La
niñez amenazada
Por Guillermo Marín*
Lanzados así de golpe los apellidos Santillán, Bustamante y Rodríguez no dicen
nada. Aislados de sus nombres y de sus circunstancias son nada más que tres
apelativos que remiten a cualquier persona. Sin embargo, cada uno de ellos alude
a un niño asesinado en circunstancias semejantes o disímiles a otras, pero con
un factor en común: la negligencia con la que proceden padres y tutores (y en
mayor medida el Estado) cuando se trata de proteger la niñez de una persona. Si
bien en la mayoría de las situaciones la violencia de género es determinante en
hechos de infanticidio o femicidio vinculado a niñas y niños, los casos
mencionados se suman a otros 16 (según la Asociación Civil La Casa del
Encuentro) acaso menos resonantes pero no menos brutales de chicos ultimados en
lo que va del 2011. Niños indefensos ante asesinos circunstanciales o psicópatas
premeditados que les arrebatan la vida en la cotidianeidad de sus hogares. Caras
y manos conocidas que de un momento a otro se transforman en semblantes de odio
y garras asesinas en el marco de episodios de violencia doméstica o con el
objetivo de castigar a las madres. Homicidas que ajustan cuentas en nombre del
crimen organizado y que se abalanzan sin piedad sobre mentes vírgenes y cuerpos
frágiles. Todo esto sumado a una tendencia que lleva un rótulo recurrente:
desidia parenteral. Hace poco, en la localidad de Cañuelas, un niño de tres
años, y ante la mirada atónita de su abuela, murió arrollado por una camioneta
mientras se encontraba cortando una flor en una calle de tierra lindante con la
ruta nacional Nº 3, cerca de las 21. Aparentemente, Juan Naranjo se “soltó de la
mano” de su familiar y en minutos perdió la vida.
“¿La sociedad Argentina dejó de cuidar a sus niños y a sus jóvenes?”, se
pregunta el psicólogo Sergio Sinay. Y agrego: ¿Qué estamos pensando los adultos
cuando ofrecemos a nuestros menores como si fuesen bofes jugosos a los perros
hambrientos de la droga, el alcohol, la noche (también de día se secuestra y se
mata), o a la pareja de la madre separada que venga un despecho asesinado a su
hijastro? No son conductas adultas. ¿Hacia dónde miramos en el momento de
vigilar a nuestros hijos? ¿Con quién o con quiénes están? ¿Corren riesgo en la
calle donde caminan solos? Maltratar a un menor es no pensar en ellos.
Los expertos en comportamiento infantil aseguran que la negligencia es una falta
de responsabilidad parental que ocasiona una omisión ante aquellas necesidades
para su supervivencia y que no son satisfechas temporal o permanentemente por
los padres, cuidadores o tutores. Y que comprende una vigilancia deficiente,
descuido, privación de alimentos, incumplimiento de tratamiento médico,
impedimento a la educación, y otras múltiples cuestiones. Por otra parte, según
la doctora María Inés Bringiotti del Programa de Investigación en Infancia
Maltratada de la Universidad de Buenos Aires, "hay ciertas tendencias
sociodemográficas que inciden en transformaciones en el plano familiar". Cada
vez hay más familias monoparentales (en general, madres solas) y divorcios. Por
otra parte, el doctor Eduardo Hernández, Venezolano, pediatra y terapeuta de la
conducta infantil, de paso por Buenos Aires me dice que “Las sociedades son
generadoras de maltrato infantil, de hecho, el modelo sociológico, describe el
abandono y aislamiento social de los menores como causa de maltrato a menores,
éste es uno de los modelos que tratan de explicar el origen y mantenimiento de
los malos tratos infantiles”. De todos modos, cuando le pregunto a Hernández por
qué en muchas sociedades aún hoy está justificado el castigo físico como una
eficaz medida correctora, me responde: “Lo hacemos saber en nuestras consultas:
el castigo físico no corrige conductas, al contrario, las refuerza, y hace que
se reorganicen y se vuelvan más complejas al momento de la intervención por el
especialista, además hace que el niño internalice la violencia como parte de su
repertorio conductual y lo aplique al ambiente social y escolar”.
¿Es posible prevenir el maltrato infantil y, con ello, evitar la muerte de un
menor? Los expertos en niñez coinciden en que es posible educar sin violencia.
Para ello ofrecen un compendio de alternativas cuya raíz se centra en la
comunicación padres/hijo. El habla es, en términos pediátricos, una herramienta
que, bien utilizada, mejora la actitud conductual del niño. De todos modos, los
especialistas recomiendan que cuando la crianza de los hijos se vuelve
incontrolable, tanto padres como tutores deben pedir ayuda. Una opción es formar
parte de una escuela para padres. “El objetivo de estos espacios”, dice Eva
Rotenberg, coordinadora de la Escuela para Padres de la Asociación
Psicoanalítica Argentina (A.P.A.), “es el de un acompañamiento en la crianza y
educación en la salud”. “Es un espacio de orientación y sostén profesional para
encarar y elaborar las dificultades constitutivas del ser padres”. “Buscamos
ayudar a los padres a interiorizarse en su propia experiencia de paternidad, a
vivenciar sus vínculos actuales, procesando sus vínculos pasados para rescatar
lo positivo y no repetir lo perjudicial, que ha causado dolor y sufrimiento”,
concluye Rotenberg. Sin embargo, y en la práctica, resulta las más de las veces
inasequible para los padres acceder a este tipo de ayuda, dado que las escuelas
para progenitores son escasas y geográficamente mal distribuidas.
Con todo, lo que debería ser una cuestión de Estado, aun no lo es. Las
estadísticas que dan cuenta del maltrato infantil en la Argentina, impresionan.
Solo en la Capital, de las casi 4500 llamadas que recibió en 2007 la Línea de
Asistencia a la Infancia y la Adolescencia (102), el 79 por ciento fue por
denuncias sobre negligencia y maltrato. Las cifras reales son mucho mayores, si
se tiene en cuenta que sólo se denuncian dos de cada diez casos.
En la provincia de Buenos Aires, las denuncias recibidas en las comisarías de la
mujer y la familia sobre maltrato a menores de 21 años aumentaron un 56 por
ciento el año pasado, respecto de 2006. Y aunque no hay estadísticas oficiales
en cuanto al maltrato infantil en el nivel nacional, según los datos de la
Subsecretaría de Derechos para la Niñez, Adolescencia y Familia, en 2007 se
recibieron casi 3300 denuncias de violencia familiar, que involucra la agresión
física y psicológica de menores.
La sociedad civil, la escuela y los medios de comunicación son tres actores
fundamentales para actuar en contra de la violencia hacia los niños. “La falta
de valores que experimentamos hoy es una de las grandes causas del maltrato
hacia los niños”, opina Marta Dávila, de la A.P.A.
En eso coincide también la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia
(Senaf). “Es frecuente que los niños maltratados incorporen modelos violentos”,
dice Paola Vessvessian, de la Senaf. “Si además se identifican con el agresor,
es posible que ejerzan violencia sobre otros, cuando no la vivencian en su
cotidianidad sobre sí mismos”, aclara.
El abandono es hoy una de las formas más frecuentes de maltrato infantil. En
gran medida los padres (y acaso la escuela y el Estado) han resignado la labor
de cuidar a sus hijos, abandonando un puesto irremplazable. Al cierre de esta
columna tal vez un menor este siendo asesinado por alguien que daña y por otro
que descuida.
*Periodista
desechosdelcielo@gmail.com
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