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Scalabrini
en el subsuelo de la patria
Por Juan Godoy*
Va a tener una fuerte impronta en el pensamiento de Scalabrini Ortíz la idea de
la existencia de una Argentina soterrada, y la necesidad, para emprender el
camino hacia la liberación de las ataduras que esta situación traía aparejada,
del descubrimiento de los complejos mecanismos que determinaban la indefinición
de la Nación.
Podríamos considerar que Scalabrini viene a denunciar, y a poner de manifiesto
lo que Jauretche llamara superestructura cultural que conllevaba la colonización
pedagógica, y la consiguiente conformación de una intelligentzia. Esa misma
superestructura, que cuando Scalabrini decidiera abandonar el camino ya tendido
para el hombre de letras, y comenzara a desenterrar esa Argentina oculta (bajo
pilas y pilas de libros, notas, balances, etc.), lo iba a enterrar y condenar al
ostracismo de diarios, editores y demás engranajes de la Argentina semi-colonial
agraria. Va a ser Don Arturo quien va a sostener que “llevamos al terreno
económico y social lo que la revisión histórica iba descubriendo (…) Esta fue
sustancialmente la obra de Raúl Scalabrini, cuyo talento de investigador y de
escritor y cuya voluntad sacrificada de servir al país le costó la pérdida de
todos los triunfos materiales que tenía a su disposición, pero lo premió con el
título que ya nadie puede discutirle de descubridor de la realidad
Argentina”.[i] Su biógrafo, Norberto Galasso lo incluirá en la nómina de los
escritores malditos[1].
Así aparece Scalabrini como “un espíritu andariego desvelado por el espíritu de
la tierra, que anda ávido de los números para rastrear lo que pasa entre las
materialidades de la muchedumbre innúmera”[ii].
De esta forma, podemos observar ya en ese hombre que está solo y que espera
(1931), a Scalabrini recorriendo las noches porteñas, sus cafés, calles,
buscando rasgos, características particulares de ese sujeto. Es un autor que no
se liga a una observación superficial, no se detiene en la masa (cual como
podríamos ver, por ejemplo, en el positivismo de Ramos Mejía), sino que va más
allá. En esa Argentina del ’30, en que Discépolo canta “Yira, Yira”,
“Cambalache”, “¿Qué sapa señor?”, etc. En esa Argentina que se mira en el espejo
de Europa (que siempre nos devuelve una imagen desfigurada). Pero que ya se
encuentra en algo… Y es en ese algo, en el cual Scalabrini explora, él buscará
“esa veta rebelde y subterránea que el espíritu forma bajo los hechos (para lo
cual se debe) inventar nuevos patrones de medición, despojar al criterio
engañosos convencionalismos”.[iii]
Hay ya algo diferente en esa década que José Luis Torres denominara infame, pues
años antes en algunos cuentos de su primer libro: La Manga (1923), ya aparecía
el tema de las multitudes, pero aquí Scalabrini todavía no examina el detalle,
lo peculiar: “cuando era niño (…) no prestaba atención a la muchedumbre (…) Al
presente pienso a menudo en esa muchedumbre triste, resignada”[iv], “Hombres y
mujeres (…) son todos tan iguales entre sí, que es casi imposible
individualizarlos. Parecen muñecos hechos con molde, limados y retocados para
que sean idénticos”[v]
Podemos considerar que Scalabrini en “el hombre que está solo…” busca la
particularidad del hombre de Corrientes y Esmeralda, pero al pensar en éste
considerando que “el que mire fisonomías o hábitos creerá estar en Europa, no el
que observe pulsos o inspiraciones”[vi], implica a la cuestión nacional. Pues lo
que le dará esas características de ese hombre que él busca, es la no ligazón a
las concepciones europeas, pues Scalabrini bucea en nuestros sentimientos,
desprendiéndose de la imitación y dependencia: “los espejismos se evaporan (…)
una a una va desflecando las banderas conductoras, los grandes signos de la
cultura europea”[vii]. Norberto Galasso, va a argumentar que “El hombre que está
solo…” “se incorpora a la cultura nacional por su decidido rechazo de todo lo
foráneo”[viii].
