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Fermín
Chávez volvió al pago
Por José Luis Muñoz Azpiri (h) *
“Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace...”, quien cubra su puesto de
lucha dentro de la inteligencia militante. Pudiendo haber construido su castillo
de cristal – la diafanidad de su vida se lo hubiera autorizado – o su
intelectual torre de marfil, prefirió su aporte vital al esclarecimiento
histórico que brinda a los pueblos los cimientos de la determinación nacional.
Convivían en Fermín Chávez, en armoniosa conjunción de pensamiento y arte, la
tribuna y la profecía, unidas a la expresión veraz y depurada. El magisterio del
escritor, ampliado por el ejercicio de la poesía, el periodismo y ocasionalmente
la tribuna, actuó siempre en el marco del Movimiento Nacional Justicialista, en
el de la Resistencia (1955-1973), donde hacer peronismo estaba más cerca de las
balas y del exilio, que del halago y los “honores”. Cuando los poderes
regresivos quebraron el trayecto del pensamiento nacional, apareció su nombre en
las negras listas de los negados, mas la fuerza y pureza de su doctrinaria
conducta demostró que, para el genuino pensamiento patrio, siempre habrá una
columna y una prueba de imprenta.
Querido Fermín, viviste tu pasión argentina y la hiciste vivir, al margen del
bando y las urnas, hasta arder en su mismo fuego múltiple y generoso. El fuego
en que se consumen los corazones de la Patria comenzando por el de los
trabajadores. Dicho fuego representa la credencial de la subsistencia y
salvación nacionales, antesala de la Argentina eterna que hombres como vos
profetizaron, entrevieron y, finalmente, ayudaron a erigir.
Tu voz no era un altavoz, era una conciencia y el nacionalismo que ella
representaba es, en nuestro país, una mística que no ha podido articularse aún
en un proyecto genuinamente emancipador.
Mística que viviste, querido maestro, con esa profunda fe cristiana que
expresabas en tu devoción hacia la Virgen Gaucha, a la que le habrás pedido que
no te dejara morir fuera de la pampa, siendo ella su dueña y quien dispone el
destino de sus hijos. Virgen que te concedió el privilegio de ser un cadáver
argentino.
Acaso estés nuevamente en tu entrañable Entre Ríos, en un Entre Ríos celestial,
donde dormirás en el campo verde, bajo el manto de los trebolares, fundido en la
tierra primigenia, difundiéndote en su llaneza, en su sin par honradez.
Sepultado en esa pampa habrás conquistado medio cielo, será como yacer en el
azul. De día, te acariciará el sol y las brisas nativas; de noche, te velará la
luna y las estrellas gauchas. Renacerás en los pastos, en el silbido de los
sauces, en los colores del picaflor y el canto del chingolo, en el trotar
isocrónico de un “trotecito” de un alazán criollo. Perdurarás así en la
Argentina eterna y celestial que ambicionaste.
Fuiste estimado hasta por los que insensatamente pretendieron verte como
enemigo. Si hasta el diario “que Mitre dejó de guardaespaldas” te evocó con
palabras bondadosas y cálidas. Es que así era tu alma generosa ¿Quién podrá
olvidarte? Quienes te conocimos te cantarán por todas partes. Cuando te
despedimos en la Legislatura tus compañeros y admiradores, tus ojos sabios de
“amauta” de la América antigua se habían sellado conteniendo todavía tus
lágrimas por la desaparición de Fermincito. Es que hay vidas llagadas por
dentro, que nos hicieron comprender la huida terrenal de Lugones y tu último
infortunio.
Llevabas a los pies tu gorra y tus lentes, mientras te amortajaba la bandera
azul y blanca de Obligado, no la celeste de la canalla doméstica, liberal y
cipaya. Aunque hubiéramos preferido, al igual que el “Tigre” Clemenceau – el
constructor de la victoria de Francia- un féretro de cristal donde
permanecieras, vertical y rígido, vigilando los destinos de la Patria. Duerma,
por tanto, el artista a la sombra de los libertadores de la Nación, su sueño de
prócer, que habrán de acunar de hoy en adelante los argentinos nacidos o
crecidos al conjuro de tu ejemplo y mensaje.
Te fuiste a encontrar con tu hijo. Volviste al pago, Fermín. ¡Al pago de Tata
Dios!
Mayo de 2012
* Académico de Número. Instituto Nacional de
Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”
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