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TEXTOS
CLÁSICOS DE PENSAMIENTO CRITICO
Esto no es una pipa. Ensayo sobre Magritte
Por Michel Foucault
¿O acaso hay que decir: Dios mío, qué estúpido y simple es todo esto; ese
enunciado es perfectamente verdadero, puesto que es evidente que el dibujo que
representa una pipa no es una pipa?
I
Dos pipas
Primera versión, la de 1926, según creo: una pipa dibujada con esmero; y, debajo
(escrita a mano con una letra regular, aplicada, artificial, con una letra de
colegio de monjas, como podemos encontrarla, en calidad de modelo, en la parte
superior de los cuadernos escolares, o en una pizarra después de una lección de
cosas), esta mención: «Ceci n'est pas une pipe» («Esto no es una pipa»).
La otra versión —supongo que la última— podemos encontrarla en Aube à l'Antipode.
La misma pipa, el mismo enunciado, la misma letra. Pero en lugar de estar
yuxtapuestos en un espacio indiferente, sin límite ni especificación, el texto y
la figura están situados dentro de un marco colocado sobre un caballete, y éste
a su vez sobre un entarimado bien visibles. Encima, una pipa exactamente
semejante a la dibujada en el cuadro, pero mucho más grande.
La primera versión desconcierta por su simplicidad. La segunda multiplica
visiblemente las incertidumbres voluntarias. El marco, de pie en el caballete y
apoyado en las clavijas de madera, indica que se trata del cuadro de un pintor:
obra acabada, expuesta, que lleva consigo, para un eventual espectador, el
enunciado que la comenta o la explica. Y, sin embargo, esa escritura ingenua que
ni es exactamente el título de la obra ni uno de sus elementos pictóricos, la
ausencia de cualquier otro indicio que señale la presencia del pintor, la
rusticidad del conjunto, las gruesas planchas del parquet, todo eso hace pensar
en la pizarra de una clase: quizá, un trapo pronto borrará el dibujo y el texto;
quizá no se borre más que uno u otro para corregir el «error» (dibujar algo que
no sea verdaderamente una pipa o escribir una frase que afirme que eso es una
pipa). ¿Equivocación provisional (un «malescrito», del mismo modo como se diría
un malentendido) que un gesto disipará en un polvo blanco?
Pero, además, ésa sólo es la menor de las incertidumbres. Veamos otras: hay dos
pipas. ¿No habrá que decir más bien: dos dibujos de una misma pipa? O también
una pipa y su dibujo, o también dos dibujos que representan cada uno una pipa, o
también dos dibujos uno de los cuales representa una pipa pero no el otro, o
también dos dibujos ninguno de los cuales son ni representan pipas, o también un
dibujo que representa no una pipa, sino otro dibujo que representa, éste sí, una
pipa, de tal modo que me veo obligado a preguntarme: ¿a qué se refiere la frase
escrita en el cuadro? ¿Al dibujo bajo el cual se halla colocada de un modo
inmediato? «Mirad esos rasgos ensamblados en la pizarra; por más que se
parezcan, sin la menor diferencia, sin la menor infidelidad, a lo mostrado allá
arriba, no os engañéis; es allá arriba donde está la pipa, y no en ese grafismo
elemental.» Pero quizá la frase se refiera precisamente a esa pipa desmesurada,
flotante, ideal, simple sueño o idea de una pipa. Entonces habrá que leer: «No
busquéis allá arriba una verdadera pipa; aquello es su sueño; pero el dibujo que
está aquí en el cuadro, firme y rigurosamente trazado, ese dibujo es el que hay
que tener por verdad manifiesta.»
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Pero también me sorprende esto: la pipa representada en el cuadro — pizarra o
tela pintada, poco importa—, esa pipa «de abajo» está sólidamente presa en un
espacio con visibles puntos de referencia: ancha (el texto escrito, los bordes
inferiores y superiores del marco), altura (los lados del marco, las patas del
caballete), profundidad (las ranuras del entarimado). Estable prisión. En
cambio, la pipa de arriba no tiene coordenadas. La enormidad de sus proporciones
hace incierta su localización (efecto inverso de lo que encontramos en Le
Tombeau des Lutteurs, donde lo gigantesco está captado en el espacio más
preciso): ¿se encuentra esta desmesurada pipa delante del cuadro dibujado,
relegándolo a un segundo plano, detrás de ella? ¿O bien está en suspenso justo
encima del caballete, como una emanación, un vapor que acaba de desprenderse del
cuadro, humo de una pipa que a su vez toma la forma y la redondez de una pipa,
oponiéndose así y pareciéndose a ella (según el mismo juego de analogía y de
contraste que hallamos en la serie de las Batailles de l'Argonne entre lo
vaporoso y lo sólido)? ¿O acaso podríamos suponer, en último término, que está
detrás del cuadro y del caballete, más gigantesca de lo que parece: sería su
profundidad desgarrada, la dimensión interior que revienta la tela (o la
pizarra) y que, lentamente allá abajo, en un espacio en lo sucesivo sin puntos
de referencia, se dilata hasta el infinito?
Sin embargo, ni siquiera estoy seguro de esta incertidumbre. O mejor, lo que me
parece muy dudoso es la simple oposición entre la fluctuación sin localizar de
la pipa de arriba y la estabilidad de la de abajo. Mirando algo más de cerca,
vemos sin dificultad que los pies de ese caballete que sostiene el marco que
encierra la tela, y en la cual se aloja el dibujo, esos pies que descansan sobre
un suelo visible y seguro por su tosquedad, están de hecho biselados: no tienen
más superficie de contacto que tres finas puntas que desproveen al conjunto, sin
embargo bastante macizo, de cualquier estabilidad. ¿Caída inminente?
¿Derrumbamiento del caballete, del marco, de la tela o de la tabla, del dibujo,
del texto? ¿Maderas rotas, figuras fragmentadas, letras separadas unas de otras
hasta el punto de que las palabras tal vez ya no podrán reconstituirse? ¿Todo
ese estropicio por el suelo, mientras que allá arriba la gruesa pipa sin medida
ni señalización persistirá en su inaccesible inmovilidad de globo?