Aquí tenemos a un hombre que está en pleno proceso introspectivo, de
reflexión[2], que devendrán tiempo después en miles ya no solos y habiendo
terminado su larga espera. Así sostiene Horacio González “lo que brota del
subsuelo del 45 era el mismo material que en el 31 se estaba amasando a la luz
del día, como un aluvión y torbellino del paisaje”[ix].
Así Scalabrini desarrollará una inmensa tarea de investigación económica, pero
también hay algo más en esas indagaciones que realizó (consideramos que
Scalabrini es un pensador que no se queda en las superficialidades), no son
meros números que se amontonan a medida que se pasan las hojas, no es la
economía entendida como una ciencia exacta, sino la economía como una ciencia
social, que permitirá descubrir esa patria que se halla en el subsuelo, nuestro
autor dirá “fui a escarbar archivos, a desenterrar papeles, a exhumar y dar
nueva vida a las voces extintas que están sepultados por incomprensión (…)”.[x]
La economía entendida así como “un método de auscultación de los pueblos (…) En
puridad, la economía se refiere exclusivamente a las cosas materiales de la vida
(…) Pero la economía bien entendida es algo más. En sus síntesis laten,
perfectamente presentes, las influencias más sutiles: las confluentes étnicas,
las configuraciones geográficas, las variaciones climatéricas, las
características psicológicas y hasta esa casi inasible pulsación que los pueblos
tienen en su esperanza cuando menos.”[xi]
Scalabrini va a llevar su planteo a lo más profundo de la superestructura que
del país semi-colonial agrario, en tanto generadora de zonceras tanto
históricas, políticas, económicas, nuestro autor argumentará que “todo lo que
nos rodea es falso o irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las
creencias económicas con que nos imbuyeron. Falsas las perspectivas mundiales y
las disyuntivas que nos ofrecen. Irreales las libertades que los textos aseguran
(…)”[xii]
Pues lo que él viene a desenterrar es la realidad misma que se pretende ocultar,
ya sea en falsas opciones (como la que profesaba o con el Eje, o con los
Aliados, tan colonial una como la otra, desconociendo la posibilidad de una
posición neutral), en luchas ajenas, bajo literaturas extranjerizantes, etc. Esa
realidad de expoliación que se realizaba sobre el país día a día, y que el
pueblo sufría en “carne propia” (el cual no perderá tiempo engañándose,
consideramos que al estar menos penetrado por la superestructura colonial lleva
una “ventaja” con respecto a las otras clases). Así “la subconsciencia de la
multitud sabe que lo esencialmente argentino es la tierra y el hombre que se
apega a ella”[xiii]. Y con respecto a su tarea sostiene que “en nuestra
pesquisa, dimos en descubrir lo que después debía aparecer como evidente para
todos”.[xiv]
Es Scalabrini quién va venir a develar los ocultos mecanismos de dominación
colonial que se esconden en el trazado vías del ferrocarril, pues éstos: “fueron
trazadas con un sentido ajeno a las conveniencias nacionales”.[xv] Una de las
intencionalidades del libro es el acercamiento de la inteligencia a los
problemas nacionales y su fidelidad hacia ellos. Los problemas argentinos
aparecen como un ejemplo, como parte de los Latinoamericanos. Scalabrini apela
al conocimiento de nuestras historias comunes para lograr la unidad del
continente: “unir (…) es tarea americana y de legítima reivindicación, así como
desunir por futilezas o por doctrinas extranjeras a la conveniencia americana es
tarea del interés europeo y de sus cómplices. Para unir es preciso comprender.
