirchnerismo, Sudamericana, 2010
www.elaluvion.com.ar

 

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