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¿Qué
sentir cuando muere un genocida?
Por Ricardo “Pacha” Velazco
Qué se siente cuando muere un genocida? ¿Está bien la alegría? ¿Qué se debe
sentir? ¿Está bien el sentimiento de revancha? Deberíamos sentir tranquilidad,
satisfacción por el deber cumplido… diría él. Murió en una celda de una cárcel
común. Él… el dueño de la vida y de la muerte… el dueño del presente y del
futuro de los argentinos. Sí, tranquilidad, serenidad y satisfacción, orgullo
por ser parte de este pueblo que sereno y con sus tiempos sigue escribiendo su
historia.
Se tomó veinte años nuestro pueblo para que, a través de dos de sus mejores
hijos, comenzara a hacer justicia. Fueron la decisión política y la enorme
voluntad de Néstor y Cristina las que lo logaron. Pero no es revancha personal.
Nuestra Patria se debate en una lucha de dos modelos desde hace 200 años, desde
su inicio. Videla es fiel representante de una de ellas. La de los unitarios y
liberales; de los Rivadavia, los Sarmiento, de los Mitre y los Roca. Por eso va
a haber argentinos que lo lloren, o a los que por lo menos les resulte
indiferente. Son los que dirán “hay que olvidar… y mirar hacia delante”. Para
nosotros “La memoria pincha hasta sangrar a los pueblos que la amarran y no la
dejan ser libre como el viento”. Videla es genio y figura en esa frase que con
desparpajo dice: “los desaparecidos son una entelequia, no están…” Ese cinismo y
crueldad es lo que apareció delante nuestro esta mañana… y después la cara de
Olgui, de Marcela, de Graciela, del Pampita y de Quique… Los desaparecidos
tuvieron caras, nombres e identidades políticas. Ellos están en el panteón, en
la memoria y en el recuerdo de este pueblo que sigue escribiendo su historia.
Videla no tiene ya ni su cuadro en la galería del Colegio Militar.
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