Para comprender hay que conocer”[xvi]. Él está pensando en la unidad
latinoamericana[3]. Dicho libro también aspira a “ser una de esas humildes
piedras fundamentales que, hundidas en el silencio del subsuelo, soportan la
gracia arquitectural de la futura estructuración argentina”[xvii].
Son ideas lanzadas en algún periódico (muchas veces de corta duración), en
afiches, conferencias, charlas, discursos callejeros, etc. que se echan a rodar
en la Argentina semi-colonial, Galasso sostiene que Scalabrini, argumentaba que
“las ideas muchas veces se esfuman de la vista pero circulan subterráneamente”.[xviii]
Y así todas esas ideas vertidas durante la década del ’30, y parte del `40 iban
a hacer eclosión un día, Scalabrini dirá que “eran los hombres que están solos y
esperan, que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra
estaba presente como nunca creí verlo”[xix]. A decir de Horacio González hay una
“idea basada de un plano sumergido que irrumpe en una realidad superficial e
indolente”[xx].A pesar de todos los esfuerzos hechos por la superestructura
cultural para que las ideas descolonizadoras de Scalabrini no se difundieran, el
subsuelo de la patria ese día de octubre del ‘45 había decidido sublevarse.
NOTAS
[1] Los escritores malditos son definidos como los que fueron condenados al
silencio y al olvido por la superestructura cultural dirigida por las clases
dominantes. Éstos no tienen un lugar en la academia, ni en diarios, revistas,
editoriales, etc. en tanto escritores comprometidos con la cuestión nacional y
cuestionadores del orden colonial, y de la superestructura misma. Galasso va a
incluir a Scalabrini Ortíz en la nómina de malditos en su libro: Galasso,
Norberto. (1892). Raúl Scalabrini Ortíz y la lucha contra la dominación inglesa.
Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento Nacional.
[2] Resaltamos que la primera edición de “El hombre que está solo…” sale en
noviembre y se agota al mes siguiente. Galasso, Norberto. (2008). Vida de
Scalabrini Ortíz. Buenos Aires: Colihue.
[3] Vale la aclaración que cuando Raúl Scalabrini habla de América se refiere
(según su misma aclaración) a Latinoamérica.
[i] Jauretche, Arturo. (1976). Forja y la década infame. Con un apéndice de
manifiestos, declaraciones y textos volantes. Buenos Aires: Peña Lillo, páginas
57-58.
[ii] Aramendy, Cecilia y Bril, Nuria. (2010). Acerca del método de Scalabrini.
En Periodismo, Historia y Política Argentina. Buenos Aires: Jefatura de Gabinete
Ministros (Gobierno de la Provincia de Buenos Aires), página 106.
[iii] Scalabrini Ortíz, Raúl. (1983). El Hombre que está solo y espera. Buenos
Aires: Plus Ultra, páginas 21-22.
[iv] Scalabrini Ortíz, Raúl. (2003). Los Humildes. En Scalabrini Ortíz, Raúl.
(2003). La Manga. Buenos Aires: Librería Histórica, página 28.
[v] Scalabrini Ortíz, Raúl. (2003). El diario de Nicolás Bródel (Efecto
Primaveral). En Scalabrini Ortíz, Raúl. (2003). La Manga. Buenos Aires: Librería
Histórica, página 93.
[vi] Scalabrini Ortíz, Raúl. (1983). El Hombre que está solo y espera. Buenos
Aires: Plus Ultra, página 29.
[vii] Scalabrini Ortíz, Raúl. (1983). El Hombre que está solo y espera. Buenos
Aires: Plus Ultra, página 99.
[viii] Galasso, Norberto. (2008). Vida de Scalabrini Ortíz. Buenos Aires:
Colihue, página 109.
[ix] González, Horacio. (1999). Restos Pampeanos. Ciencia, Ensayo y Política en
la Cultura Argentina del Siglo XX. Buenos Aires: Colihue, página, página 336.
