La
hermandad del honor negado
Por Guillermo Marín*
En estos días, los soldados continentales de la Guerra del Atlántico Sur,
cierran los ojos y recuerdan lo que sucedió en esa guerra. No vieron al
mismísimo diablo, pero lo escucharon rugir, quejarse, lanzar fuego y hombres al
mar como gráciles monigotes; cadáveres de compatriotas que esas aguas coaguladas
por el frío devolvían a las costas del continente argentino. Para muchos son los
mal llamados ex combatientes (por decreto 509/88 de la ley 23109 no se reconoce
a los soldados continentales como ex combatientes), pero son acaso quienes no
hubiesen dudado en gatillar sobre el invasor hasta dejar sin una bala los
cargadores de sus FAL en defensa de la soberanía. Sin duda fueron miles de
conscriptos con apenas meses de instrucción los que se encontraban bajo bandera
en el conflicto armado que la Argentina mantuvo con Inglaterra en esos meses
negros de 1982. Soldados que cumplieron órdenes de riesgo operacional, es decir,
afectados a cuestiones de logística en el litoral marítimo, reconocimiento y
defensa o designados a otras tareas en zonas estratégicas donde aún se discute
si pertenecían o no al T.O.A.S. (Teatro de Operaciones del Atlántico Sur).
Aunque según Alejandro Martínez, entonces soldado continental del Regimiento de
Infantería 1º Patricios, cuando le pregunto por qué se considera un ex
combatiente, argumenta: “Las leyes vigentes nos contemplan en su redacción y en
su espíritu. Así lo han dictaminado varios fallos de la Corte Suprema de
Justicia. La defensa, por ejemplo, a la que estábamos afectados los
continentales, está determinada en los manuales de las Fuerzas Armadas como una
operación táctica de actitud defensiva con característica básica y su
clasificación de combate”. Este y otros son los argumentos que estos veteranos
de Malvinas les exponen a los funcionarios del gobierno de turno cada vez que
piden ser escuchados. Hace poco, el ministro del Interior Florencio Randazzo fue
categórico: “Los únicos que tienen resarcimiento histórico moral y económico son
los que estuvieron combatiendo en Malvinas. Sin embargo, Gerardo Insaurralde,
quien perteneció al Escuadrón Pringles del T.O.A.S. y que hoy encabeza junto a
Martínez la organización Veteranos Continentales, me aclara: “Randazzo se
expresó sobre aquellos continentales que no cumplieron órdenes de operaciones de
riesgo de combate, es decir, personal que no éramos nosotros”.
Es que en estos días se sigue hablando de una fracción de la milicia de la
Guerra de Malvinas que en la actualidad es imposible reconocer: la mayoría de
ellos se presentan detrás de una barba espesa o de una incipiente calvicie;
cuerpos que han tomado la forma de la vida urbana y civil. De todos modos, los
soldados del continente reclaman sus derechos. Los exigen ante ámbitos
parlamentarios y judiciales. Hacen marchas, acampan en avenidas céntricas
(Veteranos ya lleva tres años apostada en Plaza de Mayo), se encadenan a las
vallas del Congreso Nacional o conciben huelgas de hambre por tiempo
indeterminado. Se consideran a sí mismos como marginados de la historia porque
desde la finalización del conflicto no han recibido resarcimiento monetario, ni
tan siquiera las medallas de rigor.
Es curioso. En un tratado del Ejército Argentino firmado por el Mayor Miguel
Ángel Uribe y otros, se desprende que un combatiente es cualquier miembro de las
Fuerzas Armadas con uniforme y portación de arma, exceptuando el personal
sanitario y religioso. ¿No se encontraban bajo estas mismas dimensiones esos
chicos que fueron enrolados para la batalla? Otro tanto sucede con el tratado de
la Haya de 1907 (vigente durante el conflicto) cuando explica que una de las
condiciones para ser combatiente es “Tener a la cabeza una persona responsable
por sus subalternos”. Si bien nadie discute que sus participaciones en la guerra
fueron las mismas que las de aquellos conscriptos u oficiales del ejército que
actuaron en suelo malvinense, la intervención del soldado continental fue tan
vital como necesaria para el desarrollo de la contienda. De hecho, según
registros históricos, diecisiete soldados continentales perecieron en esas zonas
donde aún se cree que allí ninguna bala fue disparada. Pero lo que
verdaderamente refuerza los argumentos de estos hombres es lo manifestado
recientemente vía diplomática por la Asociación Republicana de Antiguos
Combatientes (ARAC) con sede en Francia desde 1917. “Esta zona de guerra [el
continente] fue definida en la ley 22674, considerando el riesgo de vida al que
se exponía a todos los participantes del conflicto”. Y agrega:”Apoya [la
entidad] el legítimo reclamo de los excombatientes del T.O.A.S. aún no
reconocidos como veteranos de guerra de Malvinas en los beneficios y legislación
vigente”.
Todo indica que estos hombres, tras 29 años de lucha, nunca dejarán de
manifestar su protesta pese a las negativas gubernamentales. ¿Será porque fueron
soldados? Tal vez algún día consigan la reparación histórica tan anhelada.
Quiérase que les alcance la vida. Muchos de ellos están sin honor bajo cruces.
*Periodista
desechosdelcielo@gmail.com