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Julio
Argentino Roca y el revisionismo histórico
Por Francisco José Pestanha*
“Toda la historia es nuestra historia. Todo el pasado es nuestro pasado. Aunque
a veces preferimos quedarnos con sólo una parte de ese pasado, seleccionando
ingenua o engañosamente una época, una línea, unos personajes, y queriendo
eludir tiempos, ignorar hechos y omitir actuaciones (…) Somos el conquistador y
el indio, el godo y el patriota, la pampa privilegiada y el interior relegado,
el inmigrante esperanzado y el gaucho condenado. Somos los dos, no uno de ellos
solamente. Si nos quedamos con uno de los dos, siempre llevaremos a cuestas un
cabo suelto sin anudar, siempre cargaremos un asunto inconcluso que no
lograremos cerrar, siempre habrá un pedazo de nosotros que no lograremos
integrar. Y todo aquello que uno no contacta ni incorpora y, por tanto, no
cierra, eso no desaparece, continúa llamando, sigue siendo un mensaje en espera
de ser recibido, reclamando ser escuchado”
Gustavo Cirigliano
Un lucidísimo aunque olvidado pensador argentino señaló en cierta oportunidad
que una “…concepción nacional de la historia, implica reconocer que ésta no es
un fragmento de la vida humana ubicada en tiempos pretéritos, clausurados
definitivamente”1. La existencia de los pueblos sostuvo además, “…tiene una
continuidad determinada sin espacios en blanco en la que actúan fuerzas
históricas que producen una tensión permanente entre lo que cambia y lo que se
conserva”2.
Paz3 afirmaba asimismo que en el trabajo del historiador prima el presente no el
pasado, ya que “…el interés por el pasado siempre está determinado por la
necesidad de conocer el presente4” y que la incomprensión del presente, surge de
la ignorancia, el ocultamiento o la desfiguración del pasado. Para el autor las
polémicas historiográficas suelen trasuntar “cuestiones de vivos”, y en tanto,
traslucir asuntos del ahora o del futuro.
Las enseñanzas de Paz nos ofrecen una excelente oportunidad para reflexionar
sobre la historia en general y sobre la figura de Julio Argentino Roca en
particular.
I.- Sobre la historiografía y el revisionismo histórico.-
Del pasado sólo nos llegan huellas y vestigios. A partir de ellos el historiador
debe fundar su labor reconstructiva, labor por su parte que de ningún modo es
aséptica. Aunque el anhelo de objetividad inspire el emprender del profesional
de la historia sobre lo ya acontecido, un sinnúmero de determinaciones recaen
sobre su espíritu al momento de hacerlo. En razón de ello no existen veredictos
históricos inapelables aún cuando algunos hechos puedan certificarse
efectivamente. El filósofo, historiador y lingüista de origen búlgaro Tzvetan
Todorov, sostuvo en consonancia que el conocimiento se encuentra íntimamente
coligado con una posición ética que se asume y además a determinados valores que
se exaltan.
El historiador selecciona, clasifica, constata, reflexiona y posteriormente
enlaza el producido de dichas actividades para otorgarle el “alma” a su relato.
Todo historiador, en tanto, recorta. El primer recorte normalmente está
constituido por el hecho, el período, el individúo o la comunidad que pretende
analizar, es decir, por su objeto de estudio. Un segundo recorte está instituido
por la narración que construye, y mediante la cual, otorgará sentido su tarea de
reconstrucción. En el derrotero del historiador la heurística y la hermenéutica
constituirán su principal apoyo. La primera lo conducirá hacia documentos,
testimonios y probanzas. La segunda, hacia la interpretación de los mismos y de
los hechos acaecidos. Ambas operaciones también estarán sujetas a
determinaciones que exceden la propia subjetividad del historiador.
Ana Jaramillo en un artículo5 publicado recientemente, haciendo referencia al
filosofo e historiador Italiano Benedetto Croce señala que para Croce, “…no
existen leyes universales en la historia y que toda historia es contemporánea”.
Asimismo ilustra “… que cada uno tome como materia de historia lo que se vincule
con sus propios intereses y dé a la narración el tono que responda al pathos de
su alma”. La obra historiográfica para Jaramillo como toda obra humana “…se
realiza a través de una lucha, y no siempre obtiene en la lucha la victoria o la
victoria plena”. Sentenciará finalmente en sintonía con Marc Bloch que “…los
verdaderos historiadores son historizantes”6.
