Matar la vida

El debate por la despenalización de la práctica del aborto

Por Guillermo Marín*

Las imágenes del documental La odisea de la vida, que retrata el momento de la concepción, acaso contenga la evidencia más contundente a la hora de pensar en la despenalización de la práctica del aborto en la Argentina: la vida sucede sin permiso. Son escenas logradas con la más alta tecnología y que por lo visto, simulan primero la explosión de millares de espermatozoides buscando un óvulo para fecundarlo. La carrera es sin cuartel, sin atenuantes: son incontables células del tipo haploide (aquellas que contienen un solo juego de cromosomas o la mitad) que pugnan por llegar a un sitio que ni siquiera Julio Verne hubiese imaginado. El film cierra con la formación completa de un niño por nacer. Pero lo que queda de esas escenas en uno es una sensación que ondula entre el asombro y la profanación (entiéndase el término sin connotación religiosa alguna). Profanar significa también debilitar; y en este orden, cabe preguntarse ¿hemos vuelto a amortiguar con sopores de limpieza social la idea de que alguien que mata a un ser humano en las entrañas de una mujer es un benefactor de la niñez? ¿Dónde comienza (y termina) la legalización de un crimen? ¿Qué pensarán los genocidas de la humanidad sobre la interrupción violenta de un embarazo perpetuado por alguien con carnet para matar? Da escalofrío pensarlo. Aunque lo que verdaderamente preocupa es la estadística: ¿Cuántos son los que hoy en la Argentina detienen los latidos de lo que para muchos es nada más que algo que se puede desechar como una escupida? Espanta de sólo asumirlo.

*Periodista
desechosdelcielo@gmail.com

 


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