“Se está plasmando el fruto de la militancia de los 70”

Entrevista al sobreviviente de la dictadura Gustavo Calotti. La historia y la actualidad

Calotti frente al edificio de Obras Públicas, epicentro de las marchas de la UES en 1975 para reclamar el boleto estudiantil

El platense Gustavo Calotti fue secuestrado y arrojado a lo más profundo del horror de la dictadura cuando era un adolescente de 17 años y cursaba el quinto año del Colegio Nacional. Junto a Emilce Moler, Pablo Díaz y Patricia Miranda, es uno de los cuatro sobrevivientes de los operativo realizados en septiembre de 1976, con epicentro en la madrugada del 16, más tarde bautizada como la Noche de los Lápices, en los que la Policía Bonaerense secuestró a un grupo de estudiantes por su militancia en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES).

De todos ellos, María Clara Ciocchini, Claudia Falcone, Claudio de Acha, Daniel Racero, Horacio Húngaro y Francisco López Muntaner, permanecen desaparecidos. A 35 años de aquel episodio, en una entrevista con Diagonales el sobreviviente recordó esos hechos, y se sigue entusiasmando con la militancia de los jóvenes: “Está bien que los jóvenes participen en política: el mundo es de ellos, el futuro es de ellos, y si no participan se los van a masticar tipos de otra generación con, tal vez, otros intereses”, resaltó.

-¿Cuándo lo secuestraron?
–A mi me detuvieron en mi trabajo el 8 de septiembre. Yo trabajaba como cadete de correo en la oficina de Tesorería de la Jefatura de la Policía, que estaba en calle 2, entre 51 y 53, donde ahora funciona el Ministerio de Seguridad. Ese día, a las cinco de la tarde, me llamó mi jefe a su oficina donde estaba con otra persona, que después me enteré que era el Comisario Luis Vides, que de entrada me amenaza y me detiene diciendo que yo era una especie de infiltrado. De esa oficina me llevaron a la Dirección de Investigaciones que estaba en la planta baja del edificio y que estaba a cargo de Miguel Etchecolatz. Ahí me esposaron, me cubrieron con una manta y a las dos horas me sacaron y me llevan a un lugar que yo más tarde identifiqué como (la Delegación de) Cuatrerismo de Arana. Ahí siguieron quince días de los cuales 10 fueron de torturas. Y el 23 de septiembre nos trasladaron a la mayoría de la gente que estaba ahí. La primera parada fue en un lugar donde bajó mucha gente, entre los que estaban todos los chicos que están desaparecidos de la Noche de los Lápices. También bajó Pablo Díaz. A mi, con otro grupo , nos llevaron a la Brigada de Investigaciones de Quilmes. Ahí bajamos Emilce Moler, Patricia Miranda, Santiago Servín, José Giampa, Rosa Giampa y otros. Estuve durante tres meses más hasta que nos trasladan a algunos de nosotros a la comisaría Tercera de Valentín Alsina, y al cabo de un mes nos legalizaron y nos llevaron a las unidades carcelarias: a Emilce a Deboto, con patricia Miranda; y a Walter Docters, Pablo Díaz, y a mi a la Unidad 9. Yo entré el 21 de enero de 1977 y estuve unos años preso a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN). Me liberaron el 25 de junio de 1979.

–Con el libro y sobre todo con la película "La noche de los Lápices" (1986), se plantea lo que había pasado ¿Cómo cree que varió ese relato con el paso del tiempo?
–Tiene el mérito de dar a conocer a la sociedad argentina un aspecto de la represión que la mayoría de la gente ignoraba, sobre cómo era la represión a jóvenes adolescentes y de qué manera se los trataba. Ese es el valor. En cuanto a los hechos hay muchas cosas que para mí no son reales. Lo que pasa, es que cuando María Seoane hace su libro se apoya en los dichos de un solo sobreviviente ignorando a los otros tres.

–De todas formas se convirtió en un relato que persiste…
–Esa es la importancia que tuvo y sigue teniendo porque a cada pibe que le preguntas reconoce la película o escucharon el nombre. También instauró un día de memoria. Son símbolos. Pero cuando comienzan los juicios hay que ir más allá para que estos tipos que participaban de estos actos sean juzgados y condenados.

–¿Cómo evolucionó ese discurso?
–Durante muchos años estuve muy descreído de este país. Pensaba: “¿Todo ese sufrimiento de esos años anteriores bajo la dictadura no sirvieron para nada? ¿Fue sangre derramada al pedo?”, y tenía un sentimiento muy amargo. Pero luego en el año 2001 cuando la gente sale a manifestar y más tarde con el gobierno de Néstor Kirchner la juventud se vuelca masivamente a militar, me di cuenta de que hubo un proceso histórico que te demuestra que el pueblo acumula sabiduría, capacidad de movilización, y para mi se está plasmando en la realidad de hoy lo que fue la militancia, o de alguna manera, el fruto de la militancia en los setenta.

–¿Cómo ve la militancia de los secundarios y la juventud actual?
–Si uno observa del año 2000 a esta parte, se da cuenta que la militancia ha crecido de manera exponencial. Es hermoso ver cómo los muchachos se movilizan, cómo se crean centros de estudiantes. Y un centro de estudiantes no es para armar lío; es para mejorar el lugar donde estas estudiando, que ese lugar no sea una isla en la sociedad, sino que tenga una coherencia con la realidad de tu país, mejorar planes de estudio… Y ver que hoy se están logrando cosas me parece fantástico. Lo vimos el año pasado con los secundarios de Buenos Aires que tomaron las escuelas porque Mauricio Macri no invertía un peso.

–¿Qué opina sobre que la militancia secundaria articule con espacios políticos más amplios?
–A mi me parece excelente. Yo he conocido realidades en las que los estudiantes se movilizaron por sus reivindicaciones y no querían relación con los partidos políticos porque habían escuchado de sus mayores que iban a ser manipulados. Y me parece que no es así. ¿Por qué un pibe no va a militar en La Cámpora? ¿Por qué no va a aceptar la solidaridad de los partidos políticos? ¿Por qué no va a militar, además de en el centro de estudiantes, en un partido político? A mi me parece genial eso, porque la implicancia de una persona en la política hace que el país avance. Cuando las personas se cruzan de brazos y piensan: “Para qué si me van a joder igual”, ahí es cuando hay que preocuparse.

Asterisco
 


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