El
discurso del amo
"...los pobres no pueden ser más pobres porque si no se morirían... Y los
ricos van a ser cada vez más ricos, te guste o no..."
(acerca de la entrevista a Héctor Huergo en la revista Crisis)
Por Conrado Yasenza*
Confieso que leyendo la nota al Ingeniero Héctor Huergo, periodista de Clarín e
ideólogo de FeriAgro (hoy, en sociedad con La Nación, ExpoAgro) mi nivel de
aceptación hacia la lectura se topó no con pocos obstáculos, y hasta entablé
combate con un primer sentimiento: cierta indignación extrañada. El discurso
tecnocrático, productivista, anti-Estatista, y hasta con un tono que sobrepasa
aún más la soberbia del poderoso, produjo que, dilemática y controversialmente,
quisiera seguir leyendo la entrevista, lo cual habla de la virtud de los
entrevistadores y del peso del entrevistado, pero al mismo tiempo, un deseo casi
irrefrenable de cerrar e irme. Así es que me sumergí en la lectura, y de esa
inmersión estas breves consideraciones.
Podríamos decir que, tocando varios tópicos, la entrevista es circular (o quizás
las respuestas le impongan esa estructura) Y ello debido a la visión
productivista de Huergo, que es la que lo lleva a establecer falacias tales como
que la discusión por la sustentabilidad y la rotación de los suelos es una
discusión sin importancia ya que si en el futuro queda algún suelo contaminado o
infértil, bueno, son las reglas del mercado, de la productividad y de los
negocios. Ese mismo discurso productivista lo lleva a elogiar la convertibilidad
y el uno a uno como motores para la incorporación de tecnología al país, no,
perdón, a sus negocios. Ese discurso tecnocrático y productivista, un discurso
ideológico del que se vanagloria, lo lleva a festejar la frase de Cavallo,
aquella con la que mandó a los científicos a lavar los platos -aunque se escuda
y agrega: "a mí no se me ocurriría decir algo parecido pero digamos que la
productividad (NdR: en el CONICET) es baja"- porque la Técnica y la Tecnología
junto a la producción son áreas exclusivas del mercado y sus productores, y allí
el Estado no debe intervenir porque "¡Los privados son, por definición, mejores
que los públicos!" ( en referencia a la intervención del Estado en el desarrollo
tecnológico de semillas). Pero tampoco El Estado debe inmiscuirse en la captura
de la renta para su redistribución, porque para Huergo "los gobiernos que
generan perspectivas económicas y sociales atractivas son los que dejan la mayor
parte de la renta en manos de los actores y toman solo aquello que es necesario.
Pero que no redistribuya el Estado a través de los impuestos, ya que la mejor
redistribución es el desarrollo hacia el lujo. Es inclusivo." El desarrollo
hacia el lujo es la inclusión: Una nueva mascarada para revestir la vetusta
Teoría del Derrame. Una frase filosa como un gillete.
Una mención aparte merece su intervención como Presidente del INTA, en 1994,
designado por el entonces Gobernador de la Pcia de Bs. As, Felipe Solá: "Cuando
llegué estaban “los 100 planes del INTA”, mi propuesta era un plan: la
intensificación agrícola y ganadera… Aguanté un año en esa batalla, pero quedó
algo y dejé varios técnicos productivistas. Y a los que solo hablaban de equidad
los mandamos a pasear: la equidad viene sola, o nunca viene. El tema de que los
pobres son cada vez más pobres y los ricos son cada vez más ricos es una
falacia: los pobres no pueden ser más pobres porque si no se morirían, de la
indigencia no bajás. Y los ricos van a ser cada vez más ricos, te guste o no, el
tema es cómo diligenciar eso para que los ricos no sean parásitos y no acaparen
sin aumentar la productividad." Éstos son los conceptos de un tecnócrata
productivista, del poderoso lobbysta del maíz (etanol para el biodiésel, el
negocio al que apunta Huergo) que con jactancia llama su "jefe" a Ricardo
Kirschbaum, editor General de Clarín, puesto menor para Huergo. Este es el
darwinismo antropofágico de Huergo: Los pobres no pueden ser más pobres porque
si no se mueren - como si la pobreza no matara -; a lo sumo, para él, se llega a
indigente, y eso es una ley de la sociedad de mercado, y punto, porque los ricos
cada vez van a ser más ricos por la misma ley, y por ello mismo El Estado - como
declaró en un twett Laura Alonso, diputada del Pro - no debe existir, o si
existe, debe hacerlo en su mínima expresión, sin regular, sin intervenir en el
diseño de políticas económicas que intenten redistribuir la riqueza para que los
pobres en lugar de llegar a ser indigentes puedan ir a Universidades Públicas.
