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"Mi padre militó con la palabra"
Por Diego Martínez
Javier Urondo pidió que el enjuiciamiento a los represores que asesinaron a su
padre y cometieron crímenes de lesa humanidad contra otras 23 personas sea útil
para “toda la gente que no tiene reparación legal”. Hizo un relato pormenorizado
de la historia del poeta.
“Mi padre militó con la palabra.” La definición pertenece a Javier Urondo, hijo
del poeta, periodista y militante montonero Francisco “Paco” Urondo, asesinado
el 17 de junio de 1976 por un grupo de tareas que intentaba secuestrarlo. “Mi
padre no tenía bienes. Los únicos bienes que tiene son su familia, lo que ha
escrito y el amor de la gente que lo quiere”, explicó ante los jueces del
Tribunal Oral Federal 1 de Mendoza que juzga a diez policías y militares por el
homicidio del poeta y delitos de lesa humanidad contra otras 23 personas. Javier
Urondo desmenuzó ayer durante cuatro horas la historia de su papá, a quien no
vio durante los últimos meses para evitarle riesgos mayores. Cerró el relato con
la reivindicación de “la entrega de mi padre a sus convicciones” y la esperanza
de que el primer proceso a represores en la capital de Mendoza “sirva como
ejemplo de justicia por toda la gente que no tiene reparación legal”.
“Yo soy el hijo de Paco. Que él haya sido poeta me trajo ventajas y desventajas.
Sus temas recurrentes eran la amistad, la lealtad, la coherencia”, resumió
Javier Urondo, que en 1976 tenía 19 años y que también perdió durante la
dictadura a su hermana Claudia Josefina Urondo, de 24 años, desaparecida en
diciembre de 1976 junto con Mario José Koncurat.
“Mi padre fue un poeta que tuvo actividad política muy joven. Fue secretario de
Cultura de Santa Fe en la época de Frondizi”, recordó. “Empezó a militar en el
peronismo en el año ’70. Trabajaba en el diario La Opinión”, dijo. “Parte de su
militancia fue cambiando de lo intelectual a lo político a través de mi hermana
mayor”, agregó. Durante su adolescencia Claudia fue novia de Carlos Goldemberg y
por su intermedio Paco conoció a Carlos Olmedo, fundador de las FAR, recordó
Javier.
La primera caída de Urondo en prisión fue en 1973. “Cae con mi hermana y su
mujer de ese momento en una quinta de Tortuguitas”, recordó. También “allanan mi
casa y se llevan a mi madre. Se robaron todo, hasta el teléfono de Entel”,
contó. “Viene la Policía Federal de civil, no se identificaron, entraron por los
techos. Yo estaba con mi mamá solo, era chico. Pensaba que seguían a un ladrón,
abrimos y había un tipo apuntándome con una ametralladora”, recordó.
Paco Urondo entrevistó en la cárcel a los tres sobrevivientes de la Masacre de
Trelew, que se publicó con el título “La Patria Fusilada” y que “queda como
testimonio de las maneras de violencia que había con los presos políticos”,
dijo. Poco antes de ser liberado gracias a la amnistía de Héctor Cámpora, Urondo
“tuvo una pequeña sesión de picana” aunque “le restó importancia al tema”,
recordó. Apuntó que “Julio Cortázar firmó por su libertad” y que “hubo mucho
movimiento de abogados, se ocupo de él Ortega Peña”, luego asesinado por la
Triple A.
Una vez liberado, “empezó a trabajar en el proyecto del diario Noticias, que se
suspende por el golpe de Estado, cuando es enviado a Mendoza”. Javier dijo
desconocer el motivo de esa orden de Montoneros. “Lo que seguro no hicieron fue
cuidarlo”, afirmó. “Mi padre no hubiera decidido venir porque tenía una visión
un poco más real, menos romántica, era más grande que los demás, estaba
preocupado por los niveles de brutalidad de la represión”, recordó.
Con el traslado perdió todo contacto, aunque sabía que estaba con su compañera,
Alicia Cora Raboy, militante de la Juventud de Trabajadores Peronistas y
periodista de temas sindicales del diario Noticias, y con su hija Angela, una
beba. En las páginas de La Razón leyó el comunicado oficial del Tercer Cuerpo de
Ejército sobre el operativo en Mendoza. Esa noche, por un llamado de su hermana,
supo que había muerto su padre. Un mes después, en la Costanera, otra militante
que acompañaba a la pareja y logró escapar de los secuestradores le relató la
cita envenenada, la persecución, los tiros, la última corrida de Alicia con la
beba en brazos.
Javier destacó la valentía de su tía Beatriz Urondo, que “tuvo que lidiar con el
recupero de Angela”. El cuerpo de Paco, en teoría un NN, fue trasladado en avión
hasta Aeroparque y enterrado como NN en el cementerio de Merlo. “Es difícil
entender el mensaje: una desmedida ostentación de poder”, dijo. “Pude hacer el
duelo porque tengo la suerte de tener el cuerpo. La pregunta es dónde está
Alicia, nos falta Alicia”, concluyó.
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