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El
“Libro Azul”
de EE.UU. contra Perón que no pudo evitar su victoria
Por Rogelio García Lupo
En 1946, el Gobierno de EE.UU. había editado un libro con serias acusaciones. La
dura disputa con el embajador generó la recordada consigna "Braden o Perón".
Las elecciones del 24 de febrero de 1946 se jugaron definitivamente el martes 12
de ese mismo mes, cuando fue proclamada la fórmula Perón-Quijano junto al
Obelisco de Buenos Aires y el Gobierno de los Estados Unidos entregó en
exclusividad a la agencia United Press el texto completo del "Blue Book on
Argentina", para que lo difundiera en todo el mundo. Al día siguiente, miércoles
13, el diario La Prensa dedicó cinco páginas completas al documento,
oficialmente titulado "Consulta entre las repúblicas americanas sobre la
situación argentina".
Popularmente conocido como "Libro Azul", el documento del Gobierno
norteamericano fue buscado por miles de personas que, naturalmente, nunca lo
encontrarían en las librerías, incluyendo a la misma Cancillería argentina, que
se enteró de su agresivo contenido a través de la traducción publicada por La
Prensa.
El momento elegido para divulgar el "Libro Azul" no fue casual: mientras miles
de personas rodeaban a Perón en la Plaza de la República, Washington lanzaba su
bomba diplomática. Aunque el documento no fue entregado al embajador argentino
en Washington, todos los diplomáticos latinoamericanos recibieron una copia
encuadernada con tapas de color azul y con un total de 130 páginas.
El promotor del "Libro Azul" había sido el ex embajador de los Estados Unidos,
Spruille Braden, quien después de su corta gestión en Buenos Aires ahora se
desempeñaba como secretario adjunto del Departamento de Estado en Washington.
La oportunidad fue anticipada por el mismo Perón quien, por su parte, replicó
con la consigna que terminaría de darle la victoria: "O Braden, o Perón".
Adelantándose en apenas unas horas a la difusión del "Libro Azul", Perón había
afirmado que Braden se entrometió en los asuntos internos del país hasta
extremos intolerables cuando expresó que "yo jamás sería presidente de los
argentinos y que aquí, en nuestra patria, no podía existir ningún gobierno que
se opusiese a los Estados Unidos".
Braden había sido designado embajador en Buenos Aires en abril de 1945 por el
presidente Franklin Delano Roosevelt, quien falleció poco después. En mayo ya se
había hecho cargo de la Embajada, donde comenzó a imponerse la figura de su
hombre de confianza, el misterioso español Gustavo Durán.
La gestión de Braden concluyó en setiembre, cuando se precipitaba la crisis
política que el 17 de octubre alcanzaría su máxima expresión con el retorno de
Perón desde su arresto en la isla Martín García.
Perón, entre tanto, respondió con una defensa prudente a las acusaciones del
"Libro Azul", haciendo notar que los actos de colaboración con los nazis
mencionados en su texto correspondían al gobierno del presidente conservador
Ramón Castillo, aunque fueron presentados de forma de alcanzarlo también a él,
buscando comprometerlo personalmente con el nazismo en vísperas de las
elecciones presidenciales.
Perón, sin embargo, también contaba con su propia bomba diplomática. Esta fue la
revelación de que el "Libro Azul" había sido redactado por Durán, el secretario
privado de Braden, quien arrastraba un pasado comunista en la guerra civil
española.
Durán había realizado viajes a Montevideo para buscar contactos con exiliados
argentinos y mantenía una relación con el jefe comunista Vittorio Codovilla, a
quien había conocido durante la Guerra Civil. También había estado a cargo de
Durán, según la revelación de Perón, realizar colectas entre las compañías
norteamericanas radicadas en nuestro país para atender a los gastos electorales
de la coalición antiperonista.
Este material era el verdadero riñón del "Libro Azul y Blanco", un panfleto
también de 130 páginas firmado por Perón que rápidamente ganó las calles y que
contiene docenas de airadas respuestas de personalidades políticas y del mundo
económico argentino al "Libro Azul" norteamericano.
El "Libro Azul y Blanco" fue un best seller de su tiempo, reforzado por la
victoria de Perón el domingo 24 de febrero; impreso en papel de diario y con una
sencilla portada se editaron más de 80.000 ejemplares, un éxito sólo posible por
la ola que llevaba a Perón a la Casa Rosada.
Durante mucho tiempo hubo dudas sobre la intervención del español Durán en la
producción del "Libro Azul" y, además, tampoco era seguro que su prontuario
político, como peligroso agente comunista fuera legítimo.
Durán, que hizo carrera en el gobierno de Estados Unidos y más tarde en el
escalafón de las Naciones Unidas, negó siempre haber sido comunista aunque
admitió su participación en la Guerra Civil española y descalificó las páginas
que Perón le había destinado en su "Libro Azul y Blanco". Pero muchos años
después, Durán terminó admitiendo, en una carta enviada en 1961 al historiador
inglés Hugh Thomas, que "en el 'Libro Azul' sobre Perón, también del gobierno de
los Estados Unidos, en la preparación de cuyo borrador sí que tuve yo alguna
participación".
Más inesperada fue la confirmación indirecta de su actividad comunista en una
carta de la escritora Victoria Ocampo a su enamorado, el escritor francés Roger
Caillois publicada recién en 1997. La carta es de ese explosivo año 1945 y en
ella la escritora le pregunta en confianza a Caillois qué debe hacer frente al
acoso ideológico de Durán, quien pretendía reclutarla para el comunismo.
La derrota de la coalición antiperonista el 24 de febrero sorprendió a muchos en
todas partes, pero el más sorprendido fue Braden quien recién reaccionó
públicamente un mes más tarde, en un ciclo de conferencias organizado por el
diario The New York Times.
Braden dijo en ese lugar que Estados Unidos no rompería relaciones con la
Argentina a pesar de la victoria de Perón y recordó que si bien se había llegado
en algún momento crítico a retirar de Buenos Aires al embajador norteamericano,
"esa actitud no dio resultados y no veo por qué daría resultados ahora,
pareceríamos tontos si lo hiciéramos".
El "Libro Azul", que había comenzado siendo una consulta entre los gobiernos
americanos para bloquear la llegada de Perón al poder, sólo mereció respuestas
tardías y hasta irónicas, como la del Brasil, para quien el final de la Guerra,
con la victoria de los aliados sobre el eje nazi-fascista, "hizo perder
peligrosidad a las actividades del enemigo". Para el Brasil la elección del 24
de febrero "fue un libre y perfecto pronunciamiento popular".
Descargar el
Libro Azul (en inglés)
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