Repensando
históricamente la asistencia
Autoanálisis del autor del libro “Asistencia y Asistencialismo”
Norberto Alayón
Profesor Regular Titular Facultad de Ciencias Sociales - UBA
1. Referencias bibliográficas del libro
Título: “Asistencia y Asistencialismo - ¿Pobres controlados o erradicación de la
pobreza?”
Primera edición: 1989. Editorial Hvmanitas. Buenos Aires.
Segunda edición (ampliada): 1992. Editorial Hvmanitas. Buenos Aires.
Tercera edición: 2000. Editorial Lumen. Buenos Aires.
Cuarta edición (ampliada): 2008. Editorial Lumen. Buenos Aires.
Ediciones en portugués:
Primera edición: 1992. Cortez Editora. Sao Paulo.
Segunda edición: 1995. Cortez Editora. Sao Paulo.
2. Contexto político-social en el que apareció el libro
Si bien el libro centra la atención en los temas de asistencia, asistencialismo,
trabajo social y pobreza, el mismo contiene diversos trabajos producidos en
distintas fechas, con las ampliaciones que se fueron agregando en el tiempo. De
este modo, los nueve capítulos que integran el libro se corresponden con las
siguientes fechas:
- El asistencialismo en la Política Social y en el Trabajo Social – 1980
- El Trabajo Social en la actual coyuntura – 1984
- Caracterización del Trabajo Social – 1985
- Marginalidad y Trabajo Social – 1985
- Participación: mitos y alternativas – 1987
- Hacia la propuesta de un Trabajo Social alternativo – 1988
- ¿Hacia el control de los pobres o hacia la erradicación de la pobreza? – 1989
- Ni siquiera asistencialismo – 1991
- Exclusión social, derechos y asistencia - 2008
El año 1989, en que se publica la primera edición del libro, implicaba para
Argentina y también para América Latina el comienzo de la peor década (la década
de los ’90), con la más brutal penetración del fundamentalismo neoliberal, que
arrasó en el país, con los derechos económicos y sociales, y condujo a la
sociedad a un tsunami de empobrecimiento, cristalizando un proceso de verdadero
darwinismo social.
Este proceso, en rigor, fue la culminación más exitosa de la inédita barbarie
iniciada en Argentina, con la dictadura cívico-militar que imperó -a sangre y
fuego- entre marzo de 1976 y diciembre de 1983.
Igualmente resulta necesario precisar que varios de los textos que componían el
libro fueron escritos antes de 1989, y los contextos -por cierto- eran
distintos. Así, el primer texto que data de 1980 fue escrito en un momento en
que todavía Argentina padecía la dictadura. Los siguientes (hasta 1989 en que
aparece el libro) se correspondieron con el período de recuperación de la
democracia en el país, aunque con propuestas y modelos no idénticos, encarnados
primero en el gobierno de Raúl Ricardo Alfonsín de la Unión Cívica Radical
(desde el 10 de diciembre de 1983 hasta el 8 de julio de 1989). Y luego, en
medio de un grave proceso hiperinflacionario, a partir de que Alfonsín le
entregara el mando -en forma anticipada- a Carlos Saúl Menem del Partido
Justicialista, quien gobernó entre el 8 de julio de 1989 y el 10 de diciembre de
1999.
Respecto al Trabajo Social, la interrupción del funcionamiento constitucional en
el país entre 1976 y 1983, no sólo paralizó el desarrollo de la profesión, sino
que la retrotrajo a modalidades y concepciones nefastas, alejadas de los
sectores populares. El tremendo retroceso sufrido fortaleció la reaparición y
avance de las concepciones más reaccionarias de la profesión.
La práctica profesional se alejó abismalmente de los intereses de los sectores
populares y el debilitamiento de la formación profesional supo acompañar
armónicamente el cruel período de atraso general. Lo acontecido permite recordar
y visualizar, con absoluta claridad, que el Trabajo Social -como cualquier otra
disciplina- no constituye una categoría abstracta, que funciona
independientemente de las determinaciones histórico-sociales. Y desde ahí
convalidar que el emparentamiento del Trabajo Social con el funcionamiento y las
características de la sociedad en su conjunto, en un período determinado,
constituye una variable inexcusable para entender el por qué, el para qué y el
cómo de la profesión.
