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Ellas
y ellos en la escuela *
Por Gabriel Brener
Manuel tiene 5 años, es domingo y va para la cancha con su papá, se
detienen en un kiosco por una gaseosa, a él lo tienta una atractiva
muñeca con los colores de su equipo y le pide a su papá si se la puede
comprar. El kiosquero interrumpe su deseo y con su mejor sonrisa
pedagógica señala que es para una nena. Ya en la cancha de su equipo del
alma, subiendo con prisa los escalones de la popular, Manuel tropieza y
se golpea una rodilla, y el grito de su llanto se confunde con el
ensordecedor recibimiento del local. Aunque un testigo de su llanto lo
palmea en la espalda y le agrega, vamos nene que los hombres no lloran!
Luego de un rato la impaciencia del empate se apodera de la hinchada y
entonces el cantito de siempre crece como una ola… a estos putos le
tenemos que ganar!...
Una escena de domingo, un padre y su hijo. Al día siguiente la escuela,
preescolar, Manuel llega con su bolsita celeste, igual que sus amigos,
las de las nenas son rosas. Las cuelgan en percheros diseñados por sus
maestras, con leones para ellos y flores para ellas.
Lo masculino y lo femenino no es algo que venga dado, aunque algunas de
las cuestiones mencionadas parezcan tan naturales como la puesta del
sol. Se trata de una construcción que tiene mucha historia y que siempre
está condicionada por el contexto en que se vive, el tipo de sociedad y
familia de pertenencia, y ciertas circunstancias políticas, sociales y
culturales. Que un pibe vaya a la cancha con su papá, que la muñeca sea
para una nena, que hay colores o animales para ellos y para ellas, que
llorar no es cosa de nenes, son patrones culturales que se van
aprendiendo.
En las escuelas existe lo que se conoce como curriculum formal u
oficial, es decir un conjunto de conocimientos, valores, habilidades que
la escuela tiene que enseñar. Podríamos pensarlo como una norma pública
que el Estado tiene que garantizar a la población estudiantil. La ley de
Educación sexual (2006) es un ejemplo de norma pública. Otro muy
reciente que abarca a toda la sociedad es la ley de matrimonio
igualitario (2010). Aunque una como otra sean valiosos y necesarios
puntos de partida no garantizan por si solas el cumplimiento de dichas
normas. Hay muchas escuelas que por razones religiosas o de otro tipo
miran para otro lado, y de educación sexual, bien gracias. También hay
jueces que se han resistido a casar personas del mismo sexo.
Pero así como hay cosas que se dicen, se votan, se convierten en leyes,
hay muchas otras que no se dicen, de las que no se habla y suelen atar
creencias, vivencias y formas de vida con mucha fuerza. En la escuela
también existe lo que se conoce como curriculum oculto, que refiere a
diversos saberes, normas, valores, acciones que los adultos transmiten
cotidianamente sin ser absolutamente conscientes de dicho pasaje. Y
justamente en la condición tácita de dicha transmisión reside su mayor
eficacia. Allí entonces se ponen en juego y ponderan las desiguales
relaciones de poder entre varones y mujeres, padres y madres, pobres y
ricos como una cosa natural. Quizás, para comprender mejor esta noción
de curriculum oculto en la escuela bien vale la comparación de lo que a
uno le sucede como padre en torno a la crianza de sus hijos. Notamos que
ellos aprenden no tanto por lo que les decimos que hagan, sino
especialmente por lo que ven que nosotros hacemos.
La perspectiva de género permite justamente desnaturalizar el vinculo
entre sexos, para reponer las condiciones políticas que hacen posible
comprender las formas de construcción de lo femenino y lo masculino, las
representaciones dominantes en cada caso y de cómo atraviesan nuestros
modos de hacer y pensar.
A lo largo de la historia, la iglesia, la familia, la escuela, los
medios de comunicación, entre otros, han contribuido en la construcción
de estereotipos de género a través de creencias, modos de nombrar,
configuración de las relaciones sociales y de las formas de ejercicio
del poder, estableciendo jerarquías a varones y a mujeres desde muy
pequeños. Jerarquías que han cobrado mayor o menor institucionalidad,
pero han sido igualmente eficaces para quebrantar deseos, interrumpir
proyectos, secuestrar oportunidades, en especial al grupo de las
mujeres.
