Los
novios asépticos de la revolución.
Crítica de Arturo Jauretche a la izquierda cipaya.
Por Juan Godoy (Sociólogo, UBA)
“¡estos novios que quieren casarse
con la revolución, y le piden certificado prenupcial!”
[Jauretche, Arturo. (2010). Prosa de hacha y tiza. Buenos Aires: Corregidor,
página 85]
En el presente abordaremos la crítica que realiza Arturo Jauretche a lo que
podemos denominar como una posición política de izquierda anti-nacional, la cual
consideramos que es una categoría amplia, que pretende orientar para pensar la
realidad política nacional, en ésta estarían inmersos tanto el tradicional
partido socialista creado por Juan Bautista Justo, como el Partido Comunista,
creado tiempo después de la revolución Rusa, pasando por las divisiones,
ramificaciones de esta izquierda (consideramos que en el discurrir del artículo
quedará más clara la categoría). Aquí Jauretche deja a fuera a la corriente de
izquierda nacional (considerada por el mismo un ala del movimiento nacional), a
la cual considera acertada en sus planteos, al tiempo que evade los “vicios” de
la izquierda anti-nacional. Al respecto, un miembro de dicha corriente,
Spilimbergo, sostiene que “Jauretche demostró desde los años ’50 una generosa
simpatía hacia la corriente ideológica de la Izquierda Nacional, a la que en
cierto modo dio su espaldarazo en declaraciones verbales, y sobre todo escritas”
(Spilimbergo, 1985; 68)
Así, el autor de los profetas del odio y la yapa, realiza su crítica desde una
concepción de pensar en nacional, entendiendo por ello, el pensar desde nuestra
propia realidad, desde nuestras categorías, quitándonos las zonceras adquiridas
por la colonización pedagógica, pensar desde nuestras problemáticas, desde el
centro del planisferio, y no desde abajo y un rincón, etc. Así, Carla Wainsztok
argumenta al respecto que la originalidad de Jauretche (como la de otros: Martí,
S. Rodríguez, etc.) implica “un cambio epistemológico que recupere las voces de
aquellos que están al margen de la ciencia” (Wainsztok, 2006)
Este pensar en nacional aparece como fundamental en los países, como la
Argentina, bajo una dominación semi-colonial, donde existe una cuestión nacional
a resolver, así “pensar en nacional es, pues, en una semi-colonia como la
Argentina, pensar revolucionariamente, cuestionando el orden impuesto por el
imperialismo” (Galasso, 2008; 10) La óptica desde donde se piensa es la de los
sectores populares, procurando no crear caminos ajenos a la capacidad creativa
de las masas. Aquí Norberto Galasso hace una llamada de atención pues cuando
hablamos de un mentalidad nacional lo hacemos “en tanto anti-imperialista y
ligada a nuestra realidad, pero no “nacionalista”, expresión de medievalismo y
xenofobia; y “universal” en tanto progreso y avance de la humanidad en su
conjunto, pero no “universalista” en el sentido de mentalidad colonial que asume
servilmente las irradiaciones de los grandes centros imperiales” (Galasso, 2008;
23) (la diferenciación del nacionalismo en los países opresores y oprimidos ha
sido tratada profundamente por Hernández Arregui en ¿Qué es el ser nacional?, y
en Nacionalismo y liberación). Asimismo resaltamos que el pensar en clave
nacional no significa negar aportes surgidos en otras tierras, pero sí
“tamizarlos” con nuestra propia realidad, abordarlos desde nuestra perspectiva,
pues que hace que una idea sea nacional, o anti-nacional, exótica, es su
correspondencia con la realidad nacional, no su origen (Cooke, 2011)
De esta forma consideramos acertada la caracterización de Jauretche que realiza
Horacio Pereyra “era, más bien, un empecinado difusor del ideario del
nacionalismo popular y anti-imperialista, que actuaba coyunturalmente en apoyo
de aquellos movimientos que, aún en su impureza doctrinaria o ideológica, más se
aproximaran a sus principios políticos” (Pereyra, 1989; 50), complementada y
precisada por César Díaz, que argumenta que el autor de Prosa de hacha y tiza se
definía “como “nacional”, para sustraerse de las connotaciones que consideran a
menudo al nacionalismo como “piantavotos”, reaccionario y ligado al catolicismo
de derecha” (Díaz, 2009; 26)
Así el pensar en nacional, implica la complementación, el pensar juntas la
cuestión nacional y la cuestión social. Así John William Cooke sostiene que “en
primer plano aparecen, indisolublemente unidas, la cuestión nacional y la
cuestión social. Una no puede resolverse sin la otra”.(Cooke, 2011; 177) Esto
último que resaltamos es una de las bases desde las cuales Jauretche se apoyará
para realizar su crítica a las concepciones de izquierda anti-nacional, pues
estos sectores políticos realizan su análisis de la realidad nacional a partir
del posicionamiento en alguna de las vertientes en que se divide el mundo,
reproducen los enfrentamientos a escala global en el propio terreno, así, según
el escritor de Lincoln, se impide que lo social se identifique con lo nacional,
se crean problemas marginales que dividen, de esta forma no hay posibilidad de
arribar a soluciones sociales por el único camino posible “la unidad vertical de
los argentinos para las soluciones nacionales, que son soberanía, independencia
económica y justicia social” (Jauretche, 2010; 33). Son problemas abstractos que
no permiten la unificación concreta.
