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La
recuperación de YPF y el Plan Revolucionario de Operaciones de Mariano Moreno
Por Dionela Guidi*
“Toda industrialización es un intento consciente del país que la ejecuta para
alcanzar la plena soberanía”
J. J. Hernández Arregui. Imperialismo y cultura
“La historiografía liberal tanto como la nacionalista de derecha (a Mariano
Moreno)
lo han deformado. Y hay que restituirlo a la causa nacional”.
Carta de J. J. Hernández Arregui a Norberto Galasso
La decisión del Gobierno Nacional de expropiar el 51% de las acciones de YPF,
hasta ese entonces en manos de REPSOL, reviste el carácter de estratégico no
solo porque recupera para todos los argentinos el control de recursos
fundamentales, sino porque además permite profundizar el rumbo hacia un Estado
interventor, presente y dotado de capacidad de planificar y desarrollar
políticas a largo plazo, muy diferente al Estado “mínimo”, reducido a sangre y
fuego en décadas anteriores, en donde finalmente se impuso la larga noche
neoliberal, etapa que, entendemos, se abre en 1976 y estalla en las calles, allá
por el año 2001 con intensas movilizaciones populares, fuertemente reprimidas
por el gobierno de Fernando De la Rúa. Desde entonces, nuevos paradigmas se
hicieron necesarios para hacer frente a esta crisis sistémica, política,
económica y social.
Pero, estas medidas, entre las que se destacan la recuperación de YPF, de los
fondos de las jubilaciones, de desendeudamiento con los organismos
multilaterales de crédito, por mencionar algunas, se entroncan con el
pensamiento y también con las disputas que se dieron en los orígenes de la
Patria, producida la revolución de mayo.
El Plan Revolucionario de Operaciones, redactado por Mariano Moreno (con la
colaboración de Manuel Belgrano), obra que suscitó grandes polémicas, que muchos
autores consideraron apócrifa, y que Mitre en un “descuido”, “perdió” cuando le
fue entregada por Eduardo Madero, manifiesta el programa del ala jacobina de la
Revolución. Esta generación, influenciada por Rousseau, por el ideario de la
Revolución Francesa, por los Derechos de Hombre y del Ciudadano no encontró en
estas tierras el correlato de una burguesía nacional que propulsara el
desarrollo económico, consolidara el mercado interno y generara las condiciones
para acceder a nuevas formas de producción (Galasso, 2004). Por el contrario, a
la poderosa burguesía comercial porteña poco le importaba y poco le importará la
conformación de una Nación, más bien, como expresión de un proyecto antagónico a
la línea morenista, solo se interesará por realizar buenos negocios con Gran
Bretaña y acapara para sí las ganancias de su posición de privilegio con
respecto al puerto, y a la Aduana de Buenos Aires.
Es, entonces, el Estado quién debe llevar a cabo este desarrollo, esta
unificación y este cambio de sistema. Dice el Plan: “Deben todos los cabildos
hacer presentes la energía del nuevo gobierno, el que se esmera por fomentar las
artes, la agricultura e industria (…) se trata del fomento de las minerías de
oro y plata, cuyos resultados serán pruebas fidedignas (Moreno; 1961:290) Se
verá que con una cantidad de doscientos o trescientos millones de pesos, puestos
en el centro del Estado para la formulación de las artes, agricultura,
navegación, etc., producirá en pocos años un continente laborioso, instruido y
virtuoso, sin necesidad de buscar exteriormente nada de lo que se necesite para
la conservación de sus habitantes” (Moreno;1961:297).
Más adelante, promueve el impedimento de la concentración en pocas manos de la
riqueza en pos de su distribución a fin de que el goce de la misma sea
colectivo: “las fortunas agigantadas en pocos individuos, a proporción de lo
grande de un estado, no solo son perniciosas, sino que sirven de ruina a la
sociedad civil(…) en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos
miembros de la sociedad, demostrándose como una reunión de aguas estancadas(…)
pero si corriendo rápidamente su curso bañasen todas las partes de una a otra,
no habría un individuo que no las disfrutase (Moreno;1961:297)
Este Plan Nacional que promulga un Estado interventor, proteccionista,
monopolizador de los recursos naturales, promotor de la unidad continental para
fortalecer la liberación de las antiguas colonias españolas (por ejemplo,
sumando a la a las fuerzas artiguistas de la Banda Oriental, colaborando con los
revolucionarios chilenos contra las tropas realistas. liberando el Paraguay del
mando absolutista) es el que florece y entra en diálogo de una u otra forma cada
vez que se plantea una solución popular y soberana para la Nación que aún
estamos construyendo.
Afloró en el gobierno de San Martín en Cuyo, cuando se creó el ejército de los
Andes y se emprendió desde allí la liberación de Chile y Perú. Afloró en la Ley
de Aduanas de Rosas y en su tozuda defensa del territorio frente a la
Intervención anglo-francesa, con las Montoneras Federales y su alianza con el
Paraguay de los López y los blancos orientales, en la defensa de las barreras
proteccionistas de Carlos Pellegrini, Rafael Hernández, etc., la denuncia del
papel del imperialismo inglés a través de los ferrocarriles de Civit y Magnasco,
en el programa yrigoyenista, en la prédica de FORJA, y en los gobiernos del
Gral. Perón. Como contrapunto, el programa de la burguesía comercial portuaria,
con Rivadavia y Mitre como principales exponentes, europeísta, de espaldas a la
América del Sur, dependiente de los Imperios, apéndice de la economía de las
metrópolis, sigue siendo el plan deformante que proponen las viejas élites, con
su ejército de intelectuales, escribas y mercenarios de toda laya.
Hoy, el Plan de Operaciones de los jóvenes revolucionarios de Mayo, vuelve a
iluminar la senda de un pueblo argentino y latinoamericano que parece decido a
romper las cadenas de la dependencia política, económica y cultural para
emprender el camino hacia su definitiva emancipación.
* Licenciada en sociología (UBA). Miembro del
Centro de Estudios Hernández Arregui
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