Joselo Schuap: El musiquero de los caminos

Por Pedro Jorge Solans *

Es incansable. Conduce un Mercedes Benz 1114, Modelo 61, con una maestría similar con la que empuña la guitarra y entona su voz para perpetrar sus “atentados culturales”. Joselo Schuap deja huellas por donde pasa con su colectivo, “el Dino”, -diminutivo de dinosaurio-, transformado en un centro cultural itinerante con el que choca todos los pueblos y todas las escuelas rurales que encuentra en su andar. Lidera el grupo de artistas itinerantes H20 y canta chamamé a morir.

A Joselo no le hace falta presentarse como misionero porque lleva pegada la tierra colorada, el chipa, el mate y suena con la armonía de las cataratas del Iguazú. Este joven musiquero nacional no concibe la vida sin música, sin compromiso, sin libertad, sin compartir, sin amistad. Defiende el ambiente sin concesiones y no negocia ni un milímetro de agua, de oxígeno o de tierra. Dice que, junto a su amigo Pochosky, el payaso de las plazas públicas, anda abrazado a la última gota de agua del Planeta, y ¡minga que se la van a sacar!

Precisamente el juglar de la tierra colorada no sabe de distancias ni de tiempos, por eso, va sumando amigos que desde La Quiaca hasta Cabo Vírgenes suben y bajan del “Dino”.

El “Dino” no se detiene y lleva arte a los rincones más inhóspitos del país. El colectivo pintado con un mural por fuera y lleno de chamamé, libros, artesanías y costumbres por dentro, es la casa de quienes siguen a este genial artista que enlaza los pueblos más remotos, cantando, contando historias, llenando de colores las plazas y los patios de los ranchos de nuestro país profundo.

En uno de esos viajes, Joselo de misiones, como le gusta que lo llamen, respondió algunas preguntas, mientras todo parecía un sueño, un escenario de ciencia ficción, un viaje salvaje, imponente, interminable, lleno de historias de vida, repleto de argentinidad.

“Los paisajes se suceden pero no dejan de lado los misterios y las luchas de sus pobladores que aún hoy desafían a la geografía y al destino”, señala el cantante que ceba un mate y parece aprestarse a dar batalla, y seguir en un viaje impredecible como la vida misma, sorprendente y eterna, con sus paradas y sus distintas velocidades.
El viejo Mercedes avanza lento, al compás de los tiempos de los personajes que se pierden en la distancia, en la contemplación y en una Argentina poco conocida.

Joselo muestra y canta ese país en perspectiva, en movimiento, con los encuentros y desencuentros de quienes no quieren doblegarse.

“Mirá, el único que terminó riéndose en mi pueblo fue el loco Tito, y una vez, le preguntaron: ¿Tito, por qué vos vivís riéndote? Y Tito respondió; porque ustedes se burlan de mí porque soy distinto y yo me río de ustedes porque son todos iguales, ¿Entendés?”, me dijo Joselo antes de saborear un cebado.

¿Cómo podrías definir tu música?

Creo que lo que hago es acción cultural. Me manifiesto a través del arte. El panadero lo hace a través de la masa que leuda. El campesino, de la forma en que cuida la semilla para que no sea apoderada por el gran negocio de los transgénicos. El maestro enseñando que hay otras historias. Lo mío es música del Litoral con la frontera pegada a la piel como un tatuaje. Hago chamamé, shotis, polca, con c y con k, es decir, de Paraguay y europea, y porque no, en algún momento rock y fusiones a las que no podemos escapar. Jimy Hendrix e Isaco Abitbol, que están en nuestro cielo. Hago política cultural, afilada como un machete, pero no para herir, sino para el trabajo, la construcción, el abrir camino, si amerita y tengo, que no creo autoridad para decirlo, un machete y un chamamé afilado para limpiar la maleza de lo que no suma, de los culos en la tele por el rating, -no porque no nos gusta- sino porque nuestras guainas menores de edad de Misiones son raptadas por la mafia de la trata de personas para exportarlas al mundo. Son almas niñas e inocentes. Entonces, que el culo no nos tape el alma. Hago chamamé y me importa todo desde allí. Mi pueblo es digno, y baila chamamé con dignidad.

¿Qué significa para vos ser un artista comprometido?

Los verdaderos artistas están comprometidos con su realidad. Es la devolución que tenemos que tener para vivir de lo que nos gusta en un mundo con gente sin casas, sin Patria, sin agua, sin sonrisa, sin sueños, sin hijos, sin padres, sin paz. Cómo puede haber artistas que no ven que hay un mundo que llora y les duele la vida. El artista que no ve esta realidad finge en su arte. Es mi humilde opinión. No digo que sea la única verdad. Tal vez, haya descorazonados que componían canciones tremendas. Igual, no los conozco.

¿Cuáles son las ventajas y desventajas de ser un juglar popular y vivir fuera de Buenos Aires?

La única ventaja es que está en contacto permanente con la naturaleza, dormís con la puerta abierta, comprás en el almacén del barrio y te fían sin pedirte garantías. Ahora, en lo que respecta a la producción artística es difícil porque en Buenos Aires está todo, y yo vivo a 1200 kilómetros. Cualquier trámite te lleva 20 horas de viaje para ir, y otras tantas para volver. Pero no es cierto que Dios atiende solamente en la Capital. Dios está en todos lados. Lo que está en la Capital son las oficinas, los canales, las productoras, la sede de Sadaic.

Cuando me preguntan de dónde soy, les digo de Misiones, de seguido escucho, "qué lejos estás" y, entonces, les pregunto, ¿lejos de qué..? Estoy cerca del rio Paraná, de las Cataratas del Iguazú, del monte. Lejos están ustedes de todo eso...

