El
sol del 25 viene asomando
Poe Arturo Trinelli *
Desde el 2003, a las jornadas históricas de Mayo de 1810 se le suma el recuerdo
de la asunción de Néstor Kirchner a la Presidencia, dando origen así a una de
las etapas más importantes del país desde el retorno de la democracia. El 25 de
Mayo constituye entonces una fecha sensible para los argentinos, ya no solo
desde el punto de vista de la épica revolucionaria de los integrantes del Primer
Gobierno Patrio, sino también por ser el inicio de la recuperación política y
económica de la Argentina luego de una de las peores crisis de su historia.
Este año, además, evoca el primer aniversario de aquellos memorables festejos
del Bicentenario, que durante los meses previos fueron sometidos a una intensa
campaña de desprestigio por parte de muchos medios de comunicación, asegurando
que no tenía sentido participar de una celebración “manipulada” por el Gobierno.
Esta operación, recordemos, tuvo como lugar común el destaque del Primer
Centenario. Se reiteró hasta el cansancio que en la Argentina finisecular “llena
de riqueza y prosperidad” la algarabía del pueblo había desbordado los espacios
públicos. Poco o nada se dijo, sin embargo, que dichos festejos transcurrían
mientras la oligarquía gobernante reprimía trabajadores y cercenaba derechos.
Así, esta tergiversación consideraba aquella etapa como próspera y gloriosa para
forzar un contraste con un presente de aparente decadencia. Para los eternos
románticos del granero del mundo, sin dudas habrá sido una gran decepción haber
hecho un pronóstico tan equivocado de lo que serían los multitudinarios festejos
que finalmente tendrían lugar en el país. Aquellas celebraciones con millones de
personas en las calles fueron la prueba contundente de un sentimiento colectivo
dispuesto a ser protagonista de un momento único.
La efeméride de nuestra historia reciente obliga entonces a un breve repaso de
la situación económica de aquel difícil 2003, para analizar la notable
recuperación argentina en menos de una década. Al igual que muchos logros claves
del kirchnerismo en otros frentes - renovación de la Corte menemista, impulso a
la política de derechos humanos, ley de medios y de matrimonio igualitario,
entre otras- el crecimiento económico del país ha sido una característica clave
de esta etapa, marcada por la posibilidad de decidir y ejecutar la política
económica sólo desde la Casa Rosada. Ocho años atrás, Argentina tenía una
importante restricción externa por el elevado nivel de endeudamiento, y una
flagrante deuda interna por los indicadores sociales que reflejaban un 24,7% de
desocupación y un 52,3% de pobreza. Para ello, fue clave comenzar a transitar la
senda del desendeudamiento como herramienta que devolviera soberanía política e
independencia económica al país. En ese sentido, las reestructuraciones del 2005
y el 2010 fueron fundamentales para reducir el peso de la deuda en el PBI y
reprogramar sus vencimientos de manera de ser saldada sin costo social y con una
importante quita de su valor nominal. Importante en este proceso fue también la
cancelación de la deuda con el FMI. No tanto por el monto en sí, que en relación
al total no era tan significativo, sino por el contenido simbólico de una medida
que suponía terminar con el protagonismo que el Organismo había tenido en la
política argentina prácticamente desde su creación en 1945.
La decisión de mantener un tipo de cambio administrado posibilitó alcanzar los
superávits gemelos que le permitieron al país estar al resguardo de las crisis
financieras y neutralizar su impacto local. La acumulación de reservas y el
incentivo al consumo y al mercado interno fueron sus pilares, para lo cual se
logró reducir el desempleo de aquellos alarmantes niveles al actual 7,4%, al
tiempo que se reactivaron las paritarias como negociaciones colectivas para
discutir salarios. Así, la cantidad de acuerdos y convenios homologados por el
Ministerio de Trabajo ha sido mayor cada año, incluso durante el 2009, momento
de mayor impacto de la crisis internacional en la región.
La inclusión jubilatoria constituye, al igual que lo logrado en materia de
desendeudamiento, otros de los grandes hitos de la gestión kirchnerista. La
reestatización de los fondos administrados por las AFJP permitió la
incorporación de 2.4 millones de jubilados nuevos y posibilitó un incremento de
sus haberes en casi un 500% desde el 2003, con dos aumentos anuales garantizados
por ley y un crecimiento de la jubilación mínima en un 238%, que fueron
reposicionando estos haberes hasta alcanzar el 50,6% de los sueldos de los
activos, además de representar en la actualidad la tasa de cobertura más
importante de Latinoamérica. Al mismo tiempo, hoy la ANSeS financia una gran
cantidad de emprendimientos productivos y realiza inversiones que fomentan
empleo y funcionan como reaseguro de esos fondos para otorgarle sustentabilidad
al sistema.
La recuperación de los recursos en manos de las AFJP también permitió
implementar la Asignación Universal por Hijo, una de las medidas más inclusivas
de las últimas décadas, cuyos efectos en la matrícula escolar y de salubridad
han sido notables desde su ejecución en octubre de 2009.
De igual modo, el plano regional fue otro elemento distintivo de la política
kirchnerista. El vínculo con los países vecinos representa una clara ruptura con
el pasado, donde se priorizaban solamente las relaciones con los poderosos.
Argentina entendió que un crecimiento sostenido sólo era posible a partir de la
integración comercial y política con sus vecinos, fortaleciéndose regionalmente
para incrementar la competitividad internacional. Decirle no al ALCA en aquella
cumbre de Mar del Plata en el 2005 ya es un emblema de esta nueva manera de
entender la inserción internacional del país, que a lo largo de estos años
demostró su eficacia recuperando protagonismo en lugares destacados de Unasur,
el G20 y el G77 + China, además de lograr ser mundialmente reconocidos por el
desarrollo nuclear con fines pacíficos y por poder encolumnar a gran parte de la
comunidad internacional en el reclamo de soberanía en Malvinas.
Por supuesto que el trayecto no estuvo exento de tensiones y contramarchas,
además de la tristeza por la muerte de quien inició esta nueva etapa en el país.
Quizás la más recordada fue la polémica por la Resolución 125 que motivó el
lockout patronal y le quitó apoyo político al Gobierno. No obstante, frente a
pronósticos apocalípticos que hasta auguraban una entrega anticipada del poder,
supo recomponerse y recuperar capacidad de iniciativa política al tiempo que la
oposición dilapidaba la chance de constituirse como alternativa de poder.
No caben dudas entonces que, desde el 2003, se confirma el inicio de un nuevo
modelo de desarrollo, porque todos estos cambios actuaron directamente sobre uno
de los ejes principales del esquema impuesto en los años ’70 y fortalecido
durante los ’90, vinculados a la desestructuración del aparato productivo y la
desindustrialización del país.
Es por eso que, aún con desafíos pendientes de cara a los próximos años,
Argentina no puede darse el lujo de desperdiciar el proceso de recuperación
alcanzado en todo este tiempo. En un año de elecciones, esta firme convicción
debería tenerse en cuenta a la hora de evaluar propuestas de candidatos o
alternativas de gestión para el próximo período. Sólo la certeza del Nunca Menos
podrá garantizar que cada 25 de Mayo haya un sol asomando para la Patria
soberana e independiente que imaginaron aquellos históricos revolucionarios de
1810.
* CLICeT- La graN maKro