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Las
negociaciones paritarias en los últimos años y las crónicas de los
medios
Por Arturo Trinelli *
En su libro La era de la información, el sociólogo Manuel Castells
señala que el espacio público se encuentra capturado por los medios, y
siendo la política parte de ese espacio, sin una presencia activa en los
medios las propuestas políticas no tienen posibilidad de reunir apoyo ni
promover consensos. En consecuencia, en la actualidad es frecuente que
el debate político tenga lugar en los medios de comunicación, pero tal
circunstancia lo condiciona a quedar encuadrado en su contenido,
organización, proceso y liderazgo por la lógica inherente al sistema de
medios.
Un breve repaso por algunos diarios permite ver la manera en que
aparecen expuestas en los últimos años las disputas y los intereses
entre los diferentes actores involucrados en la discusión salarial. Los
protagonistas de estos debates suelen realizar declaraciones en los
medios como plataforma de negociación. Pero muchas veces esos medios las
presentan como si se trataran de enunciados antagónicos incapaces de
generar consensos e, incluso, con la posibilidad de poner en peligro la
misma gobernabilidad. Esta revisión, pues, es importante para determinar
si la experiencia reciente conduce efectivamente a escenarios tan
irreconciliables o si, por el contrario, el clivaje capital-trabajo
conlleva tensiones lógicas entre actores que se ubican en los extremos
de la puja distributiva.
Por supuesto que estas negociaciones adquieren sentido dentro de un
proceso político que, además de restablecerlas, las estimula e impulsa.
Es que la propia dinámica de un modelo económico basado en la
recuperación del empleo y el trabajo como promotor de la actividad
económica necesitaba de un corpus legal que progresivamente tradujera
intenciones en hechos. Así, en el 2004 el Congreso Nacional promulgó la
Ley de Reforma Laboral 25.877, que modificó lo relativo a la negociación
colectiva. Entre otras cosas, la norma centralizó la facultad de
negociación en el sindicato con personería gremial de más alto nivel,
con representación de hasta 4 delegados de empresas, y estableció que
los convenios posteriores de diferente ámbito sólo modificarían el
preexistente ante condiciones más favorables al trabajador. En agosto de
ese mismo año, el Decreto 1135 del Poder Ejecutivo ordenó las normas que
rigen tanto las convenciones colectivas de trabajo (ley 14.250) y las
negociaciones colectivas (ley 23.185). Ello posibilitó mayor cantidad de
este tipo de negociaciones, de trabajadores involucrados y de ampliación
de la cobertura sindical. De esta manera, se alentó a la reconstrucción
del poder de negociación de los trabajadores y la reinstauración y
ampliación del proceso de negociación colectiva, que posibilitó la
recuperación de los salarios año tras año para resguardarlo de las
tensiones inflacionarias.
Los medios fueron relatando en forma periódica el curso de las
negociaciones en los últimos tiempos. Veamos, pues, algunos ejemplos.
Período 2006-2010
En el 2006, El Cronista Comercial en reiteradas oportunidades relató las
negociaciones entre empresarios y trabajadores señalando las tensiones
de la CGT dentro de los gremios más y menos afines al Gobierno, que por
entonces ya mostraban discrepancias entre “Los Gordos” y los moyanistas,
y al mismo tiempo la preocupación de los empresarios por lo que
consideraban permanentes gestos del entonces Presidente Kirchner hacia
el sindicalismo. “Crece el malestar empresario por las concesiones al
gremialismo”; “Para atacar a Moyano, los Gordos de la CGT calientan la
puja salarial” y “Salarios: la madre de todas las batallas” fueron
algunas de sus publicaciones en marzo de ese año. Clarín, en tanto,
afirmaba: “Kirchner no quiere paros en Semana Santa”; “Los camioneros
paran en reclamo de un aumento salarial” y “Sube la presión sindical y
piden 30% de aumento”. La Nación, para no ser menos, altertaba en su
edición del 1 de abril “Precios y salarios, en frágil equilibrio”. A su
vez, Infobae también afirmaba que “Empresarios prevén subas de sueldos
mayores a la inflación”, cuando se preparaban las negociaciones, el 31
de enero. Finalmente, 2006 culminó con una cantidad de convenios
superiores al año anterior.
