El gordo Troilo, metafísica tanguera

Por Luis Soto

Aníbal Troilo fue un ángel que durante casi 40 años extendió las alas de su fueye sobre la gente de Buenos Aires y le cantó amorosamente.

Más allá del lenguaje de su música, el "Gordo" solía armar largos monólogos en los boliches en que le tocaba trabajar. Caño 14 fue escenario que lució la presencia de Troilo y su orquesta.

El "Gordo" caminaba sus pasillos, en la mano un scotch que el maitre David rebajaba con un chorro de agua para que el prócer - golpeado por tanto escabio y anexos - se conservara en forma.

Por esos días el cronista andaba detrás de los textos que el "Gordo" ofrecía generosamente. Hemos reconstruido uno, improvisado por Troilo un viernes, mientras sonambuleaba la noche del Caño.

Fue inspirado por Orlando Goñi, pianista, arreglador y amigo del "Gordo", tempranamente muerto. Se sugiere leerlo - por eso rescatamos al decidor en primera persona - imaginando escuchar el balbuceo de la gorda voz (no precisamente angélica) de Troilo.

"Tendrían que ser más cortos los días que vienen tan llenos.

Siento que a este viernes me lo tragué en apenas cuatro horas. Como un faso se fue. Buen faso".

"No sé qué está pasando con los días. Me levanté a la tarde, serían las 6. Antes de despertarme del todo lo traía apareado a Orlando. Viste cuando dos caballos entran al derecho cabeza a cabeza. Bueno, ahí, pegado, lo tenía a él".

"Hay momentos en que me da por encontrarme con Orlando.

Sólos, ¿eh?, que nadie se cruce. El inodoro es ideal. Enorme me lo mandé hacer. O la bañera. Hoy Zita la condimentó con unas sales de Birmania, qué tal, Birmania... Antes de meterme puse ´A Orlando Goñi`, una joya el tango de Alfredo". (Alfredo es Gobbi, claro).

"Me acordé de los muchachos de la orquesta. Adelante, al lado mío, Toto Rodríguez. Detrás, los violines: Reynaldo Nichele, el Ruso Sapochnik. Juan Fasio, contrabajo. Junto al micrófono, Fiore.

Esa vocecita que tenía. Nadie estuvo más cerca de cantar con la voz del fueye. En un charco se ahogó la vocecita de Fiore, un charco hecho de garúa...".

"Y en el piano, Orlando. Cómo empujaba a la orquesta. Esos bajos bordoneados, las notas sueltas en los graves. Yo le daba pista. Puro talento Orlando, y qué tipo... A veces lo extraño...".

"Salí del baño 8. Ojeada al diario, a la tevé y ya era hora de venir. Aunque no toque hasta las 11 quieren que la gente me vea.

´El Caño, sin el Gordo...`, dicen y a mí me gusta la franela".

"Me empecé a vestir sin apuro. Zita me viste. Elige pilcha, lustra, controla la peinada. Si la dejo, me plancha... Llegué a las 10. El Negro Víctor me sirvió el primer farol. Buena pierna el farol para seguir engoñiado".

"Al rato David me avisa que vamos nosotros. El Polaco todavía estaba de pucherete en El Tropezón. Subo al palco y cambio la rutina. Hacemos ´Diablito`. Mirá qué línea: Gobbi, Maffia".

"Me batieron que el solo fue un balazo. El fueye parecía un hijo que se duerme. Tres fueyes tuve, ningún pibe. Sabés cómo quiero a los fueyes...Después de todo los vas formando como a un hijo".

"Terminé la entrada y sentí que el viernes estaba hecho. Por eso digo, como un faso se piantó. Pero qué faso.... Los viernes se estiran hasta las 3 de la mattina. ¿Qué voy a hacer con lo que sobra?".

"Me da vergüenza tirar cuatro o cinco horas. Es como el morfe. Hay gente que no tiene. Pero yo no sé guardar. El Barba Manzi me decía: ´nada te dura a vos, la noche, la guita, el escabio; te tomás todo de un trago, todo, Gordo".

"¿Qué pasa con los días? Vienen raros, mal terminados. Como los trajes de confección. Yo siempre empilché a medida. Si un día te dura una hora y media, ¿quiere decir que rifás el tiempo, o que estás vivo al mango?".

"Tendrían que ser más cortos los días. Por lo menos los viernes. No va más hoy. Estoy hecho. Que traigan otro día. Viernes, o lunes. Pero que sea nuevo, vacío. Andá a comprar uno, cualquier guita pago".

A esa altura alguien lo interrumpió: "¿cómo estás, Gordo?".

Sin mirar al que lo había saludado, acaso hablando con Orlando Goñi, Troilo dijo: "tan bien estoy que lo único que me puede parar es un vidrio roto".

Telam
 

      Todos los libros están en Librería Santa Fe