Recordando
a Jana, la niña de Bab al-Azizia
Por Roberto Bardini *
Bambú Press
Se llamaba Jana. En 1986 vivía con sus padres en Bab al-Azizia –un
campamento de seis kilómetros cuadrados al sur de Trípoli– y hoy quizás
sería una atractiva muchacha de 24 o 25 años, viviendo la zozobra de los
bombardeos a Libia.
Pero el 15 de abril de aquel año –cuando apenas tenía 15 meses de edad–
el infierno se desató desde el cielo, con rugido de motores, estruendo
de explosiones y alaridos de dolor, y su cuerpito fue destrozado por las
esquirlas de una bomba arrojada por un avión cazabombardero F-111 de la
Fuerza Aérea de Estados Unidos.
Jana era hija adoptiva del coronel Moamar Gadafi, la menor de nueve
hermanos. El F-111 que lanzó la bomba en la residencia del líder libio y
la mató, fabricado por General Dynamics y equipado por Texas Instrument,
mide 19 metros, pesa 37.600 kilos y su costo es de 10 millones de
dólares.
El avión era parte de una flota de 45 cazabombarderos que en sólo 20
minutos arrojaron sobre Trípoli y Bengazi 300 bombas y 48 misiles, que
en total representaban 60.000 kilos de metal y explosivos. Trece de los
aviones tenían la misión de matar a Gadafi.
Una parte de las aeronaves había partido de dos portaaviones de la VI
Flota en el Mediterráneo. Otra, de las bases aéreas británicas de
Mildenhall y Fairford, con la aprobación de la primera ministra Margaret
Thatcher. Volaron 5.000 kilómetros en 14 horas, bordeando las costas
francesas, españolas y portuguesas, a 20.000 pies de altura.
La flota atacante se demoró en llegar a Libia más de lo previsto
inicialmente porque los entonces primeros ministros François Mitterrand,
de Francia, y Felipe González, de España, no concedieron los permisos de
sobrevuelo. Además, los cazabombarderos debieron reabastecerse de
combustible en el aire cuatro veces.
Dos de los ocho hermanitos de Jana fueron heridos en el ataque aéreo.
Según fuentes estadounidenses, 37 personas perdieron la vida en el
bombardeo a las dos ciudades. Fueron “daños colaterales”, desde luego,
aunque fuentes libias aseguran que los muertos fueron más de cien.
¿Cuál fue el motivo de la demoledora incursión?
Diez días antes, a las dos de la mañana del 5 de abril de 1986, había
estallado una bomba en la discoteca La Belle, de Berlín Oeste,
frecuentada por soldados norteamericanos. Todos estaban destinados a la
zona occidental de la ciudad, entonces dividida y ocupada militarmente
por Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y la Unión Soviética.
En el atentado –que se presumía organizado por terroristas libios–
murieron dos personas y más de 200 fueron heridas, entre las que se
encontraban 69 militares. Perdieron la vida Nermin Hannay, una muchacha
turca de 29 años, y el sargento Kenneth T. Ford, de 21 años y originario
de un suburbio afroamericano en Detroit (Michigan).
El 7 de abril, el presidente republicano Ronald Reagan –asesorado por el
director de la CIA, William Casey, y el embajador ante la ONU, Vernon
Walters– ordenó una operación militar para vengar el atentado en Berlín
y obligar a Gadafi a cambiar su política terrorista. Y los medios de
persuasión fueron 60 toneladas de bombas y misiles, de las que
posiblemente bastaron unos cuantos gramos de acero para matar a la
pequeña Jana, de un año y tres meses de edad.
A veces, al llegar final se dice que “lo demás ya es historia”. Pero en
esta historia lo demás sigue siendo actualidad, aunque hoy –25 años
después y en el fárrago de noticias– pocos recuerden a la inocente niña
de Bab al-Azizia.
http://bambupress.wordpress.com