|
|
|
Jauretche y los "supertarados"
(Ahora tarados a "chip")
Por Francisco José Pestanha *
fpestanha@hotmail.com
Algunas reflexiones sobre el periodismo militante
“Sabíamos del ornitorrinco por la escuela y del baobab por Salgari, pero nada
de baguales, ni de vacunos guampudos e ignorábamos el chañar, que fue la
designación del pueblo hasta que le pusieron el nombre suficientemente culto de
Lincoln”
Arturo Jauretche
La ligazón existente entre los medios de
comunicación y nuestra cotidianeidad, y la influencia que éstos ejercen sobre
opiniones y conductas resultan en la actualidad cuestiones indubitables. Una
posición a mi juicio extrema pero que da cuenta del fenómeno, ha llegado a
sentenciar que en la vida moderna “el orden de prioridades establecidas por los
medios de comunicación determinan la capacidad de discriminación temática en el
público, por cuanto éste, responde a los mismos criterios de prioridades
presentes en los medios de comunicación de masas”.1 Se compartan o no los
alcances de dicha afirmación, cierto es que los mass media constituyen parte
integrante de nuestro periódico devenir ya que ellos contienen un potencial
capaz de incidir en conciencias, razonamientos y valoraciones.
Recientemente se ha abierto una muy saludable polémica respecto a la naturaleza,
a las formas, y las modalidades en que debe desarrollarse la actividad
periodística con especiales referencias a una de sus variantes: la del
“periodismo militante”. He tenido la providencial ocasión de inmiscuirme
superficialmente en esta disputa advirtiendo que lamentablemente en la mayoría
de las opiniones vertidas en los grandes medios - voluntaria o involuntariamente
- se ha omitido toda referencia a un dato de la realidad que no puede soslayarse
al momento de especular sobre ejercicio de dicha actividad y de otras tantas
profesiones; me refiero a la dinámica de relaciones desiguales de poder que han
determinado y aún determinan el universo de lo humano.
Tales relaciones sostuve con cierta vehemencia, no se manifiestan exclusivamente
en el orden de lo económico sino que se expresan también en el universo de lo
cultural, y en tanto, en el campo de lo intelectual, concluyendo en aquella
oportunidad que aquellos individuos, comunidades o pueblos sometidos directa o
indirectamente improntas palpables o impalpables de sojuzgamiento, han adoptado
históricamente las más diversas estrategias y modalidades de resistencia, y que
en el caso argentino, Manuel Ugarte,
Rodolfo Kusch, Abelardo Ramos,
Fermín
Chávez, Arturo Jauretche y
Raúl Scalabrini Ortiz, entre otros tantísimos, han asumido y representado en
su época lo que ahora denominamos la “matriz resistente”.
Periodismo y medios
Desde que el canadiense Marshall Mc. Luhan proclamó que toda “… herramienta
humana y/o construcción social puede estudiarse como un medio de comunicación
cuyo mensaje es el conjunto de satisfacciones e insatisfacciones que éste
genera”2, razonamiento que compone su archiconocido aforismo “el medio es el
mensaje”, millares de científicos sociales, psicólogos, semiólogos y demás
profesionales vinculados con el prodigio de la comunicación se han abocado al
análisis de tal fenómeno. Sin embargo, tal como sostienen Laureano Ralón y María
Cristina Eseiza en un trabajo titulado sugestivamente Arturo Jauretche y Marshal
Mcluhan: Trazando un paralelismo entre re-trivialización y barbarie3, la
vigorosa incidencia de los medios de comunicación en el ámbito de lo social era
abordada tempranamente aquí desde la periferia por un paisano de Lincoln, Provincia
de Buenos Aires, cuyas inferencias alcanzaron o tal vez superaron las del
canadiense. Por su parte, cuando Louis Althusser a comienzos de la década de
1970 publicó sus memorables reflexiones sobre los aparatos ideológicos del
estado, posiblemente desconocía que en estas lejanas tierras del sur ese criollo
de pura cepa ya los había descrito “en concreto” en los Profetas del Odio y la
Yapa, obra publicada en 1957.
Entre otras tantas facetas, Jauretche, consagró su vida a inmiscuirse en una
cuestión sumamente significativa para los pueblos de la periferia: aquel que
presupone una práctica o más bien una tendencia en los sectores ilustrados de
los países sujetos a improntas coloniales (o periféricos) a deslumbrarse por los
conceptos, contenidos y metodologías provenientes del “mundo civilizado” -y en
tanto- a seguir sus “modas” conceptuales. Esta verdadera mentalidad escolástica,
así definida por el uruguayo Alberto Methol Ferre, es y ha sido sumamente
redituable para dichas elites, ya que su “acoplamiento amigable” con las
estructuras de producción de sentido consagradas, les ha permitido y aún les
permite acceder a líneas de financiamiento, a publicaciones, a conferencias, a
simposios, a congresos, etc. además del prestigio y del reconocimiento público.