[x] Citado en Galasso, Norberto. (2008). Vida de Scalabrini Ortíz. Buenos Aires:
Colihue. Originalmente en Scalabrini Ortíz, Raúl. Conferencia del 17/2/41.
[xi] Scalabrini Ortíz, Raúl. (2001). Política Británica en el Río de La Plata.
Buenos Aires: Plus Ultra, Página 5.
[xii] Scalabrini Ortíz, Raúl. (2001). Política Británica en el Río de La Plata.
Buenos Aires: Plus Ultra, Página.
[xiii] Scalabrini Ortíz, Raúl. (1983). El Hombre que está solo y espera. Buenos
Aires: Plus Ultra, Página 87.
[xiv] Citado en Galasso, Norberto. (2008). Vida de Scalabrini Ortíz. Buenos
Aires: Colihue. Originalmente en Scalabrini Ortíz, Raúl. Sexto Continente,
noviembre de 1947.
[xv] Scalabrini Ortíz, Raúl. (2006). Historia de los ferrocarriles argentinos.
Con un apéndice de la Ley Mitre. Buenos Aires: Lancelot, página 23.
[xvi] Scalabrini Ortíz, Raúl. (2006). Historia de los ferrocarriles argentinos.
Con un apéndice de la Ley Mitre. Buenos Aires: Lancelot, página 15.
[xvii] Scalabrini Ortíz, Raúl. (2006). Historia de los ferrocarriles argentinos.
Con un apéndice de la Ley Mitre. Buenos Aires: Lancelot, página 392.
[xviii] Galasso, Norberto. (2008). Vida de Scalabrini Ortíz. Buenos Aires:
Colihue, página 233.
[xix] Scalabrini Ortíz, Raúl. (2009). Tierra sin nada, tierra de profetas.
Devociones para el hombre argentino. Buenos Aires: Lancelot, 2009, página 30.
[xx] González, Horacio. (1999). Restos Pampeanos. Ciencia, Ensayo y Política en
la Cultura Argentina del Siglo XX. Buenos Aires: Colihue, página 335.
Bibliografía
Aramendy, Cecilia y Bril, Nuria. (2010). Acerca del método de Scalabrini. En
Periodismo, Historia y Política Argentina. Buenos Aires: Jefatura de Gabinete
Ministros (Gobierno de la Provincia de Buenos Aires)
Galasso, Norberto. (1892). Raúl Scalabrini Ortíz y la lucha contra la dominación
inglesa. Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento Nacional.
Galasso, Norberto. (2008). Vida de Scalabrini Ortíz. Buenos Aires: Colihue
González, Horacio. (1999). Restos Pampeanos. Ciencia, Ensayo y Política en la
Cultura Argentina del Siglo XX. Buenos Aires: Colihue
Jauretche, Arturo. (1976). Forja y la década infame. Con un apéndice de
manifiestos, declaraciones y textos volantes. Buenos Aires: Peña Lillo
Scalabrini Ortíz, Raúl. (1983). El Hombre que está solo y espera. Buenos Aires:
Plus Ultra
Scalabrini Ortíz, Raúl. (2001). Política Británica en el Río de La Plata. Buenos
Aires: Plus Ultra
Scalabrini Ortíz, Raúl. (2003). La Manga. Buenos Aires: Librería Histórica
Scalabrini Ortíz, Raúl. (2006). Historia de los ferrocarriles argentinos. Con un
apéndice de la Ley Mitre. Buenos Aires: Lancelot
Scalabrini Ortíz, Raúl. (2009). Tierra sin nada, tierra de profetas. Devociones
para el hombre argentino. Buenos Aires: Lancelot, 2009
* Licenciado en sociología, Universidad de Buenos Aires (UBA).
Publicada en Revista Reseñas y Debates, Nº 63.
Marzo de 2011.
Contacto:
Juanestebangodoy@hotmail.com
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