Los
menores en los medios de información: ¿protegidos o maltratados?
La niñez en las noticias
Por Guillermo Marin*
El informe que esta semana presentó Periodismo Social en su capítulo “Infancia
por mes” (www.periodismosocial.net)
sobre la forma en que le son presentados a la sociedad los menores de edad a
través de las noticias, puso en evidencia algo que acaso los periodistas no
tomamos en cuenta a la hora de hablar de los niños y de las niñas en el material
periodístico que elaboramos. “Es imprescindible presentar siempre al niño, niña
o adolescente como una persona con derechos y no sólo como víctima de un hecho
de violencia”, sugiere el artículo. También aclara que “es necesario aportar la
información fundamental: legislación vigente, organismos e instituciones de
promoción y protección integral de la infancia, acercar aquellos espacios donde
radicar denuncias o pedir ayuda”.
Si bien en la mayoría de los casos el espacio cedido a los periodistas por los
medios gráficos, radiales y televisivos (no ocurre lo mismo en los digitales)
para tratar tópicos de cualquier índole es limitado, no obstante eso debemos
reservar unas líneas o minutos de aire para aportar datos que ayuden, por
ejemplo, a obtener asesoramiento psicológico o jurídico, según el tema expuesto.
“Una noticia sobre desnutrición”, aclara el ensayo, “es una oportunidad para
hablar del derecho al acceso a la salud; las protestas de alumnos en un colegio
son una oportunidad para hablar del derecho a la educación e incluso del derecho
a asociarse y peticionar; el hacinamiento y los malos tratos que padecen quienes
están presos son una oportunidad para hablar del derecho de toda persona privada
de libertad a ser tratada con dignidad y la implementación de planes sociales o
medidas para combatir el desempleo pueden ser una manera de analizar si
efectivamente el Estado garantiza con ello el derecho al trabajo de miles de
familias que subsisten con sus hijos en medio de la desigualdad y la pobreza
extrema”. De todos modos, y en otro orden de cosas, conviene poner en discusión
un aspecto que los medios de información desde los tiempos del New York Journal,
de William Randolph Hearst hasta la fecha, en mayor o en menor medida, echan
mano con el propósito de aumentar sus tiradas o sus audiencias: el
sensacionalismo y el morbo.
Cierto es que sin algo de “amarillismo”, un medio no vende tanto como otro que
apela al sensacionalismo como una forma de captar lectores. No se trata, por
cierto, de mentir. Se procura sublimar la verdad, es decir, poner ciertos
aspectos de un acontecimiento noticioso en un orden tal que se tome la/s parte/s
por el todo. El morbo, según Periodismo Social y concretamente en la niñez, no
debería ser noticia ni debiese ser de interés público. Pero lo es. Casi el
noventa por ciento de la información editada y distribuida por cualquier canal
de información contiene un elevado índice de morbosidad, particularmente en
noticias vinculadas a la sección policial.
No hace falta más que revisar las tapas de diarios y revistas, o ver los
noticieros de estos últimos cuatro meses para confirma hasta qué punto el morbo
llega a casos extremos: “A Tomás lo asesinaron a golpes” (El Día); “La autopsia
reveló que Candela no es virgen” (El Atlántico); “¿Hubo abuso reiterado en todo
el cautiverio?", pregunta uno de los periodistas de C5N en referencias al caso
Candela; “Otro angelito” (Crónica); “Te voy a pegar donde más te duele” (Página
12); y siguen los etc. En cuanto a las crónicas o informes, Periodismo se
pregunta: ¿Los detalles pormenorizados de la violencia sexual que sufrió Candela
antes de ser asesinada son un hecho noticioso que merecen ser expuesto de esa
manera? ¿Los videos familiares o las fotos caseras del padrastro de Tomás junto
al propio nene son de interés público o una violación a la intimidad de un niño
que es vulnerado aún después de muerto? Las precisiones sobre la cantidad de
golpes que recibió Tomás antes de morir o si esos golpes fueron en la cara o en
la cabeza, ¿aportan al interés informativo?”
Si partimos de la premisa que reza que difundir información o testimonios que no
involucran valores o bienes públicos son (cada vez más) valorados (comprados)
por el público, se podrá comprender hasta qué grado los medios consiguen altos
dividendos o posicionamientos de mercado cuando logran impacto en el tratamiento
de la noticia. Tanto el Grupo Perfil con su sensacionalista “Libre”, como el
Grupo Clarín con su no menos escandaloso “Muy”, ambos de reciente aparición,
refuerzan la idea nada anacrónica que señala que cuanta más sangre chorree de
las hojas de los diarios, o más escándalos berretas se presenten como temas
coyunturales por TV, mejores ventas se conseguirán. Quiérase o no, el morbo trae
lectores y, con ello, más pauta publicitaria. Sin embargo, están quienes afirman
que el morbo es una cualidad que, al igual que la violencia es propio de las
sociedades capitalistas, y hay quienes afirman que es generado y amplificado por
los medios de información. Tanto unos como otros aún no definen si en el caso de
noticias vinculadas con la niñez o la adolescencia, el impacto debe ser medido o
atenuado tanto desde los titulares, como desde los textos y fotografías.
Mientras tanto, las empresas, que hoy están mucho más preocupadas por Papel
Prensa que por media docena de asesinatos de menores, siguen apostando por la
fórmula de Hearst, padre del amarillismo. Y nosotros, periodistas y lectores,
debemos saber que a la Madre Teresa nunca le hubiese ido bien con eso de fundar
un diario o un canal de TV.
*periodista
desechosdelcielo@gmail.com