En el esquema jauretcheano “la izquierda y la derecha no son generalmente sino
distintos modos de eludir la “cuestión nacional”, en beneficio de intereses
exteriores” (Jauretche, política nacional… página 69). Nuestro autor esta
enfatizando aquí que el camino para emprender la liberación nacional en un país
semi-colonial como la Argentina es la creación de un frente nacional que
enfrente a todos los sectores “nacionales” a la oligarquía y al imperialismo, la
unificación de éstos bajo una línea nacional, que es la conciencia histórica de
los argentinos.
Estos sectores de izquierda abstracta actúan como oposición siendo el ala
izquierda de la oligarquía, “tiene por misión distraer la opinión del pueblo,
sacarla de sus verdaderos objetivos, actúa, generalmente, bien en el episodio,
en la anécdota, en lo que no tiene trascendencia”(Jauretche, prosa 61), de ahí
que tengan lugar (muchas veces privilegiado) en la superestructura cultural de
colonización pedagógica, de ahí que aparezcan en la prensa escrita, la
televisión, la radio, etc., pues desvían la atención del pueblo de los problemas
importantes para la realización nacional, de esta forma “al libro importado
oponen otro libro importado, y los conflictos sociales y la teoría económica
reposan para la “intelligentzia”, sobre presupuestos culturales igualmente
ajenos al país sus hombres de la multitud” (Jauretche, 2004b; 217) Aritz Recalde
establece certeramente la relación entre la producción del pensamiento nacional,
pensamiento academicista y dependencia en los países oprimidos, argumentando que
“en las naciones del Tercer Mundo el Pensamiento Nacional discute el fenómeno de
la Dependencia, que es una condición económica, social, política y cultural
estructural de nuestros países que impide la consumación de la nacionalidad y
obstaculiza cualquier tipo de desarrollo independiente y sustentable en nuestros
Estados. Por el contrario, el pensamiento y la producción intelectual cuya
función es planificar, implementar y justificar el programa de la dependencia,
es denominado como Pensamiento antinacional, colonial o neocolonial” (Recalde,
s.f)
Una de las claves en la crítica del autor del Manual de zonceras Argentinas,
sobre todo pensando en Juan B. Justo (pero vale para varios otros también), es
la división que realiza éste entre la política criolla y la política científica,
lo cual conforma la zoncera número 12 de aquel libro. Así en esta división, Juan
B. Justo establece que “todo lo que venía de afuera era científico y lo que
nacía adentro anti-científico, es decir, criollo” (Jauretche, 2004; 88). Así,
los trabajadores que consideraba en “condiciones científicas” eran tan solo unos
pocos inmigrantes, y las inmensas masas criollas eran anti-científicas, “el
sindicalismo de importación fue incapaz de comprender los problemas del
proletariado nacional y se redujo a sectores obreros calificados, o al
proletariado extranjero que transfería su problema al país”. (Jauretche, 2008;
50). También, al partir de este esquema dicotómico, Juan B. Justo dirigía la
política del Partido Socialista en contra de la protección aduanera y de la
intervención estatal para el desarrollo industrial, pues seguía la idea que el
socialismo en los países centrales había desarrollado, estableciendo que la
división internacional del trabajo redundaba en beneficio a los trabajadores.