En ese orden de ideas don Arturo ya a principios de la década de 1960 denunciaba
la existencia de una poderosísima impronta que “…había llevado a elaborarnos una
‘cultura’ a pelo y otra, a contrapelo, o dos culturas paralelas. Una, a la
vista, que identificábamos con el guardapolvo escolar, era la que exhibíamos
ante los mayores y en la escuela. La otra, secreta. Este conflicto íntimo lo
llevamos todos los argentinos. En mí, creo que ganó la cultura paisana – o si
usted quiere, `la barbarie´ – que, seguramente, será poca, pero buena, porque
está hecha a base de sentido común y contacto con la realidad”.
Los descubrimientos que don Arturo enunció parcialmente en su obra Los profetas
del Odio lo llevaron además a reflexionar en éste y en otros textos
subsiguientes, respecto a la íntima relación existente entre el poder y los
medios de comunicación. En tal sentido se ha sostenido con certeza que Jauretche
demuestra ser totalmente consciente de la magnitud de la acción de los poderes
consagrados a través de los medios de comunicación, y la influencia de éstos
sobre el individuo y la sociedad. El desarrollo técnico sentenciaba nuestro
paisano “… crea una variedad especial de tarado. El tarado con técnica. Que
viene a ser técnicamente un supertarado. La última palabra del supertarado
técnico es el tarado con transistor". Y agrega, "[el tarado del transistor] está
atado a una cadena y no la puede dejar. Y cuando sale de su casa en lugar de
llevar la argolla al pié la lleva en la oreja. Como ese Romeo que hemos visto
que pudiendo en un portal decir, oír y hacer cosas tan maravillosas, las
posterga a la transmisión que le golpea en el oído la lección del pildorero que
hace propaganda". Pero su percepción lo lleva aún más lejos: "Imagine el lector
una pareja de adolescentes, a la caída de la tarde, oscuro ya, apretados contra
un portal. Apretados. ¿Uno contra otro? ¡Sí! Pero con el transistor entre las
dos cabezas. Oyendo el episodio o, lo que es peor, oyendo a Alsogaray. La
cuestión es oír algo…". Con esta última declaración hecha en febrero de 1960 -
cuatro años antes de que McLuhan publicara “Comprender los medios de
Comunicación” el libro que presenta al mundo su famoso aforismo, Jauretche
parece habérsele adelantado al sumo sacerdote de la cultura pop y metafísico de
los medios"4.
La vinculación entre poder y medios ha sido profusamente tratada durante las
últimas cinco décadas por numerosos especialistas nacionales e internacionales,
y además expresada en incalculables obras de las que sería imposible dar cuenta
aquí. Sin embargo, la gran mayoría de tales especulaciones coinciden en que
relación entre ellos se torna cada vez mas indivisible, y además, que los medios
masivos resultan hoy instrumentos vitales para la conservación del poder ya sea
político, económico o cultural. Si concebimos al poder no como formula estática,
sino como una continua construcción que requiere enfrentamientos y
negociaciones, la lucha por el poder implica en una de sus extensiones la lucha
por la producción de sentido, entendiendo a este último, como el conjunto de
presupuestos, de variables y de fundamentos sobre los que se asienta un discurso
determinado. Los medios de comunicación en la actualidad son esencialmente
reproductores masivos de sentido aunque algunos autores ya los consideran
productores directos de sentido.
Puede entonces coincidirse con Arturo Jauretche y con Pierre Bourdieu que los
medios de comunicación reproducen el sentido de aquellos grupos de poder que
cuentan con una posición más privilegiada, utilizándolos para mantener el
estatus quo. Los grupos que cuentan con un mayor capital simbólico poseen en una
sociedad altamente mediatizada mayores posibilidades de legitimar las
decisiones. En ese sentido, nótese que don Arturo refiriéndose en su época a una
de las zonceras sobre las que aún se sostiene la legitimidad de cierto
periodismo moderno decía: “La prensa independiente no existe, y la independencia
es una máscara para hacer pasar la mercadería de contrabando como agua corriente
incolora, inodora, insípida, para que el estómago del lector no se prevenga
defensivamente”. De esta forma el linqueño alertaba respecto a la dinámica de
poder que encubre el utópico e idealizado principio de la “libertad de prensa” y
del “periodista independiente”.
