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El
otro como amenaza *
Por Gabriel Brener
Hace algunas semanas planteábamos que en las escuelas muchas veces nos topamos
con Temas difíciles, de esos que cuesta tratar, por su naturaleza conflictiva,
porque despierta temores, porque provoca incomodidad. Nos referíamos al abordaje
de temas como la sexualidad, qué hacer con las guerras y las violencias, o con
aquello referente a las drogas. Los angustiantes episodios de estos días en
Soldati y lo que se debate en torno a ello nos interpela como pregunta
inquietante, en cualquier grado, de cualquier escuela, sea pública, o privada.
Discriminación, xenofobia, deshumanidad.
Horacio Cárdenas, un maestro que enseña a los chicos y chicas de la escuela 15
del Distrito Escolar Nº 13, en Soldati, con la bronca y la impotencia de ser
testigo, escribió una carta que en pocos días
se transformo en miles. Al leerla, se siente dolor, impotencia, pero también
respeto, del más autentico, de ese que por suerte está del lado de un maestro.
Su carta no es otra cosa que la evidencia de una acto de hospitalidad con los
más pequeños, varios pibes y pibas que son parte de las familias que tomaron las
tierras del indoamericano (evito la palabra parque por respeto a quienes están
privados de lo mínimo indispensable que define a un espacio público como parque
o plaza, que en este caso brilla por su ausencia). Algunos pasajes de su carta:
“ Melanie reaparece hoy en la escuela, después de una semana, y me cuenta que su
mamá y su papá, costureros de 20 horas por día, decidieron ir por un pedazo de
tierra porque ya no aguantan más pagar el alquiler de $800 por las dos míseras
piezas del hacinamiento donde viven con sus 5 hijas en la Villa Cildáñez. Dice
que el dueño les cobra además $10 por cada día que se atrasan en la renta. "Y
encima dice que es cristiano", sentencia. Melisa cuenta que en esos terrenos del
Parque hace años que hay olor a muerto. Suele ella encontrar algunos huesos y
más de una vez tuvo que escapar del horror de los cadáveres. Varios dicen que
sí: todos saben que allí descartan los fiambres chorros y yutas. Ese baldío,
cementerio del fin del mundo, es el "espacio público" que los hipócritas dicen
defender.”
Horacio les da la palabra, los escucha y frente a las diversas manifestaciones
de violencia xenófoba, temerosa y temeraria, repone la palabra de los chicos de
este quinto grado, y nos sacude con su intenso amor por ellos. Su enorme lucidez
nos ayuda a pensar lo que está ocurriendo. Los hijos de las familias que están
sufriendo padecen doble desamparo, por su condición de pobreza y falta de
vivienda pero también por ser niños, ello los hace más vulnerables. Horacio, a
contramano de ese sentido común clasemediero que lanza escupitajos de racismo
descontrolado, ofrece un espacio de escucha, de cuidado y amparo. Nos cuenta que
entre sus alumnos “ninguno le echó la culpa a los bolivianos, ninguno se quejó
porque sí paga sus impuestos, ninguno temió porque le vayan a ocupar también el
Parque Avellaneda, ninguno pensó que hay "vecinos" por un lado y "usurpadores"
por el otro, ninguno pidió la policía para sentirse más tranquilo.”
Lo que está ocurriendo en Soldati es bien complejo y no se reduce a
explicaciones simples, por lo tanto requiere de análisis cuidadosos y situados
en contextos.
Lo que sí me parece necesario es plantar bandera y posición cuando aparece ese
sentido común racista, el subsuelo mismo de la condición humana, que nos
incomoda, nos enardece, nos angustia, nos paraliza, nos avergüenza. Y la escuela
es un lugar estratégico para preservar el respeto por la vida de cada una y
todas las personas, para hacer valer los derechos, en especial de quienes menos
tienen.
Alzar una mirada crítica frente a la cadena nacional del espectáculo mediático
que parece festejar una especie de cumpleaños con lo más lamentable de las
relaciones humanas, como son la exclusión, el sufrimiento, la muerte, el
racismo, la guerra entre pobres. Los medios no tienen como función educar, es
cierto, pero lo hacen y los modos de estigmatizar a los más pobres son su
especialidad a la carta. Muestran ocultando, por eso siempre pienso que es buen
ejercicio hacernos algunas preguntas que se esconden detrás de cámaras, de
micrófonos.
Es muy grave que quien gobierna la ciudad explique el problema de la falta de
vivienda por el exceso de cierto tipo de personas, asociándolas con la droga y
el delito, distrayendo o eludiendo las verdaderas causas que lo hacen
responsable, echando nafta allí donde está encendida la mecha violenta de la
bolifobia. Pero no es menos grave que exista una gran parte de nuestra sociedad
que se monta al galope de la discriminación en un país que creció sobre la base
de la exclusión, con la creencia de que los argentinos solo venimos de los
barcos.
La cuestión es bien complicada, y creo hay que evitar demonizar. El problema no
está ligado únicamente a lo que muestran los medios, no tiene que ver sólo con
lo que piensa o dice un jefe de gobierno, el problema también es una enorme
porción de la sociedad que cree que la solución es eliminar una parte para
preservar el conjunto.
Somos herederos de un país que se hizo de la mano de una escuela que ha sido
inclusora , es una gran verdad, pero férreamente disciplinadora de una
argentinidad homogénea, de una sola lengua, una única cultura, bandera , himno,
obligando a los que fueron llegando a dejar su identidad en la puerta de la
escuela. Congelando las diferencias como deficiencias. Una inclusión exclusora.
Hay muchas maneras de mirar, de considerar a los otros. Lo que asoma en estos
días es lo más doloroso, lo más miserable, los otros como una amenaza.
Horacio y sus alumnos nos enseñan que hay otra forma de entender la alteridad,
en la que la confianza le saca ventaja a la amenaza, en la que el otro puede ser
alguien que me complemente y no que me pone en riesgo.
Maria Zambrano, una filosofa española, nos ofrece una interesante reflexión:
tener maestro no es solo tener a quien preguntar, sino especialmente tener ante
quien preguntarse. Los alumnos de Horacio tienen esa ventaja.
* Columna de Educación del miércoles 15 de diciembre de 2010, en el programa Uno
nunca sabe, por las mañanas de la Radio AM 750. Buenos Aires. Argentina.
Gabriel Brener es Lic. Educación (UBA) y Especialista en Gestión y Conducción del
Sistema Educativo FLACSO). Capacitador y asesor de docentes y directivos de
escuelas. Co-autor de “Violencia escolar bajo sospecha” 2009 Ed. Miño y Dávila
Bs As.
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