Carta
abierta a José Pablo Feinmann
Por Camilo Traverso, miembro de la Juventud Guevarista
Hace tiempo que como jóvenes venimos siguiendo las declaraciones que por
distintos medios usted publica acerca del caso del asesinato de Mariano
Ferreyra, y otras de sus constantes ataques a diferentes (muy diferentes)
corrientes de la izquierda en nuestro país, tanto del pasado como actuales. Las
hemos leído en los artículos sobre el peronismo publicados en Página12, en
alguna contratapa del mismo, en varios de sus libros, y más recientemente en su
último trabajo que hoy viene a presentar a la ciudad de La Plata. También
seguimos el debate público con Altamira, y decidimos participar con nuestra voz,
sin intermediarios ni dirigentes, sin pedir permiso.
Nosotros escuchamos y seguimos atentamente lo que un hombre como usted dice
porque ha construido una carrera y una identidad personal que a nuestro juicio,
merece por lo menos respeto. Y decidimos escribirle porque sentimos que esto
ultimo, el respeto, es lo que usted perdió hace algún tiempo, o lo deja en la
mesita de luz a la hora de hablar de gente o corrientes con las que usted no
comulga; y esta falta de respeto está dirigida fundamentalmente a los jóvenes
que, pensando con cabeza propia, decidimos dedicar nuestra “edad de oro” a la
militancia socialista, como lo hacia Mariano y como lo hacemos miles de jóvenes
en todo el país.
Estamos hablando, José Pablo, de las constantes subestimaciones que usted hace a
los jóvenes militantes, tratándonos de "perejiles" que no sabemos que estamos
haciendo, de pobres ilusos funcionales a la restauración conservadora de la que
alguna vez habló su amigo “el flaco” en Página12, persona a la cual usted adora,
defiende y reivindica, como nosotros lo reivindicamos a Santucho, y por la que
como mínimo tenemos eso que a usted le falta, respeto.
¿Acaso usted piensa que salir a la calle a luchar para que se termine el trabajo
tercerizado, estrellita del menemismo que hasta hoy brilla con la misma
intensidad, es hacerle el juego a la derecha? ¿O qué los trabajadores del diario
clarín que pelean por sus derechos sindicales más elementales también le hacen
el juego a la derecha, como afirman en 6-7-8? ¿Acaso no es el pueblo el único
que salvará al pueblo? Si no es el pueblo, y piensa que son Cristina y Hugo,
dígalo sin miedo, plantéelo: no hay que pelear por los derechos de cada quien,
hay que esperar a que el gobierno nos resuelva los problemas, porque toda lucha
indirectamente desgasta al gobierno y eso no sirve. Sería más digno que
agarrársela con Altamira o con el comandante Roby Santucho, que también dio su
vida por el socialismo, aunque a usted no le guste, y a los que constantemente
descalifica poniendo la crítica política en un segundo o tercer plano. Porque
cuando uno critica de forma constructiva lo hace porque quiere avanzar, sumar,
convencer, pero usted destruye, destruye y destruye a todos los que hablamos de
las contradicciones de este gobierno y de la necesidad de cambiar el modelo de
país por uno realmente popular.
Usted pertenece a esta corriente en la que han caído muchas figuras interesantes
del periodismo y la política argentina, la intolerancia progre kirchnerista,
donde toman el té Galasso, Verbitsky, los periodistas 6-7-8 y usted, la gente
que esta “holgada” con este modelo. Y critican a los que no estando así salen a
la calle a pedir por ser escuchados. A pesar de ello, estas figuras merecen
nuestro mayor respeto y nos gustaría discutir también con ellos estas cosas,
porque deben sentirse realmente parte de esta propuesta política y las pasiones
a veces nos llevan a malos entendidos a afirmar cosas de las cuales después nos
arrepentimos. Pero usted viene siendo muy claro.
Si solo fueran estas cosas las que queremos discutir, no valdría la pena esta
carta. Pero usted dio un paso más profundo que es necesario señalar, y quiero
citar textualmente: “Lo peor que puede pasar es la violencia. El descontrol que
se busca con los motines, con los escándalos. Altamoria tiene a sus pibes a un
paso de los fierros o a un paso de justificar los fierros de los otros, algo que
ya ocurrió el pibe Ferreyra”
Primero. Usted plantea que cortar el ferrocarril como medida de lucha de los
trabajadores tercerizados es un motín. Una cosa es no estar de acuerdo con el
método de lucha, lo podemos discutir, pero otra es poner a la victima de todo
esto, que es el trabajador con sus derechos vulnerados que reclama, en el lugar
del delincuente, al decir indirectamente que es un motín. Primera mentira, José
Pablo.