El 2007 cerró con 1025 convenios y acuerdos homologados por el
Ministerio de Trabajo, un 10% más que el año anterior (930). Los
acuerdos de empresa fueron amplia mayoría. Así se pactaron el 67% de las
negociaciones, mientras que el 33% restante fueron convenios por
actividad. A su vez, en las negociaciones participaron 305
organizaciones sindicales que en muchos casos firmaron más de un
convenio. Algunos diarios, sin embargo, presentaron la información con
el mismo contenido dramático que en el 2006. El 21 de abril, La Nación
publicó “Un impacto difícil de medir para las empresas”, advirtiendo que
para muchas de ellas los acuerdos firmados por determinados porcentajes
de aumento del salario básico disparaban un efecto mayor a la hora de su
aplicación, por nuevas negociaciones producidas en cada empresa o
modificaciones de cláusulas con impacto en los salarios. El mismo mes,
Clarín advertía los esfuerzos del Gobierno por evitar conflictos en
sectores claves: “El Gobierno logró evitar un paro de trenes en Semana
Santa”. Omar Maturano, titular de La Fraternidad, afirmaba que “las
empresas volvieron a mostrar su intransigencia”, y en la misma nota se
destacaban las dificultades para avanzar en las paritarias de las
telefónicas, los gastronómicos, metalúrgicos, industriales y los
trabajadores agrupados en el Sindicato Único de Trabajadores del
Neumático (SUTNA).
2008-2010: Más convenios
El 2008 fue atravesado por el lock out de las patronales del campo y la
concentración mediática estuvo puesta en la disputa por las retenciones
móviles. Sin embargo, entre habituales crónicas sobre el malestar
ruralista, Clarín decía que “La UIA salió a marcar el terreno y dijo que
la suba de salarios no debe superar este año el 20%” justamente antes de
las paritarias. Dentro de las especulaciones desatadas a raíz de la
supuesta pérdida de credibilidad de un Gobierno débil ante la protesta
del “campo”, se presumía que el Ejecutivo no podría contener la demanda
sindical y las negociaciones serían las más conflictivas hasta ese
momento. Para colmo, en julio se fracturaba la CGT, previendo un
Gobierno irremediablemente en crisis. Así y todo, gremios y empresarios
terminaron convalidando acuerdos.
El 12 de enero del 2009 Clarín aseguraba que la CGT preveía un 30% de
aumento para especular con una negociación que rondara entre el 15 y el
20%. La mayoría de los diarios se preguntaban cuál sería el costo
político que pagaría el Gobierno frente a reclamos salariales en un año
en que, según muchos pronósticos, se entraría en recesión como
consecuencia de la crisis internacional. Sin embargo, la cantidad de
acuerdos y convenios homologados por el Ministerio de Trabajo al final
de ese año fue mayor que la del anterior (1331 contra 1225), hasta
entonces el año de mayor crecimiento de la economía. Y el promedio de
aumento en paritarias fue, efectivamente, de un 15%.
