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Inquilinato
en resistencia
Por Belisario Sangiorgio
“A mi me importa tres huevos la condena, a nosotros que nos den una solución”
Los vecinos de un caserón ubicado en Chacabuco al 630 fueron condenados a seis
meses de prisión por usurpación. La sistemática criminalización de la pobreza y
el recorte del presupuesto para la vivienda en la Capital Federal. Voces que se
alzan en fuego y encienden la mecha del mañana: los nuevos actores políticos,
hijos del escupitajo marginal.
Roberto Santoro, poeta y activista de las letras,
desaparecido durante la última dictadura militar en Argentina, escribió: "Sería
ocioso hablar de la poca importancia que se le otorga al trabajador cultural en
nuestra patria; del total abandono de organismos, planes y establecimientos
educacionales, del incontrolado avance de una economía que permite el negociado
y sigue oprimiendo a las clases menos pudientes; de la infame clausura de
imprentas y publicaciones que cumplían positivas tareas culturales; sería ocioso
hablar del incremento de burócratas y desocupados. Sería ocioso hablar de todo
eso y de las crisis que nos suceden y de la necesidad de romper formas y cambiar
estructuras y de la muerte de un orden social y el nacimiento de otro. Sería tan
ocioso si no fuera tan necesario".
La necesidad. O mejor dicho, las necesidades que recorren, cada día, los más
recónditos cauces del sector popular son las que traen ante los ojos de toda la
población nuevos actores políticos. El suelo nacional rebalsa de Hombres Nuevos:
militantes políticos formados desde la práctica real, dispuestos a morir no solo
por la utopía que traiga el presente, sino también, por todo aquel que sienta en
la piel la humedad del escupitajo marginal. Militantes hijos de las miradas
despectivas y pulidos por la cotidianeidad de la supervivencia; silenciados por
los medios de comunicación masivos. Quizás, muy alejados de los debates y las
intrincadas discusiones que se abren paso en la selva de los mutantes
academicistas.
“A mi me importa tres huevos la condena, a nosotros que nos den una solución.
¿Qué va a pasar con los chicos? ¿Eh?, decime. La vamos a pelear hasta las
últimas. Con qué justificación nos van a mandar en cana. No cometimos ningún
delito. Que se apiaden, viejo. Que se pongan en el lugar nuestro”, dice Mariela
Aguirre. Dice y grita. Desde el tono y desde el discurso, al mismo tiempo. Ella
es una de los nueve inquilinos condenados a seis meses de prisión por usurpación
en una causa que lleva la jueza María Luisa Escrich, cabeza del Juzgado número
20 y títere del Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri.
Llueve en San Telmo. Chacabuco 630. Conventillo porteño. Las gotas rebotan con
vehemencia en las baldosas negras y blancas del patio interno, inundado desde el
primer chapoteo de la tarde. “El día que vinieron a desalojarnos fue muy
parecido a este. Así, bien gris. Pero, hacía más frío”, cuenta Mariela. “Los
nenes se despertaron y salieron para el balcón, porque estábamos todos afuera.
Ya nos venían investigando hace meses”.
La Policía Federal llegó con una orden de allanamiento, resistida por los casi
40 inquilinos que habitan allí. Esa noche, las mismas fuerzas de seguridad, se
llevaron al titular del inmueble, Néstor Nakama, que terminó de cumplir una
condena en 2005 y, a comienzos de 2010, fue denunciado por una vecina a la que
amenazó con un bidón de combustible. De Chacabuco y la intersección con México,
fue derechito al hospital de Salud Mental Dr. J. T. Borda. Su socio Carlos
Benítez, que tuvo una causa por robo en el Juzgado de Instrucción Nº 17, era
quién alquilaba las habitaciones y desapareció tras una pelea con Nakama, sin
dejar rastros. De estas dos personas, el fiscal Ángel Carestía, también títere
de Mauricio recibió la denuncia por usurpación. Y, además le dio camino judicial
hasta alcanzar la condena.
“Poco y nada importó que el reclamante sea un reconocido y desquiciado hampón
del barrio. Poco y nada importó que no pudiera probar tener derecho sobre la
propiedad. Poco y nada sirvió demostrar que, con su consentimiento, el socio
alquiló las habitaciones. Esto no se trata de un juicio, sino del linchamiento a
los que se atreven a luchar por una vivienda digna”, disparan los vecinos en un
cartel que advierte desde las paredes de todo el microcentro porteño. “Hoy
vienen por nosotros, mañana vendrán por todos”, concluyen.