Segundo. Se ve que conoce poco de la línea política del P.O., ya que son
bastantes críticos de la cuestión de las armas, lo fueron en los 70, y lo siguen
siendo ahora. Para hablar hay que conocer, y dudo que usted no conozca esto, así
que segunda mentira.
Tercero. ¿Qué significa a un paso de justificar los fierros de los otros?
¿Significa que salir a pelear justifica las balas de la represión? ¿Para quién
justifica eso? Porque para la sociedad entera no es así, que condeno este brutal
asesinato. Lo justifica para los poderosos y mafiosos como Pedraza que no
quieren perder el poder que tienen desde hace muchos años y que desde el 2003
hasta el trágico día que murió mariano no disminuyó, todo lo contrario; ¿lo
justifica para usted? Esperemos que no, pero la sensación de esos párrafos es
otra. Parece que a usted le hubiese gustado que los activistas disparen a los
barras bravas para justificar las balas del otro lado. Pero aunque eso no paso,
el muerto se lo tira a Altamira. Otra vez pone a la victima en el lugar del
culpable, recurso muy habitual en usted.
Por último, ¿Por qué le molesta tanto que haya gente que se sienta socialista,
luche por el socialismo y defienda el socialismo? Al mejor estilo Lanata, usted
está harto que le hablen de socialismo. Está obsesionado, hasta cuando no le
hablan de eso crea figuras “zurdas” inexistentes que discuten con usted desde lo
ultra para justificar sus argumentos. Aunque muchas veces esos argumentos han
sido utilizados en la realidad, usted debe ponerlos en boca de quien los dijo
como muy bien hizo con Zamora. Pero nos encontramos con simplismos, o lo que es
peor, con cosas que no se dijeron sino que usted pone en boca de los
protagonistas de la historia en sus "novelas históricas", y buscan tergiversar
las cosas, como lo hizo con Salvador Allende al cual lo pone en el lugar de un
pobre sonso, para ser suaves. Que casualidad que Allende también quería el
socialismo, por otras vías, pero el socialismo al fin.
Cuando ocurrió lo de Mariano investigamos acerca del origen militante de José
Pedraza. Nos sorprendimos al constatar su origen político en la militancia
revolucionaria, leer varios de sus discursos combativos, y después identificar
en varios momentos de la historia como lo fue cooptando el sistema para
convertirse en un defensor del las injusticias, de la burocracia, de las
empresas, eso mismo que había empezado combatiendo. Esta transformación termina
con un Pedraza asesinando a un pibe que peleaba por lo mismo que él peleaba
cuando era joven. Esa el la tragedia de Pedraza, pero no es la única.
Usted tiene su propia tragedia. Empezó militando contra las injusticias para
cambiar este sistema, y hoy lo esta defendiendo; Empezó militando contra el
miedo que aplicaban la triple A y los golpes militares contra los activistas, y
hoy se dedica a sembrar miedo planteando que no hay que luchar porque sino nos
mata la burocracia, haciendo responsables a los que luchan y no a los asesinos;
nadó contra la corriente en los casi 30 años del “no te metas” y hoy nos decís
que no hay que meterse si es por izquierda al gobierno, que nos pueden matar y
además que nos manejan los dirigentes.
El problema central, José Pablo, es que cuando se lucha siembre hay riesgos, y
los jóvenes estamos, otra vez, dispuestos a asumirlos. Y eso a usted le cuesta
entenderlo, pero lo va a tener que entender, porque estamos dispuestos a no
claudicar, como el Roby, el Che, Allende y no como usted. Y la historia va a
ajustar cuentas con Pedraza, pero con usted también. Y no estamos hablando de
violencia, los marxistas somos amantes de la paz, por eso luchamos, pero la paz
se conquista con la voluntad de un pueblo, y en el camino pasan estas cosas,
como lo de Mariano, que no nos hace retroceder, que es lo que le gustaría, sino
salir mas convencidos hacia la victoria. Cuando hablamos de ajustar cuentas
estamos diciendo que los jóvenes lo vamos a recordar como lo que es, un
intelectual orgánico al capitalismo argentino, que siempre le tuvo miedo a la
lucha, que odia la acción directa del pueblo y que se dedicó a destruir a los
que eligieron ese camino, hasta a sus propios viejos compañeros.
