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El dilema Scioli: ¿Gobernar o instalarse
en la queja?
Por Conrado Yasenza*
Se dice que una de las virtudes del Gobernador de la Provincia de Buenos Aires,
Daniel Scioli, es la de haberse mantenido leal al kirchnerismo durante estos
casi diez años. Y es probable que ello sea cierto como también es cierto que
otra de las virtudes del hoy reelecto Gobernador es esa capacidad para la
alocución carente de peso, tal vez anémico en su potencia de definiciones
políticas. Particularidad que en el mejor de los casos llamaríamos vacuidad, y
en el peor, cierta condición chúcara, taimada.
Hoy la Provincia afronta un panorama complejo en relación a su déficit económico
y a los conflictos salariales y de seguridad que vuelven sombrío el paisaje que
el Gobernador tiene frente a su mirada, esa que suele entrar en concordancia con
la ausencia de potencia política que evidencian sus discursos y acciones. Pero
existe un punto crucial: Scioli fue reelegido para el cargo de Administrador de
la Provincia más grande y rica del país, surfeando la ola de votos que le aportó
el kirchnerismo. Es allí donde el Gobernador se topa con un dilema que da la
impresión comienza a resolverse en el sentido contrario al que impuso el
resultado electoral de Octubre de 2011: Gobernar. El Gobernador necesita –
difícil adquirirla a esta altura de la vida, pero, en fin, nunca es tarde –
dotar a su gestión de cierta épica, de algún grado intermedio de coraje
político, y para lograrlo tendría que resolver los serios problemas que aquejan
a los bonaerenses como lo son la falta de inversión en salud, seguridad y
educación. ¿Cómo realizar esa modesta pero pareciera imposible gesta? Bien,
estableciendo un verdadero sistema impositivo-tributario progresivo que le cobre
más impuestos a aquellos que poseen grandes extensiones de campo, los grandes
poseedores de latifundios, nos enseñaron en la escuela, que a su vez tienen
lujosas casas en la provincia y fuera de ella, y no descargar todo el peso
impositivo sobre los sectores del trabajo y el salario.
En la Provincia de Buenos Aires, el Gobernador Scioli decidió, para no
enfrentarse a los sectores de la zona núcleo de la patria sojera, cuyos campos
se valorizaron en un 50 por ciento promedio gracias a los extraordinarios
precios de la oleaginosa en el mercado mundial, basar la tributación impositiva
en el regresivo impuesto a los ingresos brutos, que pasó a representar el 75 por
ciento de la recaudación provincial. Puede decir el Gobernador, y su equipo, que
fue el primer Gobernador que decidió hacer un revalúo sobre el impuesto
inmobiliario urbano y rural pero la realidad es que en el período 2007 – 2011
los impuestos inmobiliarios rural y urbano de la Provincia pasaron de aportar el
10,9 a tributar el 6,6 por ciento del total de la recaudación provincial.
Entonces, y volviendo al dilema inicial, sería beneficioso para los habitantes
de la Provincia y para el propio Gobernador, disponer una verdadera reforma
impositiva – no el revalúo al que le introdujo tantas limitaciones que se tornó
insignificante - en lugar de pasearse por los medios de comunicación, en donde
siempre es bien recibido, para repetir cansinamente su queja y reclamo de fondos
a la Nación; o contradiciendo el rumbo fijado por el Gobierno Nacional en
materia de política Económica proponiendo como alternativa para paliar su crisis
de administración el endeudamiento mediante la toma de créditos que pagará el
que venga detrás y los bonaerenses que viven de su trabajo y de su salario; o
posando para la foto, deseada por el Partido de la Oposición Mediático-Política
que ve en Scioli la esperanza para el período poskirchnerista que ansían, en
Expoagro junto a Marcela Herrera de Noble o a Eduardo Buzzi, el dirigente
campero que desoyó el mandato de la Federación Agraria para sentarse a dialogar
por separado de la Mesa de Enlace con el ministro de Agricultura, Ganadería y
Pesca de la Nación, Norberto Yauhar.
Con una verdadera reforma tributaria progresiva, y dejando de hacer campaña para
2015 con publicidad oficial colocada en medios opositores al Gobierno, Scioli
podría redistribuir esos ingresos recaudados invirtiéndolos en más educación
pública con mejores salarios, en más y mejor salud pública con insumos y
salarios dignos, y en más seguridad a favor del ciudadano, devolviéndole el
control de la policía a una autoridad civil y no a las cúpulas del comisariato
policial (tendría que relevar de su cargo al penitenciario Casal, promotor de la
contrarreforma al modelo diseñado por León Arslanián), reinstaurando la
formación de los nuevos policías en la Doctrina de los Derechos Humanos y, una
vez más, mejorando sus salarios. Pero para eso hay que Gobernar, y para llevar a
cabo la tarea pensando en los más débiles, en los aún no incluidos, hay que
enfrentar corporaciones, tocar intereses, y para ello es que hace falta ese
coraje, esa épica a la que me refería párrafos arriba, y Scioli parece hoy más
preocupado por el 2015 y las posibles alianzas que lo animen a sacar los pies
del kirchnerismo con relativa seguridad para que su salida no se transforme en
un salto al vacío.
*Periodista. Dtor. de la Revista Digital de Cultura y Política , La Tecl@ Eñe
www.lateclaene.blogspot.com
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