El historicismo en su versión revisionista empezó a gestarse a fines del siglo
XIX como un desafío orientado hacia la reconstrucción de un pasado que, según
sus principales impulsores, había sido recortado deliberadamente por la
historiografía surgida al calor del proyecto modernizador triunfante en Caseros
e inspirada por el iluminismo, una doctrina que por a- histórica, despreciaba al
pasado por escatológico y heterónomo. El revisionismo se constituyó de esta
forma como una matriz analítica orientada hacia la comprensión de lo que se es
real y efectivamente, como abordaje a esa intrahistoria de la que hablaba Miguel
Unamuno, y se propuso como misión cuestionar algunos de los presupuestos
liminares que sustentaban el relato histórico erigido por los triunfadores de la
guerra civil.
II.- El revisionismo y Roca
Mientras la historiografía surgida al calor de los vencedores - aún con matices
- coincidió en que Julio Argentino Roca se instituyó en el gran organizador un
Estado Nacional erigido a partir de la sanción del orden constitucional
inspirado ideológicamente por el liberalismo (cosmovisión que “naturalmente”
conducía hacia el progreso), los revisionistas, ya en las postrimerías del siglo
que concluía, comenzaron a formular discrepancias respecto al rol que le cupo al
tucumano en el devenir histórico del país.
A la vez que autores inscriptos en el revisionismo clásico como José María Rosa,
Fermín Chávez, y Ernesto Palacio (con alguna que otra divergencia) compartieron
la tesis que sostiene que Roca integró estructuralmente el proyecto
modernizador, agro exportador, oligárquico y librecambista surgido a partir de
“disciplinamiento” interior federal y el establecimiento de relaciones
económicas viscerales con el Imperio británico, otros revisionistas, tan
disímiles y convergentes a la vez como Arturo Martín Jauretche y Jorge Abelardo
Ramos, rescatarán algunos aspectos de su figura.
José María Rosa consagrado revisionista, opinará que Julio Argentino Roca
constituyó el auténtico “jefe” de un “régimen” donde las minorías “…se
consagraron a gozar de la riqueza material despreocupándose de otra cosa”, donde
la política “…quedó en manos de pocos”, y donde la Argentina “…se transformó en
una factoría, en un emporio mercantil”. Para el autor este régimen“… surgió con
el asentimiento general, y donde los partidos provinciales terminaron
entregándose a un presidente que les garantizaba estabilidad contra las
revoluciones locales”7.
Por su parte Fermín Chávez, discípulo de José María Rosa, manifestará al
respecto que bajo el lema “Paz y Administración”, Roca, ayudó a “consolidar las
bases de la república liberal, entre las cuales debe mencionarse la sanción de
la ley de educación común.8” Ernesto Palacio otro integrante de la corriente
revisionista, en relación al compromiso de Roca con sistema de librecambio,
afirmará que “…el prestamista extranjero, el inversor de capitales que venía a
hacer su negocio, no era para los hombres del roquismo, el mero mercachifle del
que había que desconfiar para mantenerlo en sus justos límites, sino ante todo,
un benefactor y un civilizador que merecía agradecimiento y reverencia”9.
El revisionismo clásico concordará términos generales en que Roca contribuyó a
consolidar una república dependiente. Fermín Chávez expresará en concordancia
que durante su primera presidencia “…el país se desarrolla, crece, pero al mismo
tiempo se endeuda. ¿Cuál es la razón? Tal vez cabe ella en una frase: Europa
quiere de nosotros trigo, carne, lanas y cueros, y Roca organiza al país de
acuerdo a esa división del trabajo. Crea un país de cereales y ganados sin
industrias extractivas y de transformación. Somos lo que se llama una economía
subsidiaria: la provincia-granja de un imperio10.
El compromiso de Roca con los intereses británicos llegará para Chávez al
extremo: “El general Roca, luego de transferir el cargo a Juárez Celman, se
trasladó a Inglaterra. Banqueros y comerciantes británicos, agradecidos por su
política económica a la medida de la metrópoli financiera (continuación de la de
Mitre y Sarmiento), lo esperaban agradecidos. Y el 9 de julio de 1887, la casa
Baring y otros financistas le ofrecieron en el Richmond un estupendo banquete
cuyos pormenores -menú incluido- están retratados en un folleto, que anda por
ahí, titulado “El Teniente General Julio A Roca y el comercio inglés”. Conviene
leerlo para refrescar la memoria y conocer por qué los comerciantes británicos
estaban tan agradecidos con el habilidoso tucumano"11
Mientras gran parte de los integrantes del revisionismo coincidirán en el que el
roquista constituyó un período de afianzamiento de la dependencia argentina,
otros, sin refutar radicalmente esta circunstancia, resaltarán algunos aspectos
de su gestión.