Este sistema es tuyo. Hacete cargo José Pablo. Y punto.
El Flaco. Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner
Fragmento del flamante libro de José Pablo Feinmann
"El Flaco. Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner". En él, JPF se refiere al
escenario político ideológico del asesinato de Mariano Ferreyra.
Para la derecha, el gobierno de Kirchner es el «zurdaje». Para el «zurdaje» es
apenas otro experimento nacional-burgués-populista que, aliado a la alta
burguesía y a las burocracias sindicales, pretende mantener el modelo
capitalista sometido al imperialismo. Uno de los que conducen a los pibes que
vocean este dislate y hasta arriesgan la vida por él es un tipo que se llama
Jorge Altamira. Un curioso revolucionario. Un revolucionario jodón. En pleno
menemismo, en plena fiesta impune, en plena joda farandulesca, la vedette Moria
Casan, que se confesó después admiradora de Videla, algo que se podía más que
sospechar desde hacía largo tiempo, inauguró un programa de tele: A la cama con
Moria. Fueron todos los políticos del país. Algunos, como Carlos Auyero, no.
Carlos Auyero sabía muy bien quién era quién. Además, su estilo sobrio, y, desde
luego, su inteligencia le hacían detectar que el jueguito propuesto por la
vedette era parte de la ética y la estética del menemismo. Pero no faltó nadie
del inconmensurable boludaje político de los noventa. Y ahí estuvo Altamira. El
punto álgido del programa era meterse en una cama con Moria, en la cama de
Moria, los dos vestidos, pero haciéndose los piolas, los pícaros, y jugar al
juego de la doble intención. Bravo, Altamira. Ni Marx, ni Trotskty ni Lenin se
hubieran perdido una joda así. Imaginate, ¡a la cama con ese pedazo de mina! A
partir de ese día a Altamira lo bautizaron Altamoria. Altamoria es el que dice
que el gobierno de Cristina Fernández es un engendro sindical-burgués y se
acerca a Duhalde y a la Pando que nos van dar, qué duda cabe, un Gobierno
socialdemócrata y, si Altamoria logra imponer sus criterios, socialista nomás,
sin vueltas. Entre tanto, los pibes de este activista meten el cuerpo, arriesgan
la vida, y siempre piensan que la revolución (por creer vivir incesantemente en
medio de situaciones prerrevolucionarias) está a la vuelta de la esquina. Es la
historia de siempre. La historia de la falta de sutileza política de la llamada
izquierda argentina, su elemental, constitutiva tosquedad. Todos son iguales
porque ninguno se propone derrocar al imperialismo. ¿Por qué? Porque todos son
la burguesía. El 7 de mayo de 2003, Luis Zamora dice que es lo mismo votar a
Kirchner o a Menem. ¿O acaso alguna de ellos se propone hacer la reforma
agraria? En el pasado, el ideologismo extremo los llevó a opciones trágicas para
todos, para ellos y para los que recibieron las represalias de los militares.
Cuando los militares dieron el golpe del 76, el Robi Santucho lanzó una Proclama
que decía: “¡argentinos a las armas! El ataque a Monte Chingolo aceleró el golpe
de Videla y le tendió una alfombra roja hacia el horror. Santucho no tenía la
menor idea de nada. Estaba infiltrado hasta en los bolsillos del pantalón. Se
abría la bragueta para hacer pipí y en lugar de su pirulín, aparecía un tipo de
la SIDE con un walkie-talkie. “Por ahora no abran fuego. El Robi está meando”.
Como sea, el Robi Santucho -a pesar del cambio de los tiempos- no habría ido a
la cama con Moria. Era un pésimo estratega, un estratega delirante, pero ponía
el cuerpo y tenía una moral. Lo mataron aquí luego de una implacable -aunque
atrozmente tardía- autocrítica que supo hacer. Firmenich, en México. Vestido de
milico. En medio de estos tipos, los que quieren hacer política, los que
rechazan los fierros, tienen que moverse con gran sabiduría. Lo peor que puede
pasar es la violencia. El descontrol que se busca con los motines, con los
escándalos. Altamoria tiene a sus pibes a un paso de los fierros o a un paso de
justificar los fierros de los otros, algo que ya ocurrió al pibe Ferreyra. Ese
cadáver es tuyo, Altamoria. Hacete cargo. Y punto.