Pero todo esto a Huergo no le importa, ni siquiera lo irrita, porque para él
bien vale aquella frase del contraalmirante Arturo Rial pronunciada luego del
golpe de 1955: El Peronismo fue derrocado para que el hijo del barrendero muera
barrendero. Más o menos, esa es la idea de Huergo, sólo que ferozmente
encriptada en el discurso productivista-darwinista. Pero Huergo es inteligente,
es sagaz, chúcaro - aunque no le guste el lenguaje "brutal" del campo -: Tiene
algunas deferencias para con el sector político. Ve como positiva la gestión de
Lino Barañao (otra vez el maíz), Julián Domínguez y Patricia Bullrich, pero su
discurso es recurrente en un punto central: "Me parece bien cierta delegación
del sistema público en la actividad privada cuando llega la etapa de producir y
vender". Y también tiene su postura ante las dirigencias federadas rurales, la
nueva barbarie, retrógrada en su "cuento nacional y popular" (discutible
afirmación) Dice Huergo: " Buzzi es un retrógrado, con su cuento nacional y
popular de los pequeños productores y contra las trasnacionales y la
extranjerización de la tierra.” Porque circularmente Huergo vuelve siempre al
mismo punto, el inicial, el punto de vista de un cruzado productivista: "La
clave para el sector y para el país es dejar que fluya la tecnología. Y al campo
le pediría tan solo que la conozca, la aprenda, la incorpore y la aplique. Y que
se gaste alegremente el excedente, que nos viene bien a todos." Este es el
Hombre del Poder. Eso es el Poder: el que se tiene y se ejerce. Ese es el hombre
que oculta datos en su defensa del negocio comercial que deriva del sembrado de
maíz para transformarlo en etanol: El Movimiento Nacional Campesino Indigenista
advirtió que los “agro combustibles” pondrán en peligro la soberanía alimentaria
y agravarán el problema del hambre en el mundo. Los autores de la entrevista
(Mario Antonio Santucho / Diego Geniuda / Alejandro Bercovich / Javier
Schaibengraf) aclaran que "en México, por la exportación del maíz para etanol,
hubo un aumento del 400 % en el precio del maíz. Y hasta Cristina lo reconoció
en la cumbre del G20 en Cannes, a fines de 2011” Héctor Huergo, mentor
ideológico de Clarín Rural, el mismo hombre verdaderamente poderoso que no
quiere trenes, salvo si lo dejan usar los vagones con sus vías para llegar a los
camiones; el mismo que concibe como idea de movilidad social y creación de
empleo el hecho de que los ricos - y en especial los ricos de los pueblos -
construyan countrys para que los pobladores sin trabajo se ocupen de hacer la
cancha de golf o la pileta; es decir, no generar empleos vinculados a la
producción y a un ideal de ascenso porque para producir están ellos, la gente
como él, y para lo demás están los pobres que de última, si no limpian canchas
de golf o piletas, llegan a ser indigentes. Ese es el verdadero rostro del poder
en la Argentina de hoy, sí, todavía. Y es un rostro con un lenguaje y un
discurso que - según se puede desprender de la lectura de la entrevista - no
abandona el tono amigable, canchero y hasta simpático. Aunque sea cruel, tan
impunemente cruel como poderoso.
*Periodista – Director de La Tecl@ Eñe - Revista Digital de Cultura y Política
http://conradoyasenza.wix.com/la-tecla-ene