A fines de ese año, y con el tema inflacionario definitivamente
instalado en la agenda mediática, ya se empezaba a hablar de la
negociación salarial del 2010. El 6 de diciembre, con el título
“Salarios: la discusión recién arranca y los reclamos ya superan el 20%”
se informaba que los bancarios serían los primeros en negociar su
recomposición salarial. Los aeronáuticos fijarían, al mismo tiempo, un
piso de aumento muy difícil de negociar: 40%. “Con el 25,5% que
negociamos en junio entendemos que nuestros afiliados quedaron cubiertos
de la inflación”, declaraba Ricardo Pignanelli, Secretario Gremial de
SMATA, convalidando así una paritaria que en su inicio se presumía de
difícil resolución. De igual modo, en aquellos primeros meses del 2010,
eclipsados ante el atrincheramiento de Martín Redrado en el Banco
Central, El Cronista publicaba que tanto Luz y Fuerza como los
Gastronómicos de Barrionuevo pedirían una recomposición salarial de 22%
como mínimo. Pero ya en febrero la puja comenzaba a recalentarse
conforme se publicaban diferentes porcentajes de inflación. “Crece la
conflictividad laboral por la puja salarial y la pelea entre gremios” y
“Moyano admitió inflación y advierte que pelearán por mayor suba
salarial” fueron algunos de los títulos de El Cronista en febrero
siguiente. En junio se supo cómo cerraron las negociaciones los
principales sindicatos: Luz y Fuerza acordó en abril una mejora del 22%
y otra equivalente en septiembre. Los productores de azúcar
incrementaron su salario básico de $ 1807 a $ 2500.73 en mayo y junio, y
a partir de mayo y julio de este año el mismo será de $ 2580.40,
siguiendo el acuerdo del año pasado. Los metalúrgicos, un 26,5%. Los
bancarios arreglaron en marzo un 23,5%. El gremio de Alimentación
alcanzó una suba de 35,2%. Los Panaderos lograron un 38% en tres tramos:
11% en marzo, 11% en octubre y 12% en diciembre. Así, el sueldo pasó de
$ 2010 en marzo a $ 2773 en diciembre. El gremio de la Construcción
arregló una mejora total de 27%.
El 6 de junio, finalmente, Clarín anunciaba que la UIA estaba satisfecha
por la suba de 21% a estatales. Su Presidente, Héctor Méndez, declaraba
entonces que los aumentos le parecían “muy razonables”.
Conclusiones
Las paritarias suponen negociaciones complejas y prolongadas. El
movimiento obrero argentino es sumamente heterogéneo: agrupados por
actividad, empresa o cargo, en la Argentina conviven más de 3000
sindicatos que responden a conducciones de diferente orientación
política. Según datos de la Dirección de Agrupaciones Sindicales del
Ministerio de Trabajo, la mitad de ellos tiene personería jurídica y el
resto inscripción gremial. Con una de las tasas de sindicalización más
elevadas de Latinoamérica, los gremios más fuertes están agrupados en la
CGT, cuyo Consejo Directivo está formado por 35 sindicatos donde cada
uno tiene la posibilidad de discutir en forma independiente la
recomposición salarial para su gremio. En una negociación colectiva,
para el trabajador entonces es fundamental contar con un sindicato
fuerte, cohesionado institucionalmente y con importante poder de
negociación en defensa de su salario real ante las tensiones de precios.
Frente a las crónicas actuales que anticipan nuevas discusiones
salariales, la experiencia reciente indica un secuencia común: del lado
sindical, la necesidad de negar “techos o pisos” en cualquier
negociación, y del lado empresario el intento por encuadrar los reclamos
dentro de porcentajes considerados “razonables”. Entre ambos, se ubica
el Gobierno intentando equilibrar las demandas pero forzando a los
empresarios a la discusión por los salarios.
¿Son éstas disputas que anticipan escenarios de desconfianza, tal como
muchas veces parecen reflejar algunos diarios, o por el contrario de
trata de una conflictividad lógica inherente a las negociaciones
paritarias y a los intereses en juego? A juzgar por los resultados, más
allá del pedido que en muchos casos ha habido para reabrir las
paritarias una vez concluidas, los convenios y acuerdos reconocidos por
el Ministerio de Trabajo han sido cada vez mayores: se pasó de 208 en el
2002 a 1331 en el 2009, lo que representa un aumento del 650% en apenas
siete años donde paralelamente se vivieron importantes tensiones
económicas y políticas. La conclusión es que las declaraciones de los
protagonistas que los medios presentan como intransigentes y anticipo de
crisis definitorias, forman parte en definitiva de la misma lógica de la
negociación, y muchas veces los porcentajes de recomposición salarial
que se enuncian de uno y otro lado no tienen otro propósito más que
condicionarla. Aún con todas sus complejidades, las paritarias con la
intermediación del Estado constituyen las vías más conducentes para
discutir salarios, más allá que la ortodoxia y sus medios afines
vinculen una y otra vez el proceso inflacionario a los aumentos
salariales conseguidos en estas instancias.
* Politólogo UBA-CLICeT