El
miedo al miedo
Por Conrado Yasenza*
El miedo, desde el pensamiento filosófico moderno, es una pasión. Según Spinoza,
una pasión negativa que obliga al ser a la aceptación de un orden tiránico el
cual somete a los espíritus libres al yugo de la dominación. Por otro lado,
Hobbes plantea el miedo como una pasión positiva que reemplaza el peligro
permanente - el hombre lobo del hombre - el conflicto perturbador, por un orden
(Monárquico, Republicano) que ejerce la potestad de la coerción y elude la
anarquía social, evitando así el estado de naturaleza.
Es decir, El Estado regulará las prácticas sociales y políticas e impondrá un
orden que asegure el contrato de convivencia entre los integrantes de una
comunidad. El miedo es una presencia constante en la historia de las sociedades,
y la producción social y uso de éste fue advertida por Spinoza. En nuestros días
el problema es complejo ya que el monopolio de la producción del miedo social y
su uso, está en manos de las grandes corporaciones mediáticas y financieras que
con sus políticas de shock intentan paralizar la capacidad de reflejos y
reacción de los integrantes de una comunidad. Y esa acción de instauración del
miedo es cotidiana y cuenta con todas las bocas de propalación conque cuentan
los medios hegemónicos.
Esto se comprueba en el análisis de uno de los últimos episodios de violencia
con gran cobertura mediática: El Doble asesinato de Cañuelas. De pronto, una
cuidad en la que los hechos de violencia como el mencionado son infrecuentes,
por no decir inexistentes, se presenta como el pueblo que se ve amenazado por
una ola de violencia con asesinatos y robos. Nada se explica de las motivaciones
del perpetrador del crimen (Marconi): La venganza por haber sido reconocido y
denunciado por Massa (uno de los asesinados), a quien asaltó y baleó años atrás,
hecho por el cual cumplió una condena de 7 años de prisión. Nada de todo esto se
explica (como tampoco se explica el largo historial de la presencia policial en
esta historia: Marconi y Chavero - el otro imputado por el crimen- tuvieron
padres policías e historias familiares trágicas) sino que se liga a este hecho
con otros episodios de violencia que han sido transmitidos hasta el pánico por
los canales de televisión y por las radios del conglomerado comunicacional
hegemónico.
Y entonces allí vemos las escenas de un pueblo conmocionado, asustado,
paralizado en su reflejos, reclamando por mayor seguridad, o por la
"inseguridad" que parece haberse afincado en la tranquila localidad de Cañuelas.
Rápidamente, y una vez generado el miedo, se instala la posibilidad de que la
Intendenta renuncie, episodio fogoneado nuevamente por los movileros de los
canales de TV y por algún integrante de una fuerza política opositora. Y
entonces ya no estamos frente a un hecho de violencia y un reclamo por
seguridad, sino que el hecho ahora es político: La Intendenta es del mismo signo
político que el Gobierno Nacional, enemigo de los operadores del miedo y el
pánico como método de sujeción social. Este es un ejemplo de la utilización
política del miedo por parte de los medios de comunicación convertidos en órgano
político de operaciones que intentan imponerle un límite al Estado en su función
de garante del orden social, deslegitimarlo e invertir aquella idea de Hobbes:
La inacción del Estado subsume a la población en un estado de naturaleza donde
el hombre vuelve a ser lobo del hombre.
Tendremos que prestar mucha atención a estas operaciones que calan profundo en
el sentido común cristalizado de algunos sectores de las capas medias de nuestra
sociedad para quienes el afuera, la calle, la vida se ve amenazada por oscuros
habitantes del mal, por los detritos sociales que deambulan libres por las
calles asesinando y robando, y sobre quienes el Estado garantista no aplica
severas penas como tampoco delimita claramente territorios de circulación
protegidos por muros y fuerzas represivas. El 7 de Diciembre queda lejos, y los
poderes fácticos junto a los dueños de las corporaciones
financiero-comunicacionales intentarán crear un clima de desbarajuste
institucional, caos y violencia que les permita no sólo no acatar el dictamen de
la Corte Suprema de Justicia para desprenderse de sus casi 300 señales de
comunicación, sino también para volver a un estadio anterior político en el que
un Presidente de la República era un puesto menor.
*Periodista, director de La Tecl@ Eñe |
www.lateclaene.blogspot.com