Así Arturo Martín Jauretche lo considerará a Julio Roca como gestor de ciertas
políticas de carácter nacional, sosteniendo que con él “…la extensión vuelve a
formar parte de la política nacional12”. Para Jauretche la creación de un
ejército moderno y profesional y ciertas medidas de índole económico impulsadas
durante su gobierno constituirán pasos efectivos que posibilitarán un incipiente
desarrollo industrial.13. A fin de sustentar su tesis, el fundador de FORJA,
alegará que en aquella época (la de Roca) se producirá “…la modernización y
crecimiento de las industrias azucareras y vitivinícola, a la que por cierto la
metrópoli británica no opuso mayores dificultades”14.
Por su parte Jorge Abelardo Ramos, inscripto en un revisionismo orientado por la
corriente de la izquierda nacional, planteará una mirada alternativa. En un
artículo publicado bajo el titulo “Roca como caudillo” sentenciará tajantemente:
“Así como no se puede entender a Perón sin comprender a Yrigoyen (importante
caudal de Yrigoyenistas ingresó en 1945 al Peronismo ya que veía reivindicada,
ese año, una lucha amarga contra el alverarismo) tampoco puede inteligirse
realmente a don Hipólito sin rastrear los orígenes del radicalismo en las
huestes del roquismo moribundo”15
Perfilando a Roca como un conductor, Ramos proclamará que si “Roca cubrió
treinta años de la vida nacional, no se debió a sus mañas o astucias políticas
(…) sino a la evidencia que grandes fuerzas de la vieja sociedad argentina se
encontraron representadas en él (…) Nos referimos en primer lugar al antiguo
partido federal de provincias con sus múltiples denominaciones, sin olvidar al
célebre partido “ruso” de Córdoba”16
Mientras que para Abelardo Ramos el roquismo constituirá una etapa transicional
de la que se nutrirán nuevas fuerzas nacionales - para otros - lo transicional
estará vinculado a la desaparición del antiguo federalismo17.
En su defensa del período roquista Ramos ira más lejos, y se inmiscuirá en
cuestiones que aún despiertan polémicas inconciliables como la denominada
“campaña al desierto”. Ensayando tenaz y fervientemente, aunque con que con
argumentos cuestionables una defensa histórica del tal acción, el autor de la
“Historia de la Nación latinoamericana” manifestará que “… la oligarquía
terrateniente que se apoderó de las tierras de indios y gauchos, condenó a ambas
corrientes del pueblo a sufrir un destino aciago, pero es justo consignar que la
conquista del desierto realizada por Roca y el Ejército de su tiempo no solo
establece un principio de soberanía en ese tiempo harto dudoso, sino que libera
al gaucho retratado por Hernández del martirio inacabable del fortín en la
frontera”18.
Para Ramos, Roca será un caudillo liberal, pero liberal nacional “…ya que
encarnó el progreso histórico y llevó el presupuesto nacional hasta el último
rincón de las provincias” y además, “… creó todas las estructuras modernas del
Estado, restableció aranceles proteccionistas e impulsó las grandes obras con
las que el país cuenta todavía”19
Enunciadas sintéticamente algunas de las proposiciones que el revisionismo
ensayó respecto a Julio Argentino Roca, bien cabe a modo de conclusión, formular
algunas breves reflexiones sobre el período que le tocó protagonizar y su
gestión al mando del Estado nacional.
Julio Argentino Roca provino de una austera aunque tradicional familia tucumana.
Aún así gobernará un período transicional que lo llevará indefectiblemente a
constituirse en el jefe político de un régimen que tendrá sustento en dos
fuerzas históricas dominantes; los sectores oligárquicos y la Gran Bretaña, como
metrópoli y centro de las aspiraciones de éstos últimos.
Su jefatura construida principalmente a partir del prestigio militar y de su
comprobada habilidad política –como bien señala Marcelo Gullo20- responderá por
un lado, a exigencias de la época que obligaron a la ciudad puerto (Buenos
Aires) a ceder parte de su hegemonía ante el peso político y militar de las
provincias, y por el otro, a la necesidad de éstas últimas en sostener una
conducción férrea que les permitiera garantizar la paz interior en cada una de
ellas.
Si bien no puede ubicarse Roca dentro de los sectores adheridos a la ortodoxia
liberal, las circunstancias históricas lo llevaran a conducir un programa
librecambista, centralista y dependiente. Aunque algunas medidas de índole
económico como las enunciadas por Jauretche plantearan contradicciones con el
liberalismo clásico y además representaran las aspiraciones de algunos
heterodoxos de esa generación como Carlos Pellegrini, en los hechos, es evidente
que Roca se lo haya propuesto o no “…no pudo romper la hegemonía construida por
la oligarquía portuaria cooptada por los intereses británicos”21
En el marco de tal heterodoxia la preocupación del “zorro”22 por ampliar el
ejercicio efectivo del poder territorial y garantir la presencia del Estado en
toda la geografía constituyen, a la fecha, aspectos ponderables de su gestión,
aunque pueda interrogarse sobre los medios y métodos utilizados. Esta última
referencia no implica una mirada retrospectiva del pasado desde categorías del
presente - y menos aún - una enunciación con aspiraciones demagógicas.