Los vecinos de las grandes ciudades son gente muy buena. No creo en las diferencias geográficas dentro del país. El país es unitario políticamente, es unitario porque traicionaron a Gervasio Artigas, al comandante Andresito, porque la Revolución de Mayo quedó inconclusa socialmente, pero los argentinos tenemos identidad, desde el misionero hasta el patagónico. La geografía nos une no nos separa. Yo sigo viviendo en Misiones con mi gente y vengo a la Capital porque también es mi Capital.

¿Qué aportes recibiste de la música brasileña y de la paraguaya. Cómo es el arte de frontera?

Brasil es un gran país que se apoderó de la imagen de la alegría a pesar de su tristeza, (aunque la alegria no es solo Brasilera, dice Charly García) pero nos venden eso. Pero pocos argentinos saben que el chamamé penetró en el sur de Brasil de una forma tremenda e increíble.

Sin embargo, hay que admitir que la música brasileña con su componente afro nos contagió de una manera significativa. Asimismo la música del Paraguay, el 6x8, uno hace arte en la frontera y debe tener la mente abierta como para no dejarse llevar por la frontera. La música no tiene frontera, es fácil decirlo, pero hay que cumplir con esa visión regional compartida.

¿Cuáles de tus trabajos pegó más en la gente?

Mi primer disco en apoyo a los campesinos pequeños de Misiones, a los colonos yerbateros, a los mensúes, y un tema que es himno reconocido por ellos como “Tractor Opaco”. Luego, apareció “Agua Bendita” que ha entrado en el corazón de la gente porque en ritmos alegres defendemos la selva, el río, las reservas acuíferas como el Guaraní o los Esteros del Iberá, denunciamos la realidad de los barrios relocalizados por la construcción de Yaciretá, entre otros temas. Gracias a Dios, no se puede agradar a todo el mundo. El que lo hace tiene un problema.

¿Qué te proponés en los recitales en las plazas de los pequeños pueblos?

Llegar a donde otros no llegan porque no pueden o porque no les interesa, o porque no les importa; pero yo me siento útil como parte de una historia chiquita. Siempre me pongo el overol de laburante, y a mí me sirve y eso basta.

Cuando subo a grandes escenarios no dejo de pensar en la gente de las plazas. En esa gente que ve desde lejos Cosquin, Jesús María o los grandes recitales. A veces, pienso cuando termino un recital en los grandes festivales o en Europa que no lucen como en la plaza de un pueblo, como dice mi amigo León (Gieco) que ha recorrido más pueblos que Jorge Cafrune de a caballo.

¿A quiénes tenés como referentes musicales?

Mis referentes son los que me emocionaron, desde el estilo musical, o desde la poesía, o desde sus posturas ante las realidades. Soy un músico sencillo que hace chamamé, pero escucho mucho rock, tango, jazz, aunque confieso que el chamamé es lo que más me emociona, porque lo llevo en mi sangre.

¿Qué coincidencias y qué diferencias encontrás entre la música de las provincias litoraleñas, por ejemplo, correntina, misionera y chaqueña?

Son tres provincias bien distintas, y por consiguiente, su folclore, sus costumbres son distintas, como los guaraníes de los tobas, de los wichis, de los mocovíes; pero compartimos el mismo río, el mismo acuifero, el mismo aire.

El chamamé es un componente unificador indiscutido, aunque hay otros ritmos, y debatir sobre los ritmos es como debatir sobre las etnias. Ahora, el chaqueño Zitto Segovia, el misionero Teodoro Cuenca,o Fermin Fierro, que ya no están, y los de hoy, Mario Bofill, Lucas Segovia, Coqui Ortiz y mis compañeros de ruta, coincidimos en que somos del Nordeste , aunque pintemos cada uno con su color.

¿Y cómo misionero qué opinás de Ramón Ayala, Chango Spasiuk, Teodoro Cuenca y de la nueva trova como los Hermanos Núñez, Fabián Meza?

A Ramón Ayala hay que agradecerle por todo lo que nos dio. Es uno de los grandes poetas argentinos, su repertorio es tan rico que sólo se lo puede comparar con Atahualpa Yupanqui, Horacio Guarany… o sea está entre los notables. Es cuestión de recordar temas como El Mensú, Posadeña linda, gualambao, el cosechero, y a mí me tocó estar con él en el escenario de Cosquin, y fue maravilloso. Estar con él es aprender todo el tiempo. En tanto, el chango Spasiuk es un amigo que aconseja y yo le creo porque sabe; además, soy su admirador musicalmente. Teodoro Cuenca es un músico que esta tan vigente como cuando estaba vivo y grababa. Sigue cantando como un fresco compositor de Misiones, y su voz es Misiones. Oriundo de Oberá. Su versión de “Farol de sueños” es la mejor de todas. Yo grabé la misma canción, y luego escuché por radio la versión de Teodoro y me quise morir. Es insuperable. Igual, la música no es una competencia, sólo sirve cuando uno ve que otro es mejor que uno, como en este caso.

Los Núñez y Fabián Meza van a quedar en la historia grande de la música misionera, por talentosos y buena gente. Para mí es un orgullo ser contemporáneo y compañero de camino de Pico, Chavito y Fabián. Su amistad es un orgullo para mí. Tenemos la cooperativa del Movimiento Popular Misionero (MPM), que está creciendo y será útil para muchos, y se verá con el tiempo.

* Director de www.eldiariodecarlospaz.com
 


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