De esta forma, abortó todo entendimiento con el sujeto que podía ser
revolucionario en nuestras tierras, a la vez que se opuso a toda posibilidad de
desarrollo industrial, que era el que podía generar una clase trabajadora, un
proletariado industrial, “no pudo hacer socialismo con los trabajadores
existentes porque eran anti-científicos y se opuso a la creación de una
industria que pudiera generar trabajadores científicos”. (Jauretche, 2004; 89).
Coincidía así la “izquierda”, con la “derecha liberal” (y las potencias
imperiales) en los supuestos beneficios del libre comercio. Pues, “los ideólogos
de la derecha liberal y de la izquierda están enfrentados, pero enfrentados
fuera del país; en el país mismo, como ideólogos están de acuerdo en un punto
común: el país es el sujeto básico de su tarea civilizadora” (Jauretche, 2004b;
219)
Esta zoncera que establece una división entre política criolla y política
científica, encuentra su fundamento en la madre de todas las zonceras, a saber:
Civilización y barbarie, es una nueva forma de establecer la preeminencia de lo
ajeno, exótico en detrimento de lo propio, así conforman una intelligentzia que
piensa desde esquemas extraños, dado que “la mentalidad colonial enseña a pensar
el mundo desde afuera, y no desde adentro” (Jauretche, 1983; 112)
Existe, de esta forma, una estrecha relación entre este tipo de pensamientos de
“izquierda” y una idea de ciencia. Pues se basan, para el análisis de la
realidad en esquemas teóricos exóticos, y cuando la realidad no se encuentra en
éstos, procuran adaptar la realidad a sus esquemas, en lugar de hacer lo
contrario, “en lugar de intentar la construcción del socialismo criollo, reclama
primero que el país deje de ser criollo para que sea socialista” (Jauretche,
2008; 55), así nuestro autor sostiene que tanto en el ’16, como en el ’45,
cuando las masas irrumpían fuertemente en la política nacional, los hombres de
izquierda, cientificistas decían “ganan, pero no es científico” (Jauretche,
prosa, 80). Él les pedirá “¡humildad, humildad, y menos cientificismo y mejor
conocimiento de la realidad!” (Jauretche, 2010; 85).
Hernández Arregui establece con respecto a la relación de la interpretación del
pasado y del posicionamiento político en el presente que ““hay una relación
directa entre la interpretación de la historia nacional y la acción práctica de
un partido político. Es ya notable que la historia de la Argentina sustentada
por el comunismo sea sin variantes la misma que ha puesto en circulación la
oligarquía liberal” (Hernández Arregui, 2004; 98) Jauretche va a sostener
entonces la existencia de una corriente de interpretación de la historia que es
el mitro-marxismo, personajes que desde una postura de izquierda realizan una
interpretación histórica con rasgos similares a la desarrollada por Bartolomé
Mitre, “las llamadas izquierdas tuvieron en materia histórica la misma
incomprensión de los fenómenos locales que tuvieron para lo social, económico y
cultural (…) han sido solidarias sostenedoras de la historia falsificada (…) por
su formación intelectual ha sido tan anti-nacional, como la oligarquía por sus
intereses” (Jauretche, 2008; 50-51). Al respecto de dicha corriente
historiográfica liberal de izquierda o mitro-marxista, Norberto Galasso
argumenta que “la historia oficial ha generado, hace unos años, una variante
conformada por historiadores vinculados a los partidos socialista y comunista.