Pero las observaciones jauretcheaneas se extienden a otras aristas de la
vinculación existente entre medios de comunicación y poder. Por un lado denuncia
el surgimiento de las agencias internacionales sosteniendo: “la artimaña está en
ocultar la ligazón de las agencias con los grandes intereses financieros y con
los gobiernos de los imperios que prácticamente controlan su orientación
informativa”. Por el otro refiere a la relación entre medios y política:
"Mientras los totalitarios reprimen toda información y toda manifestación de la
conciencia popular, los cabecillas de la plutocracia impiden, por el manejo
organizado de los medios (…), que los pueblos tengan conciencia de sus propios
problemas y los resuelvan en función de sus verdaderos intereses. Grupos
capitalistas tienen en sus manos la universidad, la escuela, el libro, el
periodismo y la radiotelefonía. No necesitan recurrir a la violencia para
reprimir los estados de conciencia que le son inconvenientes. Les basta con
impedir que ellos se formen. Dan a los pueblos la oportunidad de pronunciarse
por una u otra agrupación política, pero previamente imposibilitan materialmente
la formación de fuerzas políticas que respondan a las necesidades populares".
Jauretche proclama además: "Esto ocurre aquí y en cualquiera de las llamadas
grandes democracias. Mientras en los países totalitarios el pueblo es un esclavo
sin voz ni voto, en los 'democráticos' es un paralítico con la ilusión de la
libertad al que las pandillas financieras usurpan la voluntad hablando de sus
mandatos. Proponemos un auténtico ideal democrático. El sometimiento de las
fuerzas de las finanzas al interés colectivo”. Y sigue don Arturo: "Porque los
medios de información y la difusión de ideas están gobernadas, como los precios
en el mercado y son también mercaderías. La prensa nos dice todos los días que
su libertad es imprescindible para el desarrollo de la sociedad humana, y nos
propone sus beneficios por oposición a los sistemas que la restringen por medio
del estatismo. Pero nos oculta la naturaleza de esa libertad, tan restrictiva
como la del estado, aunque más hipócrita, porque le libre acceso a las fuentes
de información no implica la libre discusión, ni la honesta difusión, ya que ese
libre acceso se condiciona a los intereses de los grupos dominantes que dan la
versión y la difunden" y además "Porque estos periódicos tan celosos de la
censura oficial se autocensuran cuando se trata del avisador; el columnista no
debe chocar con la administración”5.
Concluyo este apartado advirtiendo que aunque reconozcamos que los medios de
comunicación han adquirido el protagonismo descripto precedentemente, tal como
acredita nuestra propia historia, su imperio nunca es ilimitado. La actividad
desarrollada por los integrantes de la Fuerza de Orientación Radical para la
Joven Argentina (FORJA)6 en el decenio 1935-1945 y de otros protagonistas del
campo nacional, excluidos de todos los medios masivos de la época, pudo perforar
el presuntamente impenetrable muro de universo mediático y llegar a las masas
casi sin recursos. Por su parte la campaña que llevo al gobierno al primer
peronismo en 1946 logró penetrar un acorazado mediático casi unánimemente
opositor.
Medios, periodismo y actualidad
En la actualidad la concentración económica ha producido un nuevo fenómeno:
ciertos medios de comunicación han comenzado a constituirse en un poder en sí
mismo, y en tanto, se integran o aspiran a integrarse a la dinámica del poder ya
no como una herramienta o instrumento sino como un factor concreto. Aunque esta
circunstancia probablemente nos desafíe a reflexionar nuevamente sobre esta
cuestión, la mayoría de los medios mantienen todavía su matriz instrumental
El periodismo suele ejercerse a través de instrumentos de comunicación que están
configurados en forma diversa. Así los hay conservadores y los hay progresistas;
los hay revolucionarios y los hay retardatarios; los hay oficialistas y los hay
opositores; los hay combativos y los hay contemplativos; los hay concentrados y
los hay desconcentrados; los hay modestos y los hay opulentos, etc. pero
mientras no constituyan un poder en sí mismo en definitiva “son medios”, es
decir, “herramientas”. En esta cuestión hay que ser muy precisos: Todo medio es
instrumento de una orientación o de un interés, y el ejercicio específico de la
actividad periodística dentro cada uno de ellos dependerá ciertamente de tales
orientaciones e intereses en un marco de relaciones donde de una lucha de poder
se encuentra omnipresente. En tal contexto resulta absolutamente ilusorio pensar
en un ejercicio periodístico de cierta trascendencia aislado de la dinámica de
humana de poder.