Constituye una evaluación de probabilidades ya que el disciplinamiento, la
persecución y la eliminación de criollos, gauchos y comunidades nativas por
medio de la violencia autocrática que caracterizó no solamente su gestión, sino
el anhelo “civilizador” de parte de su generación, no integró una posición
unánime, inclusive, dentro de elites vinculadas poder de la época y menos aún,
de aquel ideario federal que, aunque derrotado por las armas, sobrevivía,
resistía culturalmente y se preparaba, lentamente, para renacer.
NOTAS
1 Paz, Carlos: “La concepción de la historia y el Pensamiento Nacional”. Revista
Proyecciones del Pensamiento Argentino, a 40 años de la Comunidad Organizada”.
Abril de 1989.
2 Paz, Carlos: ibídem.
3 Sociólogo e historiador. Entre sus obras más destacadas se encuentra
“Hernández y Fierro; la otra cara de la historia” publicada por la Editorial
Catálogos. Su obra fue resaltada extraordinariamente por Silvio Juan Maresca en
la comunicación leída el 13 de Junio de 2003 en la Biblioteca Nacional, con
motivo de conmemorarse un aniversario del fallecimiento del autor, publicada en
la revista “Peronistas” bajo el titulo “Carlos Paz, intelectual y militante”.
Versión digital en: http://www.cepag.com.ar/pdf/peronistas_4/maresca.pdf
4 Paz, Carlos: ibídem.
5 Jaramillo Ana: “Los Historiadores y las historias”. Periódico Pagina 12,
Domingo 4 de diciembre de 2011
6 Jaramillo Ana: ibidem
7 Rosa José María: “Historia Argentina”. Tomo 8. Editorial Oriente. Págs 157 a
191
8 Chávez, Fermín: “Diccionario Histórico argentino”. Ediciones Fabro. Año 2005
9 Palacio, Ernesto: “Historia Argentina”. Editorial Peña Lillo. II tomo. Año
1960.
10 Chávez, Fermín: “Historia del país de los argentinos”, Bs. As, ed. Peña
Lillo, 1972
11 Chavez: Fermín, “Historia del país de los argentinos”. Bs. As, ibídem
12 Jauretche, Arturo: “Ejército y política” Corregidor, Bs.As., 2008.
13 Jauretche, Arturo: “Ejército y política” ibídem
14 Jauretche, Arturo: “Ejército y política” ibídem
15 Ramos, Jorge Abelardo: “Roca como caudillo,” Diario Mayoría. Domingo 21 de
Julio de 1974
16 Ramos, Jorge Abelardo: “Roca como caudillo,” ibídem
17 "Era Roca un nuevo tipo de político: el caudillo liberal, una especie de
Mitre nacionalizado, ubicado ideológicamente en las ideas sarmientinas y en
línea de Reforma de Rivadavia. Si hablamos con rigor, más allá de su habilidad
para ganar votos y a los que podían dar lustre a su gobierno, fue la expresión
cabal de ese período de transición de la Argentina -que se inició con
Avellaneda- , en que nuestro país dejó de ser federal. Chávez, Fermín: Historia
del país de los argentinos, Bs. As, ed. Peña Lillo, 1972. (pág 330)
18 Ramos, Jorge Abelardo: “Roca como caudillo”. ibídem
19 Ramos, Jorge Abelardo: “Roca como caudillo” ibídem.
20 Marcelo Gullo: Es doctor en Ciencia Política por la Universidad del Salvador,
Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Rosario, graduado
en Estudios Internacionales por la Escuela Diplomática de Madrid. Autor, entre
otras obras, de La insubordinación fundante: breve historia de la construcción
del poder de las naciones” Editorial Biblos.
21 Marcelo Gullo: ibídem
22 Apodo con que en la época se hacia referencia a Julio Argentino Roca.
* Francisco José Pestanha es profesor titular del seminario Introducción al
Pensamiento Nacional en la Universidad Nacional de Lanús y miembro del Instituto
Dorrego.
[Publicado en revista "Escenarios” para un nuevo contrato social", setiembre
2012. La revista se presenta en el salón J. L. Ortiz de la Biblioteca Nacional
el 18/09/12 a las 14,00 horas, Agüero 250, 3° piso, Ciudad Autónoma de Buenos
Aires]
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