Sometidos ideológicamente al liberalismo conservador (…) estos historiadores se
limitaron a celebrar a los mismos próceres y maldecir a los mismos réprobos que
eran celebrados y maldecidos por la historia oficial. El tono distintivo de su
izquierdismo sólo estuvo dado, en algunos, en el empleo de la fraseología
marxista, aunque vaciada, por supuesto, de todo contenido” (Galasso, 1999; 29)
Para finalizar, sostenemos que estos aportes de Jauretche, a la cuestión de las
izquierdas en la Argentina, nos permiten tener una visión que oriente la
interpretación de la misma. Asimismo resaltamos que la crítica es a un marxismo
que podemos denominar ortodoxo, ligado a los dictados de los países centrales,
pero no una crítica a toda interpretación desde el marxismo, damos cuenta de
ello al observar la buena “mirada” sobre la corriente de izquierda nacional, y
su interpretación histórico (más allá de algunas diferencias) que profesa
Jauretche. Su biógrafo, Norberto Galasso, argumenta al respecto que cuando el
escritor de Lincoln revisa la cuestión de las izquierdas “lo hace desde una
perspectiva revolucionaria, sin pizca de maccarthysmo y reprochándole a ésta, no
sus reclamos de transformación social, sino precisamente el papel reaccionario
que ha jugado en la política concreta, como ala izquierda de la oligarquía” (Galasso,
2005; 217)
El pensamiento de nuestro autor, pensamos aquí, en toda su extensión es
profundamente político, en el sentido de pensar (o ayudar a hacerlo) la realidad
actual. En el pensar en nacional que nos propone no hay un nacionalismo
reaccionario que hace a un lado toda idea ajena al discurrir nacional, sino que
juzga a las mismas según su adecuación y pertinencia en relación a la
problemática nacional. Evade así los caminos esquivos a los problemas nacionales
(en vinculación a los sociales), ya sean que escapen por el lado izquierdo, o
por el derecho.
Esta última idea nos lleva a preguntarnos: ¿acerca de qué tipo de nación estamos
hablando?, ¿quiénes son los sujetos que la componen, la dirigen, etc.? Aquí la
noción se encuentra estrechamente vinculada al pueblo. Nación aparece como
pueblo en una construcción que no permite la existencia de uno sin el otro, “lo
nacional está presente cuando está presente el pueblo y a la recíproca, sólo
está presente el pueblo cuando está presente lo nacional” (Jauretche, 2008; 49).
Por último, ahora sí, resaltamos la relación, que pone de relevancia nuestro
autor, entre la historia y la política, el cómo la interpretación del pasado
nacional se liga con el accionar político
Bibliografía citada
Cooke, John William. (2011). Obras Completas, tomo V. Buenos Aires: Colihue
Díaz, César L. (2009). Combatiendo la “ignorancia aprendida”. La prédica
jauretcheana en la Revista Qué 1955-1958. Buenos Aires: Edulp.
Galasso, Norberto. (1999). De la historia oficial al revisionismo Rosista.
Corrientes historiográficas en la Argentina. Cuadernos para la Otra historia Nº
1. Buenos Aires: Centro Cultural Enrique Santos Discépolo.
Galasso, Norberto. (2005). Jauretche y su época. La revolución inconclusa,
1955-1974. Tomo II. Buenos Aires: Corregidor.
Hernández Arregui, Juan José. (2004). La formación de la conciencia nacional.
Buenos Aires: Peña Lillo (Continente).
Jauretche, Arturo. (1983). Filo, contrafilo y punta. Buenos Aires: Peña Lillo.
Jauretche, Arturo. (2004). Manual de Zonceras Argentinas. Buenos Aires:
Corregidor.
Jauretche, Arturo. (2004b). Los Profetas del Odio y la Yapa los profetas. Buenos
Aires: Corregidor.
Jauretche, Arturo. (2008). Política nacional y revisionismo histórico. Buenos
Aires: Corregidor.
Jauretche, Arturo. (2010). Prosa de hecha y tiza. Buenos Aires: Corregidor.
Pereyra, Horacio J. (1989). Arturo Jauretche y el bloque de poder. Buenos Aires:
Centro editor de América Latina.
Recalde, Aritz. (s.f.). ¿Qué es el pensamiento nacional? Cuadernos de trabajo
del Centro de Estudios Hernández Arregui, Nº1.
Spilimbergo, Jorge Enea. Desmontando por izquierda. En Parcero Daniel (Comp.).
(1985). Cabalgando con Jauretche (pp. 67-72). Buenos Aires, Roberto Vega.
Wainsztok, Carla. (2006). Descolonización Pedagógica. En Cuadernos para la
Emancipación Nº 29, Buenos Aires, Agosto del 2006.
Publicada originalmente en
Centro de Estudios Hernández Arregui
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