Frente a las luchas y conquistas de las mujeres en el plano familiar,
social, laboral, así como en la mejora del desempeño escolar, surgen
discursos y acciones ligados a una nostalgia moralizante del tiempo
pasado que disparan con estrategias victimizantes. Por un lado, plantean
la victimización de la familia, de su crisis, del peligro de su
disolución, cuando en realidad lo que no toleran es el protagonismo de
la mujer en la vida social. Pero también hay quien victimiza a los
“pobres muchachitos”. Basta recordar al diputado mendocino Rogelio Gil
que hace un par de años pretendía justificar los casos de presuntos
abusos sufridos por un grupo de chicas en Potrerillos para el día del
estudiante. “Lo que pasó no es tan así, los chicos tienen que huir de
las chicas”, explicaba con ironía, agregando que el lo entendía como
actitudes provocativas de las adolescentes. “"A lo mejor nosotros los
varones vamos a tener que comenzar un movimiento pro-varonil: en el
mundo moderno, vamos a quedar afuera".1
En mi experiencia como director de una escuela secundaria en la
provincia de Buenos Aires recuerdo a más de un profesor que consideraba
a las alumnas en inferioridad de condiciones naturalizando así las
calificaciones diferenciadas, Recuerdo en particular a un profesor, con
prestigio entre las familias y los ex alumnos. Enseñaba Física. Dato no
menor, puesto que se ha constatado que es en asignaturas como esta donde
se observa más segregación a las alumnas. Entonces parecería que existen
ciencias “duras” para ellos y “blandas” para ellas. A tal efecto, no es
menor el dato del predominio masculino en las escuelas técnicas,
actualmente, por suerte, con matricula femenina en ascenso.
“Robert Connell señaló que tanto la tecnología como la ciencia
occidental están culturalmente “masculinizadas”. Sostuvo que más allá
del hecho de que la mayoría de científicos sean hombres, el sesgo de
género se encuentra en el tipo de discurso impersonal de la ciencia y en
las estructuras de poder de ámbitos académicos. “2
En el universo adulto de la escuela la proporción de hombres es muy
baja, aunque al igual que en el mundo del trabajo mientras se va
ascendiendo en la escala jerárquica se produce el efecto inverso. Para
revisar las relaciones escolares de género es interesante explorar las
maneras en que se construye la masculinidad. Y más aun en una sociedad
en que la escuela ha perdido el lugar de monopolio del saber y debe
compartir escena con otros mediadores educativos, especialmente los
medios de comunicación, y todas las variantes de la cibercultura.
Podemos plantear distintos modelos de masculinidad. Por un lado, la TV
(niños, niñas y adolescentes consumen muchísimas horas) en la que
prevalece un desfile de deportistas que se “luquean” como modelos
publicitarios, periodistas deportivos que intentan lo mismo, conductores
“exitosos”, o superhombres que ganan cualquier batalla. Por otro lado, y
en especial en el caso de los adolescentes, es muy fuerte el peso del
grupo de pares, y en ellos suele cotizar alto la figura masculina del
más fuerte, más agresivo, “el que más se la banca”. Y finalmente otra
fuente de masculinidad, quizás la más arraigada en el sentido común, es
la que considera lo masculino como todo aquello no femenino. Entonces
cualquier gesto de sensibilidad, una caricia, un abrazo, su
manifestación verbal se traduce en antivalor para ser hombre.
La perspectiva de género, la historia de lucha de tantas mujeres y su
notable protagonismo social y político, así como la ambición por
construir una sociedad cada vez más igualitaria y más justa, quizás nos
permita también explorar otras formas de construcción de masculinidades,
que rompa con los estereotipos de modelos “exitosos” del mercado o de la
más rancia tradición machista.
Que puedan multiplicarse los hombres comunes y corrientes que se animan
a jugar de igual a igual, con quien sea, ofreciendo a los más pequeños
una masculinidad que pueda negociarse a gusto de cada quien, leyendo
cuentos y diciendo te quiero.
1 Leer noticia completa en http://www.diariouno.com.ar/contenidos/2009/09/24/noticia_0029.html
2 Faur, E. “Masculinidades y desarrollo social. Las relaciones de género
desde la perspectiva de los hombres”. Arango Editores, 2004, UNICEF ,
Colombia
* Columna de Educación del miércoles 9 de Marzo de 2011, en el programa
Uno nunca sabe, por las mañanas de la Radio AM 750. Buenos Aires.
Argentina.
Gabriel Brener es Lic. Educación (UBA) y Especialista en Gestión y
Conducción del Sistema Educativo (FLACSO). Capacitador y asesor de
docentes y directivos de escuelas. Docente de la UBA y de la FLACSO. Ex
director de escuela secundaria. Co-autor de “Violencia escolar bajo
sospecha” 2009 Ed. Miño y Dávila Bs As.