A partir de la recuperación democrática de 1983, se comenzaron a desplegar
tentativamente otras propuestas profesionales, en la línea de recuperar lo mejor
de la tradición de sensibilidad y compromiso social de los trabajadores
sociales, tendiendo a neutralizar el reflorecimiento que se había verificado de
las posiciones más tradicionales e intentando contribuir a la reformulación y
construcción de un modelo de sociedad, en el que pudiera ser efectivamente
viable la democracia política y la justicia social.
3. Argumentos centrales del libro
Desde la primera edición me propuse contribuir a diferenciar la asistencia del
asistencialismo, en tanto no eran ni son, necesariamente, lo mismo. Reivindiqué
la noción de asistencia, la dimensión asistencial de nuestro trabajo como
trabajadores sociales, pero no desde una óptica tradicional, sino como
reapropiación -por parte de los sectores populares- de riqueza previamente
producida (que como tal, les pertenece inalienablemente) y como realización de
derechos sociales conculcados.
Mi intención apuntaba a ponderar críticamente la necesidad de rescatar y
resignificar la dimensión asistencial del Trabajo Social, en contraposición con
el llamado asistencialismo. La cuestión pasaba en cómo transformar políticamente
el asistencialismo en políticas de asistencia (como derecho), siendo necesario
re-politizar la política social, en tanto ésta -para esos años- tendía cada vez
más a salir del campo del Estado (ámbito de la política por excelencia) para ser
transferida hacia los espacios e iniciativas privadas, connotando la acción
social como si se tratara de una alternativa desinteresada y generosa de parte
de actores individualizables (desde personas hasta empresas, iglesias, etc.) y
no como un proceso complejo que expresa dinámicamente diversos intereses y
objetivos en juego.
Las reflexiones de Estela Grassi (“Políticas y problemas sociales en la sociedad
neoliberal”, Espacio Editorial, Buenos Aires, 2003), en relación a la década
pretérita de los `70, señalaron que “Una primigenia discusión acerca del
carácter de la asistencia se dio en el campo del Trabajo Social, marcada por la
politización de los años setenta, cuando en dicho campo profesional se planteó
una ruptura radical con la práctica tradicional en el ámbito de las
instituciones del Estado, menos criticada que ridiculizada como repartija de
leche. Ruptura fundada en una interpretación según la cual el Estado es
solamente aparato de dominación, la que llevó a la auto-adjudicación del rol de
concientizador y de promotor en la comunidad para los trabajadores sociales,
produciendo un paradójico desdoblamiento entre el ámbito de su empleo (el
Estado) y un rol definido por fuera de su viabilidad como profesión.”
Y continuaba Grassi: “Confrontando con esta caracterización funcionalista de la
política social y del Estado en general, otra línea (Alayón,1980) relacionó el
carácter asistencialista de las políticas de asistencia con el tipo de Estado
(con su carácter popular u oligárquico, según las categorías de uso corriente
por entonces en el campo político), de donde no sería la asistencia en sí
materia de debate, sino la orientación de la actuación estatal y la condición
social de sus bases de consenso, en tanto referente y determinante del régimen
político que lo conducía. Al concebirse a la asistencia social en sí misma como
manifestación de la relación de dominación de clase y paliativo de la
desposesión, no podía asimilarse, únicamente, a un acto de voluntad de las
clases dominantes, sino que debía juzgársela como el resultado de la lucha de
los desposeídos. De ahí que la naturaleza popular del régimen político y el
volumen de recursos de la asistencia (es decir, su capacidad redistributiva) se
convertían en los parámetros diferenciadores respecto de la beneficencia clásica
de las clases oligárquicas.”
