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Al
compañero Presidente Salvador Allende
Homenaje del Mayor Bernardo Alberte *
Buenos Aires, setiembre de 1973
Quiero rendir hoy un homenaje a un revolucionario, a un valiente, a un digno
representante de un pueblo oprimido y explotado permanente y sistemáticamente
durante más de un siglo, a un latinoamericano amigo y compañero que un glorioso
5 de septiembre de 1970 se dirigiera a su Pueblo con estas palabras:
“Dijo el Pueblo: venceremos y vencimos. Aquí estamos hoy compañeros para
conmemorar el comienzo de nuestro triunfo. Pero alguien más vence hoy con
nosotros. Aquí están Lautaro y Caupolicán, hermanos en la distancia de
Cuauhtémoc y de Tupac Amaru.”
“Hoy aquí con nosotros vence O’Higgins, que nos dio la independencia política
celebrando el paso hacia la independencia económica.”
“Hoy aquí vence con nosotros Manuel Rodríguez, víctima de los que oponen sus
egoísmos de clase al progreso de la comunidad.” “Hoy aquí vence con nosotros
Balmaceda, combatiente en la tarea patriótica de recuperar nuestras riquezas al
capital extranjero.”
“Hoy aquí con nosotros vence también Recabarren con los trabajadores organizados
tras años de lucha.”
“Hoy aquí con nosotros vencen, por fin, las víctimas de las poblaciones de José
María Caro, aquí con nosotros vencen los muertos de El Salvador y Puerto Montt,
cuya tragedia atestigua por qué y para qué hemos llegado al poder.”
“De los trabajadores es la victoria. Del pueblo sufrido que soportó por siglo y
medio, bajo el nombre de la Independencia, la explotación de una clase
dominante, incapaz de asegurar el progreso, y de hecho, desvinculada de él.”
“La verdad la sabemos todos, es que el atraso, la ignorancia, el hambre de
nuestro pueblo y de todos los pueblos del Tercer Mundo, existen y persisten
porque resultan lucrativos para unos pocos privilegiados.”
“Pero ha llegado, por fin el día de decir basta.”
“iBasta a la explotación económica!”
“iBasta a la desigualdad social!”
“iBasta a la opresión política!”
“Hoy con la inspiración de los héroes de nuestra Patria, nos reunimos aquí para
conmemorar nuestra victoria, la victoria de Chile; y también para señalar el
comienzo de la liberación. El Pueblo, al fin, hecho gobierno, asume la dirección
de los destinos nacionales”
(...)
Rindo mi homenaje y el de todos los argentinos peronistas y revolucionarios al
compañero Presidente Salvador Allende de quien recibimos su último mensaje y lo
asumimos en toda su dimensión. Pues no hay ninguna duda que él quiso enviárnoslo
y lanzarlo ante el mundo y ante los pueblos oprimidos, cuando decidió escribir
personalmente con su sangre una página más de la trágica historia de los pueblos
latinoamericanos.
Mensaje de sacrificio y mensaje de valor. De La Moneda, sólo me sacarán muerto,
solía decir. Y cumplió y dio el ejemplo personal a todo el país y a todos los
pueblos, haciendo suya la célebre frase de aquel guardia del Palacio: la guardia
no se rinde, muere, mierda. No debemos dejar de recordar aquellas palabras
pronunciadas en ese mismo mensaje, para agregar esta trágica enseñanza a todas
las que en carne propia hemos recogido en nuestra propia lucha por la liberación
nacional y social:
“Si nos detenemos a meditar y miramos hacia atrás a nuestra historia, los
chilenos estamos orgullosos de haber logrado imponernos por la vía política,
triunfando por sobre la violencia. Esta es una noble tradición. Es una conquista
imperecedera. En efecto, a lo largo de la larga lucha por la liberación, de la
lenta y dura lucha por la igualdad y por la justicia, hemos preferido resolver
los conflictos sociales con los recursos de la persuasión, con la acción
política.”
“Rechazamos nosotros los chilenos, en lo más profundo de nuestras conciencias
las luchas fraticidas. Pero sin renunciar jamás a reivindicar los derechos del
Pueblo. Nuestro escudo dice: ‘Por razón o por la fuerza’. Pero primero por la
razón.”
Pero la realidad ha sido otra. Las nobles palabras se contradicen con los
hechos. A la noble tradición de todo un pueblo se le opone un siglo y medio de
explotación y de miseria. Vano orgullo de chilenos triunfando por sobre la
violencia, como si no fueran chilenos también los Comandantes en Jefe que lo
asesinaron e él, a sus leales compañeros y a combatientes populares que están
siendo masacrados por millares. Todos chilenos como él, aunque algunos sólo por
accidente, y por vocación, cipayos. Tan cipayos como muchos de nuestros
nacionales que de argentinos sólo tienen los papeles.