Para Mariela Aguirre, esos seis meses de prisión podrían ser de cumplimiento
efectivo por sus antecedentes penales. Hace unos años, le dio varios fierrazos a
un hombre que intentó abusar de su hija. Tiene las manos cansadas y los ojos al
rojo vivo. Creció en el Bajo Flores, precisamente, en el barrio Rivadavia.
Durante su juventud militó en el Partido Comunista. Madre soltera de cuatro
hijas. Todo indica que no se va a dejar vencer fácilmente.
“Para la justicia no llegar a fin de mes es un crimen. Macri no va a poder. Se
va a tener que lavar el culo con esta causa, que bastante sucio lo tiene. No
podés defender a los personajes que defendés y, al mismo tiempo, tirarte contra
los pobres”, reflexiona. No se va a dejar vencer nunca. Ella es una. Entre los
nueve, hay, además, una joven de veinte años que acaba de dar a luz, un anciano
de ochenta años, un discapacitado y otras cuatro madres solteras.
Nuevamente, los factores inamovibles que ayer cruzaron y condicionaron a los de
pies embarrados, se transforman en la estigmatización y la persecución de hoy.
Pero, de a poco, mutan en la rebelión del mañana. No hace falta tener el control
de la caja boba, de la voz boba ni de la birome, argentina, pero, también, boba.
Las teclitas de cualquier computadora son un arma capaz de generar colapsos y
hasta los que dicen la temperatura en el noticiero tienen una posición
ideológica marcada. Sin embargo, nada pudo nunca, durante mucho tiempo, contra
las voces que se alzan en fuego. Para las llamaradas de tonos que salen desde
estos patios internos, desde los pasillos que pisan los trabajadores durante
cada salida del sol, no existen moderaciones. Mariela explica: “Los mismos
vecinos nos apoyaron y nos apoyan. Saben que acá no hay nada de tranza ni de
prostitución. Saben que no somos delincuentes. Por el contrario, nos ven entrar
y salir con los chicos todo el día. Somos gente de laburo”.
Ana Raquel Melnik es vecina y consejera del Presupuesto Participativo por el
barrio de San Telmo. Además, es cocinera en un comedor popular que está a media
cuadra del inquilinato. Entre el vapor y el olor a guiso que emerge de las ollas
gigantes y brillantes dice que “el caso de estos vecinos es terrible. Los acusan
de usurpación, pese a que pagaban un alquiler. Pretender que en una de estas
casas se entregue un recibo es imposible. Acá la metodología es si te gusta bien
y, sino, a otro lado”. Atrás de ella hay una mesa donde come una familia de la
calle. Mientras Melnik habla, Macri ya recortó el presupuesto para vivienda y
los planes sociales para los sin techo, de cara al próximo año. “De los 12
programas del Instituto, a cinco se les reducirán los recursos y, a cuatro,
directamente, se los dará de baja. Desaparecerán los planes destinados a
rehabilitar conventillos (tenía un presupuesto de 8 millones de pesos), darles
subsidios a las cooperativas de construcción (contaba con 3 millones), adjudicar
planes de vivienda para sectores de clase media (tenía 23 millones) y recuperar
la traza de la ex AU3, en Villa Urquiza. El grueso del presupuesto para 2010 se
irá en sueldos, unos 84 millones de pesos para los 800 empleados del Instituto”,
reza un portal de internet.
“Lamentablemente – continúa Ana - Es una constante que se repite desde que
asumió este gobierno. Vos pensá que la estadística de Médicos del Mundo indica
que, hoy, hay 15 mil personas viviendo en la calle, en Capital. San Telmo se ha
convertido, con el tema del turismo, en un barrio medio esquizofrénico. En el
sentido de que, por un lado, ves una pobreza espantosa y, por otro, es el barrio
más fashion de la ciudad. Acá hay un proyecto inmobiliario que se va a hacer aún
por arriba de los vecinos más pobres”. Las palabras de Ana hablan de la
inminente necesidad de una construcción política colectiva y no de una
segregación sistemática en función del billete. Otra vez, la necesidad. O mejor
dicho, las necesidades que recorren, cada día, los más recónditos cauces del
sector popular son las que traen ante los ojos de toda la población nuevos
actores políticos. El suelo nacional rebalsa de Hombres Nuevos.
belisario_s05@hotmail.com