A la par de enfatizar que el asistencialismo no es una excrecencia propia del
Trabajo Social, sino del sistema capitalista imperante, desarrollé la
argumentación de que la asistencia involucra dos ideas: el reconocimiento de
derechos sociales conculcados y la reparación plena de los problemas sociales.
Esto aún no implica la afectación profunda del tipo de relaciones sociales
predominantes, pero sí posiciona al quehacer profesional en la línea de
generación de cambios hacia la construcción de un orden social distinto. Por
otra parte, el asistencialismo también involucra dos ideas, pero en la
perspectiva contraria: el no reconocimiento (ocultamiento) de los problemas
sociales como derechos humanos suprimidos o restringidos y la dación escasa (la
mínima posible) para sólo atenuar y controlar la conflictividad social que
genera la carencia extrema.
Coincidía en que la implementación de políticas sociales apuntaba, desde el
punto de vista de las clases dominantes, a reproducir la fuerza de trabajo que
garantizaba y permitía el desarrollo del capitalismo. Pero, a la vez, dichas
prestaciones y servicios eran necesitados y reclamados por los sectores
populares; es decir que también había lucha -y no sólo pasiva receptividad- de
parte de los desposeídos para conseguir reivindicaciones crecientes que dieran
respuesta a sus tremendas necesidades.
En esa tensión, en esa confrontación entre sectores (unos asumiendo la
perspectiva de conceder y frenar, y otros la de conquistar y avanzar), tiene que
insertarse el accionar de los profesionales del campo de lo social. Ni antes ni
ahora, no hay Trabajo Social posible con los sectores populares, sin respuestas
concretas a las necesidades brutales que padecen. Si el trabajador social opera
en la creencia de que la acción social sólo aletarga indefectiblemente, y no que
también actúa en la exacerbación y en el desarrollo de la propia lucha por los
derechos no reconocidos, no puede menos que entrar en la confusión, en la
frustración y en el inmovilismo.
4. Impacto del libro
Las distintas ediciones del libro en castellano y también las traducidas al
portugués, parecen haber dado cuenta del interés del colectivo profesional por
esta temática clave y del enfoque y contenidos del propio texto.
Creo haber contribuido, desde el campo del Trabajo Social, al intento de
repensar y resignificar la asistencia como un derecho. Al mismo tiempo recordar
que la asistencia social ha estado históricamente ligada a la problemática de la
pobreza. Pero que la pobreza (tanto en su generación, como en la eventual
erradicación de la misma) no pertenece al campo de la beneficencia o de la
asistencia social, sino que pertenece al campo de la economía. Y que la
asistencia social opera como instrumento mediador entre la economía y los
efectos y resultados del modelo económico en vigencia.
Para el Trabajo Social, repensar la asistencia como derecho y como recuperación
de lo perdido o de lo que nunca se tuvo, conduce a un cauce fructífero de
potenciación de las distintas dimensiones de la disciplina. Lo asistencial, lo
educativo, lo promocional, lo organizacional, deben fundirse en una práctica
totalizante al servicio de los sectores populares.
Percibir con lucidez las distintas coyunturas y los distintos modelos políticos,
posibilitará al trabajador social orientar su actuación en la línea de
interferir o desactivar ciertas lógicas dominantes, cuando -por ejemplo-
mencionan o proponen pérfidamente la organización y la participación de la
gente, pero (¡y aquí está la clave!) sin transferir los recursos necesarios para
atender las necesidades específicas.
Lo que propuse reivindicar fue: recursos suficientes (asistencia material) y
promoción y organización, en forma simultánea. Esta manera de resignificar y
reivindicar la asistencia no sólo nos diferencia del asistencialismo, sino que
permite reconfirmar -desde el Trabajo Social- la esencia misma de los proyectos
neo-conservadores, que se ubican en franca oposición a los objetivos de bregar
por una mayor justicia social.