Esta es una experiencia que los argentinos y los peronistas no debemos
desaprovechar. La sufrimos en carne propia el 16-VI y el 16-IX-55 y hoy se
repite en la carne y con la sangre de nuestros hermanos chilenos y de su
valiente líder.
Si no supimos sacar enseñanza de la sangre derramada por nuestro Pueblo, del
sacrificio de nuestros mártires, de Vallese, de Mussi, de Retamar, de Hilda
Guerrero de Molina, de Valle, de Cogorno, de Ibazeta, de Irigoyen, de Cano, de
Caro, de Navarro, de Bruno Cambareri, de Abal Medina, de Ramus, de Maza, de
Maestre, de Mirtha, de Fernández Palmeiro, de Baldú, de Bianchini, de Mariano
Pujadas y de sus compañeros caídos en la masacre de Trelew, de Lisazo y de los
masacrados en José León Suárez. Si la historia no nos ha enseñado del sacrificio
del Chacho, de Facundo, de Sandino, del Che Guevara. Si el sacrificio del
compañero Allende y del pueblo chileno no nos sirve de enseñanza, no tengo duda
que ni tiempo nos quedará pronto a ninguno de nosotros para seguir lamentando
estas desgracias, una de las cuales, quizás no la peor, sea el segundo
derrocamiento del gobierno peronista y de nuestro futuro Presidente el General
Perón.
No hay ejemplo en la historia de la humanidad que nos muestre a los
contrarrevolucionarios y a los reaccionarios utilizando métodos pacíficos para
detener el avance de los pueblos. La metralla para apoderarse de los gobiernos
es el primer paso de toda una cadena de violencias, de injusticias, de
opresiones y de persecuciones, de represión feroz y despiadada, llevando tanta
violencia a límites que la imaginación más frondosa no alcanza ni siquiera a
concebir. No deben interpretarse erróneamente mis palabras y mi pensamiento. Los
peronistas no somos partidarios de la violencia. Queremos que nos dejen trabajar
en paz y vivir en paz. Pero hemos aprendido por experiencia propia, que nos ha
costado muy cara, por no saber aprovechar la ajena, que si queremos vivir en
paz, debemos estar preparados para la guerra.
Hemos desarrollado y organizado una fuerza que nos ha servido para derrotar a
las dos dictaduras militares: la de Aramburu-Rojas y la de Onganía-Lanusse. Y
esas fuerzas están intactas, pero deben estar alistadas para defender el
gobierno popular que asumirá el 12- X y al Gral. Perón. No para presionar o
imponer una política o una estrategia cuya responsabilidad corresponde al
conductor, a nuestro conductor, el Gral. Perón, sino para respaldarla y
asegurarla.
Por ello el grado de organización alcanzado no es suficiente. La etapa impone
agotar todos los medios para lograr la fusión de todas las fuerzas combatientes
y revolucionarias, y a través de ellas de todo el Peronismo y del Pueblo.
Se ha lanzado la consigna de la organización del Movimiento y de la afiliación
masiva. Procedimiento correcto, como primer paso para la convocatoria y
posteriores movilizaciones posibles y necesarias. Pero es sólo un primer paso.
(...)
Por eso la tarea es de lo más compleja y variada. Es permanente y continua. La
Unidad Básica debe dejar de ser el modelo del comité tradicional, donde sólo
funcionan las “roscas” para enfrentamientos internos o para conseguir
influencias en los escalones oficiales de gobierno con vistas a obtener puestos
o recomendaciones. Deben ser fortines que dedicarán su gestión a organizar el
barrio, para movilizarlo en apoyo de la gestión popular, que se dará a través de
la lucha por las reivindicaciones más simples de los sectores obreros, de los
comunales, de los zonales, etc. Para exigir a los funcionarios o delegados
oficiales el cumplimiento del mandato del pueblo. Para controlar su gestión,
colaborando así en las escalas más alejadas del control del conductor con la
política que él imponga e impulse.
La organización en los lugares de trabajo. Los comités de fábrica para disputar
a las conducciones entreguistas y burocratizadas la conducción de los
trabajadores, es tarea prioritaria.
Todo esto sin impaciencias superizquierdistas. Debemos recordar la frase de
Perón: Ganar lo que se puede ganar; neutralizar lo que no se puede ganar, pero
siempre dejar al enemigo en inferioridad de condiciones.
[Del libro UN MILITAR ENTRE OBREROS Y GUERRILLEROS de EDUARDO GURUCHARRI]
* Bernardo Alberte, militar y dirigente peronista que se opuso a las dictaduras
militares. Fue asesinado el 24 de marzo de 1976 por una patota del ejército.
Enviado por Bernardo Alberte (h)
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