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Bachis
Por Gabriel Brener *
Vivimos en una sociedad en la que la distribución de la riqueza
económica es muy desigual, y si de educación se trata, el reparto de
bienes simbólicos, es decir de lo que se ha acumulado como capital
cultural y educativo, sigue la misma lógica que la economía: revela
profundas injusticias. La política es una herramienta que puede torcer
lo que la economía cada tanto quiere instalar como natural. Si tengo que
enseñar a un grupo de alumnos algo de todo esto, bien vale volver sobre
la valiosa idea de justicia curricular1 Se trata de reconocer el acto de
enseñanza como un hecho político, en la medida en que pueda preguntarme
cuando enseño si las cosas siempre han sido de una misma manera y si
deben seguir siendo así. O si vale la pena pensar en cambiarlas para
vivir mejor, para generar más igualdad. Pero no la igualdad como la
palabra que adorna un discurso políticamente correcto que solo busca
aplausos, sino aquella que se transforma en verdadero horizonte de
expectativas, y que en sociedades como la nuestra nunca puede darse por
satisfecha. (ni por vencida). Paulo Freire lo dijo de un modo más
certero: “la educación no es la palanca de transformación social, pero
sin ella esa transformación no se da.”2 (2003)
Se trata de una idea de justicia curricular que ayude a organizar de
otras maneras lo que se enseña y se aprende en las aulas. Si voy a
enseñar sobre la economía de nuestro país, un criterio valioso es que
asumamos como punto de partida la posición del menos favorecido.
Las empresas recuperadas por sus propios trabajadores son un auspicioso
territorio desde el cual comenzar a explicar la producción económica,
para luego continuar analizando aquello que tradicionalmente se suele
aprender en la escuela. Se trata de valientes experiencias de
resistencia al modelo neoliberal que atravesó al país durante décadas.
Fruto de las empresas recuperadas y los movimientos sociales, nacen los
bachilleratos populares de jóvenes y adultos. Prácticas políticas,
culturales y educativas autogestivas en diversos puntos del país que han
sido y son protagonizadas por quienes fueron expulsados por un modelo
económico que hizo de los despidos, el vaciamiento, la privatización, la
flexibilización, la ruptura de los tejidos sociales y la represión, sus
principales instrumentos de gobernabilidad neoliberal.
Los bachilleratos populares3 o los bachis (como suelen llamarse) son una
expresión de la resistencia popular que propone un espacio social que
alberga a miles de jóvenes y adultos que en su gran mayoría han quedado
al margen del sistema educativo. Se trata de quienes conforman esas
estadísticas que suelen llamarse repitencias crónicas, sobreedad,
desgranamiento aunque también fracaso escolar, término que rápidamente
tiende más a verse como cualidad y culpa de quien fracasa que como
problema y responsabilidad del sistema educativo.
Estas experiencias educativas recuperan la tradición del pensamiento
freiriano en la medida que toda acción educativa es un acto político. En
palabras del educador brasileño « yo soy sustantivamente político y sólo
adjetivamente pedagogo.” A contramano de las ideas neoliberales que
algunos políticos y funcionarios alientan por twitter, de concebir la
educación como un servicio individual4 o como mercancía que se consigue
en el mercado (acorde a los bolsillos de cada uno), estas experiencias
pedagógicas populares se sostienen en una concepción de educación como
derecho social y de exigencia al Estado de un rol activo y protagónico
que eche por tierra las pretensiones twitteras de un Estado subsidiario
que se pone a disposición del mercado y sus leyes. (pretensiones que
expresan la voluntad política de sectores de nuestra sociedad)
Los bachilleratos populares proponen una organización institucional que
busca romper con el tradicional formato de la escuela. La docencia es
concebida como una militancia pedagógica y política, las asambleas son
un ejercicio cotidiano de resolución de la vida institucional y proponen
un curriculum alternativo.
Vale señalar que hace años vienen reclamando un reconocimiento por parte
del Estado así como asignación de recursos para solventar el trabajo
docente. A través de su lucha han logrado obtener reconocimiento oficial
(2007) como instituciones educativas de gestión social, aunque persiste
la lucha por obtención de recursos económicos.
Desde diversos sectores políticos y educativos ligados a la defensa de
la escuela pública suelen criticarse estas experiencias por cuanto
estarían fragmentando aun más al sistema educativo y serian una versión
privada de educación. Los docentes no son producto de concursos públicos
y desde esta posición se considera que es en la escuela donde deben
librarse estos desafíos transformadores.
Lo cierto es que los bachilleratos populares no son lo que conocemos
como escuela pública pero tampoco una versión privatizadora de la
educación. Más aun cuando sabemos que el Estado subvenciona una cantidad
enorme de escuelas privadas, entre las cuales muchas son empresas con
fines de lucro (en Capital se subvenciona al 56, 2% de las escuelas
privadas)5.
Se trata de una experiencia de educación popular que interpela las
categorías convencionales de escuela pública y privada, desafía los
límites de la construcción de políticas públicas en educación y es un
relato viviente de la Argentina post 2001.
Argumentos valiosos que abren un debate complicado pero necesario
Desde mi punto de vista, poner de manifiesto las experiencias de los
bachilleratos populares es darle visibilidad a sectores sociales que han
permanecido postergados e invisibilizados en la década del 90. Pero
también, un analizador estratégico que desnuda los límites y las
debilidades de la escuela convencional.
La escuela es una institución cruzada por una tensión permanente: la
conservación o el cambio. Para quienes estamos comprometidos y asumimos
como motor de existencia la versión transformadora de la escuela, el
conocimiento y contacto con estas experiencias alternativas son una
especial oportunidad para correr las fronteras de lo posible y hacer de
la escuela un lugar mas abierto, democrático e inclusivo.
1 Sugiero leer “Escuelas y Justicia social “de Robert Connell. Editorial
Morata, Madrid 19
2 Paulo Freire “Cartas a quienes pretenden enseñar. 2003. Ed. Siglo XXI
3 En estos bachilleratos recuperaron la posibilidad de estudiar más de
4000 estudiantes en todo el país en alrededor de 40 escuelas que crecen
en número mes a mes. Roberto Elizalde, referente en el campo de
educación de jóvenes y adultos y además integrante y cofundador de la
Cooperativa de Educadores e Investigadores Populares (CEIP),
organización creadora de los bachilleratos populares ofrece información
relevante sobre los Bachilleratos. Para ampliar ver en http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/subnotas/161885-51846-2011-02-07.html
4 http://twitter.com/carlospirovano/status/40069030496698368
5 Panorama educativo. Gobierno de la CABA , 2005
Columna de Educación del miércoles 2 de Marzo de 2011, en el programa
Uno nunca sabe, por las mañanas de la Radio AM 750. Buenos Aires.
Argentina.
* Gabriel Brener es Lic. Educación (UBA) y Especialista en Gestión y
Conducción del Sistema Educativo (FLACSO). Capacitador y asesor de
docentes y directivos de escuelas. Co-autor de “Violencia escolar bajo
sospecha” 2009 Ed. Miño y Dávila Bs As.
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