5. Apreciaciones actuales
En la segunda edición del libro (1992) debí realizar un par de aclaraciones y
advertencias. La primera, recordando que el texto “El asistencialismo en la
política social y en el trabajo social” había sido escrito en 1980 y que, por
supuesto, su lectura debía enmarcarse en esa época, en la cual países del Cono
Sur como Argentina, Brasil, Uruguay y Chile padecían la vigencia de dictaduras
militares. Las referencias que había realizado sobre el papel de la burguesía
nacional en 1980, diferían de mi interpretación de 1992, a la luz de los feroces
procesos de transnacionalización de ésta y del abandono frontal de su otrora
dinámica específica, ligada a la inversión, al riesgo y a la acumulación,
reemplazada por la transferencia al exterior de sus ganancias y el exclusivo
afán de lucro sin reinversión ni ampliación del mercado interno.
Sin embargo, y para ratificar que la historia no registra un camino de mano
única, ni tránsito lineal, sino de marchas y contramarchas, de avances y
retrocesos, pero también de recuperación de sus momentos más oscuros y
retardatarios, cabe destacar que estamos viviendo en la actualidad, en varios de
nuestros países, verdaderos procesos de oxigenación (aunque no sencillos, ni
absolutamente plenos), de confrontación con las lógicas imperiales de dominación
y sojuzgamiento, de impulso a la estratégica unidad latinoamericana, de
alejamiento de los dictados disciplinadores de los organismos internacionales
ligados o directamente dependientes de los poderes hegemónicos, de rescate del
interés nacional, de lucha por la consolidación de la soberanía política, de la
independencia económica y de la justicia social, de la revalorización y defensa
de los derechos políticos, económicos, sociales y culturales para el conjunto de
la población, todo lo cual confluye en el fortalecimiento de la democracia y de
la ciudadanía, en la perspectiva de contribuir a la conformación de sociedades
más igualitarias.
La segunda aclaración tuvo que ver con algunas interpretaciones equívocas, por
parte de los lectores, en relación a diversas referencias y afirmaciones de
funcionarios y dirigentes del peronismo de esa época, consignadas en el libro.
No había pretendido realizar una defensa de esos voceros, sino evidenciar las
contradicciones flagrantes en las que suelen incurrir ciertos funcionarios,
entre lo que habría que hacer (según sus propias palabras) y lo que
verdaderamente terminan haciendo.
La temática de este libro mantiene, lamentablemente, demasiada actualidad. Ya
desde la primera edición, me había propuesto realizar un análisis crítico, pero
también realista, sobre la asistencia, sobre el asistencialismo y sobre uno de
los problemas más graves por los que atraviesan nuestros países: la pobreza, a
la cual conceptualizo como la violación más flagrante de los derechos humanos.
Y también me propuse reflexionar sobre cómo actuar ante la pobreza. En esa
dirección, y tomando en cuenta que su origen se halla en la organización de la
sociedad, la premisa es su necesaria y urgente erradicación.
Analizar la compleja trama de la injusticia intrínseca y primaria de ciertos
modelos de funcionamiento social (el capitalismo, entre nosotros), junto con la
reivindicación de los derechos sociales (empleo formal, salarios dignos,
políticas sociales universales y políticas asistenciales), y simultáneamente
atender la urgencia ante situaciones que no admiten dilación, nos coloca a los
profesionales de lo social ante diversas encrucijadas de no fácil resolución;
éstas requieren rigor analítico y también lúcidas interpretaciones, que se
alejen de los reduccionismos economicistas, y también políticos, que con
frecuencia dogmatizan o simplifican peligrosamente la interpretación de la
realidad.
Entiendo que el contenido del libro ha contribuido a la reflexión acerca de
estas problemáticas, como así también acerca de la obligación política de dar
atención inmediata a la población que sufre las consecuencias de un régimen
social injusto, y que padece severas condiciones de vida que, a la par de seguir
afectando a millones de personas, ponen en evidencia la recurrente insensatez de
las opciones políticas y económicas que barbarizan la vida de los hombres.
Finalmente reafirmo que la temática de la asistencia, para el campo del Trabajo
Social, sigue teniendo una vigencia ineludible.
Agosto 2012
Blog del autor:
http://norbertoalayon.blogspot.com.ar
Nota relacionada: Capitalismno y asistencialismo
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