En toda sociedad además existen individuos que poseen una marcada tendencia
hacia la idealización de ciertas disciplinas y profesiones. En occidente, el
liberalismo ha contribuido a forjar un prototipo “idealizado” de periodista
asociado con la labor investigativa o de difusión de noticias o acontecimientos,
donde el respeto por “la verdad”, el “rigor investigativo” y la “objetividad”
constituyen el norte de su actividad. Cuando se refiere a las prácticas
periodísticas, suele hacerse referencia a una “deontología comunicacional” que
nos acerca a ciertos principios éticos que deben orientar su labor.
La figura arquetípica del periodista independiente “fogoneada” por el
liberalismo presupone entonces la existencia de un individuo inexplicablemente
aislado de un contexto dinámico de lucha por el poder, entendiendo al “poder” en
un sentido amplio que engloba todas sus modalidades y aspiraciones posibles, y
que no se circunscribe obviamente a lo político.
Como ejemplo de apelación acrítica a dicho arquetipo, bien podemos recurrir a
sendos artículos recientemente aparecidos en dos “consagrados” periódicos
locales Perfil7 y La Nación8 . En ambos textos, puede detectarse nítidamente la
presencia de esa figura idealizada a través de la exaltación de un “modelo” de
periodista aséptico, objetivo e independiente. Aparece de esta forma el
“profesional periodístico” como representante de un “periodismo debe ser
escéptico frente al poder” (llamativamente no se aclara cual, pero se parecería
que estrictamente respecto del político). Por su parte, el antagonista de este
“pulcrísimo personaje”, aparece configurado como un individuo ideologizado,
dependiente, prejuicioso, comprometido con los intereses del estado, impulsado
por el resentimiento del fracaso. Es el “periodista militante”, una suerte de
difusor de “propaganda con formato de periodismo sin ajustarse al pacto con la
audiencia sobre que las opiniones son libres pero los hechos son verdaderos”9.
He revisado puntillosamente ambas notas y mas allá de ciertos prejuicios
presupone tanto la figura idealizada del periodista independiente como la
construida respecto a la del militante, lo realmente sugestivo es que en ambos
autores parecen desconocer el significado y los alcances que para los países
periféricos reviste del concepto de “periodista militante”.
El periodismo “resistente” o “militante” es una modalidad de ejercicio
periodístico desarrollado en los países periféricos al calor de las luchas
independentistas y anticolonialistas. Así como los pueblos sojuzgados material y
culturalmente han resistido también - material y culturalmente - contra dichas
improntas, el periodismo militante ha acompañado esa batalla mediante una
práctica periodística orientada a tales fines. Raúl Scalabrini Ortiz fue un
claro exponente de dicha práctica, ya que consagró su vida a demostrar en su
época como el capital extranjero especialmente el británico era una organización
económica y financiera montada para extraer regalías extraordinarias a costa del
trabajo argentino.
Cuando hago referencia a lo periférico incluyo obviamente a esa verdadera
epistemología que fue emergiendo de los pueblos sujetos a improntas coloniales o
semicoloniales, y a su batallar contra las superestructuras culturales
consagradas. Sobre estas cuestiones mucho se ha escrito. Recomiendo a los
autores de sendas notas la lectura del magnífico acerbo del pensamiento nacional
y latinoamericano.
El Periodismo militante o resistente vino de esta forma romper con el
estereotipo burgués del periodismo independiente consolidado en la vieja Europa
a la sazón las cruzadas antimonárquicas, asumiéndose como actividad situada en
un lugar determinado, el de la periferia. Su contienda ya no es contra una forma
institucionalizada de poder o de gobierno (la monarquía), su lucha es contra la
opresión colonial provenga de donde provenga con independencia de la modalidad
política o institucional que asuma.
En ese orden de ideas el periodista militante o resistente no ejerce una
“profesión” independiente desde “el utópico Olimpo” para garantizar las
libertades conquistadas. Muy por el contario, el periodista militante se asume
inmerso dentro las fuerzas que operan en la realidad desde una posición concreta
para conquistar la liberación. El periodista militante es eutópico ya que
persigue una utopía posible. Este sea tal vez su pecado, ya que el periodista
militante rompe con la asepsia consagrada y toma clara posición manifestando sus
objetivos.
Para quien les escribe, resulta cuanto menos lamentable la forma en que ciertos
medios locales “consagrados” han elevado el pedestal a comunicadores cuyo único
merito tal vez haya sido el de descubrir alguna de las tantas corruptelas que
acontecen en el manejo del estado, pero que jamás tuvieron la sagacidad y la
valentía de inmiscuirse en las causas esenciales de esa corrupción, cuyos
orígenes mucha veces pueden encontrarse en el seno de las empresas y
corporaciones que patrocinan a los mismos medios de los que reciben sus
abultados salarios. Contraponer tales figuras otras que desde el llano batallan
cotidianamente contra la censura y el oscurantismo, resulta cuanto menos
indignante.
La confusión entre militancia y oficialismo constituye otro craso error que
aparece en los artículos analizados. En los países periféricos es periodista
militante quien se asume como instrumento de liberación y orienta sus
investigaciones para contribuir con ella. En estos tiempos hay periodistas
militantes que acompañan críticamente al gobierno, pero también los hay dignos
críticos y opositores, ya que como enseñaba el tirano depuesto, el proceso de
liberación material y cultural es lento y progresivo, requiere esencialmente
tiempo, y en tanto, resulta lógica la existencia de posiciones diferenciadas y
lecturas diferentes.
La referencia despectiva hacia “lo militante” o tal vez su negación, nos remite
al comienzo de este trabajo, en donde denunciamos la existencia en sector
importante de nuestras elites de una tara recurrente que los impulsa a “fugarse”
hacia las modas escolásticas. La negación de nuestro carácter periférico, y la
tentativa de aplicar categorías “clásicas” para el análisis del fenómeno
periodístico en nuestra propia realidad es una forma nítida de fuga. Si la
ingenuidad fue el motor que impulsó a los columnistas a despreciar “lo
militante” habrá que “desazonzarlos” como enseñaba Jauretche, mas creo inferir
por quienes suscriben las notas referidas, que es probable que ambos artículos
criticados provengan de esa “cocina periodística” de la que hablaba Jauretche,
donde se entremezclan ingredientes y recursos para manipular la información.
Anhelo que estas breves cavilaciones resulten una sana contribución a la
polémica desatada, y a la vez, al esclarecimiento respecto a la naturaleza y los
caracteres de una modalidad periodística que, para quien les escribe, mucho ha
de contribuir a la conformación de una nación digna y autosuficiente.
1 Enric Saperas: “Los efectos cognoscitivos de la comunicación de masas”. Ariel
editorial. Edición 1987.
2 Laureano Ralón y María Cristina Eseiza “Arturo Jauretche y Marshal Mcluhan:
Trazando un paralelismo entre re- trivialización y barbarie”. Publicado en :
www.dialogica.com.ar
3 Laureano Ralón y María Cristina Eseiza: Op. Cit.
4 Citas y reflexiones extraídas del trabajo de Laureano Ralón y María Cristina
Eseiza: op.cit
5 Arturo Jauretche: Textos extractados de: “Opinión Pública y Democracia”.
17/11/1941. Escritos Inéditos - Corregidor 2002. Los Profetas del Odio y la
Yapa. La colonización pedagógica. A. Peña Lillo Editor. 1975. Pueden consultares
mas textos de Jauretche en la página: www.elforjista.unlugar.com
6 Para tomar cabal comprensión de la labor forjista en este sentido, pueden
consultarse entre otras obras "F.O.R.J.A. una aventura argentina (De Yrigoyen a
Perón) de Miguel Ángel Scenna, en dos tomos de Editorial Oriente Edición. 1972 y
“F.O.R.J.A; 70 años de Pensamiento Nacional, de autores varios, en tres tomos,
editado por la Corporación Buenos Aires en el bienio 2006-2007.
7 Jorge Fontevecchia: “Periodismo militante y subversión de la verdad”. Diario
Perfil .Domingo 9 de enero de 2011
8 Silvio Waisbord “El error de la prensa militante”. Periódico “La Nación”.
Miércoles 12 de enero de 2011
9 Jorge Fontevecchia: “Periodismo militante y subversión de la verdad”. Diario
PERFIL. Domingo 9 de enero de 2011
Descargar el artículo en formato doc
* Abogado, ensayista y docente universitario. Es autor - entre otras obras - de
“¿Existe un Pensamiento Nacional?” y “Polémicas contemporáneas” ambas de
Editorial FABRO,
coautor de “Proyecto Umbral”; Aportes para resignificar la Historia Argentina de
Editorial CICUS; coautor de “Forja, 70 años de Pensamiento Nacional en III
tomos” y “Malvinas; la otra mirada” ambas editadas por Corporación Buenos Aires
Sur”. Ha escrito más de 400 ensayos - y entre otras actividades - ha dictado más
de 500 conferencias vinculadas a la corriente del Pensamiento Nacional y la
historia del Peronismo. Dirige hace diez años el Taller para el Pensamiento
Nacional que se dicta anualmente en el Instituto Superior Octubre (SUTERYH) y de
la Página www.nomeolvidesorg.com.ar